Capítulo II: Haciendo Amigos
30 días atrás...
Amelia:
Había llegado tarde al internado, por lo que no tuve clases ese día, así que pasé algunas horas limpiando el mugroso cuarto que me fue asignado para poder acomodar mis cosas.
Mi hermano prometió llevarme pronto lo que me faltaba, además de estar pendiente de lo que necesitara aún si eso lo ponía en contra de nuestros padres, algo que agradecí en silencio, todavía me dolía hablar de ellos.
La primera noche no fue nada extraña, era un simple cuarto recién arreglado y a ello le atribuí el hecho de que el aire se sintiera tan espeso y encerrado a pesar de tener la ventana abierta.
Alan me había dicho que mis padres me inscribieron en la carrera de Derecho a modo de despedida, algo como "Con esta carrera puedes vivir sin fastidiarnos".
Y es que este Internado era realmente grande y multifuncional: habían desde estudios de primaria hasta carreras universitarias en él.
Claro que aquí solo venían aquellos que eran repudiados por sus padres ya fuera por no estar de acuerdo con la ideología familiar, por causarles problemas o simplemente por no cumplir sus expectativas.
Era el basurero donde reciclaban a personas "rebeldes" como yo, la edad no importaba, todos aquí éramos la piedra en el zapato de la sociedad.
Esa noche no pude dormir bien, lo atribuí a que aquellos pensamientos habían invadido mi mente y se negaban a abandonarla para dejarme descansar.
Al día siguiente, tras prepararme, salí para enfrentarme a mi nueva realidad: que no era más que otra rechazada que había venido a parar aquí.
Apenas puse un pie fuera del cuarto, me sentí desconcertada, por lo que busqué ayuda en una de mis vecinas de cuarto, otra chica de reciente ingreso de nombre Lydia, que al parecer iba a terminar su secundaria aquí, luego tendría la libertad de elegir la carrera que quisiera.
Había llegado una semana antes que yo, pero ya conocía los pasillos y me guió hacia el comedor para desayunar, luego de eso me indicó llegar a mi primera clase, fue muy amable, aunque no podría afirmar que le agradé, parecía bastante reservada.
Tuve que presentarme ante mis compañeros de carrera, algo que fue extremadamente incómodo por el hecho de que aparte de mi nombre y una ligera descripción de personalidad, debía decir por qué me encontraba en el Internado.
-Buenos días, mi nombre es Amelia Blackmount, mis padres me enviaron aquí por... -Me detuve pensando qué diría luego, no quería decir "por un malentendido", nadie lo creería- Porque les causaba muchos problemas ante la sociedad debido a mi carácter irascible... creo que eso despeja las dudas.
Sentí que mi rostro ardía tras la corta explicación y me sentí como si estuviera en una cárcel. Entonces supe que una cárcel es exactamente lo que era el Internado Princeton, mientras caminaba al lugar que me señaló el profesor, creí que el suelo se abriría y me tragaría por el peso de las miradas puestas en mí, para mi desgracia, no fue así.
A cada momento que pasaba comprendía más cosas y ninguna contribuía a mejorar mi ánimo, eran como martillazos en mi cabeza.
Casi todos mis compañeros debían ser jóvenes incomprendidos, así lo denotaban sus miradas, o bien delincuentes juveniles, como lo sugerían los tatuajes, piercings y looks rebeldes de los otros. Me sorprendí de que esa clase de look estuviera permitido.
Tras el recibimiento, nadie se fijó en mí, aunque de la veintena de personas que estaban en el salón, menos de la mitad estaban atentos al profesor, lo que me incluía.
A la hora del almuerzo me limité a seguir a mis compañeros al comedor para evitar perderme. Al parecer era el principal punto de reunión de todos en el Internado, pude contemplar con asombro que había personas que no parecían tener ni trece años.
Recibí mi comida; consistía en algo de arroz y una especie de caldo, pan y un jugo de naranja. Al menos no moriría de hambre, no era tan malo como podía llegar a serlo, eso era seguro.
Me acerqué a una mesa donde solo habían un chico y una chica que parecían discutir sobre algo gracioso, a juzgar por las risas.
