☠|CAPÍTULO TREINTA Y UNO

Aún no puedo creer que mi periodo haya bajado. Había leído que durante el tiempo que Ale y yo estuvimos juntos había probabilidad de quedar embarazada, pero al parecer fue falso.

Cuando entré al baño porque tenía calambres en mi abdomen no imaginaba que era porque me había bajado, ver la sangre en el sanitario me desmotivo mucho, pues guardaba la ilusión de estar embarazada. Ale llegó de imprevisto y me descubrió llorando en el baño.

Su consuelo y sus palabras calaron en mi corazón e hicieron que mis sentimientos crecieran. Nunca me dijo algo que me hiciera sentir culpable o que indicara que yo estaba jodida, al contrario, sugirió que tal vez era porque él estaba viejo y que seguiremos intentando hasta lograrlo.

Cuando desperté él está junto a mí envolviendo mi cuerpo en un abrazo protector y una de sus manos estaba en mi vientre bajo llenándome de calor, al parecer no aparto su mano en toda la noche desde que la puso porque me estaba quejando de cólicos.

—No te muevas —menciona con la voz más ronca que nunca.

—Debo ir al baño, de lo contrario voy a manchar toda la cama —menciono intentando zafarme de su agarre.

—No me importa, se pueden lavar o podemos comprar muchas más.

—Ale —murmuro.

Siento como mi periodo baja y estoy segura de que en cuanto me ponga de pie voy a ver el desastre que he dejado en la cama.

—No puedo quedarme un minuto más en la cama. Necesito correr al baño.

—No quiero —hunde su cabeza en mi cuello y su respiración me eriza la piel.

—Estás siendo como un gatito —digo en un murmuro.

—No me parezco en nada a un gato, pero si tú lo quieres creer, pues que así sea.

Aprovecho cuando afloja su agarre y salgo de la cama huyendo hacia el baño. Cuando mi culo está en el sanitario agradezco no haberme manchado, aunque el tampón que llevaba estaba completamente lleno.

—Fuiste escurridiza —siento los pasos de Ale y me apresuro a ponerme un nuevo tampón—. ¿Te sientes mejor?

Me levanto del baño y arreglo mi pantalón de dormir antes de que Ale pueda entrar.

—Mucho mejor —aseguro.

Los cuidados que me dio anoche y lo atento que estuvo mientras me dormía sirvieron mucho más que los analgésicos que tomé cuando el dolor incrementó.

—Considero que es mejor que te quedes en casa hasta que te sientas al cien, puedo hablar con mi madre y decirle que pueden ir a la fundación otro día.

Los últimos tres días he acompañado a Vittoria a la fundación y es de lo mejor que he hecho desde que llegué a Sicilia. Ayudar a aquellas mujeres y conocer sus historias y la de sus pequeños me apachurra el corazón, muchas de ellas están en ese lugar porque fueron víctimas de trata de blancas y otras cuantas porque no recibieron ayuda de sus familias cuando quedaron embarazadas.

Vittoria creó la fundación hace casi veinte años y desde que la inicio no ha habido un día que se sienta menos orgullosa de ayudar a esas mujeres y sus hijos —a veces quisiera que mi madre hubiera hecho algo así o nos hubiese permitido hacer algo por nuestra cuenta, no sería tan inútil— ver como son las personas de allí con Vittoria me rectifica que la mujer tiene un hermoso corazón.

—Estoy bien, te lo aseguro.

—Mi madre no se enojará porque no la acompañes hoy —dice acercándose hasta el lavado donde estoy de pie.

—Lo sé, pero hicimos planes ayer en la mañana y no me los quiero perder.

—Podemos quedarnos acostados todo el día —propone y aunque suene terriblemente tentador, tengo que negarme a sus planes.

Recorro su cuerpo con mi mirada y no puedo evitar deleitarme con cada centímetro de su piel. Ale es mucho más alto que yo, sus piernas están tonificadas, se ve que gasta mucho tiempo en el gimnasio y eso se evidencia también en su abdomen marcado. En este momento lleva un bóxer blanco que no deja nada a la imaginación.

