CAPITULO 3: "Paraíso"


De regreso en casa, la sala se encontraba llena de maletas, pero no había nadie allí. Desde la escalera Victoria, podía escuchar las órdenes que lanzaba su madre a su hermano y papá, para que bajaran el resto del equipaje, el que parecía ser parte de una mudanza y no unas vacaciones de 3 semanas. Con la cabeza hecha un lío entre Jackson y la aparición de Andy, decidió no asomarse ni por un segundo en esa locura, es más, tomando una larga bocanada de aire subió prácticamente corriendo a su habitación, aun le quedaban un par de cosas que incluir en su única maleta.
   Unos minutos más tarde, en la sala, con su equipaje listo y algo más calmada escuchando a todo volumen a su banda favorita, con los auriculares puestos (obviamente), aguardó a que llegara su papá, en algún momento él iba a buscarla para hablar. Sabía que querría tocar el tema del "viaje".

    Afortunadamente para cuando todos bajaban por la escalera principal, unos golpes en la puerta, les indicaron que el auto ya había llegado a recogerlos.

  Tranquilamente observó a su madre abrir la puerta y recibir al que al parecer era el encargado de llevarlos, impecablemente vestido de traje y corbata negra, pero con un alborotado cabello entre rubio y castaño claro, sin duda apuesto y joven, cosa que provocó que Jamie, agitara un par de veces sus pestañas con coquetería. Victoria, solo observó todo a su alrededor con la música a todo volumen, mientras su mamá intercambiaba un par de palabras con el trajeado o al parecer el joven "chofer", quien le hizo señas a otras dos personas que en un segundo estuvieron en la sala llevando el equipaje para uno de los dos elegantes autos todoterreno que llegaron a recogerlos. Absorta en cómo su madre siempre quería demostrar que era superior a aquellos trabajadores, no se dio cuenta cuando su papá tomó asiento junto a ella. Soltando el aire con pesar pausó la música y se dio media vuelta en el sofá para mirarlo de frente. Traía la palabra culpa escrita en la frente con un marcador permanente.

-Hija..., lo siento muchísimo. Se cuán importante era ese viaje con tus amigos. Yo..., te voy a compensar, lo prometo.
    Le aseguró preocupad porque le creyera.
-No quiero nada a cambio, papá.
    Espetó ignorando el tono de culpa que tenía.
-Victoria.
    Le advirtió, ante su tono que carecía de respeto.
-Papá, basta. No quiero hablar del viaje, ya lo han arruinado, y no, no estoy enojada contigo o con mamá por obligarme a ir al caribe. Yo solo..., estoy triste ¿puedo estarlo?
-Tienes razón. Claro que puedes estar triste, mi vida. ¿Hay algo que pueda hacer?
    Preguntó con toda la ternura paternal existente.
-No hablemos más del tema, quiero olvidarlo.
-Por supuesto.
-Siento haber sido tan pesada, es que mamá tiene esa forma tan especial de decidir por mí que..., me pone gruñona.
    Suspira culpable.
-Mi vida... -acaricia su mejilla con cariño-. Quiero que sepas que traté de comunicarme con el señor Anderson, para que no tuvieras que viajar, pero no tuve suerte.
-Ya déjalo. Será mejor que salgamos antes que mamá venga por nosotros.

  Como era de esperar, desde que subieron a los elegantes autos que aguardaban para llevarlos al aeropuerto, la familia de Hank, no tuvo que hacer nada, solo presentarse a la puerta de embarque y esperar en el salón V.I.P, a que los llamara para abordar. Acompañados todo el tiempo por un representante de la empresa, quien no solo se preocupó del equipaje y guiarlos por el aeropuerto, además viajó con ellos, asegurándose que no les faltara nada hasta llegar a su destino.

    9 horas de viaje más tarde. Todd, como se identificó el desconocido encargado de escoltarlos, los guio desde que bajaron del avión hasta un auto que aguardaba por todos.

