☠|CAPÍTULO DIECISIETE

Hace dos días llegamos a Nápoles y las cosas pudieron ser peor, pero todo se ha manejado con cautela y mucho mejor de lo que llegué a imaginar.

Mis padres parecen haber aceptado a Viviana con solo verla en esa cena y las gemelas están tan maravilladas que siento todo esto irreal.

Bueno, la mujer es hermosa, fuerte y astuta, a cualquier persona le gustaría, pero no cualquiera puede tenerla, ya que ella no es tan débil como lo había creado, es una luchadora innata y eso me gusta.

Mi madre está con ella en su lugar favorito y me gustaría estar allí con ellas y saber que le está diciendo mi madre a mi mujer, seguramente la está invadiendo de preguntas y si es el caso, se está asegurando que Viviana no esté siendo obligada a este matrimonio.

Si dice que sí, estoy seguro de que mi madre hará hasta lo imposible para liberarla de este contrato, si dice que no, también estoy seguro de que mi madre la hará sentir tan cómoda como sea posible.

"—¿Ya despertó?"

Le envió un mensaje a Alexey, aún no sé nada sobre Jasha y es algo preocupante, ya que el país está siendo un caos porque quien se proclamó como jefe fue herido y aún sigue en coma.

"—Hay buenas noticias, despertó, pero ahora mismo está sedado".

Bueno, eso es una gran noticia, con el ruso despierto, así que todo lo de ese país empieza a tomar un buen rumbo.

"—¿Señales de alguna secuela?"

"—Uno de sus riñones se vio afectado, pero ahora está fuera de peligro, la libramos esta vez".

"—Estaré atento a su recuperación".

Dejo el teléfono sobre la mesa, las gemelas entran a la oficina improvisada que tengo en la villa donde nos hospedaremos por los siguientes días.

—¿Cómo conociste a Viviana?

Ambas hacen la pregunta a la vez, parece que esa conexión de gemelos realmente existe.

—En un bar.

—Oh, eso es raro, parece que se cohíbe de muchas cosas, no sé —menciona Pía.

—Tal vez es algo tímida como tú.

—No soy tímida, solo no me gustan algunas cosas.

—Tal vez sean sus padres, ya que en toda la cena estuvo acatando cada orden que le daba su padre sin decirle no a nada.

Todos en la mesa lo notamos y tuve que intervenir para que Francesco dejará a Viviana cenar tranquila, tantas personas y solo quería que ella nos atendiera.

—Papá no nos trata de esa manera, si quiere sal o algo así él mismo la agarra.

—Te desvías de la pregunta que hicieron —digo—. Conocí a Viviana en un bar, aunque huyó en cuanto me vio.

Cosa que debo averiguar por qué lo hizo.

—Tal vez la pusiste nerviosa.

—No lo creo.

Hablo con las gemelas hasta que nuestro padre entra a la habitación y me pide un momento para los dos.

—Hay algo que me llevo preguntando hace algunos días y me gustaría que le dieras respuesta.

—Dime —digo, mi padre no parece para nada preocupado, entonces deduzco que lo que se lleva preguntando no es nada grave.

—¿Cuál es el verdadero motivo por el que te estás casando con esta chica?

—¿Eh?

—Lo que pregunto es, ¿Cuál es el verdadero motivo? —dice—. No insistas con que Francesco te ayudará con la guerra que ha iniciado Davide, ya que estoy seguro de que tú puedes solo con ese hombre.

Bueno, por algo es mi padre, el hombre me conoce demasiado bien y es complicado mentirle, pero por ahora no le diré que es porque la mujer me gusta y la estuve buscando durante ocho meses para encontrarla en la casa de uno de los hombres que más odio.

Porque sí. Francesco es un hombre miserable y el desprecio que le tengo es realmente evidente.

—Porque quiero salvarla —menciono, es algo de mentira con algo de verdad.

—Pero hay algo más, no vas por la vida salvando personas que no te importan.

Ahí está el hombre que conoce cada capa de mí, es cierto que no voy por la vida ofreciéndole mi ayuda a cualquier persona y menos creyéndome Dios.

—No sé a dónde quieres llegar, pero estoy haciendo esto por dos cosas, la ayuda de Francesco y porque quiero salvar a la mujer, eso es todo.

No lo es, pero seguramente él ya lo sepa.

—Si lo dices, pero debes saber algo, si en realidad lo estás haciendo por salvar a la mujer, la debes dejar ir en algún momento.

