Capítulo VIII: Preparativos

9 días antes del presente.

???

El joven Princeton separó la flauta de sus labios y suspiró pesadamente, una ráfaga de viento sopló con fuerza a sus espaldas alborotando su cabello. Alzó la vista, ningún ser se acercaba a él, insecto, ave o lo que fuera.

Él no era más que una herramienta y como persona no encajaba en ningún lado, sería siempre un bicho raro, hasta para los propios animales.

- ¡Príncipe! ¡Ven! ¡El desayuno está listo!

Bueno, Eliza parecía ser la excepción, quizá porque era también una marginada de la sociedad. ¿Acaso su misión era ayudar a gente como ella? No, había demasiadas diferencias entre ambos, ella era solo una niña abandonada, él en cambio estaba maldito.

Se levantó y entró a la cabaña, encontrando en la pequeña mesa un "desayuno" con apariencia comestible, al menos.

-Al parecer mejoras rápido, la primera noche hiciste un desastre en la cocina. -Observó mientras se sentaba.

- ¡Jamás usé una cocina eléctrica! ¡Temblé todo el rato pensando que iba a averiarla! -Se justificó Eliza sonrojándose.

-Como digas.

A continuación se hizo el silencio, la niña sabía que a su misterioso benefactor no le gustaba hablar mientras comía. De hecho hablaba lo menos posible. Y pensar que ni siquiera sabía su nombre...

Al acabar de desayunar lo observó expectante mientras esperaba su veredicto.

-No estuvo mal.

Eliza casi saltó de alegría, viniendo de Princeton eso era un logro increíble.

-Me marcho enseguida Eliza. Tienes todo lo necesario aquí: ropa, víveres, agua, electricidad... vendré a visitarte como siempre, pero de momento debo irme.

La niña no respondió. Princeton era todo para ella; una mezcla de figura paterna, hermano, amigo, confidente y protector. Siempre había temido al despedirse que no volviera de nuevo, ahora había soñado que a partir de entonces vivirían juntos, apartados de la ciudad y las personas que la habían despreciado, pero al parecer Princeton tenía otros planes.

- ¿Por qué debes irte? -Preguntó decepcionada con una sombría mirada en su rostro.

-Tengo asuntos por atender Eliza, muchos asuntos. No puedo quedarme. -Dijo el joven levantándose.

- ¿Y si solo te quedas un día más?

-No es posible.

Princeton se dirigió a la puerta y salió en busca de su motocicleta dejando a Eliza sola y triste. Agradecía a su misterioso amigo por todo, pero no quería separarse de él, a esas alturas debía estar acostumbrada a sus idas y venidas, pero no era tan fácil.

Salió al patio, donde él ya se disponía a irse, por lo que corrió a tomarle el brazo. El Ejecutor no hizo nada ante aquel movimiento, por lo que Eliza le quitó el casco y le dio un beso en la mejilla.

A pesar de que no se alteró la expresión de su pálido rostro, él estaba sorprendido y antes de que pudiera evitarlo, un atisbo de sonrisa apareció en sus labios.

- ¿A qué vino eso? -Preguntó alzando una ceja.

-Porque te quiero, tonto. -Respondió Eliza sonrojándose.

- ¿A alguien que no te ha dicho ni su nombre? -Se burló él- Y bien, ¿Cuándo me lo vas a preguntar?

Ella pareció indecisa por unos segundos, la sorpresa casi la había paralizado, ¡Después de cuatro años tenía al fin la oportunidad de conocer el verdadero nombre de Princeton!

- ¿Cómo te llamas?

-Mi nombre es...

***

Amelia:

Esa mañana Elizabeth me había informado que ya tenía todas las cosas que Zed le encargó anteriormente, así que técnicamente ya teníamos todo listo para el exorcismo, solo que Zed no aparecía.

Mientras tanto yo seguía sin entrar de nuevo a mi cuarto, por lo que continuaba quedándome en el de Aurora. No obstante, la incertidumbre de si el exorcismo funcionaría me mantenía inestable y no lograba concemtrarme en clases, es más, había momentos en que descubría aterrorizada que no recordaba mi propio nombre.