—¿Seguirás comiéndome con la mirada?

—Yo... —trato de negarlo, pero no puedo. Apuesto que mis mejillas están rojas y mis ojos iluminados gracias a la excitación.

Sonríe y niega antes de darme la espalda. Aún siento mucha tristeza cuando veo las marcas en su cuerpo, siento que la vida fue muy injusta con alguien tan pequeño que aún no había hecho nada malo.

Ale me ha contado parte de lo que pasó y cómo adquirió alguna de sus cicatrices.

—¿Crees que si invito a Gina a clases de pilates acepte? —pregunto mientras escojo lo que me pondré hoy.

Mis amigas no están aquí, tampoco mi madre y mi hermana, así que he perdido las clases de pilates y no quiero ir sola, no hasta que me sienta más confiada en esta ciudad.

—Seguramente, Gina no hace nada, así que seguramente esté feliz en acompañarte.

—¿Puedo pedirte algo? —pregunto.

—No hay necesidad de preguntar, lo único que no podía darte lo obtuviste.

—No la obligues a salir conmigo, no quiero que se sienta incómoda.

—No estaba pensando en obligarla —me dedica una sonrisa torcida y sé que eso era lo que iba a hacer—. Te aseguro que estará feliz de recibir una invitación tuya, también puedes decirle a Blanca, ha querido reunirse contigo.

Solo la vi una vez y siento que sería muy incómodo invitarla sabiendo que no hemos tenido una conversación o acercamiento, a diferencia de Gina que con ella he intercambiado más que un par de palabras. Ahora conozco algunas cosas de Alessandro gracias a ella.

—Blanca está tan loca como su marido, así que no te preocupes.

—¿Deberíamos invitarlos a cenar? Así puedo conocerla un poco más.

—Lo que tú quieras.

Bueno, una invitación para ellos sería buena, ya que Tomasso es la mano derecha de Ale y el único amigo que tiene.

—Te llevaré a la casa de mis padres, pero te recogeré en la fundación.

—¿Vas por mí a la fundación? —pregunto sorprendida.

Vittoria ha dicho que aunque Ale sea de los principales benefactores, solo ha ido dos veces a la fundación.

—No dejes que las mentiras de mi madre se queden en la cabeza. No voy a fundación porque no quiero entrometerme en las cosas de mi madre, además mi aspecto no le gusta a nadie de allí.

Niego de inmediato, las mujeres que no desean a Alessandro están completamente locas. Sus cicatrices solo lo hacen ver más sexy.

—No es lo que piensan las mujeres de allí, te lo aseguro.

—¿Quieres que nos bañemos juntos?

—No, así nos demoraremos más y creo que ya voy tarde.

No demoro mucho en el baño y cuando salgo veo que ya Ale está completamente listo con su cuerpo envuelto en un traje vino oscuro que lo hace ver jodidamente caliente —mis hormonas están al cien— lleva su cabello peinado hacia atrás. Parece no notar mi presencia hasta que levanta la cabeza.

—Pequeña flor, no deberías pararte frente a mí con solo una toalla cubriendo tu cuerpo. Tengo la polla dura desde que me levante y ni siquiera masturbarme mientras me bañaba sirvió.

Todo mi cuerpo se calienta, hubiese dado todo de mí para verlo mientras se tocaba, es sexy y caliente cuando su enorme mano envuelve su polla y se da placer mientras observa mi coño hambriento de deseo.

—¿Tienes reunión?

—No, tengo todo el día libre —sé que está mintiendo—. ¿Qué quieres hacer?

Dejo que la toalla caiga revelando mi cuerpo desnudo hacia él, no pasó desapercibido el brillo de sus ojos cuando recorre mi cuerpo y posa su mirada en mis tetas.

—¿Sabes que si te toco en este momento voy a tenerte toda la mañana en esa cama? —pregunta, se queda de pie esperando mi respuesta.

—Puedo decirle a tu madre que llegaré a la fundación.

Doy un par de pasos hacia él, pero me detiene antes que avance más. En un par de segundos está completamente desnudo.

