☠|CAPÍTULO DIECINUEVE

Cuando dejé a Viviana en la mansión de sus padres me arrepentí, quise devolverme y traerla conmigo, no quería dejarla allí y menos con su padre que estaba cabreado porque no la traje la noche anterior y decidí sin importarme su molestia dejar a mi mujer en el mismo lugar donde yo estaba.

Anoche no pude dormir, tuve que masturbarme dos veces y eso no ayudó a que la dureza de mi polla disminuyera. Ver el rostro de Viviana mientras se frotaba en mi rodilla y su corrida en mi pantalón fue un total espectáculo que quiero repetir todas las veces que sean posibles.

Quiero ver su rostro cuando mi polla esté en su coño, quiero ver su rostro cuando le folle la boca y quiero ver su rostro cuando se corra con mi boca en su coño.

La mujer es hermosa, pero es aún más hermosa cuando alcanza su clímax.

Antes de bajar del auto mi teléfono sueña y me sorprende que Viviana me esté llamando tan rápido, no hace mucho la deje en la mansión, así que deduzco que algo paso.

—Pasa algo —hablo en cuanto respondo su llamada.

El silencio se instala y me empiezo a preocupar.

—Debo cancelar la salida de hoy —su voz es tan solo un susurro y eso me confirma que no está bien— me encontraré con mis amigas.

Está mintiendo, estoy seguro de que el cambio de planes no se debe a una salida con sus amigas, pues en la tarde saldríamos todos juntos y ella se veía demasiado ilusionada para cambiar los planes en menos de una hora.

—¿Sucedió algo con tu padre? —pregunto con la intención que sea sincera conmigo, pero fracaso.

—No.

Mierda, voy a descubrir que paso, no está siendo la misma, no está hablando como regularmente lo hace y no, no la conozco hace mucho, pero lo poco que se me hace comprender que las cosas no van bien.

—Bien, nos veremos mañana.

Me despido de ella y espero a que finalice la llamada para poder comunicarme con el hombre que tengo trabajando en la mansión de Francesco.

—¿Qué está haciendo Viviana? —pregunto en cuanto Gabriele me responde.

—Está en el despacho del señor, no ha salido de allí desde que usted la dejó.

—¿Puedes acercarte y ver qué hacen? —digo.

—Espere —siento sus pasos y cuando se detiene—. Acaba de salir del despacho y se dirige a su habitación.

—¿Crees que puedas subir?

Es arriesgado que lo haga, ya que muy pocos hombres tienen la oportunidad de entrar a la mansión de Francesco y si llegan a descubrir a Gabriele me quedaría sin un hombre en esa mansión y no puedo darme el lujo hasta que me lleve a Viviana a Sicilia.

—No lo creo, el señor acaba de salir y si me ve subir a las habitaciones me mata.

—Mantente cerca de ella y avísame cualquier cosa —digo—. Avísame si sale de la mansión.

—Como diga.

Finalizo la llamada y entro a la villa donde está mi madre esperándome en la sala.

—Recibí un mensaje de Viviana —me aborda cuando me siento.

—Yo recibí una llamada, no creí que fuera a cancelar los planes.

—Tal parece que algo le cayó mal —menciona mi madre, giro para mirarla y se percata de la sorpresa en mi rostro.

—Muéstrame en mensaje —digo.

"—Lo siento, debo cancelar la salida de hoy, llegue algo indispuesta, nos podemos ver mañana en el mismo lugar, mi madre se encargará de reservarlo nuevamente".

Lo sabía, algo pasó cuando me vine de allí, nada de lo que me dijo a mí o a mi madre es real.

El mensaje fue enviado hace un par de minutos, lo que quiere decir que lo envió cuando terminamos de hablar.

—¿Qué piensas?

—Que esto es una mierda —digo mis pensamientos—. Viviana estaba bien y feliz cuando llegamos a la mansión.

No es que estuviera brincando en un pie, pero lo que hicimos ayer hizo que la actitud de Viviana hacia mí cambiará, además ella sí quería salir con mi madre, ya que habían reservado algunas cosas para ver.

—¿Crees que su padre fue quien canceló la salida?

—Estoy seguro de que hizo algo más que cancelar esta salida, pero ya mismo lo voy a averiguar.

—Espera, Al, tal vez hubo algo que comió en su casa y si está indispuesta.

—No lo está, madre, ella tiene dos versiones para cancelar esta salida.

—¿Cómo?

—A mí me dijo que iba a salir con sus amigas, por eso cancelaba nuestra salida.

—Jesús, eso es raro.

—Muy raro, ¿ella te contó todo sobre este matrimonio?