—Eso nunca pasará, Viviana será mía y nunca la dejaré ir, un matrimonio es para toda la vida.

Mi padre sonríe ante mi declaración.

—Eso está bien, para toda la vida.

—Padre.

—Lo sé, Al, eso me alegra mucho, entender que sabes la importancia de un matrimonio.

Dicho esto, sale de la oficina y me deja allí sin poder darle una respuesta a lo que realmente significan las palabras que acaba de decir.

Lo sé chico, estás progresando y dejando entrar a alguien. Eso es lo que quiso decir, lo conozco tan bien como él me conoce a mí.

—¿Cómo van las cosas allí? —le pregunto a Tomasso cuando atiende mi llamada.

—Creo que bien.

—¿Creo?, ¿las dejaste subir solas?

Tomasso sabe que no podemos dejar sin seguridad a las mujeres y mucho menos cuando estamos en una ciudad que no es la nuestra.

—Subí con ellas, pero estoy alejado, tu madre no permitió que nos acercáramos, quería privacidad con tu mujer.

—Mamá siendo ella, ¿logras ver el rostro de Viviana?

—Sí, te informo que parece estar muy cómoda con tu madre, la he visto reír demasiado.

Bueno, eso es algo bueno. La mujer estaba muriendo de los nervios cuando fui por ella y durante todo el viaje, no pase desapercibido el movimiento de su pie.

—¿Cuánto te dijeron que iban a estar allí? —pregunto.

—Tu madre dijo que ella informaría cuando quisieran volver —dice—. Este lugar es genial.

Sí, lo mismo pensé cuando Viviana me llevó allí, seguramente si viviera en esta ciudad, ese sería mi lugar favorito como lo es para mí Catania.

—Mantenme informado de lo que suceda, no tengo conocimiento de lo que mi madre quería hablar con Viviana.

Las siguientes horas termino algunos pendientes como la distribución de las armas que me envió Alexey hace unos días.

Viviana camina junto a mi madre mientras las gemelas las siguen, «al parecer mamá no le ofreció huir» Viviana les sonríe a las gemelas y estas le devuelven el gesto.

—Creí que no estarías aquí cuando llegáramos —mi madre se acerca y besa mi mejilla antes de tomar asiento.

—No tengo planes para salir, las estaba esperando —confieso.

Mi mirada se dirige a Viviana, que aún no se sienta.

—¿Crees que puedes quedarte a cenar con nosotras? —pregunta Gia—. Así podemos enseñarte algunas cosas que hemos visto para tu boda.

La mujer me mira y asiento, no es que deba darle permiso para quedarse, pero está buscando mi aprobación.

Una de las tantas cosas que odio de Francesco, pone a sus mujeres como inferiores, cosa que no debería ser así.

—Tal vez puedes quedarte toda la noche —dice mi madre.

—No puedo —habla Viviana rápidamente—. No creo que sea adecuado dormir con Alessandro antes de la boda.

—No tienes que dormir con él, hay muchas habitaciones aquí —las mejillas de Viviana se enrojecen ante las palabras de mi madre.

—No creo que mi padre acepte eso —dice en voz baja, pero todos los que estamos en la habitación la escuchamos.

—Pero eres mayor —le recuerda Gia.

—Yo hablaré con Francesco.

Camino hacia la oficina y antes de que pueda cerrar la puerta, Viviana entra.

—No lo llames —pide—. Será un problema si le dices que me quedaré aquí.

—No veo ningún problema en que mi mujer se quede en la casa donde están mis padres.

—Tú no, pero Dios, mi padre va a enloquecer.

—Que enloquezca, no hay problema con eso o ¿no quieres conocer a mi familia?

Puede parecer una manipulación, pero está muy lejos de serlo.

—Sí, pero puedo regresar mañana, además no tengo nada de ropa aquí.

—No hay problema, enviaré a Tomasso para que tu madre le dé algo.

—Mi padre va a matarme.

—No lo hará.

Primero lo mataré yo antes de que le ponga una mano encima a mi mujer.

—No cambiarás de opinión, ¿realmente quieres que pase la noche aquí?

Muerde una de sus uñas mientras que uno de sus pies se balancea en señal de nerviosismo.

—No, además sería perfecto para que nos vayamos haciendo la idea de lo que pasará la próxima semana.

La confusión es evidente en su rostro, me acerco a ella y lo único que hace es retroceder hasta que se pega a la pared.

—No puedes tocarme —dice.