-Disculpen, ¿Puedo sentarme con ustedes? -Pregunté con una timidez que no fui capaz de reconocer, generalmente yo era bastante extrovertida.
El chico me miró y sonrió.
-Adelante, será un placer, señorita...
-Blacmount, Amelia Blackmount. -Dije mientras me sentaba para luego tenderle la mano.
-Soy Ian Evans y esta tarada es Chiara Miller. -Se presentó mientras estrechaba mi mano y yo sonreía ante la rara presentación que acababa de hacerle a la chica.
-Qué caballeroso te has vuelto Ian. -Bufó Chiara rodando los ojos- Es un gusto Amelia.
Estrechó mi mano y luego pareció analizarme unos segundos.
-No pareces del tipo de chicas que terminan aquí, ¿Qué sucedió?
-Chiara... -Advirtió Ian- No la presiones, es nueva. Discúlpala, es muy curiosa.
-No tengo ningún problema con la curiosidad. -Respondí para después tomar un poco de mi jugo.
-Oh, ya llegó el emo.
-Pareces muy pendiente de él Chiara. -Se burló Ian.
Para saber de quién hablaban me giré disimuladamente, observé a un chico enteramente vestido de negro, con una chaqueta de cuero y el cabello algo largo, tenía unas notables ojeras y su tez se veía muy pálida. Hubiera dicho que era guapo de no ser por su inquietante mirada sombría, que al parecer, hacía temblar a los demás.
-Es que me sigo preguntando cómo es que lleva seis años aquí y todavía no lo doman. -Insistió Chiara- Mira a todos los demás: nadie pasa tanto tiempo en este Internado y sigue con un look como ese, todos los de ese año se han reformado al menos un poco, ¡De veras!
- ¿Reformado? -Pregunté.
-Sí bueno... es debido a las clases de moral y ética que dan los sábados. -Suspiró Ian- A los de primer año todavía se les permite usar estilos rebeldes, pero con las clases de moral y ética extirpan eso de ti, te convierten en una persona aburrida y ordinaria sin ninguna originalidad. Al menos eso parece.
Yo seguía observando al "emo": tomó su almuerzo sin decir una palabra y se dirigió a una esquina del comedor a comer solo.
-Nadie habla con él, es totalmente antisocial, aparte no hay quien quiera tomar ese lugar; es suyo. Todos lo saben. -Mencionó Chiara al ver que lo seguía observando.
Tenía que admitir que era lógico que lo consideraran emo, porque realmente tenía el aspecto de uno.
- ¿Cuál es su nombre?
- ¿Ya te enamoraste? -Rio Ian- Perderás tu tiempo, en serio.
-Se llama Zed, o al menos eso se sabe. -Aclaró Chiara mientras miraba a Ian con cara de pocos amigos- Desconozco su apellido.
- ¿Qué carreras llevan ustedes? La mía es Derecho. -Interrogué cambiando de tema al tiempo que me centraba en mi comida.
-Yo estudio Diseño Gráfico. -Dijo Ian orgulloso.
-Yo lo mismo, soy mejor que Ian.
-Eso no es cierto, tus planos no se comparan con los míos.
-Obvio, los tuyos son inferiores.
- ¿Ah sí? En la última evaluación te superé por tres puntos.
-Es porque le gustas a la bruja que tenemos por maestra.
-Hey, soy divino. No la culpo. -Presumió Ian mientras pasaba una mano por su alborotado cabello pelirrojo.
- ¿Ves? Ella te favorece, lo admitiste.
-Jamás lo hice, solo afirmé que le gusto, además, es una cuarentona muy sexy.
- ¿Te gustan las mayores? Qué asco.
No pude evitar sonreír al escuchar la discusión de ambos, casi parecían pareja, me hizo recordar a mi ex, con quien siempre discutíamos así, eso me borró la sonrisa, me entristecía pensar en él.
-En fin, somos de segundo año. -Dijo Ian sacándome de mis pensamientos- Llevo tres años aquí, Chiara dos. Y me estaba volviendo muy aburrido igual que los demás hasta que ella vino.
