☠|CAPÍTULO NUEVE
Maratón 2/?
Creí que el hombre iba a desistir del compromiso que le estaba ofreciendo papá y en mi interior rogué que no lo hiciera porque como se lo dije a él, prefiero su peligro a casarme con un anciano.
El hombre es jodidamente sexy y las cicatrices de su rostro no disminuyen ni una décima a su belleza.
Esos ojos tan negros como la oscuridad me atraparon, sus labios tan gruesos que me hicieron desear cosas que nunca he hecho y ni hablar de su toque en mi garganta.
Joder. Me imaginé en su cama, con él sobre mí y su mano en el mismo lugar en el que estaba.
¿Está mal tener estos pensamientos? Desearía haber ocultado mi deseo por él y que el hombre no se haya dado cuenta de nada.
Al día siguiente de mi cumpleaños, papá informó en el desayuno que ya tenía mi prometido y que estaba listo para que esta unión sucediera. Creí que el hombre iba a regresar, pero Eduardo me reveló que Alessandro viajó a su ciudad y que volvería a fin de mes para tener una cita formal conmigo.
Mi hermano aún sigue enojado porque no seguí sus indicaciones y ahora tendré que casarme con uno de los mafiosos con mayor brutalidad, pero lo sigo prefiriendo a él.
—¿Entonces si te casaras con él? —pregunta Livia mientras recorremos el centro comercial.
Estoy buscando un vestido el cual utilizaré para mi cita de mañana.
—Es lo que toca —respondo.
—Pero no te disgusta tanto —menciona.
—No tengo muchas opciones, es él o uno de los socios de papá.
De solo pensar que me pudo haber entregado a Ernesto, la piel se me eriza y me dan náuseas. No hubiese sido capaz de besar al anciano y seguramente el día de la boda hubiese sido el hazmerreír de todos e incluso de mi prima Allegra, ella hubiera disfrutado mi mal momento.
—Pero el hombre es sexy y jodidamente caliente —asegura—. Me gusta demasiado ese hermano tuyo, pero soy consciente y admiradora de la belleza de otros.
—Déjame que le cuente esto a Eduardo —amenazo.
—No me harías eso —asegura—. Además, solo admiro la belleza de tu futuro esposo, puede estar muy sexy y caliente, pero tu hermano está en nivel alto y rompiendo mis expectativas y algo mas.
—Mierda, esas imágenes no las borraré de mi mente —Livia estalla en risa al escucharme, logró lo que se propuso.
No quería saber y mucho menos imaginar que mi mejor amiga anda teniendo sexo con mi hermano.
—Agilicemos tu compra porque necesito reunirme con el niño.
—No le sigas diciendo niño a Eduardo.
—Como sea —pone los ojos en blanco.
Ingresamos a la segunda tienda que teníamos en mente desde que llegamos. Allí vi un vestido verde esmeralda y es el indicado para la cita de mañana. Realmente le estoy poniendo empeño a mi encuentro con Alessandro.
—¿Sabes por qué Serena no se ha reunido con nosotras? —pregunto cuando ingresamos a la siguiente tienda.
No la veo desde la fiesta de cumpleaños, lo que equivale a que no la he visto por un mes completo y es básicamente extraño, ya que siempre estamos las tres juntas.
—No sé, no me he comunicado mucho con ella —responde Livia, sostiene un vestido negro en sus manos y me lo enseña, pero niego. Ya tengo mi vestido seleccionado.
—Posiblemente su padre le esté exigiendo más de lo normal.
—No lo creo, sabes como es. Tal vez esté haciendo de las suyas.
¡Ja! Como si Serena fuera como ella. En realidad, de las tres, Serena es la más tranquila, aunque su padre siempre está exigiendo más de lo que ella puede dar, seguramente porque el señor Mancini es uno de los mejores trabajadores de papá y quiera replicar sus reglas.
—Me inclino más a que su padre la está agobiando y seguramente eso hace que ya no se reúna con nosotras.
—Como digas.
Le pido a la chica que me baje el vestido que vi y entro a uno de los vestidores para medirlo, aunque realmente no es necesario, ya que es mi talla.
—Estoy segura de que ese vestido es para engatusar a Alessandro —asegura Livia cuando salgo del vestidor.
—Tal vez sí, tal vez no. Todo depende de él.
—Puedes ver a esta mujer —le dice a la mujer que nos atiende—. Está comprando este vestido para conquistar a su prometido.
—Cierra la boda.
El vestido se acentúa bien en mi cuerpo, la parte superior tiene un escote, pero se hace menos evidente con las mangas del vestido, mientras que la parte inferior se despega de mi cuerpo bajando hasta unos centímetros por encima de mis rodillas.