Sabiendo lo que está buscando Francesco, sé perfectamente que él está detrás de la cancelación que nos hizo Viviana.

—Lo mismo que me contaste tú, que si no era contigo era otro hombre y que ella prefirió que fuera contigo —se lleva una mano al pecho fingiendo un dolor mientras sonríe—. Además, le hice una propuesta, pero prefiere quedarse contigo, así que la chica no será tan infeliz como lo pensé.

—Nunca estuvo en mis planes hacer infeliz a Viviana.

—Eso veo. ¿Entonces qué piensas hacer?

—Ir por ella, estoy seguro de que algo sucedió en casa de Francesco cuando la deje, así que no me voy a quedar aquí a esperar.

—Lo entiendo —sonríe.

—¿Qué entiendes?

—Lo que me dijo tu padre anoche, al parecer es más que un contrato, estamos seguros de que te gusta ella.

Su sonrisa se agranda y para evitar discutir con mi madre o revelarle la verdadera razón por la que acepté este contrato, regreso a mi auto.

Tomasso conduce mientras yo trato de comunicarme con Viviana, pero no atiende mis llamadas tal como lo hizo las dos últimas semanas.

—¿Qué crees que pasó? —me pregunta Tomasso.

Muchas cosas vienen a mi cabeza y ninguna es buena, tal vez Francesco la amenazó o reprendió por haberse quedado anoche en la villa.

—No lo sé, es algo que voy a descubrir.

—Bueno, entonces prepárate porque hemos llegado.

Agradezco haber encontrado una villa no muy lejos de la mansión de Francesco, así puedo ir y venir del lugar con mayor regularidad.

—No cometas una locura, si quieres asesinar al hombre, espera hasta después de la boda, si lo haces antes, nunca podrás tener a tu escapista.

Pongo los ojos en blanco ante las palabras de Tomasso. Él era la única persona que sabía que yo estaba buscando a Viviana, hasta que uno de sus investigadores decidió traicionarlo contándole mi búsqueda al hijo de puta de Francesco.

—No puedo asegurar nada, si la hirió tendré que asesinarlo.

—Alessandro.

—Bueno, intentaré no matarlo.

Salgo del auto y subo los escalones con Tomasso siguiendo mis pasos. La madre de Viviana es quien abre las puertas y el entusiasmo de los últimos días ha desaparecido de su rostro.

—¿Dónde está ella? —pregunto.

No me tomo el tiempo de saludarla, ya que no vine a ser sociable, solo quiero asegurarme de que mi mujer se encuentra bien.

—Salió con sus amigas, creí que te había avisado.

—Lo hizo, pero creí que saldría más tarde, hay algo que debo decirle.

—Tendrá que ser mañana, no creo que regrese temprano.

—La puedo esperar, tengo el día libre.

—No —miro a Aurora con desprecio—. No pierdas tu día, pueden verse mañana.

—Voy a esperarla, es importante lo que debo decirle.

—Entonces llámala.

La insistencia de la señora me está molestando, pero acepto su sugerencia. Marco al teléfono de Viviana y sorprendentemente lo escucho como si estuviera en esta casa.

—¿Ella está aquí?

La mujer niega de inmediato.

—Seguramente dejó su teléfono.

Miro a Tomasso y asiente ante mi mando silencioso. Sube las escaleras rápidamente y yo lo sigo, Aurora empieza a gritar y la ignoramos completamente.

—¿Cuál es la habitación de Viviana? —le pregunto a una de las mujeres del servicio mientras abro algunas puertas a mi paso.

—¡Habla! —grita Tomasso.

—Esa —señala la penúltima puerta del pasillo.

Antes de poderla abrir, un hombre se me interpone en mi camino y lo aparto haciendo que se caiga al piso.

—¿Por qué me impiden verla? —pregunto.

—Porque no debes estar aquí, este no es nuestro trato y me estás incomodando.

Francesco trata de ocultar su nerviosismo con una serenidad que no le queda para nada bien.

—¿Qué le hiciste? —Llevo mi mano a donde descansa mi arma, Tomasso niega antes de interponerse entre Francesco y yo.

No lo hagas —dice para que solo yo pueda escucharlo.

—¡Viviana! —grito para que la mujer salga, pero no lo hace.

—Ella no está —insiste su madre.

—Si no sales voy a tirar la maldita puerta, así que abre —exijo.

Ni un movimiento se siente, Francesco sonríe mientras Aurora se muerde el labio inferior.

—Ábrela —le digo a la mujer que me dijo cuál era su habitación.

—No puedo.

—¡Abre la maldita puerta!

