☠|CAPÍTULO VEINTISIETE

Cuando llegué al apartamento lo hice de la manera más silenciosa posible, al entrar a la habitación vi que ya Viviana estaba dormida y entré directamente al baño para poder limpiar la herida que me hizo el hijo de puta de Enrico cuando le fui a cobrar mi dinero.

Dejar que un adicto se pase de la raya y quiera robarte no se debió permitir, pero todo lo de la boda y mis problemas con Davide me hizo bajar la guardia con los problemas en mi ciudad.

Cuando salí de la mansión de mis padres, fui a cobrarle a Enrico y este me recibió con dos de sus chicos que intentaron tocarme, así que les tuve que mostrar quién es que manda aquí, cuando baje la guardia, Enrico aprovecho para herirme, el muy hijo de puta se atrevió a intentar asesinarme, pero su plan fue un plan de mierda, porque terminó perdiendo a tres de sus chicos, la mitad de su dinero y su posición en la política.

Solo debía hacer una llamada para que su puesto en el senado fuera reasignado por malversación de fondos públicos.

No hice ningún ruido en el baño porque no quería que Viviana me viera en la manera en la que estaba —herido y con mis cicatrices a la vista— pero todo se fue al carajo cuando ella abrió la puerta del baño y me vio en mi momento más vulnerable.

Vio todo lo que había querido ver y quise desaparecer en ese momento porque una de mis más grandes pesadillas se hizo realidad, pero no, no fue tan malo. Su mirada no fue de repudio, al contrario, vi admiración en sus ojos.

Con determinación llegó hasta donde yo estaba sentado ignorando mi petición y se inclinó para limpiar mi herida y besar mis cicatrices, dijo que le gustaban y escogió sus favoritas, acto que oprimió mi pecho.

Sacudo mi cabeza y regreso al momento en el que estamos, mi pequeña tiene sus piernas abiertas ante mí, dejándome ver su coño brillante —aunque se negó a seguir mi petición, su cuerpo demuestra que ella quiere esto tanto como yo— respiro profundamente antes de llevar mi boca al lugar que estoy deseando cómo desea un niño un dulce.

—Hoy no puedo detenerme pequeña, voy a tomarte y consumar nuestro matrimonio —confieso.

—No quiero lastimarte —murmura entre dientes.

—Eso debería decirlo yo —me lamo los dientes mientras veo como su coño se humedece cada vez más—. Disfruta esto pequeña.

Paso mi lengua por su coño y sus jadeos no se hacen esperar. Sostengo sus piernas con mis manos para que no se pueda mover mientras juego con su clítoris con mis dientes. Muerdo y lado a mi antojo mientras parte de su humedad se desliza por mi mentón y la otra se desperdicia en la cama.

—Estás empapada pequeña.

—Ale...

—¿Qué quieres?

—Que no te detengas, por favor —sonrió ante su súplica.

—Lo que mi mujer pide, lo tiene.

No separo mi boca de mi coño, sus piernas intentan cerrarse, pero se lo impido. La follo con mi lengua y cuando está a punto de correrse me aparta.

Me quito los pantalones y me arrodillo quedando frente a ella con mi entrepierna a centímetros de su coño.

—No sabes lo que he deseado este momento, después de esto podría morir feliz, pero como no quiero dejar de follarte nunca, espero no morir tan pronto.

—Nadie va a morir —murmura sin apartar su mirada.

—¿Estás tomando algún anticonceptivo?

—No —confiesa.

—¿Sabes que puedo embarazarte esta noche? —Ella asiente y yo sonrió—. ¿Quieres llevar a mis hijos?

—Sí —su respuesta es corta, pero positiva.

—Entonces voy a dejar tu coño lleno de mi semen hasta que pueda dejarte embarazada, si esta noche no sucede entonces lo volveré hacer mañana y todos los días siguientes.

Sus ojos se iluminan y mi corazón da un vuelco que nunca antes había sentido.

Deslizo mi polla lentamente evitando hacerle daño —aunque quisiera ir más rápido, no puedo— me detengo casi cuando estoy completo dentro de ella porque sus ojos están cristalizados y siento miedo porque seguramente están así por mí.

—¿Te estoy haciendo daño?

—No —responde de inmediato—. No creí que esto fuera a ser así, estás siendo demasiado delicado.

Sus palabras son sangrientas para mí, ¿Cómo pensó que la tomaría? Nunca la obligaría a estar conmigo y mucho menos le haría daño.

Me hundo por completo y espero unos segundos que se convierten en horas para mí por lo ansioso que estoy por follarla como realmente quiero.

—No me estás lastimando, puedes ir más rápido.

—¿Eso quieres?

Asiente y es lo único que necesitaba para poder tomarla como quiero. Me deslizo casi por completo y luego la penetro fuertemente haciendo que gima duro, pero no me detengo, la embisto de la misma manera conteniendo todo lo que pueda para no correrme tan rápido.

Quiero disfrutar este momento y que ella también lo haga.

—Ale —murmura, sus ojos se cierran, pero niego. Esta vez quiero que nos vea, que sea consciente de lo que está haciendo en mí.

