☠|CAPÍTULO UNO

Puedo jurar que en mis diecinueve años de vida nunca había estado en un lugar como este. Tan luminoso, ruidoso y lleno al mismo tiempo.

Llegué aquí con la ayuda de mis dos amigas, Livia y Serena. Se aseguraron que los guardias que me siguen día y noche estuvieran afuera de la casa de Livia y nosotras pudiéramos salir por la parte de atrás para poder llegar hasta este lugar.

—¡Dios, esto es el cielo, estoy segura! —Livia grita haciendo lo imposible, posible. Que su voz se escuche más alta que la música.

—Y si nos descubren —digo. Si mi padre se llega a enterar donde estoy ahora mismo, juro que es capaz de matarme.

Deja el drama, todos creen que estamos en mi habitación y posiblemente ya dormidas quiero el entusiasmo y positivismo de Livia.

—Pienso igual que Viviana, si nos encuentran aquí, mi padre perderá su trabajo y posiblemente me den una golpiza que me deje en coma.

—Dejen de ser exageradas, no va a pasar nada, bueno, sí —escanea el lugar y luego sonríe—. Conseguiremos hombres lindos y perderemos la virginidad.

Como si eso fuera posible. Según mi madre debo ser virgen hasta conseguir un esposo —esposo que mi padre conseguirá— porque ser virgen es sinónimo de respeto hacia tu marido y lealtad a la mafia.

Tradiciones estúpidas.

—Vamos a pedir algunas bebidas —comenta Livia, quien es la que más ánimo tiene en el momento.

—No tenemos dinero —Serena y yo somos las más cuerdas en el momento.

—Tengo demasiado efectivo, eso sirvió para que nos dejaran ingresar.

Subimos al segundo piso donde hay menos gente y el ruido es mínimo —tal parece que Livia sí trajo mucho dinero—, un mesero nos atiende y como yo no sé nada de bebidas acepto lo que Livia pidió para las tres.

—Vodka con limón y chile, lo probé en uno de mis viajes a México y esto es delicioso —dice con total seguridad.

—Tu definición de delicioso no me convence.

—Después de tomar nuestras bebidas debemos bajar a la pista de baile y escoger con quién pasaremos la noche —ay Dios, presiento que algo saldrá mal, pero no puedo mencionarlo porque me llamarán ave de mal agüero.

Las bebidas llegan y me sorprende la eficacia del lugar.

—Muchas gracias —le dedico una sonrisa al hombre que nos está atendiendo.

—¿A qué horas terminas tu turno? —le pregunta Livia al tipo—. Tal vez puedas estar un rato con mi amiga.

El tipo nos mira a ambas y luego niega con su cabeza.

—¡Estás malditamente loca! —grito.

—Le sonreías, creí que te gustaba.

—Le sonrió a todo el mundo —Dios, Livia es una verdadera sinvergüenza.

—Bueno, vamos a tomar esto.

—Deben tomarlo todo de inmediato, no caras, no gesto, no vomito —puntualiza mi amiga-a la cuenta de una, dos y tres.

Me tomo toda la bebida tan rápido como puedo, pero de inmediato quiero devolverla.

—Ni se te ocurra.

—¡Esto quema! —Grita Serena.

—Y sabe horrible —completo la frase.

—No sean ridículas, esto si es el verdadero alcohol —yo lo llamaría veneno.

Sin poder evitarlo tomo un poco del agua con gas que nos trajeron junto a las bebidas para poder minimizar el ardor de mi garganta.

—Ahora a bailar.

Por lo menos el baile no me quemará la garganta.

No bajamos a la pista sino que nos quedamos en el balcón del lugar. Bailamos al ritmo de la música y se siente bien.

Nunca antes había podido asistir a un lugar como este y creo que sin Livia a mi lado nunca hubiera experimentado esto.

Seguramente me hubiera casado y no sabría que es estar en un lugar con personas tan diferentes a mí.

Mi padre es Francesco Genovese, el líder de una de las mafias más poderosas de Italia, lo que me convierte a mí en una princesa de la mafia.

Dado la posición de mi padre, no puedo acudir a lugares como este porque me estaría exponiendo a los enemigos de mi padre —pero muy pocas personas han logrado verme—.

—¿Qué piensas? —pregunta Serena haciendo que mis pensamientos se evaporen.

—Que esto se siente bien —siendo sincera, valió la pena la escapada.

Solo espero que mi padre no se entere.

—Sabía que te gustaría —declara Livia—. Todos merecemos gozarnos un momento como este en nuestras vidas.

Dice la mujer que puede estar en cualquier sitio sin ninguna preocupación.

—Mueve ese gran trasero y demuéstrales a todos esos hombres de que estás hecha —me anima mi amiga.