—Voy a pedirte que te retires, Alessandro, estás asustando a mi mujer y mis empleados.

—¿No la van a abrir? Ok.

Todos miran lo que hago y ninguno me impide tumbar la puerta que me separa de Viviana, entro a la habitación y la mujer no está.

—Todo esto es absurdo, es claro que ella salió, te aviso que iría con sus amigas.

—Pues a mi madre le dijo otra cosa.

Los ojos de Francesco se agrandan y retrocede cuando me acerco.

—¿Q-qué le dijo?

—¿Qué le hiciste?

—Nada.

Ignoro su respuesta, camino hacia una de las puertas de donde proviene el ruido que escuchamos, abro sigilosamente y veo a Viviana de pie junto a un tocador terminado de maquillar su rostro, no pasó desapercibido la hinchazón en una parte de su mejilla.

—¿Qué mierda le hiciste?

Tomasso me detiene cuando intento atacar a Francesco.

—Aquí no, hay mucha gente —me recuerda.

Me trago mi enojo cuando Viviana me mira y compruebo que una gran parte de su mejilla derecha está hinchada y su maquillaje no puede ocultar el morado.

—Viviana —menciono su nombre mientras trato de acercarme a ella.

—Lo siento, no quería que me vieras así —dice, trata de ocultar su rostro de mí, pero ya la he visto—. Tuve un accidente cuando intenté ducharme.

Está mintiendo, no la conozco, pero sé cuándo las personas mienten.

—¿Cómo?

—Resbale en la bañera -señala la bañera a su lado.

—¿Sabes que odio más que mis enemigos? —ella niega de inmediato—. Las mentiras.

Mira de su padre a mí y comprendo la situación —ya lo había hecho, pero me negaba a creer que un padre le hiciera esto a su hija—, Francesco retrocede nuevamente y me limito a no mirarlo, no quiero derramar mi sangre en este momento, no hasta poner a Viviana a salvo.

—Llevaré un juez a la villa en la tarde, mañana regresaré a Sicilia con mi esposa.

—No puedes hacer eso, tenemos planes diferentes, hemos invertido mucho en esto.

—Yo he invertido y me importa una mierda perderlo, hoy mismo me casaré con Viviana y mañana regresaré a mi ciudad.

—No vas a hacer eso.

—Observa como lo hago -miro a Viviana—. Recoge lo que necesites hoy, el resto de tus cosas las traerá uno de mis hombres.

Nadie hace un movimiento incluyendo a Viviana, quien está viendo a su padre con el horror plasmado en su rostro.

—Para hoy.

—No hagas esto Alessandro, tenemos un contrato —Francesco insiste—. Te llevas a mi hija y ¿Cómo quedo yo? ¿Cuál es la ayuda que voy a recibir?

—¿Cuánto necesitas para que luches sin mí?

—Necesito tus hombres, necesito tus municiones y te necesito a ti.

—No me necesitas a mí, necesitas mi dinero y es lo que te estoy ofreciendo.

Veo como Viviana se mueve junto a su madre, quien le ayuda a guardar algunas cosas mientras yo sigo hablando con Francesco.

Necesito salir de esta casa, debo irme de esta ciudad y asegurarme de que nadie más pueda golpear a Viviana. Voy a asegurarme de que esté bien, terminar con Davide y ser el puto karma de Francesco por el resto de su vida.

—No puedes salir de aquí, Viviana, sabes lo que hablamos.

—¿Hablaron? Hablar mi maldito culo, no he creído ni una mierda de lo que dijo Viviana y no descargo mi arma en ti en este momento porque no voy a matarte el día de mi matrimonio y no voy a marcar la vida de mi mujer, pero esto no se quedará así.

—¿Me estás amenazando? Tengo el mismo poder que tú, así que, si te vuelves mi enemigo, la sangre se derramará como la lluvia.

—Siempre fuiste mi enemigo, acepte tu trato por ella, de lo contrario, estarías en el infierno rindiendo cuentas.

Tomasso sostiene la pequeña maleta improvisada de Viviana mientras nos sigue.

Salimos de la mansión y hago que Viviana entre al auto mientras le digo un par de palabras a Tomasso.

—Encárgate de que alguien intercepte las llamadas de Francesco, estoy seguro de que no se va a quedar con los brazos cruzados.

—¿Te vas a casar hoy?

—Lo haré y mañana regresaremos a Sicilia.

Entro al auto y evito mirar a Viviana, ya vi suficiente y si sigo mirando ese hermoso rostro que ahora se encuentra hinchado, estoy seguro de que regresaría y acabaría con la vida de Francesco.

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