—Me encanta todo de ti. Jodidamente todo, Viviana.

Cada vez que dice algo así hace que mi pecho se infle de orgullo y que alejarme de él se sienta como un pensamiento que jamás existió en mí.

Deja caer mi cuerpo lentamente sobre la cama y luego se inclina y cierro mis piernas al instante, no quiero que lleve su boca a mi coño, haría un desastre de su cara.

—¿Crees que me da asco comerte el coño?

—Sé que no sientes eso, pero tengo el periodo —digo con los ojos cerrados evitando verlo a la cara.

—¿Te incomoda? —pregunta y agrega—. Porque a mí no.

Siento como uno de sus dedos se desliza lentamente en mi coño haciéndome gemir.

—No lo hagas hoy, solo quiero que me folles —cuando las palabras salen de mi boca me llega el arrepentimiento, pero este muere cuando Alessandro me penetra sin aviso.

Mi coño está resbaladizo por la excitación y la sangre que baja. Las caricias en mi cuerpo se sienten mucho más, la mirada de Ale me quema y el placer incrementa cada vez que aumenta sus embestidas.

—Pequeña, tu coño está jodidamente caliente.

Me permito abrir los ojos para observar los gestos de Ale, puedo jurar que mientras follamos, verlo es de lo que más me gusta. La fuerza en su mandíbula, la dilatación en sus ojos que lo delatan cuando está por correrse.

Jesús, realmente me gusta mucho. Con una de sus manos acaricia mi clítoris haciendo que este se hinche más hasta el punto de ponerse dolorosamente sensible.

—¿Quieres correrte?

—¡Oh! Sí.

Su mano sube a mi cuello y aprieta haciendo que el aire sea imposible entrar a mis pulmones y que mi cuerpo sea cien veces más sensible. Cuando mi vista empieza a ponerse borrosa aprieta mi clítoris con su pulgar y hace algo en mi coño que me hace correr no nunca antes lo había hecho.

Mierda, es el orgasmo más intenso que he tenido hasta el momento. Aunque tengo los ojos cerrados siento como pequeñas luces se apoderan de mí.

Su cuerpo cae sobre el mío y ambos tratamos de recuperar nuestra respiración. No sé cuánto tiempo podemos estar así, pero si por mí fuera quisiera que toda la vida.

Después de ducharnos nuevamente y comer algo de lo que Giulia preparara para nosotros, nos marchamos hacia la fundación donde ya Vittoria me estaba esperando, pero ambas nos sorprendimos cuando Ale decidió quedarse para acompañarnos.

—¿Qué edad tienes? —le pregunta Ale a la mujer que ha estado junto a nosotros desde que llegamos.

—Dieciséis —responde Nina.

Vittoria me contó que Nina es de las más pequeñas que ha llegado a la fundación, cuando recién llegó tenía catorce años y ya estaba embarazada. Le dieron la oportunidad de abortar, pero ella se negó porque su bebé era lo único que tendría de su pareja, ya que este fue asesinado cuando intentaban salir del país.

—¿Estás estudiando?

—Terminando la preparatoria, luego tengo pensado hacer algo para poder tener un trabajo.

—¿El niño cuánto tiene?

Estoy segura de que Alessandro está intimidando a la niña con tantas preguntas.

—Ale, déjala tranquila —digo, Nina tiene una cara de terror.

—¿Quieres quedarte con el niño?

—Claro que se quedará con el niño, es su hijo —alego, como puede preguntarle algo así.

—Amo mucho a mi hijo y haré lo que sea para permanecer junto a él.

—¿Quieres estudiar en la universidad? Puedo pagarla. También puedo darte trabajo en una de mis empresas cuando termines tus estudios, tenemos buenos seguros médicos, además ayudamos a las madres solteras como tú.

No puedo decir que me sorprende lo que está haciendo. Todos sus actos me confirman que es un hombre con un muy buen corazón.

—No necesitas darle todo eso, Nina sabe que tiene una beca para estudiar en degli Studi di Palermo, además en cuanto terminé sus estudios se mudara a Pompeya.