Aún cuando mis amigos hacían llevadera la presión que estaba sobre mí con sus bromas y su apoyo, dudaba poder resistir mucho más, así que cuando ya no podía evitarlo maldecía a Zed por desaparecer.

- ¡Tss, Amelia! -Me llamó Chiara mientras me dirigía al comedor para el almuerzo- Esta vez vamos al patio trasero.

- ¿A dónde? -Pregunté desconcertada.

-Al patio trasero para almorzar. -Dijo guiñándome el ojo- Solo nosotras, Aurora y Eli.

- ¿Qué pasa con Ian?

-Reunión de chicas, no puede estar.

Rodé los ojos al oírla, ¡Lo que me faltaba! ¡Una reunión de chicas! Definitivamente tenía otras prioridades, pero de alguna manera me encontré con mis amigas tendida en el césped del lugar acordado.

- ¿Segura que nadie nos verá? -Interrogó Aurora nerviosa mientras jugueteaba con una flauta.

-Conozco cada punto ciego del internado, esos árboles de ahí nos ocultan de cualquiera que esté a más de quince metros de distancia. Aparte estamos en un punto bajo y James tiene un dron vigilando. -Explicó Elizabeth orgullosamente.

-Pensaste en todo. -Alabó Chiara mientras encendía un cigarrillo- ¿Entonces James sabe que estamos aquí?

-Por supuesto, él nos traerá el almuerzo.

Dicho y hecho. En ese momento James apareció sobre el muro y nos saludó agitando la mano mientras sonreía.

Elizabeth se levantó para recibirlo, fue un poco embarazoso ver cómo se besaban con pasión acumulada de... probablemente semanas o hasta meses.

No pude evitar pensar en Ethan y una carga más cayó sobre mí. Lo extrañaba demasiado. Aurora se aclaró la garganta ruidosamente, lo que era un poco gracioso por su voz angelical.

- ¿No que era una reunión de chicas? -Quiso saber- Pensé que habían sobornado a alguien de la cocina para traernos la comida...

- ¿No soy lo suficientemente bueno para ti? -Preguntó James altivamente- Aparte, ¿Quién rayos te dijo que era una reunión de chicas?

Instintivamente Aurora y yo señalamos a Chiara, que ya estaba encendiendo su cigarrillo. James se rió.

-Claro tenía que ser. -Chiara le mostró la lengua y luego volvió a lo suyo- Parece que has controlado tu hiperactividad, Chiara.

-Ian es de muchísima ayuda. -Comentó Aurora maliciosamente.

-Hablando de él, sería una pena que alguien lo llamara, ¿No creen? -Preguntó James con una sonrisa diabólica que asustó a Aurora haciendo que me abrazara. Por fortuna o por desgracia yo ya había visto demasiadas cosas aterradoras como para dejar que me asustara.

- ¡Ni se te ocurra! -Le ordenó Chiara al ver que sacaba el teléfono.

-Lástima... -Dijo James mientras tecleaba a toda velocidad un mensaje para Ian, por lo que Chiara se lanzó sobre él para arrebatarle el teléfono, al final el aparato llegó rodando a los pies de Aurora, que no dudó en enviar el mensaje mientras sacaba a relucir una sonrisa de triunfo.

Chiara reprimió un grito de frustración e hizo un puchero bastante gracioso.

Antes de darme cuenta, me encontré riendo sinceramente por primera vez desde... bueno, no recordaba la última vez que había reído de verdad.

Elizabeth sacó la comida de la mochila de James, al parecer todos eran paquetes de McDonalds y Pizza, aparte de algunas latas de Pepsi.

- ¿Cómo rayos alcanzó todo dentro de esa mochila? Es grande, ¿Pero tanto? -Pregunté.

-Es un secreto. -Dijo James.

Segundos más tarde apareció Ian corriendo como loco, ya estaba comenzando a sudar, no llevaba más que su bolso y un paquete en una mano.

- ¡Los encontré! -Declaró triunfante mientras señalaba a Chiara con un dedo- ¡Malvada! ¡¿Cómo pudieron reunirse sin mí?!

