☠|CAPÍTULO VEINTINUEVE
Cuando me desperté lo hice porque sentí algo delicioso, era como si estuviera soñando que Alessandro tenía su boca en mi coño, pero al abrir mis ojos me di cuenta de que no era un sueño, efectivamente Ale me estaba haciendo un oral mañanero.
Después de eso no pude dormir y deseaba montar la pollo de Ale, pero él tuvo que salir con urgencia dejándome en la cama desnuda y con muchas ganas de follar, así que tuve que bañarme con muchísima agua fría para calmar mis hormonas.
Cuando estuve lista salí de la habitación y resulta que mi hermana y mis amigas estaban desayunando lo que les había hecho Giulia —resulta que no soy tan madrugadora como pensé, Alessandro tenía razón— me uní a ella y después de que terminamos nos marchamos directamente al centro.
No he podido salir mucho, ya que no estoy acostumbrada a hacerlo sola, así que aproveché y recorrí junto a ellas algunos de los lugares que nos aparecía en internet para visitar.
—Todo aquí es hermoso —dice mi hermana admirando las arañas que cuelgan sobre las mesas—. Me llevaría esto para mi casa si pudiera-
—Lo mismo pensé la primera vez que estuve aquí.
¿Cuántas veces has venido? —pregunta Serena.
—Muy poco, con Ale solo hemos estado tres veces.
Llevo tres semanas en Sicilia y ya he venido cuatro veces con Ale, la última vez que estuvimos aquí fue hace tres días y disfruté mucho comer pasta allá noma aunque es el plato más sencillo del restaurante, disfrute cada bocado.
—Eso es bueno, no te tiene encerrada en ese enorme apartamento que parece una mansión —menciona Livia.
—Nunca me he sentido encerrada, además Ale ha dejado claro que soy libre, puedo ir donde y cuando quiera.
—Con ellos nunca nos sentimos prisioneras, Alonzo es igual, nunca me limita las salidas, aunque me gusta estar más con él.
A mí también me pasa lo mismo, si Ale está en el apartamento prefiero estar junto a él.
—Señora Lucchese, es agradable tenerla aquí dos veces en la semana —miro hacia donde está Antonio hablándome.
—Quería traer a mi hermana y mis amigas a que conocieran el mejor restaurante de Sicilia.
—Es un orgullo para mí que piense eso de este pequeño lugar.
—No es tan pequeño, tiene mesas para albergar a más de cincuenta personas —dice Serena—. Es muy hermoso el lugar, señor.
—Gracias señorita —la mirada de Antonio vuelve a mí y le sonrió—. Enviaré arancina para que disfruten mientras preparo lo que van a comer.
Livia y Emma pidieron cannolo, Serena quiso probar el cous cous de pescado, mientras que yo me pedí nuevamente una pasta allá noma. Cuando Antonio se marchó al rato vino uno de sus chicos con nuestras bebidas y la arancina que nos prometió Antonio.
—Me quedaría a vivir en este lugar si pudiera alimentarme tres veces al día con estas bolas de arroz rellenas.
—Livia, apuesto que en Nápoles puedes conseguirlas, bueno, aunque no creo que sean tan deliciosas como estás, ya que Antonio tiene un secreto —aseguro llevándome la última bola de arroz a mi boca.
—Qué chistosa.
—Solo está diciendo la verdad —me apoya Serena—. Las he probado en Nápoles, pero nada que ver con estas.
—Señoritas —interrumpe el chico de hace un rato—. En un momento traeremos sus platos, ¿desean un poco de vino?
—Yo paso, mi bebé no estaría contento de que le diera alcohol en este momento —Emma se lleva la mano a su vientre un poco abultado y lo acaricia mientras habla.
—Yo quiero vino blanco si tienen —pide Livia.
—Yo paso, me quedaré con una bona de lima y coco, ¿le puedes poner cubitos de hielo? Por favor.
Si estoy tratando de tener un bebé, no puedo ponerme a beber alcohol, estoy segura de que eso no sería nada bueno.
—Me puedes dar vino blanco, también, por favor.