-Sí bueno... mi hiperactividad me mandó acá. -Reveló ella- Nunca me quedaba quieta y sobre todo no soporto la monotonía, eso no pega bien en un hogar donde todo el mundo adora el silencio y la quietud. Simplemente se hartaron de mí y me mandaron aquí. Así que ya no más fiestas, no más partidos de volibol y fútbol, cero salidas a la playa... en fin. Al menos conocí a Ian aquí, hace llevadero todo esto.
Me sorprendí ante el hecho de que una familia fuera capaz de deshacerse de su hija solamente por un pequeño asunto de hiperactividad, tal vez Chiara fuera muy extrovertida y "vaga", como diría mi madre, pero no era motivo suficiente.
-Yo destrocé el auto de mi hermano mayor cuando tenía dieciséis años. -Relató Ian- Al maldito se le ocurrió tomar mi dinero que había estado ahorrando durante años para comprar un auto propio y compró uno él. Había gastado su propio dinero en una fiesta estúpida con sus amigos y para disimular ante mis padres usó el mío, cuando me dí cuenta que me había robado le reclamé y se hizo el desentendido, así que lo acusé con mis padres, pero él preguntó de dónde iba a sacar tanto dinero yo y luego no me dejó hablar diciendo que yo le tenía envidia... encima, no haberles dicho a mis padres de mi proyecto jugó en mi contra y le creyeron a él, por lo que una noche que él estaba ebrio luego de una fiesta y ellos estaban ausentes... tomé un mazo de la bodega e hice pedazos cuanto pude del auto que había comprado, no voy a negar que lo disfruté, aunque la paliza que me dio mi padre al día siguiente no tanto... en fin, me mandaron aquí por asuntos de "seguridad familiar" y otras mamadas.
No pude sostener su mirada. Estaba anonadada por completo tras oír semejante relato, ¿Realmente es posible tanta injusticia? ¿Un hermano mayor así, sin escrúpulos? No era capaz de visualizar a alguien así, Alan siempre fue bueno conmigo. Y sobre todo...
- ¿Castigos? -Pregunté involuntariamente.
-Oh sí, hay una sala de castigos para los que rompen las reglas, pueden ir desde hacerte escribir sin parar por horas, hasta que no puedas más, hasta azotarte. Primitivo y brutal, pero está permitido. A nadie aquí le importa qué nos pase; apenas estamos un escalón por debajo de los delincuentes juveniles que van a prisión. Todos hemos sido emancipados y dejados en manos del director y el profesorado, malditos verdugos. -Escupió Chiara con odio palpable- He ido ahí un par de veces: te aseguro que no quieres ir.
-Por supuesto, hay quienes se salen con la suya, como ese tipo, Zed, todos saben que se escapa con mucha frecuencia, pero siempre burla a los guardias. Eso no es ningún secreto. -Luego Ian bajó la voz para seguir- Por cierto, ¿Ves a aquella chica de allá?
Señaló con el pulgar por encima de su hombro a una persona que poseía un largo cabello rubio muy brillante, varios estudiantes estaban sentados con ella y pude ver que uno le pasó un sobre grueso.
-Esa es Elizabeth Ravens, éste es su quinto año aquí, sabe cómo burlar a cualquier guardia y conseguir lo que le encarguen, desde una pintura de labios hasta droga, nadie conoce sus métodos, pero se está forrando en dinero desde que llegó. Se dice que a veces soborna a los guardias para conseguir lo que quiere, pero es sólo un rumor. -Me explicó- Si alguna vez necesitas algo urgentemente... bueno, es como la líder de la mafia aquí, aunque es buena persona y te puede hacer favores si le caes bien. Conviene ser su amigo. Es una de esas personas que este maldito programa no puede domar, el orgullo de la rebelión.
- ¿Desde cuándo somos guerrilleros Ian? -Se burló Chiara.
Esos dos empezaron una nueva discusión mientras yo meditaba en lo que acababa de escuchar, vi de nuevo a Elizabeth Ravens, pero ésta vez ella también me vio y sus ojos azules se encontraron con los míos, me estremecí ante la intensidad de su mirada, no porque diera miedo, sino porque era demasiado profunda.
Ella sonrió y después volvió a lo conversación con sus compañeros, pero algo en su mirada me inquietaba. ¿Acaso fue compasión lo que vi en sus ojos mientras me escrutaba?