Que reconozca que es la única mujer que me tendrá de esta manera, que jamás seré tan transparente con otra persona que no sea ella.

—Mírame, bebé, mantén tus ojos puestos en mí.

Sus hermosos ojos verdes se conectan con los míos y la adoración que veo en ellos me derrite completamente, no debería mirarme de esa manera, no cuanto yo no soy su salvador, estoy lejos de ser una persona buena.

—Ahh... más por favor.

—Pequeña, no te detengas, dame todo lo que tienes porque no acabaré hasta que tú lo hagas.

—Por Dios, Ale.

Sus ojos se ponen blanco mientras su coño exprime mi polla haciendo que me corra de inmediato. Me quedo quieto mientras termino de correrme y cuando siento que mi semen está goteando de su coño lo recojo con mis dedos y luego lo paso por sus labios.

—Te ves hermosa, Viviana, la mujer más hermosa que he visto.

Sus labios brillan por los flujos que hay ahí y no puedo evitar besarla y hacer que ambos nos saboreemos en nuestros labios.

—Voy a retirarme.

Salgo lentamente de ella mientras ambos miramos donde estábamos unidos. Sonrió al ver la mancha de sangre junto con mi semen.

—Ahora eres mi mujer, la señora Lucchese, la reina de la Cosa Nostra, nadie podrá tocarte porque un ejército te protegerá —prometo.

—Gracias.

—Realmente tenemos que trabajar en eso, no puedes agradecerme después de haberte follado de esa manera.

—¿Qué debo decir? —Su inocencia hace cosas en mí y me prometo que en un par de años ya no habrá nada de eso en ella.

—Nunca antes me habían follado tan bien, espero que toda la noche tu polla llene mi coño. Algo como eso.

—Eres el primer hombre con el que estoy.

—También seré el único porque quien se atreva a imaginar estar contigo morirá antes de que se te acerque.

Me levanto de la cama y camino hacia el baño, recojo algunas toallas húmedas y luego regreso a la cama. Viviana está acostada boca arriba con las piernas separadas.

—Voy a limpiar este desastre tan hermoso.

Limpio suavemente su entrepierna y ella jadea, término sensible, pero espero que en un rato pueda estar mejor porque volveré a follarla, espero hacerlo hasta que amanezca.

Cuando termino de limpiar dejo un beso en su coño y siento lo caliente que está, seguramente mañana termine más rojo e hinchado.

—Soy un hombre de coños, así que acostúmbrate a tener mi boca allí —sus mejillas se sonrojan y sonrió, a estas alturas no debería tener vergüenza.

Me acuesto junto a ella y dejo que se duerma para que descanse un poco.

Un par de horas después desperté a Viviana con mi boca en su coño —no mentía cuando digo que soy un hombre de coños, lo que me gusta tener la cara entre las piernas de Viviana no se compara con nada— termine follando a mi mujer y logrando que se corriera tres veces más.

Cuando me desperté no quería salir de la cama. Viviana tenía su pierna sobre mi cuerpo y sorprendentemente mi polla aún estaba dentro de su coño, maldije cuando tuve que deslizarme de su interior y perder el calor del que ahora soy adicto.

No quería dejarla sola, no después de follarla durante la noche, así que trabaje en la sala hasta que ella apareció con una sábana envuelta en su cuerpo.

—Buenos días —murmura.

Su cabello está desordenado y apostaría que está lleno de nudos. En su cuello se logran ver alguna de las marcas que deje en ella y apuesto que si se quita la sábana, sus piernas estarán igual.

—Buenas tardes, señora Lucchese —respondo.

Me pongo de pie y camino hacia ella. Me llena de orgullo que no retroceda y que acepte mi beso.

—Te lo dije, eres una mujer poco madrugadora —le recuerdo.

—Pasé toda la noche despierta, por eso desperté tan tarde —argumenta.

Retrocedo para poder mirarla a los ojos.

—Tengo hambre —confiesa.

—Espero que no sea de mi polla porque no puedo inclinarte y follarte, tu coño está muy sensible.

—Ale —lleva su mano a mi pecho y duda antes de tocarme—. Tengo mucha hambre, de comida.

—Mi polla también es comida, puedes llevarla a tu boca —propongo.

—Es en serio, estoy muriendo de hambre —sus tripas suenan en cuanto habla.

Le señalo la cocina para que camine y cuando lo hace no puedo evitar reírme. Está caminando como un maldito pato.

—Realmente estás sensible —murmuro detrás de ella.

Le sirvo un poco de la comida que dejo Giulia en día de ayer.

Recojo mi computador y me siento en la barra junto a ella mientras la observó terminar el primer plato de pastas antes de servirle un poco más.

—Mis padres nos invitaron a cenar, ¿crees que puedas caminar bien antes de las cinco?

—Idiota —murmura. Hay esta la mujer que deseo—. Voy a darme una ducha de agua caliente y luego descansaré hasta las cuatro.

—Posiblemente nos quedemos hoy en casa de mis padres, mi madre quiere pasar más tiempo contigo.