-Este auto los llevará directo al puerto, allí los espera una lancha.
-¿Qué hay con el equipaje?
    Preguntó Hank, al ver que el auto estaba prácticamente partiendo.
-No se preocupe, Hank, yo personalmente me encargo de sus maletas. En un momento los alcanzo.
-No nos importa esperar un poco más.
    Insistió con tranquilidad.
-Estoy seguro que a ustedes no, pero al señor Rothschild, no le gusta perder el tiempo.
-¿¡Cómo dices!?
    El asombro con cierto deje de pánico al haber escuchado el nombre del gran jefe lo preocupó.
-El señor Rothschild, los espera. Es una de sus islas preferidas y la casa es increíble, quiso darles la bienvenida personalmente.
    Explicó Todd, divertido, sabe perfectamente el efecto que provoca la mención del nombre de su jefe en las personas. La mayoría se pone nerviosa.
-Vaya... ¿va a pasar sus vacaciones en su "isla"?
-Podría decir que sí, aunque el señor restará solo unos días, viene por trabajo.
-Entonces será mejor no hacerlo esperar.
-Qué tenga unas buenas vacaciones, Hank.

   El trayecto desde el aeropuerto hasta la costa, fue de alrededor de 45 minutos. En el puerto los esperaba el asistente del señor Rothschild, David Miles, para llevarlos hasta la propiedad. Con todos a bordo iniciaron el trayecto hasta la casa, lo que les tomó media hora en lancha. La casa estaba situada literalmente en una isla en medio del océano. Era despampanante, con vegetación a sus alrededores, con una perfecta playa privada.

-Bueno familia LeeSmith, hemos llegado, cuidado al bajar.
    Anunció David, con entusiasmo y eficiencia.
-¡Este lugar es un sueño!
    Exclamó Jamie, maravillada.
-Así parece, querida. Vamos a bajar rápido que el señor Rothschild, nos espera.
-¿El magnate está aquí personalmente?
    Soltó Noel, el mayor de los tres hermanos.
-Noel, por favor.
    Le advirtió Hank, ante su comentario.
-Fue sin pensar, lo siento papá.

  Con ayuda del conductor de la lancha y David, todos bajaron sin problema. Entonces a unos metros, al final de la platafrma de madera, se encontraba el señor Rothschild, perfectamente vestido con un elegante traje, como era usual en él. A su lado un paso más atrás se encontraba su asistente personal, Miller Anderson.

  Ansioso y algo impaciente por saludarlos, los observó acercarse, Hank, estaba nervioso, su esposa caminaba sonriente, mientras que sus hijos permanecían en un estado neutro entre cansados y curiosos por ver personalmente al dueño de la "isla".
   Para el señor Rothschild, una presentación como corresponde de todos los miembros de la familia, era todo lo que necesitaba para calmar su curiosidad y necesidad de saber. Con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón de vestir, y la corbata flotando en la dirección de la perfecta brisa, aparentando calma, esperó a que terminaran el camino hacia él.

-Señor Rothschild, en un placer volver a verlo.
-Buenas noches señor LeeSmith. Presénteme a su familia, por favor
    Saludó con demasiada seriedad el señor Rothschild, yendo al grano de inmediato.
-Por supuesto.

  Con una mirada seria en el rostro, el señor Rothschild, aguardó a que Hank, le presentara a cada uno de los miembros de su familia. Como de costumbre, les ofreció su mano y esperó a que le dedicaran una mirada antes de seguir con el siguiente saludo. Para él era muy importante mantener el contacto visual, es su modo de "leer" a las personas. Le dice más que un puñado de palabras educadas.

-Y por último, mi hija Victoria...
    Anunció Hank, con una media sonrisa al referirse a ella. Para él, su segunda hija era su orgullo, su muñeca, que pese a tener gustos tan marcados siempre sería especial.
-Mucho gusto, señorita LeeSmith.

    Le extendió la mano y la observó finalmente de cerca esperando tener esa primera mirada, pero lo evitó deliberadamente. Aunque el señor Rothschild, no estaba dispuesto a soltarla sin haber obtenido esa mirada, así que cuando Victoria, intentó quitar su mano solo consiguió un pequeño apretón. Apretón que captó su atención y su enojo. Le dedicó la más oscura e intensa de las miradas, y le gustó lo que vio en ella.

-Hola.
    Soltó Victoria, de mala gana y algo fría para acabar con el asunto del "saludito". Después de todo era el culpable de haber arruinado las vacaciones con sus amigos.

