☠|CAPÍTULO VEINTIOCHO

Alessandro dijo que intentaría que mi hermana y mis amigas viajaran a Sicilia y yo era consciente de que eso sería difícil, aún más para mi hermana por su estado actualmente, pero para mi esposo nada es imposible, ya que estoy en el apartamento esperando que él llegue con Emma y mis amigas.

También quisiera que mi madre hubiese podido viajar, pero mi padre se lo prohibió haciéndole saber que si se atrevía a salir de Nápoles nunca más podría volver.

—¿Está nerviosa? —giro hacia Leila que está de pie junto a la puerta.

—Un poco.

Es ridículo, lo sé. Apenas llevo tres semanas en Sicilia, pero siento como si llevara años aquí. Estar tan lejos de los míos es difícil aunque Alessandro ha recompensado cada día.

—No es que lleve mucho tiempo aquí, pero es difícil no verlas tan seguido, bueno, no ver tan seguido a mi hermana.

—Entiendo.

Cuando mi padre me castigó, pude ver a Emma aunque era un dolor en el trasero cuando la veía, ya que papá quería estar presente y escuchar cada palabra que teníamos por decir.

—Es ridículo ¿verdad?

—No, entiendo lo que siente —menciona Leila—. En mi infancia pasé lejos de mi familia y era doloroso cada vez que las veía y debía separarme de ellos.

—¿Por qué?

—No soy italiana, crecí aquí mientras mi familia estaba en Francia.

—¡Oh! No pareces francesa.

No es que haya visto a mucha gente de Francia.

—No es que seamos diferentes.

Antes de que pueda responder, la puerta se abre dejándome ver a Alessandro seguido de las tres mujeres que he estado esperando.

—Pequeña —sonrió cuando Ale se acerca y agarra mi cintura antes de besarme—. Hubo un contratiempo por eso nos demoramos un poco.

—Ya están aquí que es lo importante.

Extrañaba a mi hermana y amigas, pero no puedo apartar la mirada del hombre que hay frente a mí, es absurdo que esté pasando tan rápido, pero mis sentimientos hacia Ale van a la velocidad de la luz, a este paso voy a estar terriblemente enamorada en un par de días.

—Yo creí que nos recibirían con abrazos, globos y carteles.

Me aparto de Alessandro cuando mi hermana habla.

—Los globos y carteles serán para otra ocasión, pero me alegra mucho que ya estén aquí.

—Yo puedo decir que le alegró más la llegada de su hombre —menciona Livia con diversión.

Pongo los ojos en blanco mientras me acerco a ella y trató de rodear a las tres con mis brazos. El abrazo dura un poco más de lo que ellas deseaban, pero quería estar así por un tiempo.

—Te lo dije, ese hombre le quedó muy fácil y económico traernos aquí —dice Emma para que solo yo pueda escucharla.

—Imagino que están cansadas y hambrientas —me aparto de ellas y busco inmediatamente a Ale con mi mirada—. Vamos a cenar y luego les enseñaré las habitaciones.

Giulia preparó risotto por mi petición, ya que es la comida favorita de mi hermana y quería complacerla ahora que mi sobrino ha crecido un poco más.

Durante la cena hablamos de lo que ha ocurrido los últimos días —no mucho— Livia presumió lo encantador que ha sido mi hermano con ella mientras que Serena estuvo la mayor parte del tiempo en silencio como si no estuviera tan a gusto de estar con nosotros.

Cuando les enseñé las habitaciones que están apartadas de la habitación principal decidimos quedarnos en una de ellas para hablar de lo que fue su viaje y lo que ha pasado en Nápoles desde que viaje a Sicilia.

—Pequeña —inclino mi cabeza para poder mirar a Ale que se asoma en la puerta de la habitación que le dimos a mi hermana—. Necesito salir, aunque no voy a demorar.

—¿Vendrás a dormir?

Los últimos días hemos dormido juntos, no ha habido una noche en la que él llegue y yo ya esté dormida y me estoy acostumbrando demasiado rápido.

—Estaré aquí antes de que te duermas.

Lo veo alejarse y siento que debí ir hacia él y besarlo antes de que se marchara.

—Creo que solo llevas medio mes de casada y ya estás locamente enamorada —asegura mi hermana.

—Ella está completamente enamorada, la mujer babeo por el hombre la primera vez que lo vio —dice Livia—. Aunque yo creo que Serena quería con él, ya que tenía mucha información sobre Alessandro.

—Eres una maldita idiota, como te atreves a decir algo como eso.

—Livia, deja de molestar a Serena.

—No tienes que defenderme Vi, Livia siempre se ha comportado tan infantil, no sé cómo la sigues soportando.

Serena se levanta y hace ademán de salir de la habitación, pero la detengo.

—Ser, sabemos como es Livia, tiene un humor de la mierda.

—Siempre buscas ofenderme y estoy cansada —la primera noche de ella aquí no debería ser así—. Es agobiante y frustrante lidiar con ella, creo que mejor voy a descansar.

—Como siempre los Mancini haciendo drama por todo. Lo siento, no volveré a molestarte con algo así.