Espero hasta que ella termine lo último de su plato y luego regrese a la habitación para poder terminar parte de mi trabajo y así tener la noche libre para pasarla con ella.

Hago algunas llamadas a los casinos que abrirán hoy y les recuerdo que Enrico tiene prohibido entrar a alguno, ya no es un cliente que pueda generar el dinero que necesito, ahora mismo debe estar arrastrándose hacia el senado para firmar su renuncia voluntaria y tratando de conseguir algo en lo que sea útil.

—Tenemos noticias de Gabriele —menciona Tomazo en cuanto respondo su llamada.

—¿No te enseñaron modales? —pregunto—. Yo estoy bien, ¿Cómo estás tú?

—Espera, quiero hablar con Alessandro, ¿Qué hiciste con él?

—Imbécil, yo soy Alessandro.

—Lo sé, solo que nunca te había escuchado bromear —menciona—. Espera, tú y tu mujer.

—Si terminas la oración te mato en cuanto te vea.

—Solo iba a decir que están teniendo días buenos, sabía que en cuanto te casaras ibas a comportarte de una manera diferente.

Claro, como él tuvo la oportunidad de casarse joven, tiene experiencia en cambios de un hombre cuando está con su mujer.

—¿Qué sabes de Gabriele?

—Se comunicó conmigo hace un momento. Me informó que tres hombres de Davide vienen hacia Sicilia así que debemos estar atentos.

Mierda.

—¿Envió algún tipo de información?

—Envió la foto de los tres hombres, son mercenarios que antes trabajaban para Alonzo.

—Me comunicaré con Alonzo.

—También quiso informarnos que el hijo de Davide ha huido de donde lo tenían, al parecer el niño está iniciando algo contra su padre.

—Apenas tiene dieciséis años —digo.

—A esa edad tú hacías muchas cosas.

Sí, con dieciséis años ya tenía una lista larga de muertos con mi nombre, pero todo eso fue porque me tocó aprender desde muy pequeño para poder defenderme y vengarme de las personas que me convirtieron en un monstruo.

—Voy a comunicarme con Alonzo. Haz lo posible para saber a dónde llegarán los hombres, no los quiero por mi ciudad.

No quiero arriesgarme a que los hombres se dispersen entre las alcantarillas y sea más difícil encontrarlos, menos ahora que la seguridad en casa de mis padres se vio afectada y que Viviana está aquí.

Cuando finalizo la llamada con Tomazo le marco enseguida a Alonzo quien me confirma que los hombres eran tres de sus activos más grandes, pero decidieron huir y trabajar para Davide, ahora mismo él tiene precioso para la cabeza del trío, así que le daré las tres cabezas como obsequio.

Pierdo la noción del tiempo mientras trabajo en las cuentas de los casinos cuando Viviana aparece en mi campo de visión con un vestido amarillo con estampados de flores que llega hasta la altura de sus rodillas.

—Creí que nos iríamos antes de que anocheciera —menciona acercándose a mí.

—Voy a terminar algo y nos vamos.

—¿Debo empacar algo? Cómo nos quedaremos hasta mañana.

—Lleva un cambio de ropa, no lleves pijama porque no lo vas a necesitar.

—No podemos hacer eso en casa de tus padres —dice de inmediato.

—Claro que podemos, mi habitación está al otro extremo de la habitación de mis padres y las habitaciones de las gemelas queda en la primera planta así que no tenemos problema para que follemos toda la noche.

—Aún estoy sensible —confiesa.

—Entonces puedo calmar tu dolor con mi boca.

Beso su mejilla y luego subo hasta nuestra habitación. Miro hacia la cama y veo las mismas sábanas con la diferencia que donde está la evidencia de que anoche fui el primer hombre en follar a Viviana está cubierta por una de las almohadas.

Me ducho rápido y cuando salgo Viviana está terminando de empacar sus cosas.

Federico es quien conduce y lo agradezco, ya que en este momento no me encuentro en condiciones para conducir. Cuando llegamos a casa de mis padres, ya mi madre se encontraba en la puerta esperando por nosotros.

—Llegué a creer que no vendrían —dice mi madre mientras envuelve a mi mujer en sus brazos.

—Ale estuvo trabajando hasta tarde.

—Típico, pero ya se acostumbrará a que tiene alguien mucho más importante esperando por él.

Me acerco a mi madre y besos sus mejillas antes de que intente abrazarme retrocedo.

—Las gemelas esperan por ti, alguien le dijo a Pía que te gusta dibujar, así que está loca por enseñarte lo que ha hecho.

Cuando entramos a la casa, mi padre nos aborda y abraza a Viviana antes de que las gemelas se la lleven junto a mi madre.

Veo como las mujeres más importantes en mi vida se alejan mientras mi padre escudriña todo de mí con su mirada.

—Lo hiciste —murmura cuando me giro hacia él.

—Fue maravilloso padre, ella descubrió quién soy debajo de esto y amo cada parte de mí —confieso.

—No la dejarás ir, ¿verdad?

—No pensaba dejarla ir, ahora mucho menos.

Viviana es lo que siempre he necesitado y espero que se enamore de mí como yo me estoy enamorando de ella.

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