☠|CAPÍTULO CUATRO

Mi estancia en Rusia se extendió por dos días más, así que debí cancelar mi visita a Francesco. Deje un puñado de mis hombres más leales para que pudieran acompañar al ruso en su guerra, pero no me quede porque las cosas en mi ciudad se complicaron con el recado que le envié a Davide.

—-Tres de nuestros hombres han muerto y el edificio del norte fue incendiado —Jesús. Ese hombre dio un fuerte ataque.

—Tengo la ubicación de tres bodegas del hijo de puta, quiero que envíes hombres a las tres y se deshagan de todo lo que haya en ellas.

El hijo de puta empezó robando mi mercancía, luego mi dinero y ahora quiere meter su maldita droga a mi territorio. Teníamos una alianza, las cuatro mafias más poderosas de Italia, pero al parecer dos de ellas me están declarando la guerra.

—¿Quieres que ataquemos su mansión?

—No. Quiero verlo antes de enviarlo al infierno, además su familia está ahí.

—Ni que eso te importara.

Soy un hijo de puta y no me importa matar a quienes se me cruzan en el camino y si me toca desaparecer su linaje entero lo haría, pero a los hijos de Davide los dejaré fuera de esto.

—No me importa, pero Matteo está creciendo y es diferente a su padre, tal vez pueda ser un excelente capo y pueda obtener beneficios de él en el futuro.

—Sí, al parecer el niño no tiene buena relación con su padre.

Estando en el edificio que utilizo para proteger mi mercancía más importante, subo a mi oficina para poder hacer unas llamadas y revisar lo que llegó de Rusia —la pólvora de los rusos es de mejor calidad comparada con la de los chinos y aunque es más costosa no me importa invertir un poco más de dinero—, terminando algunas llamadas me decido a ir a una de las bodegas de Davide y así mismo ser testigo de la destrucción de ella.

—¿Estás seguro de que quieres ir? —me pregunta Tomasso—. Saldrás de la ciudad tres veces -me recuerda.

—No importa —aseguro—. Quiero ver como el imperio de Davide empieza a desmoronarse.

—Hombre, te estás agotando sin sentido —dice.

—Todo en esta vida tiene sentido, además tal vez pueda dejarle un aviso a Davide personalmente.

El hijo de puta está muy confiado y seguramente esté pensando que no haré nada.

—Como quieras, me tocara proteger tu trasero de esos dos.

—Saldremos mañana, hoy voy a visitar a mis padres.

Con mi retraso en Rusia tuve que cancelar los planes con las gemelas, lo que lleva a que ellas estén totalmente enojadas conmigo y no deseen verme.

—¿Tienes un horario específico?

—En la mañana, lo más temprano posible, si llegamos temprano a Apulia podemos ejecutar nuestros planes —camino hacia la puerta con él siguiendo mis pasos—, tal vez pueda enviarle un recado a Davide y si tenemos suerte podemos regresar en la noche.

Con suerte volveremos en la madrugada, pero si hay contratiempos nos quedaremos dos días más en Apulia, pero allí debo tener sumo cuidado, ya que en esa ciudad no tengo mucha gente de mi lado.

—Bueno, entonces tú vas donde tu familia y yo voy a visitar a mi mujer —dice.

—No te preocupa que me agote, te preocupa no ver a tu mujer en tanto tiempo —acuso.

—Me entenderás cuando consigas a tu mujer.

—Con mi locura no creo que una mujer se quede a mi lado por mucho tiempo.

Mis demonios del pasado, las inseguridades a mostrar mi cuerpo, la maldad que corroe mi ser y mi trabajo no son aptos para tener una relación así que por eso y más he evitado una relación seria.

—Mi Bianca me acepto con mis demonios, así que alguna loca igual a ti estará por ahí esperando que la aceches —habla con demasiada seguridad.

—Necesito una persona cuerda en mi vida —digo—. Una mujer que aleje mis demonios cuando yo no pueda.

—Buen punto y estoy seguro de que la encontrarás porque te la mereces.

Sonriéndole, me despido de él y me subo al auto en compañía de Chiara.

No pude dormir mucho. Los problemas que me está causando Davide y el no estar completamente seguro de que Francesco sea quien se esté quedando con mis mejores rutas me tiene con mis pensamientos totalmente activos.

Tal como lo pedí. A primera hora ya el jet estaba listo para despegar hacia Apulia. El vuelo demoró una hora, por lo cual aterrizamos en una pista privada alrededor de las ocho de la mañana.

Estando reunidos en un pequeño lugar que Tomasso consiguió desde ayer, tratando de terminar de planear la ejecución de esta tarde.

—Trece de nuestros hombres se repartirán en las bodegas que están al oeste —informa Tomasso.

—Nosotros iremos a la del norte, llevaremos cinco hombres —digo—. Nos mantendremos comunicados.

Nos aseguramos de que la distribución de los hombres y que las armas y granadas incendiarias sean lo suficiente para este trabajo.

—Chiara acompañará a los hombres que van a la bodega del oeste —digo y este se pone de pie y empieza a dar indicaciones—. Tienes que regresar vivo, te necesito completo.

Aunque tengo un nombre y soy considerado un hombre despiadado, aprecio a mis hombres y lo leales que son. Así que perder a uno de ellos hace un bache en mi organización.

—Volveremos los trece —asegura.

Cada que pierdo un hombre siento algo amargo porque cada persona que trabaja para mí lo hace con suma lealtad.