—Ya lo tienes todo resuelto.

—Agradezco mucho su oferta, pero su madre me ha ayudado mucho y allí en Pompeya es donde deseo vivir, ya que el papá del bebé quería vivir allí antes de que intentáramos salir del país.

Ale asiente y continúa recorriendo las instalaciones e intimidando a todo el que se atraviesa en su camino, cada tanto debo recordarle que estamos en este lugar es para ayudar, no para asustar a las personas.

—Creo que la próxima semana iré con tu madre a la fundación donde están los hombres, quiero conocer allí también y ahora sí decidir en cuál voy a apoyar a tu madre.

—¿Aceptas sugerencias?

Presiento que sugerencia va a darme, pero espero a que lo diga.

—Son hombres peligrosos, te recomiendo quedarte con las chicas.

—¿Por qué crees que son peligrosos?

—Porque son hombres —responde más rápido de lo que debería.

—Ya veo.

Entrecierra los ojos y me arrastra hacia una esquina de donde estamos.

—Sí, estoy celoso. No quiero a mi mujer cerca de un montón de hombres con hijos haciéndose ver cariñosos.

—¿Cómo sabes eso si no has estado allí?

—No hay que estar allí para saberlo.

—Cuando te pones así pareces un hermoso gatito.

—No tengo nada parecido a un gato, pero si quieres verme así, no tengo problema con ello.

Sonrió y él hace lo mismo. La cicatriz en su labio se eleva y en vez de parecer aterradora, la hace ver perfecta.

Entrelazo mis manos en su cuello y me inclino para poder besarlo, pero cuando doy un suave roce, su madre nos ve y hace que vayamos con ella.

—Me gusta mucho verlos de esa manera, pero estamos en horario de trabajo, además llegaste tarde.

Me siento regañada cuando me habla.

—Madre, no seas tan dura.

Vittoria me mira y me sonríe.

—Solo quiero que vean a los dos nuevos integrantes. Abby y Susan acaban de tener a sus bebés así que quiero que vean esas cositas tan lindas.

Cuando llegamos a la habitación donde se encuentran ambas mujeres sosteniendo unas pequeñas bolitas mis ánimos caen y debo disimular y compartir la felicidad de ellas.

—Son hermosos —menciono mirando a Ale.

—Estoy segura de que cuando me hagan abuela, mis nietos serán así.

—Madre, ¿no confías en tu hijo? —pregunta Alessandro—. Nuestros bebés serán los más lindos, no habrá comparación. Lo siento por ustedes.

Egoísta debo ser porque quiero que las palabras de Ale se hagan realidad.

Las siguientes horas resolvemos algunas dudas de los ayudantes de la fundación y le aseguro a Vittoria de que cuando regrese de mi viaje con Ale iré a conocer la fundación donde están los hombres.

—Vamos a cenar en casa de tus padres.

—Ya te compartí todo el día con mi madre, ¿también debo darles parte de mi noche?

—No seas egoísta, estoy aprovechando a tu mujer para tenerte junto a nosotros —menciona Vittoria mientras llega junto a nosotros—. Me gustas demasiado Viviana.

Cuando llegamos al auto de Ale, él le dice a su madre que venga con nosotros, así que le ofrezco el asiento de adelante, pero ella lo rechaza al instante.

—Ese te pertenece a ti, que nunca se te olvide eso —dice antes de subirse a la parte trasera.

¿Les hice falta yo o el libro?  

Como algunas saben estuve casi quince días con mi papá en el hospital y hasta ahora puedo retomar mis deberes y aunque es un poco estresante, voy de a paso.  

Los planes no son como uno los decida, sino como Dios los quiera. agradezco mucho a quienes siguen aquí, realmente valoro todo eso.  

Infinitas gracias por el medio millón de leídas (me siento famosa), nos leemos posiblemente nuevamente esta semana.  

Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales |Instagram|TikTok|Twitter|Threand| donde aparezco como Leidygm18. Vota, comenta y comparte para que lleguemos a más personas.

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