Siguiendo la sugerencia de Livia, sigo disfrutando de la noche y empiezo a olvidar a mi padre y las consecuencias que llegaran a mí si alguien se entera dónde estoy.

—Es hora de descansar y una segunda ronda de Vodka con limón y chile para encender nuevamente nuestra garganta —habla después de un rato—. Después de las bebidas bajaremos a la pista.

Señala el lugar que se ve aún más abarrotado de gente.

—Yo paso la bebida —realmente no me gusto, en lo que a mí respecta prefiero una copa de vino u otro trago más suave.

—Bueno, pediré para ti y Serena vino o champaña —es lo mejor que ha dicho en lo que va de la noche.

El mesero le trae a ella dos chupitos con su mezcla exótica y a Serena y a mí nos trae una botella de vino Chambertin que no hace mucha diferencia a lo que ella está tomando.

«Supongo que las bebidas alcohólicas y yo no somos muy amigos».

—¡Ahora sí! —mi amiga mueve su cabeza en diferentes direcciones haciendo que su cabello oscuro se desordene—. Tenemos exactamente cuatro horas para conseguir un hombre y que ustedes puedan dar su primer beso.

Le dedico una mirada mordaz. Que sea virgen no significa que no haya besado —aunque esto no lo saben ninguna de ellas—, mi primer beso lo di cuando cumplí mis quince años y fue lo más estúpido, pero aprendí algo de eso.

No puedo besar al primer hombre que tenga enfrente.

Siguiendo a mis amigas bajamos al primer piso del lugar donde el sonido de la música es más alto y la gente está más pegada de lo normal —tal parece que estuvieran a poco de iniciar un acto sexual—.

—Bailemos, disfrutemos esto por Viviana, que no volverá a salir de la mazmorra de su padre hasta que le consigan un esposo.

No está muy lejos de la realidad y, aunque no es una mazmorra la residencia de mi padre, sí es una mansión que está vigilada cada segundo.

Bailamos al ritmo de la música. Mi baile me lleva a otra dimensión donde solo existo yo, donde soy verdaderamente libre y hago lo que realmente me gusta.

Parece que pasa una eternidad cuando regresamos a nuestro lugar en el segundo piso.

—Estos zapatos me están matando —la voz de Serena empieza a escucharse diferente.

—¿Estás ebria? —mi pregunta la hace reír, lo que me confirma que posiblemente esté ebria.

—Quédate sentada, pediré algo para que los efectos del alcohol empiecen a disminuir.

—Pide algo para ti también, no quiero lidiar con dos mujeres totalmente ebrias -le propongo a Livia.

—Nosotros podemos cuidar de ustedes —una voz varonil se escucha a mi espalda.

—Cla... —Livia intenta hablar, pero la detengo.

—No necesitamos ayuda por el momento —digo girándome para ver al tipo.

Son dos hombres morenos que bien podrían ser el sueño húmedo de cualquier mujer.

—¿Podemos sentarnos? —El hombre más alto es quien habla.

—No —digo, pero Livia me contradice.

—Claro, estamos muy solas —empieza su coquetería en tres, dos, uno... —ustedes son realmente hermosos.

—Y ustedes son preciosas, no deberían estar sin compañía.

Presiento que algo saldrá mal.

—¿Quieres tomar algo? —el hombre más alto hace la pregunta mirándome.

Paso una de sus manos por encima de mi hombro, pero retrocedo para que no pueda tocarme.

—No, así estoy bien —el hombre me da una enorme sonrisa que ignoro. Dirijo mi mirada a mis amigas y me encuentro a Livia acariciando la pierna del otro hombre.

—¿Tú quieres algo? —le hacen la misma pregunta a Serena y ella asiente—. ¿Vodka?

—Está tomando solo agua.

—Deberías dejar que tu amiga hable por sí sola —dice el hombre.

—Y tú deberías dejar de insistir —digo.

El hombre alcanza un mecho de mi cabello y lo pasa por detrás de mi oreja.

—Las difíciles son las mejores.

Hijo de puta.

—Debes alejarte —digo.

Pase de ser a quien cuidaban, a ser quien cuida. Una de mis amigas no resistió las pocas bebidas que ingirió y la otra está coqueteando descaradamente con un tipo que apenas conoció.

Por un momento me quedo inmóvil, pero cuando el tipo que está con Livia la empieza a besar me convierto en la amiga daña momentos. Acercándome a ella, le digo que volvamos al pequeño balcón para bailar.

—Está bien, Viviana —Serena nos sigue mientras los hombres se quedan en nuestra mesa—. Disfrutemos del momento.

—Solo quiero que bailemos —le aseguro.

—También estás evitando mi conversación con ese bombón de caramelo.

—Estoy evitando que te succione la boca y luego te haga algo de lo que te arrepentirás después.