***

Tras haber disfrutado del almuerzo, Eli y su novio empezaron a hablar sobre sus negocios y pedidos pendientes mientras que Ian y Chiara empezaban a pelearse de nuevo, ésta vez porque ella lo acusaba de haber acabado su Pepsi y en un descuido intercambiarla con la suya.

-... Estoy consciente, pero el pedido de Zed es un poco complicado, tengo muchos contactos abogados, pero ninguno dispuesto a lo que él pide sin cobrar una fortuna, aunque él dijo que puede pagarle al mismísimo Keanu Reeves para que lo defienda. -Escuché que decía James, volteé a ver a Aurora, pero se había dormido recostada en un árbol.

-Bah, eso es una referencia una película donde Keanu interpreta a un abogado que es el hijo del diablo, ¿No? Es solo una presunción, no puede tener tanto dinero. -Respondió Elizabeth.

-Lo veo más bien como una manera de intimidar, ya sabes que todos creen que pertenece a una secta que sacrifica humanos... y una broma sobre contratar al Abogado del Diablo... no es precisamente algo divertido viniendo de él. -Le recordó James.

-Deja de pensar en esa película, por Dios, si no te conociera diría que tienes miedo.

-Tal vez así sea cariño... me he topado con criminales peligrosos: dueños de carteles de droga, corredores clandestinos y asesinos en fuga, pero ninguno de ellos me ha puesto nervioso como lo hizo Zed cuando me llamó.

- ¿Qué te encargó Zed? -Pregunté.

-Oh, él pidió que encontrara a un abogado que-

-Si dejaras de perder el tiempo, ya lo habrías encontrado. -Sonó una gélida voz proveniente del muro.

Era Zed. Había vuelto.

Bajó de un salto y se dirigió directamente a James.

-Pedí discreción, pero vas por ahí contando lo que no debes, ¿Dónde está tu flamante profesionalismo? -Le reclamó.

-Elizabeth es mi novia y socia, puedo contarle lo que se me dé la gana. -Alegó James- Pero tienes razón, no fui reflexivo.

Me di cuenta de que me veía a mí, por lo que bajé la mirada. Ian y Chiara habían dejado de pelearse entre ellos y ahora prestaban atención.

-Supongo que las cosas que le pedí a Elizabeth ya están listas.

-Lo están. -Informó la aludida- Aunque no fue tan fácil conseguirlas.

-Y Blackmount, ¿Hiciste lo que te pedí?

-Lo hice. -Respondí sabiendo que hablaba del libro.

-Bien, nos vemos en la noche. Yo te encuentro. -Dijo antes de marcharse.

-Ese tipo es verdaderamente encantador. -Bufó Ian- No debiste meterte con él Amelia, de veras.

-No tengo más opciones, y si las hay, la probabilidad de éxito es muy poca, mi mejor esperanza es ese chico. -Aclaré.

-Muchachos... ya es hora de volver a clases. -Nos recordó Chiara.

-Adelántense, nos vemos en la cena. -Dijo Elizabeth.

-De acuerdo, despertemos a Aurora...

***

El resto del día pasó sin sorpresas, excepto por un aviso escrito de tareas pendientes, al parecer en el utópico Internado Princeton la irresponsabilidad se castigaba con dureza. Con otros dos llamados de atención iría a la Sala de Castigos (Nótese: Cuarto de Tortura), por lo que tuve que recurrir nuevamente a Eli.

Ciertamente nunca había tenido problemas con las tareas y mis notas siempre tenían un promedio aceptable (Aunque nada que ver con las notas de élite de mi hermano mayor, como mis padres muy amablemente solían recordarme), pero en este Internado las cosas eran muy diferentes.

¡Maldito sea el que inventó los Internados Utópicos! Lo seguiré diciendo toda mi vida, de veras.

Gracias a la caridad de Elizabeth (Literal; no tenía con qué pagarle) un par de chicos de otro año hicieron mis tareas por mí, parecía que ella tenía a todo el mundo en su mano en aquel lugar.