  Después de esos 5 extraños segundos saludando al último miembro de la familia de Hank, el señor Rothschild, le dedicó un asentimiento a David, ordenándole que siguiera guiándolos hasta la casa. 
   Caminando unos pasos más atrás, lo siguió el señor Rothschild, junto a Miller, prestándole atención a todas las reacciones que tenía el grupo de desconocidos.
  Con todos en la sala, no pudo quitar la vista de todos, una de sus virtudes era saber leer a la gente con solo observar sus expresiones corporales, su respiración, sus reacciones. Así que mientras David, les explicaba acerca de la casa y del apartamento del tercer nivel que él estaría ocupando, notó lo incómodo que se puso Hank, seguramente pensando que tenía que impresionar al jefe. No así Jamie, que parecía muy a gusto rodeada de tanto lujo, no así Victoria, quien solo aguardó a que terminara todo el revuelo. En cuanto a Noel, el solo cargó a su hermanita y le aseguró que pronto comerían algo. Cami, estaba hambrienta.

-Señor Rothschild, muchas gracias por todo, por venir a darnos la bienvenida personalmente a este maravilloso lugar, sé que es un hombre ocupado.
-Es un verdadero placer. Si necesitan algo, David, se encargará personalmente, no duden en pedirle lo que sea que les haga falta.
-Muchas gracias, señor.
-Buenas noches.

  Cuando finalmente estuvieron solos, David, les explicó un poco acerca de las actividades de las que podían disfrutar durante su estadía.

  Junto a Miller, el señor Rothschild, abandonó la casa por la puerta principal, tomando un pasillo externo por el costado derecho de la casa llegaron a una escalera externa que lo llevó directamente al tercer piso. Un apartamento completamente independiente a la casa.

-Ya te puedes retirar Miller. Te espero mañana a las 9am en punto con los informes que te pedí.
-Por supuesto, señor. Buenas noches.

   En cuanto estuvo absolutamente sólo, se tomó un minuto para contemplar la paz de la isla, con sus sonidos naturales subió al tercer piso. No había cosa que calmara tan rápidamente a Matt, como lo hacía una noche en silencio solo con el vaivén de las olas rompiendo en la orilla.

   Notoriamente más relajado se despojó de la chaqueta y la corbata, dejándolas meticulosamente colgadas en el armario junto a la puerta principal. A su paso hacia el balcón, encendió las luces y las cortinas se corrieron automáticamente, dejando a la vista el impresionante paisaje caribeño.
   Mucho más relajado, ahora que se encontraba a solas, Matt, se acercó al balcón a tomar algo de aire fresco y admirar la hermosa luna llena que desde aquel privilegiado sitio se veía más cerca que nunca.
    Absorto en todo lo que tenía por hacer la mañana siguiente, no se dio cuenta sino hasta que escuchó una voz lejana mantener una tensa conversación, que Victoria, se encontraba en la playa. Sentada sobre la cálida arena hablaba por teléfono. Esa fue la primera vez que Matt, tuvo para contemplar a Victoria. Pese a la oscuridad de la noche, pudo ver sus gestos, sus reacciones, fuera quien fuera con quien estaba hablando, no lo llevaba bien, lucía molesta. Pero eso no fue motivo para dejar de observarla, no, ni cuenta se dio cuanto tiempo estuvo así, si no hubiera sido por su celular que en ese momento le envió una notificación de su buzón de voz, fácilmente podría haberse quedad una hora allí.

  Cuando volvió a levantar la vista, luego de haber mirado la pantalla de su celular, sus miradas volvieron a cruzarse. Ella seguía visiblemente molesta, pero no quitó la mirada. Incómodo al verse descubierto, fue él quien cortó el contacto y regresó al interior de apartamento.
  Echando humo por las orejas al descubrir al jefe de su papá mirándola desde el balcón del tercer piso, Victoria, regresó al interior de la casa con la intención de buscar algo de beber y dirigirse a cual sea que sería su habitación mientras estuviera en la isla. En la cocina se encontró a toda su familia.

