☠| CAPÍTULO TRES
Ser el capo de una de las mafias más grandes e importantes de Italia no solo me genera cosas buenas. Hay a miles de personas intentando acabar conmigo y otras miles intentando apoderarse de lo que es mío y es algo con lo que lucho día a día.
Cuando tomé el puesto de don fue cuando cumplí mis veinte años, mi padre decidió sucederme su puesto porque quería descansar y disfrutar de mi madre y las gemelas. Así que desde ese entonces hasta ahora han pasado diez años y en ese lapso de tiempo me he hecho un nombre y no cualquiera, en mi mundo me apodan como el carnicero porque no tengo piedad con mis enemigos o con las personas que se las dan de vivos.
Hice algo que se veía imposible, forme una alianza con el próximo líder de la mafia roja y aunque algunos crean que le he agachado la cabeza a los rusos están más que equivocados, esta alianza traerá enormes beneficios a mi territorio: como el colaborar con los alemanes.
Los alemanes tienen contacto con los colombianos y mexicanos, esos dos países le distribuyen la mejor droga y quiero que esa misma se venda en mis calles.
—¿Estás seguro de que esas dos rutas fueron cedidas a ellos? —pregunto con irritación.
Ahora mismo estamos detrás de uno de los capos que se ha estado apoderando poco a poco de mis rutas de tráfico.
—Sí, el norte y el este fueron entregados a Francesco —afirma Tomazo—. ¿Qué quieres hacer?
—Voy a matar al hijo de puta, sabe perfectamente que no me meto en su territorio y él no entra a los míos, tampoco debería estar apoderándose de mis rutas.
Todos en Italia y fuera del país saben mis alcances. Están conscientes que si intentan robarme no quedará evidencia de su existencia, así tenga que acabar con su familia entera.
—Encárgate de que el jet privado esté listo cuando regresemos de Rusia, le haré una visita a Francesco
—¿Cuántos hombres llevaremos?
—Dos, en Campania tengo algunos hombres que me sirven a mí, además mi primera visita es solo un aviso para Francesco.
Observo mientras Tomazo apunta algunas cosas en su libreta antes de volver a hablar.
—¿Conseguiste información de la mujer?
Hace diez meses estuve en Campania para celebrar los negocios que estoy iniciando con Alonzo. Luego de cenar con él y su esposa, decidí distraerme en uno de los bares de esa ciudad. Allí quedé cautivado por una mujer.
Cuando intenté acercarme hasta donde estaba ella con dos chicas más, fue muy tarde, subí las escaleras y ya se habían marchado. Solo quedo en mi mente el recuerdo de esos ojos verdes que me miraron por una milésima.
—No, los videos del bar fueron eliminados y no había registro de ella —menciona Tomazo.
—Me niego a creer que me la imagine —me pongo de pie y antes de agarrar mi chaqueta le pido a Tomazo que me acompañe a casa de mis padres, quiero visitarlos y estar un rato con las gemelas antes de viajar a Rusia.
Debo viajar mañana a Rusia porque cerraré los tratos con Jasha y le daré mi completa lealtad para los planes que tiene contra el que ahora está liderando allí.
—Puedes pedirle información a Alonzo —propone Tomazo y niego rápidamente.
No quiero deberle nada a ese asesino.
—Tal vez cuando viaje a visitar a Francesco pueda encontrarla y esta vez acercarme a ella —mis pensamientos salen en voz alta, lo que hace reír a Tomazo.
—¿Ya sabes qué final le darás a los dos ladrones que tenemos en la mazmorra? —Hace una pregunta. Cada que encuentro a un ladrón o uno de mis enemigos lo llevó hacia la mazmorra que construí en el terreno que heredé del abuelo.
Allí me deleito al castigar a la gente que me traiciona o se siente con el poder de robarme.
—Siempre sé qué hacer, solo quiero disfrutar cada segundo de sus miedos —sus súplicas son buenas y estimulantes. Hacen que mi actuar y sadismo incremente.
Cada vez que empiezo a arrancar sus pieles y la sangre empieza a correr entre mis manos, siento más poder. Desmembrar sus cuerpos cuando aún están vivos es perturbador para otros, pero sus gemidos de dolor y súplicas son música para mis oídos.
—Disfrutaré ver lo que le harás a esos dos.
—Creo que compartimos el mismo nivel de sadismo.
—No tengo duda de eso.
Revisamos el lugar que nos rodea cuando salimos de una de mis oficinas —es una costumbre que tengo desde que me volví el don y se incrementa cada que ocurre un atentado hacia mí—. Tomazo conduce con dirección a la mansión de mis padres.