Es alucinante que una chica de apenas veintitrés años (creo) tenga tantas influencias, pero a fin de cuentas su novio es... bueno, un traficante de artículos prohibidos, artículos no tan prohibidos y mercancía bastante legal, aparte de ser hacker y organizador de carreras no tan legales. Según tengo entendido, es bastante conocido en el bajo mundo y por supuesto tiene muchos negocios para lavar su dinero...

Durante la cena, ¡Oh! ¡Adivinen!

Exacto, Zed no apareció (otra vez). No obstante cuando me dirigía con Aurora a su cuarto nos habló desde la sombra de una esquina haciéndonos sobresaltar (Quiero decir gritar de miedo y abrazarnos de inmediato).

-Ya cálmense gallinas... -Siseó con algo de burla en su voz- Solo vengo a hacer el exorcismo.

- ¡El que necesita un exorcismo eres tú! -Gritó Aurora aún asustada mientras esgrimía su crucifijo- ¿Quieres matarnos de un susto?

-Baja la voz. -Urgí mirando a ambos lados del pasillo temiendo que alguien nos descubriera- Es el pasillo al dormitorio de chicas, si descubren a Zed lo castigarán...

-No son tan idiotas como para intentarlo, pero sí, no conviene que nos atrapen. -Estuvo de acuerdo Zed- Avancen en la luz, me moveré de sombra a sombra, por precaución.

-Así que por eso el traje negro eh...

- ¡Vámonos Aurora! -Pedí en un susurro fuerte mientras la tomaba de la mano- Si viene alguien será sospechoso que nos vean paradas hablando con una esquina sombría.

Mientras caminábamos intentando disimular los nervios, varias veces me ganó la curiosidad y miré atrás, el pasillo estaba lleno de puntos oscuros y era un poco inquietante ver a Zed pasando sin hacer ruido de una sombra a otra, ¿Cómo lo hacía? En mi caso, ni descalza habría sido tan silenciosa al caminar, lo juro.

Un par de veces algunos grupos de chicas pasaron a su lado y no pudieron notarlo, por lo que siempre suspiraba profundamente por el alivio.

-Debo ir a mi cuarto Aurora. -Le dije a mi amiga.

-Te acompaño.

-No, esto lo debo hacer solo con Zed.

Ella pareció dudar, pero aceptó.

-Le informaré a los demás que van a hacerlo.

-Muy bien. Diles que nos deseen suerte.

***

-Tu cuarto es sencillamente encantador. Podría mudarme aquí... si fuera una chica, claro. -Dijo Zed mientras veía el caos de mi maldita habitación.

-Déjate de bromas y dime qué hacer. -Refunfuñé.

- ¿Que no leíste el libro que te di? -Preguntó altivamente- Bueno, antes que nada, a limpiar este desastre, porque a los demonios les disgusta ser invocados en lugares desordenados.

- ¿Por qué debemos invocar a un demonio? -Quise saber.

-Déjame pensarlo... -Fingió reflexionar- Ya lo tengo: para saber el por qué muere una chica cada año, cómo muere en realidad, quién está detrás de esto y por supuesto ordenarle que saque a sus subalternos del cuarto, para lo cual debemos invocar a un demonio poderoso.

-Dime que no estás pensando en un Gran Demonio... -Pedí aterrorizada ante la idea.

-Obvio no, nadie puede controlar a uno de esos, a menos que sea un mago demasiado experimentado y dispuesto a afrontar riesgos. Así que no, no voy a invocar a nadie como Belial, Satanachia o Beelzebub. -Respondió como si fuera lo más natural del mundo- ¿Sabes? No pienso ayudarte a limpiar.

Lo maldije entre dientes y me resigné a hacer la limpieza. Lo que significa que tuve que meter todo en cajas y meterlas al cuarto de baño para despejar todo, así como tuve que plegar mi cama y sacarla al pasillo.

***

Una vez que habíamos colocado las mantas negras en las paredes y Zed dibujó el símbolo de la Cabra en la pared, degolló a las gallinas negras (las traía ocultas bajo el traje, ¿Pueden creerlo?) con un puñal francamente horrible que no pude soportar ver.

Usando la sangre de las gallinas trazó el pentagrama diabólico (una estrella de cinco puntas rodeada por un círculo a su vez rodeado por unas letras raras repetidas varias veces y encerradas a su vez en otro círculo) y en cada punta de la estrella colocó una vela, tras lo cual hizo varios círculos de velas negras alrededor del pentagrama.