-¿Y Cami?
    Preguntó abriendo las puertas de la nevera para tomar una botella de agua.
-Victoria, ve a deshacer tus maletas.
    Le ordenó su madre.
-Se fue a la cama, estaba cansada Vic.
    Contestó Noel, sabiendo que si no intervenía iniciaría una discusión con su madre.
-Pero dijo que tenía hambre ¿no le dieron nada? Se va a despertar a mitad de la noche.
-No te preocupes, le dejé un paquete de galletas junto a la cama.
    Le sonríe su hermano levantándose de la mesa para dirigirse a la salida.
-¿Te vas a dormir?
-Sí, Vic, ya son las 12 de la noche o algo así. No tengo idea de la zona horaria de este lugar.
-Victoria, ya es tarde, ve a deshacer tus maletas, no voy a volver a repetirlo.
    Insistió su mamá.
-Mamá, no tengo ganas de discutir contigo, por favor no me molestes.
-¡Victoria LeeSmith!
   Levantó la voz molesta.
-Mamá -intervino Noel-. Por favor, no seas pesada, acabamos de llegar, mañana ¿cuál es la urgencia? Son vacaciones, deja de dar órdenes, no trabajamos para ti. No es uno de tus eventos.
-Noel, tú también tienes que desempacar, el que estemos en esta maravillosa casa no significa que puedan hacer lo que quieran, sigo siendo su madre.
    Exigió fingiéndose ofendida, para llamar la atención de su esposo.
-Cariño, escucha a tu hijo, vamos a descansar, no tienes que preocuparte por nada durante las siguientes 3 semanas.
-Hank... -suspiró con dramatismo-. Está bien, vamos a dormir. Mañana será un largo día.

  Con ambos padres marchándose de la mano, Noel, retrocedió y se acercó al mesón en el que su hermana se encontraba apoyada.

-Oye...
    La llamó para sacarla de sus pensamientos.
-¿Qué?
-Vamos, estoy seguro que a papá se le ocurrirá algo. No te quiero ver triste.
    Le asegura rodeando sus hombros con uno de sus brazos.
-Es que...-
-Lamento que no puedas hacer el viaje.
    La interrumpió.
-No quiero tu lástima.
    Gruñó Victoria.
-Soy tu hermano, no es lástima ¿ok?
-Lo siento, es que mamá habla y me altera, estoy cansada, cabreada con ella, ya no soy una niña y sigue tratándome como tal.
-Lo sé, Vic..., no te preocupes por ella, solo dime y te la saco de encima.
    Ofrece con una media sonrisa.
-Gracias, Noel.
-Es mi trabajo de hermano mayor. Ahora dime ¿con quién hablabas por teléfono?
-Con Sue, ella está muy molesta porque no se lo dije de inmediato. Intenté explicárselo pero es una cabeza dura y me pidió que la dejara estar furiosa unos días.
-Vamos Vic, no le doy más de 2 horas y va a comenzar a enviarte mensajitos y a hacer preguntas. Son amigas y son inseparables.
-Aun así me siento..., no sé, este viaje es extraño.
-También lo creo. Bueno, me voy a dormir ¿subes?
-Me voy a quedar un rato más. Buenas noches Noel.
-Duérmete pronto.
    Le advierte antes de depositar un beso en la frente de su hermana.
-Sí, sí...

   En cuanto su hermano subió a dormir, Victoria, apagó la luz de la cocina y se dirigió a la sala, escogió el lugar frente a la gran ventana por la que la luz de la luna iluminaba el lugar.

  Tal y como lo había predicho Noel, una hora más tarde, Sue le comenzó a enviar mensajes de texto.

Sue [01:10]:
  Dime que al menos hay algo bueno en ese viaje todo pagado al paraíso...
Sue [01:11]:
Sé que nunca nos hubieras botado si de ti dependiera.
Sue [01:11]:
  Lo siento :(

Victoria [01:12]:
Es literalmente una isla... y el maldito trajeado es atractivo.

Sue [01:13]:
  ¿Qué tan atractivo? Porque hay demasiados hombres atractivos en este mundo.

Victoria [01:13]:
Un 10 tal vez 11...
Victoria [01:14]:
  Desagradablemente atractivo, y tiene una mirada de mierda. Tal vez si lo buscas en google aparezca, me niego a seguir hablando del RICACHÓN.