Minutos después nuestros platos llegan junto con nuestras bebidas y no demoramos mucho en terminar hasta el último bocado que había en ellos. Teníamos hambre, ya que salimos desde las nueve de la mañana y solo habíamos comido algunas de las cosas que encontrábamos en las tiendas que visitamos.
"Tu hermana me dijo que quería salir a un bar en la noche, ¿eso está bien para ti?"
Veo el mensaje de Ale y no puedo creer que Emma quiera salir a un bar sabiendo que debería descansar.
"Hablaré con ella, lo mejor es que descanse, hemos caminado toda la mañana y aún nos falta lugares a los cuales ir"
"Quería llevarte esta noche a un lugar, pero esperaré hasta el domingo que ellas regresen a Nápoles"
Creo que soy demasiado egoísta porque ahora mismo espero que los próximos dos días pasen rápido para que Ale pueda llevarme a ese lugar que tanto ha mencionado la última semana.
"Si decides salir a un bar me avisas para hacer la reservación en Oasis"
"Peculiar ese nombre, ¿estarás con nosotras allí si decidimos ir?"
"No lo sé, tal vez pase por ti y pueda follarte en una de sus habitaciones"
Siento como mis mejillas se enrojecen de solo pensar en Ale y yo en una habitación de ese bar que menciona.
—Tal vez pueda follarte en una de sus habitaciones —apago la pantalla del teléfono para que Livia no siga leyendo mis mensajes con Ale, aunque acaba de leer lo más vergonzoso—. Esta noche una de nosotras la va a pasar bien y lamento decirles que no soy yo.
—Eres una metiche, ¿Por qué estás ahí parada?
—Porque iba para el baño, pero al ver tu rostro quise saber qué te estaba diciendo.
—¿Entonces tú y tu esposo van a tener una noche caliente? —pregunta Emma—. No voy a dejar que eso pase porque vamos a un bar y conseguiremos algunos bailarines.
—Alessandro no va a permitir eso.
—Oh, claro que lo hará, ya Alonzo me consiguió el bar, así que esta noche vamos a una fiesta privada.
—Tu esposo está loco, ¿Cómo puede permitirte eso?
—Porque sabe que su mujer embarazada solo tiene ojos para él, además solo vamos a estar dos, máximo tres horas allí, necesito descansar si quiero ponerme de pie mañana.
—Ale dijo que tenía un bar para nosotras.
—No, ya tengo la reserva en Eclipse y debemos estar allí a las ocho, así que es momento de irnos para que podamos comprar unos vestidos sexy para esta noche.
Esta noche será un desastre, los planes de Emma no siempre terminan bien y por lo que me dijo la noche anterior, debe estar tramando algo para tratar de poner a Alessandro celoso.
—Voy a comprar un par de vestidos, debo aprovechar que estoy en esta maravillosa ciudad —menciona Livia cuando se acerca hasta donde estoy con mi hermana.
Como somos cuatro, no podíamos venir todas en el mismo auto, así que yo viajo con Emma, Leila y Federico como nuestro conductor; mientras que Livia y Serena vienen con dos de los hombres de Ale.
—¿Explotarás la tarjeta de mi hermano? —pregunto entrecerrando la mirada.
—Un poco, él decidió darme y decirme que puedo gastar todo lo que quiera.
—Eduardo no escatima en los gastos de su futura esposa y al parecer Livia es derrochadora —menciona Emma—. Debes agradecernos a Viviana y a mí por dejarle toda la herencia a nuestro hermano.
—Eduardo no necesita del dinero de sus padres, está forjando su propio imperio —asegura.
Claro, puede ser verdad, pero mi padre le dejará todo lo que tiene a Eduardo, ya que es el hombre de la familia, además Emma y yo nos casamos con hombres a los cuales les sobra dinero.
—¿Tú que vas a comprar? —le pregunto a Serena cuando ingresamos en la tienda.
—No mucho, mi padre es algo tacaño.
—Puedes escoger lo que quieras, yo te invito.
Ale me dio varias tarjetas y no he utilizado ninguna, así que no creo que tenga algún problema en que haga algunas compras con ellas.