Emma parece disfrutar la conversación de nosotras tres, ya que no ha intervenido.

—No debí venir.

—Ser, por favor, acepta las disculpas de Livia.

La observo con una mirada suplicante. Ambas son mis mejores amigas y siempre he tratado de ser imparcial porque al parecer la relación de Livia y Serena no es la mejor cuando no estoy yo, pero ahora siento que Livia se ha pasado de la raya.

—Sabes que Livia está un poco loca y a veces habla disparates —habla mi hermana—. Así que vamos a disfrutar este par de horas con Viviana antes de que su hombre la robe durante toda la noche.

Le agradezco a mi hermano con la mirada porque Serena volvía a sentarse en la cama —ignorando a Livia—, nuestra conversación estuvo tensa y con malas miradas entre Serena y Livia hasta que cada una decidió ir a descansar porque mañana saldremos de compras y las llevaré al primer restaurante que estuve con Ale.

—Ahora si quieres que me cuentes todo lo que omitiste —dice Emma.

—¿Cómo hizo Alonzo para dejarte viajar sola en tu estado? —pregunto desviando la conversación.

No voy a decirle a mi hermana todos los detalles de cómo es Ale en la cama. Me muero de la vergüenza de que sepa que en nuestra noche de bodas me desmayé por un orgasmo y que mi primera vez me hizo caminar diferente por tres días. Mucho menos voy a decirle que llevamos follando como conejos porque ambos queremos un bebé.

—Tu esposo le dio algo, así que por eso estoy aquí —se acomoda en la cama mientras acaricia su ya abultado vientre—. Ahora dime todo lo que quiero saber.

—¿Qué quieres saber?

—¿Cómo fue tu primera vez?, o sea, quiero detalles, los que has omitido desde que me contaste que ese hombre probó tu cereza.

—Dios, esa mente sucia.

—También mi boca. Pero no estamos hablando de eso.

—No voy a contarte eso, es algo muy privado.

—Sabes que nosotras no tenemos nada privado, te conté todo cuando tuve mi primera vez con Alonzo.

—No puedo contarte algo así.

Emma pone los ojos en blanco y la frustración es evidente en su rostro, pero me niego a contarle cada detalle.

—Puedo contarte algo más, es mucho más importante que saber como tu hermana pequeña ha estado follando con su esposo.

—No lo creo, pero te escucho.

—Creo que no seré capaz de irme en dos años, él me gusta mucho —confieso.

Creí que mi hermana reaccionaria diferente a lo que le dije, pero me sorprendió cuando se echó a reír como si le hubiese contado el chiste más gracioso del universo.

—¿Crees que ese hombre iba a dejarte ir? Vi, sé cómo son porque estoy casada con uno igual de posesivo y cuando esos hombres te toman y se enamoran, nunca te dejan ir —asegura sosteniendo mi mirada—. Además Alessandro está demasiado metido en esto. El hombre no solo se siente atraído por ti, te mira como si tú fueras un tesoro, el más preciado.

—No deberías decir que él está enamorado de mí.

¿Qué posibilidad hay que el hombre que se casó contigo por negocio se enamore de ti? Pocas y creo que mi hermana obtuvo la suerte de nuestra familia, ya que Alonzo está demasiado enamorado de ella.

—Vi, debes confiar más en lo que te digo. Recuerda que tengo experiencia en esto.

—No quiero ilusionarme.

—¿Quieres probar si el hombre se está enamorando de ti?

—No —niego inmediatamente, sé por dónde va y no quiero ir allí—. Me meterás en problemas.

—No tienes que hacer nada, déjamelo a mí.

—Vas a meterme en un gran problema, lo presiento.

Me ignora cuando su teléfono suena y sé que es tiempo de darle espacio para que pueda hablar con su marido.

—Saldremos temprano —le recuerdo antes de salir.

Mientras camino hacia mi habitación, mi mente divaga en lo que está pasando entre Alessandro y yo. Llevamos dos semanas intensas, comportándonos como marido y mujer —lo que somos— y gracias a eso mis ganas de irme están disminuyendo muy rápido, incluso siento miedo de solo pensar que puedo separarme de él.

Si logro quedar embarazada, no puedo irme, no podría alejarlo a él de su hijo y Dios, realmente no quiero irme.

¿Qué tan malo sería que ambos nos enamoremos y podamos ser felices?

—¡Mierda!

—pequeña, esa hermosa boca no debería decir cosas como esas.

—Creí que no habías regresado, me lleve un susto de muerte.

—Mi salida fue rápida, llegué hace unos minutos.

Termino de entrar a la habitación sin apartar la mirada de su cuerpo. Desde la vez que lo descubrí en el baño me ha permitido verlo y tocarlo como imaginé.

Sus cicatrices muestran que lo hirieron de una manera despiadada y me duele, pero no puedo negar que me parecen lo más sexy que hay, poder besarlas y sentirlas cada vez estamos juntos me vuelve poderosa.

—No me molestaría hacer lo que tu mente está imaginando.