Livia gira su rostro de manera abrupta con un brillo de sorpresa y malicia en sus ojos.

—Mira hacia la barra —me pide—. Ves ese hombre, lleva viéndote casi que toda la noche.

Escaneo el lugar y la falta de iluminación me impide ver el hombre que Livia menciona.

—No veo a nadie —digo.

—Sí, mira bien, el hombre de traje negro.

Ja. Negro. ¿Quién se viste de negro para estar en un bar con tan poca iluminación? Pasará desapercibido.

—No veo —insisto.

—Mira, mira —señala un grupo de hombres donde alcanzo a contar cuatro de ellos—. El que está en medio de todos, aún sigue mirando.

Entrecierro mis ojos para poder mirar lo que dice y efectivamente entre el grupo de hombres hay uno que resalta mucho más. Lleva un traje completamente negro incluyendo su corbata.

Es sexy.

Joder, se ve caliente.

Parece uno de los hombres de mi padre, pero tiene algo diferente.

—¿No se te hace conocido? —pregunto.

—Nunca lo he visto en mi vida, pero Dios, si no te estuviera mirando a ti, te juro que iría hacia él y lo invitaría a uno de los baños.

—Zorra —murmura Serena.

—No me digas que tú no harías lo mismo.

—¿Ese es Alessandro?

Livia y yo nos giramos y miramos a Serena.

—¿Lo conoces? —preguntamos a la vez.

Qué maldita suerte la de mi amiga. Nunca me he topado con un hombre como ese. Sí, en la mansión hay un ejército, pero ninguno se ve como él.

—Sí, es el don de la Cosa Nostra —una corriente recorre mi cuerpo al escuchar ese apodo.

El hombre más despiadado de todas las mafias italianas. Su apodo es el carnicero porque les arranca la piel a sus enemigos y luego suele descuartizar sus cuerpos parte por parte.

Eso se lo escuché decir a mi padre y en aquel entonces mencionó que nunca se atrevería a interponerse en los negocios de él.

«Mierda. Pero mi padre nunca mencionó que se veía tan sexy y caliente». Si claro, mi padre iba a decir que uno de sus enemigos tiene el rostro como si fuese sido tallado por los mismísimos dioses.

—Esto es una buena señal para que nos vayamos —por segunda vez en la noche Livia dice algo con lo que estoy de acuerdo—. Si el maldito carnicero nos reconoce estamos muertas.

Bajamos las escaleras lo más rápido que podemos y cuando estamos afuera del lugar puedo respirar.

Si mi padre llega a saber a quién conocí, me declaro una mujer muerta o peor aún, me casará con el primer hombre que cruce nuestra puerta.

Aunque mi madre intente impedirlo.

Mis amigas se quejan de dolor en sus cabezas mientras desayunamos en el comedor de la casa de Livia.

—Yo considero que podemos volver a salir, pero omitir las bebidas —la propuesta de Serena está más alejada de la realidad.

Con lo de anoche me queda claro que no volveré a hacer una estupidez de esa. Tome una bebida que quemó mi garganta y mi estómago, conocí dos hombres que no respetaban lo que decía y peor, conocí al mismísimo carnicero de la mafia.

—¡¿Dónde está mi hija?! —me pongo rápidamente de pie al escuchar la voz de mi padre—. Su trabajo es cuidar de ella y permiten que se escape.

Mierda. ¿Cómo se enteró?

Mis dos amigas me miran con sus ojos supremamente abiertos mientras pienso que voy a decir.

—¡Viviana! —joder. Mi padre está enojado.

—Padre —digo cuando su rostro llega a mi campo de visión.

—¿Quién mierda te crees para hacer lo que te da la puta gana?

Su mano aterriza en mi mejilla haciendo que mi rostro gire por el impacto del golpe.

Primera salida, mala idea. Mi padre está furioso y lo que le sigue a la palabra.

—Padre —mi voz sale en un murmuro y es más por la vergüenza de haber sido golpeada delante de mis amigas.

—¿Te follaron? —Jesús, qué vergüenza.

—Padre —es la única palabra que sale de mi boca.

—Responde, si es un sí no podrás obtener un buen esposo y mis negocios se irán a la mierda, así que responde.

—No —bajo mi rostro para evitar la mirada de los presentes.

Dios, qué vergüenza.

Estoy realmente emocionada por poder compartir con ustedes este libro. Ojalá pueda tener el mismo apoyo que han venido teniendo mis libros.

Si estás aquí te doy la bienvenida a esta nueva aventura donde conoceremos personas que amaremos y otras que odiaremos.

Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales |Instagram|TikTok|Twitter|Threand| donde aparezco como Leidygm18.

Vota, comenta y comparte para que lleguemos a más personas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top