Sue [01:15]:
Lo haré.
Sue [01:13]:
Vete a la cama.
Sue [01:13]:
  Prometo mantenerte informada de absolutamente todo lo que pase en Europa.

Victoria [01:15]:
  Gracias :)

  La mañana siguiente, no pasaban de las 7 de la mañana y ya el intenso calor no dejaba que Victoria, continuara durmiendo. La noche anterior no se molestó en abrir su maleta y buscar un pijama, se había lanzado sobre la cama y conseguido patear sus zapatillas lejos, ni siquiera el aire acondicionado había encendido.
   Sin saber que hacer volteó su maleta en el centro de la habitación y recordando a su adorable madre, desempacó, para luego darse una refrescante ducha. Al cabo de 20 minutos, se encontraba vestida con un short y una sudadera sin mangas. Salió de la casa armada con sus lentes de sol y su iPod. Quería caminar, y la fresca brisa de la playa era perfecta para una caminata con sus infaltables auriculares a todo volumen.

  Cuando todo finalmente comenzaba a calmarse en la cabeza de Victoria, con todo el asunto del viaje con sus amigos arruinado, el malgenio de su madre y el asunto de estar en esa maravillosa isla enojada por el modo en que habían sucedido las cosas..., tuvo que aparecer él. Él causante de sus problemas.

  Trotando a cámara lenta y vistiendo solo un short de deporte, apareció el denominado "Señor Rothschild", con su firme y tonificado pecho sudado, acompañado de ese six pack que resplandecía sudoroso a la distancia y que más de uno envidiaría... Todo un espectáculo para ser tan temprano por la mañana. Sin detenerse, Victoria, continuó caminando fingiendo no mirar, furiosa porque fuera tan atractivo. Pero Matt, ya la había visto, así que cuando pasó junto a ella, deliberadamente cerca, le dedicó una engreída media sonrisa y continuó concentrado en sus ejercicios matutinos.

  Con una brusca sacudida de cabeza, intentó quitarse la imagen de la mente, y continuar con su caminata. Decidió ir a la zona de cabañas en donde se hospedaban todos los empleados que trabajaban manteniendo la casa y en las diversas actividades recreativas que poseía la propiedad.

  Para las 10 de la mañana, cuando finalmente decidió regresar a la casa, se topó con sus padres reunidos con David (asistente del señor Rothschild) en la sala

-Buenos días.
    Saludó David, cuando la vio entrar en la sala.
-Hola.
-¿Dónde estabas, amor?
    Preguntó Hank, con cariño y de muy buen humor.
-Salí a dar un paseo, papá.
-¿Hace cuánto, Victoria?
-Como dos horas, no sé, hace un rato, mamá.
    Contestó apretando los dientes para no soltar alguna palabrota.
-Vamos, Victoria, siéntate con nosotros, David nos está contando sobre las actividades que podemos realizar en la isla.

  Con la mirada desaprobatoria de su madre sobre ella, Victoria, le hizo caso a su papá y tomó asiento en el sofá más alejado y escuchó la conversación. David básicamente les leyó un completo programa con horarios y todo tipo de información acerca de las diversas actividades con las que contaba la isla.

-Bueno, ya que son vacaciones, el desayuno lo servirán a las 10:30 de la mañana. Mi número ya lo tienen y está a su entera disposición en caso que quieran apuntarse a alguno de los recorridos o actividades que les mencioné, o en caso que necesiten algo, lo que sea, por favor no duden en llamar.
-Muchas gracias, David ¿te quedas a desayunar?
-Muchas gracias, Hank, pero tengo trabajo que hacer, pero les reitero, pueden llamar a la hora que deseen.
-¿Cuántos asistentes necesitan los ricachones?
    Murmura Victoria, para sí misma, recordando a la sombra que acompaña al gran jefe a todas partes.
-Bueno, el señor Miller Anderson, es el asistente personal del señor Rothschild, yo tengo me encargo del trabajo de oficina.
-¿Y qué haces aquí?
-Me ofrecí a venir, Miller, no tiene mucha paciencia para estas cosas, además, esta isla es preciosa ¿no lo cree, señorita Victoria?
-...Claro
    Asintió incómoda con la mirada aprensiva de su madre sobre ella.