*-*-*-*-*-*-*
Tras el almuerzo me despedí de Chiara e Ian, que se fueron discutiendo sobre otra cosa (comprendí que así se la pasaban) mientras yo seguía a una chica que había visto en mi clase de Introducción al Derecho para ir a la siguiente.
Las horas pasaron rápido y las cuatro de la tarde finalizó el día de clases, pero no podía celebrar porque tenía desde ya una pila de tareas.
Por esa razón fui a la biblioteca a encargarme de eso, donde afortunadamente nadie hacía alboroto, al parecer el miedo al famoso cuarto de castigos mantenía en todos cierto respeto hacia las reglas.
Cuando hube acabado más de dos horas después, ya estaban cerca las siete de la noche, la hora para cenar, por lo que caminé rápido hacia el comedor, pero en una vuelta de esquina choqué con alguien y ambas caímos al suelo.
Era Elizabeth.
Era al menos catorce centímetros más pequeña que yo (mido 1.75), pero su presencia se imponía de alguna forma.
-Perdón, ¿Te lastimaste? -Pregunté.
-Estoy bien. -Dijo un poco irritada- Deberías tener más cuidado.
Se apartó el cabello de la cara y reparó bien en mí.
-Ah, la nueva. -Soltó- Eres la de ése cuarto.
- ¿Qué cuarto? -Interrogué.
-El cuarto del final del pasillo. -Dijo obvia mientras rodaba los ojos.
- ¿Precisamente qué tiene de especial?
-Olvídalo. -Suspiró- ¿Vas al comedor?
-Em... sí.
-Bien, caminemos juntas, también iba hacia allá.
-De acuerdo. -Acepté algo dudosa, si iba al comedor, ¿Qué hacía parada en una de las esquinas?
Íbamos en silencio, ella me incomodaba un poco, era como si supiera algo que yo no y no quisiera decírmelo, por lo cual me propuse acercarme a ella para averiguarlo.
-Por cierto, soy Amelia.
-Sé quien eres. -Rio- Yo soy Elizabeth, aunque supongo que tus dos amigos ya te hablaron de mí.
Supe que no sería bueno mentirle, por lo que asentí.
-Me ahorran presentar mi currículum. -Dijo divertida- Ahora ya sabes que si te hace falta algo, puedo conseguir lo que sea, a menos que pidas algo más grande que una motocicleta.
-Lo tendré en cuenta.
-Mira, ahí están tus amigos. -Señaló- Vamos con ellos.
Ambas recibimos nuestra comida y fuimos con Ian y Chiara, que tenían un duelo usando los tenedores como espadas y algunos en las otras mesas ya estaban haciendo apuestas.
-Chicos ya basta. -Ordenó Elizabeth molesta- No voy a poder cenar en paz con ustedes jugando a los mosqueteros.
-Oh, pero si es su Majestad Elizabeth. -Dijo Ian alzando una ceja para luego hacer una reverencia que sacó algunas risa- Por favor, siéntese usted.
Elizabeth rio ante el tono pomposo usado por Ian y se sentó para luego invitarme a hacer lo mismo.
- ¿Lo tienes Eli? -Preguntó Chiara en un susurro.
-Por supuesto. -Respondió Elizabeth pasándole un libro un poco grueso- ¿Traes el dinero contigo? Son diez dólares.
Chiara sonrió complacida y discretamente le pasó el dinero.
-Mañana te devuelvo esta cosa.
-Quédatela hasta que necesites más, ¿Vale?
-Como digas, Eli.
-Fumar te matará, en serio Chiara. -Gruñó Ian.
- ¿Ese libro contiene..?
-Así es Amelia, es hueco, dentro hay un par de paquetes de cigarros baratos. -Rio Elizabeth en voz baja- Los guardias no sospechan de un inocente libro.
Seguimos comiendo en silencio y al terminar pudimoa escuchar en una esquina a alguien tocar la guitarra.
-Vaya, Aurora de nuevo. -Sonrió Ian- Va a relajarnos la noche.
-Suena como si la estuvieras esperando Ian. -Anotó Chiara maliciosamente.
- ¿Ella canta o solo toca la guitarra? -Pregunté mientras miraba a la chica de cabello castaño claro mover sus dedos sobre las cuerdas con gran destreza.