—Baby, ese vestido de verdad que te queda perfecto.
—También lo creo —sonrió al verme nuevamente en el espejo.
Seguramente también le guste a Alessandro. Dios, que me importa si le gusta a ese hombre.
Después de estar un par de horas en la tienda de vestidos nos dirigimos a una tienda de zapatos donde me compré unos zapatos dos centímetros más altos que los que llevaba en la fiesta. Quiero alcanzar a Alessandro, aunque lo veo imposible, el hombre puede medir unos dos metros que no con mis tacones de quince centímetros podría alcanzar.
Al llegar a la mansión me acorrala mi madre con preguntas y con la clara intención de que le muestre mis compras, pero la ignoro como lo he hecho los últimos días, ya que últimamente está más a favor de papá que de sus hijos.
—Llevas mucho tiempo ignorándome —me acusa siguiéndome hasta mi habitación.
—Estoy cansada —ignoro su acusación— voy a darme una ducha y tratar de descansar para el día de mañana.
—Te estás comportando de una manera inaceptable —pongo los ojos en blanco evitando decirle algo ofensivo.
Inaceptable lo que ella permite que papá haga con nosotros. Nos ofrece a los hombres como si de ganado se tratara y ella no lo impide.
Verdad. Todo su mundo es así y nosotros nos vimos condenadas a este mundo por haber nacido en el.
—Alessandro estará aquí al medio día.
Creí que saldríamos en la noche.
—Le diré a Clara que te traiga algo antes de que te acueste —dice mi madre antes de acercarse y besar mi mejilla como si nada.
—Ya cené, entonces no hay necesidad.
☠
Si soy sincera no descanse lo que debería. Toda la noche pensé en mi prometido y lo que haría con él, a dónde me llevaría y de que podríamos hablar.
Tal vez lo interrogue sobre su familia.
También le haré saber que en cuanto terminen la amenaza hacia él y papá debe dejarme ir porque no quiero pasar el resto de mi vida con un hombre que no me ama. En pocas palabras, no quiero ser infeliz.
—Viviana —papá llama mi atención haciendo que mis pensamientos se detengan—. Ven conmigo, necesito decirte algo.
Me levanto del sofá y camino detrás de papá que se dirige a su oficina. Entramos y me ofrece sentarme cosa que hago de inmediato.
—Quiero hablar contigo sobre Alessandro.
Por fin. Desde el desayuno donde informó que Alessandro había aceptado su contrato, no había mencionado nada más sobre esto, bueno, no a mí que soy la afectada.
—Sé que me estás odiando por lo que estoy haciendo, pero en algún momento me lo agradecerás —muerdo mi mejilla para detener las palabras que quieren salir de mi boca—. También estoy al tanto de lo que has escuchado de Alessandro, pero de todos los candidatos, él es el mejor, aunque lo escogí tarde.
—¿Tenías a otro hombre? —él asiente ante mi pregunta—. ¿Quién?
—No tienes que saber eso.
—¿Quién? —pregunto nuevamente.
—Ernesto —revela sin entusiasmo—. Sabes que no eres virgen y nadie quiere casarse contigo sin confirmar que lo eres.
—¡Papá! —exclamo poniéndome de pie— me estabas tirando a las garras de un anciano que posiblemente me hubiera violado por todos los días de mi vida, además Ernesto tiene tu edad por no decir que es mucho mayor.
Me estremezco al recordar su mirada lasciva hacia mí. Creo que Dios escucho mis oraciones diarias.
—Era una de las mejores opciones, prometía muchas cosas.
—Como volverme su puta y esclava —nunca había hablado así delante de mis padres, pero lo que dice es repugnante.
—Viviana —trata de reprenderme con su voz autoritaria, pero lo ignoro.
—Entonces si Alessandro se hubiera negado, en este momento estaría en Estados Unidos en la cama de un viejo.
—No iba a tocarte de esa manera.
—Y yo podré librarme de este compromiso —digo con ironía, ambas cosas son totalmente falsas.
—También quiero que le ocultes a Alessandro que no eres pura —pide y siento como la ira hierve en mi sangre.
—No sé cuándo te volviste así, el padre que recuerdo es tan diferente a lo que eres en este momento.
—Sé que me estás odiando, pero por favor, no reveles esto.
—¿Si sabe que no soy virgen cancelara esto? —pregunto con una idea en mente.
—Si él cancela esto, Ernesto será el segundo en la lista.
Así murió mi idea de decirle a Alessandro que no soy virgen —aunque soy virgen, era una buena idea decir que no— y nacieron las ganas de casarme con él y alejarme de papá lo más que pueda, aunque me duela.
—Debes estar lista antes del mediodía, Alessandro ya se encuentra en la ciudad.