  Con una amable sonrisa, David, se despidió de la familia y se retiró. En cuanto estuvieron a solas, Jamie, no pudo aguantar las ganas que tenía de averiguar dónde y con quién había estado su hija.

-¿Dónde dijiste que estabas, Victoria?
-Por todos lados, fui a caminar, mamá.
-Dos horas... ¿con quién estuviste?
-Sola.
    Contesta suspirando aburrida de siempre la misma pelea, aquí venía una de las tantas discusiones con su mamá, quien no hacía más que cuestionar todo en Victoria.
-¿Dónde te metiste?
    Insiste Jamie, ya sin paciencia.
-¿Por qué siempre buscas pelear conmigo?
    Resignada a tener que ceder, buscó ayuda en su padre, que las observaba en silencio.
-Jamie, cariño, basta, ve por Cami y desayunemos de una vez, Noel ya se encuentra en la sala.
-Bien.

  Lanzándole una mirada de advertencia a su hija, Jamie, los dejó a solas. Hank, esperaba que Victoria le comentara algo en cuanto estuvieran solos, pero simplemente guardó silencio.

-Habla.
    Pidió con calma.
-¿Para qué? No quiero gastar energías diciéndote que ya no la aguanto. No me deja en paz, ya no la soporto..., es..., solo eso.
-Victoria... ¿Qué está sucediendo?
    Pidió Hank, preocupado por el modo en que su hija intentaba ignorar el tema para evitar una posible discusión, la conocía bien, y sea lo que sea que esté ocultando la afecta, y necesita saber qué es.
-Es lo que me gustaría saber, papá..., todo el tiempo quiere que discuta con ella, no me deja hacer nada, todo, TODO me lo critica. Aparentemente todo lo que hago está mal para sus ojos. No la tolero más
    Confiesa abatida.
-Hay algo, tienes que decírmelo todo o no podré hacer nada al respecto.
    Insiste acercándose al sofá en donde estaba cada vez más incómoda.
-Papá, yo no creo que eso sea buena idea, Jamie, va a regresar en cualquier momento y si me escucha, ella va...--
-Quiero saber lo que sucede entre ustedes, tu madre es estricta, pero está furiosa por algo en particular, y quiero saber de ti la razón, ya que estas directamente implicada.
-Si, por mi existencia...
    Gruñe entre dientes, recordando porqué está enojada con su mamá.
-Victoria, comienza a hablar. Ahora.

    Volvió a insistir Hank, con paciencia, pero preocupado por el conflicto entre ambas. ¿Cuánto tiempo llevaban así y no lo había notado?

-Cuando estuviste de viaje hace unos meses ella... -guardó silencio, echándole un vistazo a las escaleras, asegurándose que su mamá no estuviera cerca-. Ella se reunió con él, con Evan. Fueron a cenar y yo fui al mismo restaurante con mis amigos, íbamos de una fiesta y yo..., yo no estaba del todo "sobria" me conoces, tampoco es que haya ido a ese lugar alcoholizada.
-No me des explicaciones, confío en ti ¿qué pasó?
-Bueno, Evan, me vio y quiso saludarme, pero a ella parece asquearle vernos juntos y comenzó con su ataque.... Papá, yo no quiero que ustedes discutan por esto, por mi culpa.
-Eso lo decido yo, además por tu culpa, nunca.
-Pero estás molesto, lo puedo ver.
    Señala la vena en el costado derecho de su cuello, señal de su rabia contenida.
-Quiero escuchar el resto, hija.
-De acuerdo..., dijo que le daba vergüenza y... -hizo una pequeña pausa al recordar el amargo momento que tuvo con su mamá-. Me odia, no quiere que me acerque a su hijo y me culpa de todo lo que pasó, ya sabes, dice que por mi culpa no puede verlo y yo...--
-¿Por qué no me lo contaste antes?
    La interrumpe furioso, pero utilizando un tono neutro.
-Porque tú la amas, papá, y no quiero que se peleen por mi culpa.
-Hija, yo te adoro, sabes que eres mi muñequita, mi todo. No quiero que me vuelvas a ocultar este tipo de problemas ¿me escuchaste?
    Le advierte tomando una larga respiración.
-Ella me odia, por mi culpa no puede ver a Evan y...--
-¿Qué más pasó?
-...nada. ¿Vamos a desayunar?