—¿No? —pregunto, llevo mis manos a cada lado de su cabeza.

—No hasta que yo pueda hacerlo contigo.

Entonces ninguno nos tocaremos, no puedo dejar que descubra lo que estoy ocultando debajo de este traje.

—¿Puedo besarte?

Algo ridículo, porque le pregunto a mi mujer si puedo besarla, pero realmente me importa que quiere ella.

Asiente y ese simple gesto me doblega aquí, no la estoy besando por obligación, ella lo quiere y espero que tanto como yo.

Capturo sus labios en un beso lento, pero con el pasar de los segundos deseo mucho más, introduzco mi lengua en su boca haciéndola chocar con la suya, sus labios son dulces y aún estoy tratando de descubrir el sabor que siento de ellos, pero cada vez que siento haberlo descubierto, el sabor cambiar.

Desciendo mis manos y la dejo a centímetros de su cuerpo, quiero tocar más allá de lo que pueda permitirme, pero no soy capaz de dejarla tocarme, así que no puedo tener algo que no puedo dar.

Un leve gemido se le escapa, me separo para poder observar su rostro. Tiene los ojos dilatados y sus mejillas más rojas que nunca.

—Realmente quiero tocarte —susurro.

Camino hacia el escritorio y tomo asiento antes de coger el teléfono para poder llamar a Francesco.

—Es maravilloso saber que soy digno de una llamada tuya —menciona Francesco en cuanto atiende mi llamada.

Viviana me observa y el nerviosismo parece haber regresado a su cuerpo.

—No, no eres digno, llamo porque quiero hacerte saber algo.

—Al parecer soy útil.

—Viviana se quedará esta noche conmigo.

—¡No! —juro que su grito lo acaba de escuchar Viviana por la manera en la que se estremece.

—No hay problema en que lo haga —digo—. Creo haber escuchado eso, ¿no es así Francesco?

—Dije que no, enviaré a uno de mis hombres por Viviana.

El hombre está loco si cree que voy a permitir eso, Viviana se quedará esta noche y si es posible, también se quedará todas las noches de aquí a la boda.

—Yo no lo creo, llevaré a Viviana temprano porque sé que saldrá con tu esposa y mi madre para conseguir cosas del matrimonio.

—Esto no fue lo que acordamos —articula.

—No acordamos nada, solo firmamos un contrato y estoy acogiendo mi parte.

—No la puedes tocar, joder, no puedes dormir con ella hasta después de la boda.

—¿Qué es lo que te preocupa? Será mi mujer en dos semanas, no hay diferencia si la tomo hoy o después.

Viviana niega antes de abandonar la oficina, seguramente esté odiando lo que le acabo de decir a su padre, pero Francesco debe saber que ya no tiene ningún poder sobre Viviana.

—No puedes tocarla, sabes las reglas de este jodido mundo.

—Ni siquiera estoy seguro de que ella sea virgen, pero si quieres seguir las reglas ¿Por qué no averiguamos que me ofreciste?

Esto es realmente una mierda y odio hablar de esto con Francesco, la intimidad de Viviana no nos importa a ninguno de los dos. Lo dije antes y lo digo ahora, no me importa si la mujer no es virgen, pero los hombres que estuvieron con ella no vivirán por mucho tiempo.

—No tengo problema con que Viviana se quede allí, espero verla mañana antes de que se vayan de compras.

—Eso está muy bien, nos veremos mañana.

Finalizo la llamada. No me importa qué más tenga por decir el hombre.

Regreso a la sala donde están las mujeres junto a mi padre, parecen estar hablando muy a gusto hasta que yo llamo su atención.

—¿Qué dijo Francesco? —pregunta mi madre.

—Que no hay ningún problema —digo.

El hombre dijo esto porque lo amenace, seguramente cree que si me entero de que la mujer no es pura, no me casaré con ella.

—Bueno, estamos viendo algunos arreglos para la ceremonia, aunque Viviana ya eligió muchas cosas.

—También quiero participar con esto —afirmo.

Quiero involucrarme en los arreglos y todo lo que conlleve a la boda, ya que será mi primer y único matrimonio.

—Eso es bueno, el novio también toma decisiones —opina mi padre.

Las siguientes horas se nos va el tiempo entre escoger colores, manteles y demás cosas para la boda, solo nos tomamos un descanso para cenar y luego regresamos a la sala para adelantar todo.

Un matrimonio lleva su tiempo, pero nosotros solo tenemos menos de diez días.

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