—Pareciera que quien está imaginando cosas, eres tú —menciona pasando junto a él hasta el baño.

—Pequeña, puedo decirte que he imaginado algunas maneras de cómo follarte desde que salí de nuestra cama esta mañana.

Me inclino para poder agarrar una toalla, pero al sentir el manotazo que Ale le dio a mi trasero creo que fue la peor idea.

—Mira este hermoso trasero.

Mi coño se aprieta cuando Ale masajea la parte donde me golpeó hace unos segundos.

—No deberías bañarte, déjalo para después de que te folle.

—Necesito darme una ducha, estoy sudada.

—No lo creo —recorre mi cuerpo con su mirada y siento como si estuviera viendo más allá del vestido que llevo puesto—. Vamos, quiero lo que he deseado todo el día.

No lo hago esperar, ya que yo también quiero esto.

Cuando salimos del baño, Ale me arrincona en la pared apoderándose de mis labios en un beso necesitado, como si fuera la primera vez que estuviera probando algo de mí.

—Bebé, estás haciendo algo malo en mí —susurra.

Cuando se aparta veo un brillo intenso en sus ojos, el negro de ellos está intenso como una noche oscura, pero llena de estrellas.

Me quito el vestido y me acuesto en la cama separando las piernas para que él pueda tomar lo que quiera.

—Que obediente bebé, ¿así serás cuando te folle el culo o cuando folle tu hermosa boca?

—Ale —respiro con pesadez.

—Solo debes responderme.

—Siempre seré obediente contigo —aseguro.

—No estoy convencido.

Siento como sus dedos recorren desde mis piernas hasta mi coño.

—¿Serás una pequeña obediente?

—Sí, lo seré. Voy a ser muy obediente contigo.

—Separa más las piernas.

Hago lo que pide y siento cuando me penetra.

—Tu coño siempre está preparado para mí, me gusta mucho eso.

Mis ojos se cierran cuando sus embestidas se vuelven más rápida, debo llevarme una mano a la boca porque no quiero que ninguna de las mujeres que hay en la casa me escuche follar con él.

—Nunca —mi mano es separa de mi boca bruscamente— pero nunca— chillo cuando su polla da en el punto más delicioso de mi coño— vuelvas a taparte la boca mientras te follo, voy a escuchar sus sonidos, cada uno de ellos.

Mi coño palpita y sé que estoy a nada de correrme, pero Alessandro me niega la liberación cuando deja mi coño.

—Lo mismo sentí cuando te tapaste la boca, pequeña.

—Ale...

Alessandro me pone de rodillas llevando mi espalda a su pecho y me penetra nuevamente. La posición hace que lo sienta mucho más adentro, sus embestidas son fuertes haciéndome sentir como si fuera a partir mi maldita espalda.

—¡Ohhh!

Sus dedos estimulan mi coño, mientras su otra mano aprieta mi garganta negándome el oxígeno hasta el punto que mi mirada se torna borrosa, pero en vez de tener miedo, deseo que me apreté un poco más.

—Tu coño está jodidamente apretando mi polla.

—Ale, ¡Ohhh! Ale.

No puedo resistir más, me corro mientras miles de luces invaden mi visión. Siento como Ale sigue follándome hasta que se corre y se permite acostarse junto a mí.

—¿Cuándo sabremos si ya estás embarazada?

Su pregunta me hace abrir los ojos.

—No lo sé.

—Llevamos follando dos semanas y ambos estamos sanos y tú eres joven —afirma—. Ya deberías estar embarazada.

—El periodo debe bajarme en diez días. Si no me baja iré al doctor.

—Iremos, quiero vivir esto contigo.

Él no solo quiere embarazarme, quiere vivir esto conmigo.

—Nunca voy a dejarte ir Viviana —dice.

—¿Escuchaste mi conversación con mi hermana?

—No, pero sé lo que esa mirada significa. Te lo dije antes, no voy a dejarte ir, no después de lo que estoy logrando contigo.

—Tal vez no quiera irme.

—Voy a luchar para que tus siguientes palabras sean no quiero irme mi amor.

Mi amor, el hombre del que me estoy enamorando, la persona que no sabe que me salvó.

—Ale.

—No hoy, tampoco me agradezcas —pongo mis manos en su pecho y acaricio la cicatriz más gruesa que tiene en el lado izquierdo—. Si lo haces voy a azotar tu trasero y no te va a gustar.

—Me gustas mucho. Alessandro.

Hundo mi cabeza en el hueco de su cuello y respiro su aroma mezclado con el olor a sexo, nuestro sexo.

—Pequeña, estás descongelando un corazón que se congeló con solo trece años de vida, estás reviviendo un hombre que había muerto.

Al final del día creo que nuestro destino era estar juntos, conocernos, vivir este momento.

—Ale —mi voz se entrecorta—. Me gustan mucho tus cicatrices.

No era eso lo que quería decir, pero espero que entienda mis palabras, ya que él me gusta mucho, me gusta como nunca antes alguien me gustó.

Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales |Instagram|TikTok|Twitter|Threand| donde aparezco como Leidygm18.

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