Cuando el carro se estaciona me bajo y camino hacia la entrada de la mansión de mis padres. Al entrar las primeras personas que me encuentro son las gemelas.
«Cada día están más grandes y hermosas».
—¿Conoces a ese hombre? —le pregunta Gia a Pía.
—No —me mira con diversión y luego grita —¡Mamá, creo que un extraño acaba de irrumpir en nuestra casa!
No puedo evitar reírme, las gemelas siempre hacen lo mismo.
—¡Papá, creo que ese hombre se parece a ti cuando eras joven! —esta vez grita Gia.
—Pueden dejar de gritar —mi madre se acerca hasta estar frente a mí y me dedica una sonrisa tan hermosa como ella —mi hijo está aquí—. Besa mis mejillas y luego me sonríe nuevamente.
—Te lo dije, es el favorito de mamá.
—Siempre —digo—. Soy su primer hijo.
Camino de manera relajado junto a las mujeres de la casa mientras sigo escuchando las ocurrencias de las gemelas.
Gia y Pía tienen catorce años. El nacimiento de ellas fue un milagro para la familia, ya que mis padres creían que no iban a tener más hijos, pero mi madre quedó embarazada nuevamente a sus cuarenta y un años. Fue un embarazo fácil, pero eso no fue un impedimento para que papá y yo estuviéramos pegados a ella.
—Escuche que iras a Rusia —dice mi madre cuando tomamos asiento.
—Viajo mañana, necesito reunirme con Jasha y terminar algunas cosas que tenemos pendientes.
—¿Quién irá contigo? —La preocupación en los ojos de mi madre es evidente.
Ella sabe que los negocios con los rusos apenas están surgiendo después de años de guerra entre las dos mafias, pero confió en la palabra de Jasha.
—Tomazo y Chiara irán conmigo, además donde estaré es terreno neutral y seguro —afirmo.
Aunque en este mundo no se puede confiar en nadie.
—¿Cuánto tiempo estarás en ese país?
—Madre —trato de calmarla—. Le daré mi ayuda al boss de la mafia roja y luego regresaré a Italia porque debo solucionar algunas cosas aquí.
—Solo cuídate.
—Estaré bien —digo—. ¿Dónde está papá?
—Ahí viene —dice poniéndose de pie cuando mi padre se acerca.
—Mi hijo —dice mi padre con orgullo—. ¿Cómo va el negocio? —pregunta después de besar mis mejillas
—Cada día mejora, aunque tengo una rata que se quiere apoderar de algo que me pertenece.
—Confió en que lo solucionaras —afirma.
—No hay de qué preocuparse, sé extinguir a la rata y su nido —ningún hombre que ha intentado o me ha robado vive para contarlo y Francesco no será la excepción.
Dos horas después de haber estado hablando con mis padres, me pongo de pie para abandonar la mansión y dirigirme a la mazmorra. Necesito eliminar a los dos hombres antes de viajar a Rusia.
—Deberías quedarte a cenar —propone mi madre, pero debo declinar su invitación.
—Cuando regrese de Rusia vendré a cenar con ustedes, ahora debo terminar unos asuntos.
—Siempre dices lo mismo —acusa Pía acercándose a mí—. Pero demoras meses en venir.
—Volveré la semana entrante y las llevaré a algún lugar —los cuatro miembros de mi familia son los únicos que logran hacerme olvidar el mundo de mierda en el que estoy.
—Una semana —habla Gia—. Debes estar en esa puerta en una semana.
—Piensen un lugar al que quieran ir y les prometo que las llevaré.
—Ya lo tenemos —hablan a la vez.
—Me lo dirán cuando regrese del viaje.
Beso las mejillas de las mujeres y luego le doy un abrazo a mi padre. Despidiéndome una última vez de ellos, salgo de la mansión y me dirijo a la mazmorra para divertirme un rato con mis visitantes.
—Informales a los chicos que voy para allá, quiero que lleven todos los cuchillos a la habitación y que sujeten a los hombres en las camillas —digo mientras reviso algunos correos que recibí.
—Imagine que pedirías eso, así que ya están listo —creo que si Tomazo algún día llegara a faltar sería de las pocas personas que me harían falta.
—Siempre con un pie adelante —digo.
Cuando llegamos al lugar desciendo del auto y observo a mi alrededor buscando alguna señal de peligro, al no observar nada sospechoso camino hacía la entrada.
—jefe —me saluda Chiara.
Chiara es uno de los pocos hombres que ha trabajado conmigo desde antes de convertirme en el don.
—Tomazo solicito que se movieran los dos hombres a la habitación de tortura —dice.
—Yo se lo pedí, así que no hay problema.