    Intenta levantarse, pero Hank, la detiene tomando su antebrazo para regresarla a su asiento.

-Victoria.
-¡Bien! Pero... ¡Bien! -indecisa decide contarle todo lo que ocurrió esa  noche-. Pese a que me trata con a una niña la mayor parte del tiempo, cuando llegué a la casa esa noche, me estaba esperando, lista para su ataque..., en resumen, me sacó en cara que su deber como madre ya había concluido, que pagó mi carrera y que ahora era momento de independizarme y buscar un lugar donde vivir. Es todo.
-¡¿Qué?!
    No pudo evitar el grito de horror. Esta vez fue él quien se levantó de su asiento y comenzó a caminar de un lado al otro delante de Victoria.
-No quiero que peleen, solo no me dejes a solas con ella, o te juro que voy a explotar, papá.
-Ella sabe perfectamente que Evan, es MUY bienvenido en nuestra casa, y en nuestras vidas, ustedes lo respetan, es su hermano por el amor de Dios.
-Creo que es ella la que tiene problemas con el tema. Evan, siempre me pregunta cómo estoy, porque vez que se reúne con mamá, le habla mal de mí, y yo..., ya no lo soporto, siento su desprecio en cada palabra que me dirige, ya es..., es mucha la diferencia que pone entre Noel y yo...
    Confiesa angustiada, pero intentando mantener la calma, ya es suficiente con la reacción de su padre.
-Escúchame, Victoria... -soltó con brusquedad, tomando una de las manos de su hija entre las suyas-. Tú estás estudiando, por ningún motivo te vas a ir de la casa. Puedes tener 23 años, pero no es suficiente. Tu hermano tiene casi 26 y a ella no le resulta mal que siga con nosotros. Así que no se hable más del tema.
-¿Cómo lo hago?
-Solo hazme un favor, hija..., intenta ignorar su pesadez y por favor, intenta relajarte, solo eso te pido, disfruta de este inmenso lugar ¿puedes hacer eso por mí?

  Suspirando aliviada de haberlo hablado con su papá, asintió sin apartar la mirada de los castaños ojos de su padre, al que tanto adoraba y asintió a su petición.

-Claro que sí, papá.
-Muy bien, ahora vayamos a desayunar, que el aroma a pan recién horneado me tiene muriendo de hambre.

  Jalándola de la mano que seguía entre sus palmas, la levantó del sofá y rodeando sus hombros, la guio hasta la mesa del comedor, a donde llegaron todos al cabo de unos minutos.

  La primera semana en el "paraíso", fue todo un asco.
La relación entre Victoria y su mamá, fue de mal en peor, Jamie, no soportaba escuchar, ver o compartir con ella. La culpaba por su discusión con Hank, aunque él le dejó claro que no era una pelea, simplemente le aclaró que debía cambiar su mal comportamiento con su hija, ella no era para nada responsable de las malas decisiones que tomó en el pasado con respecto a Evan. Y tal y como se pone cuando su hijo de distinto padre, se relaciona con ella, la "discusión" le cayó como espinilla en el culo.

   La segunda semana, el ambiente comenzó a calmarse, y Victoria, pudo disfrutar un poco más de las vacaciones en compañía de sus dos hermanos.
   En cuanto al señor Rothschild, asumió que había algo en aquella chica que le llamaba la atención. Y tras observarla por toda una semana, supo o se hizo a la idea del porqué. Literalmente la estudió. Observó cómo era su comportamiento con cada miembro de la familia detenidamente. Y aunque no era usual que hiciera estas cosas personalmente, ya que para eso tenía tantos empleados, no quiso que nadie más tomara este trabajo. Quería hacerlo él mismo.

   Transcurridas las 3 semanas de aquellas privilegiadas vacaciones, el señor Rothschild, le pidió a uno de sus asistentes que agendara una reunión con Hank. Pero eso no lo haría sino hasta unas semanas más tarde. En su arrebato de querer estudiar personalmente a Victoria, se vio forzado a aplazar un par de reuniones en el extranjero, y ahora debía reagendar.

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