-Ambas cosas. -Dijo Chiara- Tienes que escucharla, te agradará.
La canción era un flamenco antiguo que apenas pude reconocer, era un tema español llamado Campanera, muy hermoso... Aurora cantó de una manera espectacular y todos le dieron un gran aplauso al finalizar.
-Aurora de la Vega, del club de música... sus covers se están haciendo famosos en YuoTube. -Dijo Elizabeth alegremente- Le aseguré que así sería.
- ¿Hay clubes? -Pregunté interesada mientras Aurora esta vez interpretaba una canción llamada Deja que Salga la Luna.
Deja que salga la luna...
Deja que se meta el sol...
Deja que llegue la noche...
Pa' que empiece... nuestro amor...
-Por supuesto, se reúnen los fines de semana, el de mecánica es el más exitoso, ganan bastante dinero, el de arte igual. -Me explicó Ian.
Deja que las estrellitas...
Me llenen de inspiración...
Para decirte cositas...
Muy bonitas... corazón...
Yo sé que no hay en el mundo...
Amor como el que me das...
Y sé que noche con noche...
Va creciendo... más y más...
-Los clubes están hechos para ganar dinero haciendo cosas útiles que ponen a la venta en internet, es un sistema bien montado. -Aseguró Chiara- Así podemos comprar lo que nos haga falta.
-Obvio, yo los organicé, antes los clubes eran un desastre y rara vez hacían algo útil. -Afirmó Elizabeth.
-Para que tuvieran dinero y pudieran pagarte. -Se burla Ian.
-Obvio, -Repitió ella- tuve que financiar a varios y ahora les cobro intereses, además si quieren comprar algo que no está permitido en el internado o bien no quieren que sepan que compraron, vienen a mí y me pagan por conseguirlo. Así fue como me hice tan exitosa. Tienes que unirte a algún club Amelia, no puedes estar sin dinero, ¿En qué eres buena?
Miré a Ian y Chiara confundida y ambos rieron.
-Eli coloca a las personas en los clubes donde pueden desempeñarse bien para que ganen algo de dinero, así cuando quieran comprar algo, acudirán a ella por la deuda de gratitud que tienen hacia su persona, lleva haciendo eso desde que vino a este Internado. -Me dijo Ian.
-Me haces sonar como una aprovechada Ian. -Le regañó ella- Busco el beneficio de los demás así como el mío, tú no viste el desastre que era este Internado antes que yo llegara, con todos esos estudiantes amargados que no se ponían de acuerdo en lo que querían hacer. Hacía falta alguien que los organizara y encendiera la chispa de la creatividad de nuevo, esa fui yo... éste internado no puede domarme, yo voy a domar al internado.
La confianza de esa chica me hizo sonreír, tal vez fuera un poco capitalista o incluso una especie de señora feudal, pero me agradaba su ímpetu, al parecer era muy querida por la mayoría.
-Hola, ¿Hay sitio para alguien más? -Preguntó Aurora a mis espaldas.
-Obvio muñeca. -Dijo Ian coqueto haciéndole ojitos, por lo que Chiara le pellizcó una mejilla haciéndolo gritar- ¡Oye ya basta!
-Deja de hacerte el interesante. -Supuse que Chiara debía ser muy posesiva con Ian para hacer aquello, por su parte Aurora rio al observarlos pelear y se sentó a mi lado.
-Oh, eres la nueva. Estás en el mismo dormitorio que yo. -Me dijo- Soy Aurora de la Vega, un gusto.
-El gusto es mío, soy Elizabeth Blackmount. -Dije estrechando su mano a la vez que calculaba que Aurora debía tener la misma edad que yo y me preguntaba por qué estaba en aquel Internado siendo tan talentosa
-Mis padres menosprecian la música. -Dijo de pronto- Creen que no es un medio para vivir, estaban empeñados en que estudiara medicina, discutimos eso muchas veces, incluso durante reuniones familiares, por lo que decidieron deshacerse de la hija que no quería seguir el legado familiar.
-Eso es... -No sabía qué decir, ¿Horrible? ¿Cruel? ¿Estúpido?
-Soberanamente estúpido. -Rió Aurora- Al menos pude elegir la carrera que quería, es lo que importa.