Saludo a algunos hombres que hay en el lugar y después ingreso directamente a la sala donde se encuentran las ratas.
No puedo torturarlos y sacarles información a la vez, así que haré que uno vea lo que le pasara si no habla.
—Cuelguen a éste —señalo al que está más lejos de mí.
Me quito la chaqueta y la dejo a un lado. Agarro uno de mis cuchillos más grande y luego me acerco al hombre que está sobre la camilla.
—¿Para quién trabajas? —pregunto, paso el cuchillo por todo su pecho evitando hacer una herida profunda.
—¡Vete al infierno, hijo de puta! —grita el hombre.
—Seguramente si me voy al infierno seguiré siendo el diablo que volverá a acabar contigo —digo. Sigo dejando pequeños cortes en su cuerpo, sé que no le harán mucho daño, pero le causa un dolor insoportable.
Sé que el dolor es insoportable porque ya lo viví. Fui secuestrado cuando tenía diecisiete años y me hirieron de tal manera que lograron destruir mi cuerpo y mente. Las cicatrices en mi cuerpo cuentan la historia.
Puedo quedarme horas con los tipos aquí y seguramente no dirán nada. De un solo golpe cortó los dedos del hombre y este emite un grito que resuena por todo el lugar.
—Creí que no sentías dolor —me burlo—. ¿Qué sonido saldrá de tu boca si te corto el pene?
—Atrévete maldito loco, hazlo y te juro que te mataré —se mueve en la camilla intentando zafarse de las cuerdas que lo sostienen, pero sus movimientos son en vano.
—Creí que los muertos no podían hacer nada —digo—, pero veo que pretendes revivir y matarme, te estaré esperando.
Desprendo la piel de su pecho haciendo que la sangre empiece a brotar y sus músculos a notarse.
—No lo mates, por favor, no lo mates —dice el hombre que está colgado—. No trabajamos para nadie, solo queríamos algo más de dinero.
—Y la mejor idea fue robarme —digo con ironía—. Saben mi lema, han escuchado hablar de mí y aun así se atrevieron a robar.
—Solo estábamos tratando de conseguir más dinero, perdona nuestras vidas —el hombre intenta arrodillarse, pero es imposible, ya que su cuerpo está colgado.
—No soy idiota, sé que están trabajando para alguno de los otros jefes, pero enviaré la piel de tu amigo como aviso de que yo no juego.
Tarareo durante el proceso de arrancar la piel del hombre. Me demoró casi cinco horas en arrancar la mayor parte de su piel, los pequeños gemidos de dolor que emite durante el proceso no generan ningún sentimiento en mí, es más, me hacen querer acabar con él lo más rápido posible.
—Creo que no arrancaré más de su piel —dejo el cuchillo a un lado y limpio mis manos.
—Estás malditamente loco —los ojos del tipo giran por todo el lugar, pero no se atreve a verme a la cara.
—Dime para quién trabajan y tu amigo no sufrirá más —insisto una última vez.
—Púdrete —escupe, retrocedo rápido antes de que pueda escupir mi cara.
—Esto será divertido —mi sonrisa crece, pero a la vez debe verse aterradora.
Dejando que el otro hombre se desangre en la camilla, dirijo toda mi atención al que intentó escupirme —verdaderamente está loco, mucho más que yo— su cuerpo lo convierto en un colador en un par de segundos.
—Eso fue rápido —murmura Tomazo.
—El hijo de puta trató de escupirme, debería agradecer que le di una muerte rápida.
Camino hacia el hombre que está en la camilla y antes de acercarme completamente a él le digo a mis hombres.
—Hagan que llegue vivo hasta Davide, piquen el cuerpo del otro y envuélvanlo en la piel que le quite a este —digo—. Quiero que agreguen una nota donde diga que lo encontraré y acabaré con su mafia por haberse atrevido a tocar lo mío.
El hombre me mira y la ira hierve en sus ojos, lástima que no podrá hacer nada.
—Debes agradecer los minutos de vida que te doy y si eres inteligente deberías huir, lejos —lo miro directamente a los ojos mientras le hablo—. Algunas ratas son fáciles de casar y tú eres una de ellas.
Abandono la habitación para regresar a mi casa. Debo terminar algunas cosas antes de que el avión salga para Rusia.
Estoy realmente emocionada por poder compartir con ustedes este libro. Ojalá pueda tener el mismo apoyo que han venido teniendo mis libros.
Si estás aquí te doy la bienvenida a esta nueva aventura donde conoceremos personas que amaremos y otras que odiaremos.
Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales |Instagram|TikTok|Twitter|Threand| donde aparezco como Leidygm18.
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