Alisa su traje cuando se pone de pie. Salimos de su oficina y me separo de él.
Al subir las escaleras me encuentro con mamá, la que intenta detenerme, pero la ignoro. Enterarme de que papá me entregaría a su socio y saber qué mamá permitiría eso me hace sentir rencor hacia ella.
Ya en mi habitación me encierro y llamo a mi hermana.
—¿Sabías que papá me iba a entregar a su socio más anciano? —pregunto cuando Emma toma mi llamada.
—No.
—Al maldito viejo de la fiesta, ese jodido calvo que no dejaba de lanzarme miradas lascivas.
—No creo que papá tenga el valor para hacer algo así —la escucho moverse al igual que la voz de Alonzo.
—¿Interrumpo algo? —pregunto.
—No-Sí —ambos responden y me inclino a creerle a Alonzo.
—Podemos hablar después.
Mi hermana es como mi terapeuta, ya que es a quien llamo o con quien hablo cuando la mierda me empieza a sobrepasar.
—No, me arreglaré y estaré allí en un par de horas.
—Hoy es mi cita con Alessandro.
—Lo olvidé, pero estaré allí cuando regreses —otra vez te irás con tu hermana, escucho la protesta de Alonzo.
—Atiende a tu marido, después podemos hablar, además no sé a qué horas regresé.
—Voy a hablar con mamá.
—Nuestra madre sabe los planes de papá y lo apoya, así que es un caso perdido hablar con ella.
—Mamá se está volviendo loca.
—Lo mismo pienso —digo—. Atiende a tu marido, hablamos otro día.
Cuelgo cuando ella se despide y me dirijo al baño, con una ducha caliente disminuiré el estrés que gane con la conversación de papá.
¿No le digas que no eres virgen? Que sabe papá si ni siquiera se tomó el tiempo de escucharme y dejarle claro que la única que ha tocado mi coño soy yo.
Le esparzo el gel de vainilla a la bañera y cuando esta alcanza el nivel deseado de agua me meto. Un gemido se escapa de mi boca cuando el agua caliente hace contacto con mi piel.
Dios, podría estar todo el día aquí.
Tengo casi tres horas para poder estar lista antes de que llegue Alessandro por mí.
Pongo algo de música y luego me sumerjo en el agua por un par de segundos antes de salir y tomar aire para repetir mi acción.
Dejo que los minutos pasen hasta sentirme completamente lista para salir de la bañera y arreglarme para esperar a mi prometido.
Que irónica esta última palabra.
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Para mi mala suerte mis nervios salieron a flote en cuanto estuve lista, lo que hizo que bajara a la biblioteca a tratar de entretenerme hasta que llegara Alessandro.
Mientras leía por enésima uno de mis libros favoritos empecé a recrear la imagen de Alessandro de manera inconsciente, pensé en que traería puesto hoy, tal vez unos pantalones cargo y una camisa negra de botones como la última vez o tal vez vendría con un traje completamente negro como estaba cuando lo vi por primera vez en aquel bar.
En fin, con cualquier cosa que lleve puesto se vería bien e incluso si viniera desnudo se vería aún mejor.
Siento como mis mejillas se calientan al imaginarme, al hombre desnudo.
Creí que mis sucios pensamientos habían acabado cuando me enteré de que este hombre sería mi esposo, pero incrementaron a pesar de que insistía en que no iba a estar con él por mucho tiempo.
—Señorita —la voz de una de las chicas que nos ayuda me saca de mis pensamientos— sus padres la necesitan.
—¿Él está aquí?
—Sí.
Me pongo de pie, aliso mi vestido y luego me pongo los tacones para poder salir a la sala donde me imagino que están mis padres junto a Alessandro.
Las voces incrementan a medida que avanzó hacia donde se escuchan estas. Cuando llego a las puertas mi mirada recorre los cinco hombres que hay en la sala, pero la estatura de uno de ellos sobresale entre las demás.
Contemplo al hombre que sigue hablando con mi padre. Lleva un traje de tres piezas negro al igual que sus zapatos relucientes.
—Ahí estás —dice mi padre con una enorme sonrisa.
Camino hacia los hombres y trato de saludarlos a todos de manera cortés.
Alessandro recorre mi cuerpo con su mirada, lo que me hace estremecer, luego sus profundos ojos oscuros se cruzan con los míos y me es imposible apartar la mirada.
—Viviana —Alessandro se acerca y me da un beso en la mejilla, el cual me hace estremecer—. Estás hermosa.
Estas últimas palabras son apenas un susurro e imagino que solo debía escucharlas yo.
¿Podré dejarlo después de que el peligro se disipe?
Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales |Instagram|TikTok|Twitter|Threand| donde aparezco como Leidygm18.
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