Me quedé un poco confundida y me sorprendió que hubiera alguien capaz de aceptar así que su familia la exiliara por tener un sueño y decirlo con tanta naturalidad.
-En mi caso fue porque... en fin, mis padres tienen una buena posición económica, pero rara vez me daban dinero, así que desde pequeña tenía mis propios negocios, mis maestras decían que estaba obsesionada con el dinero y me acabaron mandando a un psicólogo... fue un fastidio ir año tras año. -Bufó Elizabeth- Poco a poco me fui metiendo en más negocios que mis padres no aprobaban y acabaron acusándome de vender drogas, de tener tratos con pandillas y ser cómplice de criminales, por lo que al final, para mantener la imagen de familia perfecta me desterraron aquí, pero no imaginaron que iba a hacer mi imperio aquí.
- ¿Por qué creyeron que estabas en esas cosas? -Pregunté.
-Porque mi novio, James, era de una pandilla local. No sé de qué se quejaban tanto, ellos nunca estaban conmigo, tenía que arreglármelas por mi cuenta, ¿No?
- ¿Y cuál es tu historia Amelia? Tienes cara de niña buena, no se me ocurre por qué te mandarían aquí. -Preguntó Chiara de nuevo, vaya que sí era curiosa.
-Ay vamos chicos no la presionen. -Pidió Aurora y se lo agradecí en silencio- Vino ayer, tal vez no esté lista para hablar de eso. Por cierto Amelia, mi cuarto está junto al tuyo, si necesitas ayuda con algo, estoy disponible... si no estoy dormida, porque es difícil que me despierten.
-Tal vez te mandaron aquí por dormilona y no por no querer ser doctora como todos en tu familia. -Se rio Ian.
-Ja ja ja... qué gracioso, deberías ser comediante. -Replicó Aurora rodando los ojos, aunque no pudo reprimir una sonrisa de diversión.
-Hey, me amarían todas las chicas que me vieran actuar. -Presumió él.
-Eres insoportable, no sé qué vería alguien en ti. -Atacó Chiara.
- ¿Insportable yo? ¡Mira quién lo dice! La prueba de mi magnetismo natural es que soy el único tipo en este comedor que está rodeado por cuatro chicas sexys, duh.
-Eso es porque ya casi no hay nadie aquí. -Contrarrestó Chiara.
Aurora rio entretenida.
-Ustedes siempre me divierten con sus discusiones, de veras, deberían estar en el club de teatro. Serían la bomba.
-La actuación no es lo mío. -Afirmó Ian.
-Concuerdo. -Dijo Elizabeth un poco distraída- Fue una pesadilla encontrar el club adecuado para ti.
- ¡Estaba fácil! -Protestó él.
-Disculpa, pero que puedas hacer buenos planos no siempre es un boleto para el club de arte. Tenía que estar segura probándote en otros clubes. Lo que me recuerda que Amelia necesita uno, pero lo decidiremos después. -Dijo levantándose- Hasta mañana chicos.
-Nosotros también nos vamos. -Suspiró Chiara poniéndose de pie.
- ¿Nos vamos? -Inquirió Ian.
-Obvio. -Respondió tomándolo de la oreja y llevándoselo a la fuerza- Hasta mañana chicas.
Miré incrédula cómo Ian hacía un dramático amago de forcejeo con Chiara mientras salían del comedor, seguro que sus exageraciones fueron lo que le impidieron entrar al club de teatro... sí, seguro fue eso.
-Chiara es la que manda en la relación y es muy celosa. -Comentó Aurora mientras se colocaba el estuche de la guitarra en la espalda- No va a dejarlo a solas con otra chica, menos si la están conociendo, no es personal, es así con todas.
- ¿Ellos son..? -Claro, eso lo explicaba todo.
-Novios a escondidas. -Me dijo en un susurro cómplice- Por cierto, ¿No te quedas o sí? Somos vecinas de cuarto, podemos caminar juntas.
Acepté su invitación y fui con ella mientras me preguntaba qué otros secretos tendrían mis alocados nuevos amigos. En aquel momento jamás imaginé que tenía otros secretos de los cuales preocuparme, más siniestros y mortales, literalmente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top