—Tengo algunos ahorros, no quiero que gastes en mí, ya haces mucho —menciona.
—No importa, le regalaré algo a cada una.
Niego cuando Livia intenta hablar, sé que lo que salga de su boca en este momento será hiriente para Serena y no quiero que el día termine mal por la boca de Livia.
Después de estar un par de horas en la tienda, regresamos al apartamento con tres vestidos para cada una junto con varios zapatos e incluso pudimos comprar un bolso para esta noche. Livia y Emma no dejaron que pagara sus compras, así que solo gasté en lo mío y lo de Serena.
—Debemos estar listas a las siete, el bar queda lejos de aquí y quiero llegar temprano para disfrutar el poco tiempo que tendremos allí.
Cuando le envié un mensaje a Alessandro mencionando el lugar en el que estaríamos no le gustó para nada. Protesto porque ese bar no es de su nómina, dijo que era mejor ir a Oasis o uno de sus casinos.
—Creo que mejor sería ir al bar que dijo Ale —insisto.
—No, en Eclipse nos espera una noche muy agradable, así que prepara ese trasero tuyo para que disfrutes —menciona Livia.
Miro a Serena y al parecer ambas compartimos la misma preocupación. La última vez que Livia mencionó eso, termine con un castigo de ocho meses y con un matrimonio apresurado —aunque no me arrepiento de estar con Alessandro—, espero que al final de esta salida no esté con la garganta en llamas o siendo golpeada por no seguir las reglas.
—Relájate, seguramente Alessandro se una a nosotros —dice Emma.
—Debemos buscar una pareja para Serena, no queremos que sea un mal tercio —Livia mira entre Ser y yo—. Obvio no lo estoy diciendo por Alessandro y Viviana, lo digo porque seguramente Emma y yo encontramos un par de hombres y si Alessandro llega, tú serías la única sin pareja.
—Puedo sobrevivir a una noche sin un tipo a mi lado.
—Si así lo quieres, después no vayas a estar quejándote.
—Voy a darme una ducha.
Las dejo y subo a mi habitación, quiero ducharme para salir fresca, ya que caminamos casi todo el día y sude como animal.
☠
Creí que Alessandro iba a estar en el apartamento, pero cuando salimos aún no había llegado, pero me envió un mensaje asegurando que se reuniría conmigo en el bar.
Elegí el vestido rosa —bueno, lo eligió mi hermana—, pero creo que fue el error más grande, ya que es demasiado corto y debo evitar inclinarme porque cualquiera puede ver mis bragas si lo hago.
—Lo vas a dañar —menciona Emma cuando ve mis intentos de bajar el vestido hasta la mitad de mis piernas.
—Esto es demasiado corto, nunca antes había utilizado algo como esto, Emma.
—Lo sé, pero es hora de que vistas como quieras.
—Nunca quise vestirme así —le recuerdo—. Preferiría llevar el vestido negro o el verde, son menos reveladores.
—Relájate, ese vestido es solo para que él te vea y pueda poner sus sentimientos en línea, tal vez te diga que te ama.
—Ja. Ja. Ja. Un vestido como este no lo hará enamorarse de mí, que esto haya funcionado contigo no significa que conmigo también funcione.
Emma sonríe e ignora mis palabras. Realmente se está comportando como si me odiara. Cuando el auto se detiene en una calle abarrotada de autos y gente comprendo que la noche no será tan corta como lo dijo Emma esta tarde.
—Venimos nosotras cinco, los hombres se quedan afuera —nos señala mi hermana incluyendo a Leila.
—Nombre —dice uno de los hombres de mal humor.
—Emma Cerroni acompañada de la señora Lucchese y sus amigas.
El rostro del hombre se transforma y lo que creí que sería un intercambio de palabras grosero, se convirtió en palabras llenas de amabilidad.
—Tenemos reservada toda la zona VIP para ustedes.
El hombre nos da espacio para que entremos. Cuando subimos hasta la zona VIP puedo respirar mejor, el lugar en la parte de abajo empieza a llenarse rápidamente y estoy segura de que en un par de horas no habrá espacio para bailar. Debo agradecer a Emma porque por ella es que estamos en este espacio.