- ¿Qué son esas letras? -Interrogué.

-Son caracteres en hebreo antiguo, el mismo idioma en que se escribieron los Diez Mandamientos. -Respondió.

- ¿Y qué significan?

-Se le conoce como Tetragrámaton, las letras que conforman el nombre de Dios: Y, H, W, H. -Dijo con seriedad.

-Pero son solo consonantes. -Objeté.

-La escritura hebrea carecía de vocales y se escribía de derecha a izquierda. Si le ponen vocales obtienes el nombre de Yahweh o Yahvé. -Explicó mientras seguía colocando velas.

-Creí que el nombre de Dios era Jehová. -Recordé dudosa.

-Tiene varios nombres, Elohim, Adonai, Yahvé y el mismo Aláh de los musulmanes son nombres del mismo Dios, Jehová es producto de una adaptación al latín, obteniendo el nombre Ieovah, en inglés Jehovah y traducido al castellano es Jehová, se le llama "evolución de la lengua". Yahweh o Yahvé es Jehová.

Me sorprendió lo sabio que era Zed, conocía perfectamente aquellos datos totalmente nuevos para mí, me parecía inverosímil que alguien como él fuera un emo.

- ¿Y por qué una invocación demoníaca debe llevar el nombre de Dios?

-Estamos hablando de invocar a un demonio poderoso. Ellos viven en el mundo de las tinieblas y al salir de ahí es demasiado peligroso dejarlos sueltos, el tetragrámaton es una protección que lo mantiene encerrado en el pentagrama porque forma un cilindro infinito del cual el invocado no puede salir. Por supuesto, la protección solo es tan fuerte como la fe de quien la usa. Al estar encerrados, se les chantajea para que hagan lo que mandas, amenazándolos con dejarlos encerrados, torturarlos o regresarlos al mundo de las tinieblas sin probabilidades de volver al mundo humano. Por esas cosas los espíritus odian a los magos profundamente. -Bueno, al fin había un tema en el cual Zed era entendido y extendido a la hora de hablar.

- ¿Se puede torturar a un demonio?

-Dale las gracias a San Bartolomé por eso.

- ¿Que no era un discípulo de Jesús?


-Blackmount... -Me dijo mientras me miraba de forma irónica- Los profetas y discípulos luchaban contra los demonios constantemente, la única diferencia entre ellos y un mago es la fuenre de su poder, un profeta hacía actos milagrosos usando el poder que Dios les otorgaba sin necesidad de hechizos o rituales, los magos son usurpadores del poder, recurriendo a trucos para ejecutar actos prodigiosos. Es la razón por la cual Dios no ve con buenos ojos a los que practican la magia.

-Jamás lo habría pensado... -Dije con toda sinceridad- ¿Entonces Bartolomé descubrió una manera de torturar a los demonios?

-Más o menos. La leyenda dice que capturó a cierto espíritu en una botella y éste le suplicó que lo dejara salir en lugar de dejarlo sellado, por lo cual le ofreció a Bartolomé un gran secreto: un canto que hacía sufrir a los demonios tanto que para evitar ese dolor harían lo que fuera. Le reveló el secreto bajo la condición de que no lo probaría en él, por lo que una vez que comprobó el poder del canto, el apostol de Jesús lo dejó ir, dejando el canto a la posteridad. Hoy en día se le conoce como "Las Palabras de San Bartolomé" o "Las Terribles Palabras de San Bartolomé", como le llaman los demonios inferiores. De nuevo, por estas cosas los demonios odian a los magos.

- ¿Como el rey Salomón? -Pregunté recordando el libro de San Cipriano.

-Exacto. Salomón, al ser el hombre más sabio de la tierra, se volvió un hechicero tan poderoso que era temido y odiado por los demonios. En la fe musulmana se le conoce bajo el nombre de "Soleimán Ben-Daud, profeta de Aláh", lo que sería "Salomón, hijo de David', era considerado "Señor de los efrits y los gennis", o sea los espíritus. En Las Mil y Una Noches hay cientos de referencias e historias sobre él. Ningún demonio, por poderoso que fuera, era capaz de desafiar a Salomón.