—Yo no bebo —le menciona Emma al camarero.
—Queremos chupitos de vodka con limón y chile —menciona Livia.
—Solo quiero agua con gas.
—Yo quiero vino, ni loca vuelvo a tomar el veneno que disfruta Livia —asegura Serena.
—Ustedes se lo pierden, pero Vi, te recomiendo tomarte como mínimo dos de esos chupitos, así podrás disfrutar más la noche.
—Paso, tal vez tome champaña o algo con menos alcohol.
—Como quieran, mucho mejor para mí —se pone de pie y camina junto al camarero hasta la mini barra del lugar—. Solo digo que no debes perder la oportunidad de tener sexo borracha.
Mientras nos traen las bebidas hablamos, siento que nunca dejaremos de tener un tema del cual hablar, siempre hay algo por comentar o saber.
Las canciones suenan y cada vez las ganas de bailar aumentan. El lugar tiene un buen DJ.
—Ahí están, esos eran los que estaba esperando —giro hacia donde Emma mira alegremente y niego de inmediato.
Seguramente hoy deje de ser esposa de Alessandro y deba regresar donde mi padre para ser desposada por Ernesto.
—¿Es en serio?
—Cálmate, a ninguno le gustan las mujeres, Alonzo se aseguró de eso.
—Eso no me dice nada a mí, si Alessandro ve ese grupo de hombres conmigo estoy segura de que tendré graves problemas.
—Pues estar tranquila, te lo aseguro.
Siete hombres están frente a nosotros, pero ese no es el problema, el problema es que todos están únicamente en bóxer blanco que marcan toda su entrepierna —estoy segura de que si cae una gota de agua allí, podría ver lo que guardan debajo de esa tela—, no pueden estar aquí.
No, yo no debería estar pensando cómo se ve lo que esconde esa tela. Alessandro fue esculpido por los dioses y afortunadamente le dieron una enorme polla que me hace sentir muy bien, así que no tengo por qué imaginar otra polla cuando tengo una esperando por mí.
¡Oh Dios! Los hombres se acercan a nosotras y bailan de una manera ridícula que me causa risa ¿se supone que esto es sexy?, uno de ellos lleva mi mano a su pecho, pero no la dejo allí por mucho tiempo. No se siente bien, solo quiero tocar a un hombre que está lleno de cicatrices que me encantan.
—¡No seas tímida, toca y disfruta todo lo que quieras! —grita uno de los hombres.
Niego y aparto mi mano cuando intenta llevarla a la parte baja de su abdomen casi rozando.
—Aparta tus malditas manos de mi mujer.
—Ale...
—¿Las quitas o te las quito? Estoy siendo jodidamente paciente contigo.
Me tardo en darme cuenta de que los hombres que están junto a Alessandro con su amigo, mi hermano y el esposo de Emma.
—No es para tanto, solo estaban recibiendo un baile —habla Alonzo con una sonrisa de lado.
—Que a ti no te importe tu mujer embarazada, no significa que a mí no me importe la mía.
La risa de todos cesa, Ale acaba de darle un golpe fuerte a Alonzo con esas palabras.
—No seas cruel —dice Emma poniéndose de pie y caminando hacia Alonzo—. Sabía que ibas a enojarte, pero no hasta este punto.
—Nos vamos —Alessandro sujeta mi mano y yo me resisto—. Viviana, no voy a prestarme para esto.
—Solo llevamos poco tiempo aquí —protesto.
—El suficiente para saber que fue un puto error que vieran a este lugar.
—Nos quedaremos una hora más, hay que aprovechar que llegaron —digo.
—¿Quieres quedarte?
—Un rato más.
Creí que se iba a negar, pero se acaba de sentar justo en el lugar en el que estaba Emma hace un momento.
—Estoy jodidamente furioso —dice para que solo yo pueda escucharlo—. Creí que sabías que eras mía, pero al parecer debo hacértelo entender.
Un escalofrío recorre mi cuerpo, pero no es miedo. Quiero saber que va a hacer Ale para hacerme entender.
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