-Eres muy sabio Zed -Dije sin poder contenerme-, ¿Por qué adoras al Diablo? Cuando hablas de Dios te refieres a él con respeto y hasta diría que con fe, en cambio hablas con desprecio de los demonios.

Zed rio en voz baja y sacudió la cabeza.

-A veces, Blackmount, lo que uno desea no es lo que puede tener. Suele pasar que tus sueños mueran por culpa de quien no te deja elegir.

Esa vez, sus palabras, a pesar de su tono frío, tenían un innegable toque de resentimiento. Entonces supe que Zed no había elegido ser quien era. Por eso detestaba a los demonios y todo lo que tuviera que ver con ellos. Quizá por eso, más que por otra cosa, me estaba ayudando.

-Por cierto, esa carpeta, quítala de ahí o saldrá volando cuando él salga. -Ordenó mirando al archivo de las chicas asesinadas, aunque dudo que supiera lo que era.

De todos modos, me apresuré a retirarla del cuarto, pero en el baño ya no había espacio, por lo que fui al cuarto de Aurora (donde ya había pasado varias cosas) a guardarlo.

Antes de salir de su cuarto, me deseó suerte para que todo acabara esa noche.

-Quisiera estar contigo en ese lugar mientras exorcizan el cuarto. -Suspiró.

-Ya sabes lo que dijo Zed, es muy peligroso. -Le recordé- Solo debemos estar él y yo, no soportaría ponerte en peligro.

Aurora suspiró pesadamente.

-Al menos lleva mi crucifijo, ¿Quieres? -Pidió colocándolo en mi mano.

-Me gustaría, la idea de volver a ese cuarto me aterra... tener una protección sería lo ideal, sin embargo no deben haber objetos benditos en el cuarto. -Objeté devolviéndolo con sincero pesar- Úsalo para rezar por mí.

-De acuerdo -Se resignó-, por cierto, los chicos te desean suerte, hasta James.

-Luego voy a agradecerles.

- ¿Lo harán de inmediato?

-No, creo que Zed esperará hasta la medianoche, ya sabes, el momento más oscuro.

- ¿Y si te quedas hasta que falten unos pocos minutos?

-No se podrá. -Nos interrumpió Zed, abriendo la puerta- Faltan casi cuarenta minutos para la media noche y debo discutir algo con Blackmount.

Aurora lo miró con algo de rencor y asintió sin ningún entusiasmo.

-Bueno, ve. -Me dijo secamente.

-Nos vemos luego. -Prometí.

Ella me abrazó y me deseó suerte una vez más, tras lo cual fui con Zed.

***

Las velas aún no estaban encendidas. La sangre del pentagrama se estaba secando, seguramente habría que repintarlo...

El Cuarto Maldito ofrecía una apariencia más siniestra que nunca antes, el aire se sentía denso, hacía frío y aparte parecía que había un remolino alrededor del círculo.

-Supongo que solo Aurora sigue despierta. -Comenté.

-El círculo cabalístico debe ser repintado. -Dijo- Por eso no usé toda la sangre al principio. Ahora hay cambio de planes: no llamaré a nadie del mundo de las tinieblas, intentaré reunir a los espíritus de esta habitación en el pentagrama y luego voy a desterrarlos.

-Bueno... -Dije desconcertada- Es como debe ser un exorcismo.

-Decidí no arriesgarme, si por error invoco a un Demonio Mayor... no, no lo haré. Lo que necesito ahora es... un poco de tu sangre.

- ¿Qué?

-A como lo oyes. -Sentenció mientras comenzaba a repintar el círculo y el pentagrama.

- ¿Para qué? ¿No bastan las gallinas?

Zed hizo una mueca.

-Creí que el experto era yo.

-Respóndeme. -Demandé.

-Tú eres su víctima, quieren tu sangre, tu alma. Así que un poco de ella los atraerá. -Explicó impaciente mientras sacaba un encendedor y me lo arrojaba- Enciende las velas y apaga la luz eléctrica.

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