—¿Todos tienen sus audífonos encendidos? —pregunto a través del mío recibiendo respuesta de todos al instante.

Saliendo del lugar nos dividimos según lo planeado.

Mientras uno de mis hombres conduce, Tomasso y yo miramos una última vez el mapa de la bodega donde iremos. Esta es tan grande como mi edificio en Sicilia y puedo jurar que es la más importante para Davide, así que el golpe que daré será difícil de recuperar.

—Te cubriré en todo momento, así que no te separes —pide Tomasso.

—Lo mismo va para ti.

Tomasso es mi hombre más leal y el único que conozco desde que tengo uso de razón. Crecimos juntos como si fuéramos dos hermanos y aunque no compartimos sangre lo considero mi familia.

A una distancia prudente observo por mis binoculares el movimiento del lugar y efectivamente está abarrotado de hombres custodiando el lugar.

—Alcanzo a ver quince hombres.

—Yo conté doce —digo, son los hombres que hay fuera del lugar.

Pero vamos a atacar desde afuera, así que tendremos unos tres minutos antes de que el lugar se triplique con los hombres de Davide.

—Acércate —le digo al hombre que conduce—. Nosotros bajaremos, pero tú te quedarás aquí.

Esto nos reduce a cinco hombres, ya que en el otro auto también se quedó el conductor para estar listo en el momento que tengamos que salir.

Tomando la delantera empiezo a caminar hacia el lugar y cuando estoy a unos metros le disparo al hombre más cerca. Ninguno de ellos se dio cuenta hasta que derribo tres hombres más.

Las balas empiezan a resonar por todo el lugar. Tomasso y yo nos acercamos sigilosamente hasta donde estaba el primer grupo de hombres que yacen sin vida en el suelo.

—Andrea —llamo al hombre que va a mi lado—. Encárgate de incendiar el lugar, tienes diez minutos —digo mirando mi reloj.

—A tu derecha —susurra Tomasso.

Mato a dos tipos más. Un puñado de hombres salen de la bodega y empiezan a disparar hacia donde nos encontramos nosotros, lo cual nos hace retroceder hasta estar resguardados en una pared.

Lanzo una de las granadas hacia el grupo de hombres que sale de la bodega. Manteniendo una distancia prudente con el lugar, observo como la explosión inminente empieza a consumirse el edificio poco a poco. Retrocedemos un poco cuando el fuego se expande de manera rápida.

—Eso fue bastante rápido —más de lo que creía.

Hombres en llamas salen corriendo del lugar y ayudando a terminar su dolor les disparo. Saliendo de nuestro resguardo soy mucho más rápido que ellos y acabo con los pocos hombres que siguen pie.

—¿Todos están muertos? —pregunto, todo parece estar en calma, pero no debemos confiarnos.

—No lo creo, pero deberíamos irnos ya —dice Tomasso—. Pronto llegará la policía y no queremos enfrentarnos a ellos.

Quería a uno de los hombres para enviarle un mensaje a Davide, pero creo que tendré que hacerlo yo mismo.

Tomo una foto del lugar y luego la envió al número que logre sacar de los hombres que maté hace una semana.

No te metas en mis terrenos, no jodas mi gente. Esto es un pequeño aviso. Deja tu maldito trasero afuera de Sicilia y podrás ver a tus nietos, si no lo haces las consecuencias llegarán a ti.

—Los del oeste se dirigen al lugar de encuentro -me informan.

—¿Tuvimos pérdidas? —pregunto.

—Dos de los nuestros están heridos, pero Chiara dice que no es nada grave.

Dejo escapar un suspiro lleno de tranquilidad. Hoy no tuvimos pérdidas, pero hice justicia por mis tres hombres asesinados.

Davide me quitó tres, pero yo le quité medio ejército y dos de sus bodegas, siendo una de ellas la más importante.

—¿Iremos por la tercera?

—No, terminemos esto por hoy.

—Dios escuchó mis oraciones —bromea mi hombre de confianza—. Puedo regresar con mi mujer.

—Recuerda que viajaremos a Campania —digo.

—Sí, pero disfrutaré estos dos días junto a mi mujer.

Dirigiéndonos al lugar de encuentro, hago un par de llamadas antes de meter nuevamente mi teléfono a mi bolsillo.

Antes de viajar a Campania reúno más información para asegurarme de que Francesco es quien está detrás del apoderamiento de mis rutas. La policía no habla y los hombres que capturamos ayer tampoco han abierto su boca para decir algo que me interese.

Tomasso creía que Francesco era quien estaba detrás de todo esto, pero la mercancía que incautamos no es lo que suele traficar Francesco, pero tal vez esté ingresando a nuevos negocios.

Todo esto lo descubriré yendo a su ciudad porque desde aquí no puedo hacer nada.

—Estos cinco días fueron los mejores para mí —Tomasso interrumpe nuevamente mis pensamientos.

—Agradece porque no tendrás más días libres hasta dentro de dos años —reveló.

El viaje estaba planeado dos días después que regresáramos de Apulia, pero con el interrogatorio a la policía que me sirve, y a los hombres que capturamos tuve que dejarlo para después, ya que primero quería conseguir más información y así poder atacar a Francesco con evidencia.

—Querido Dios, que Alessandro logre conseguir una mujer en esos dos años, así podré estar más tiempo con mi Bianca.

Niego al escuchar su oración.

—Hoy terminaremos con uno de los hombres que está en la mazmorra y mañana viajaremos con o sin información valiosa, tenemos que apresurarnos.

—¿Chiara vendrá con nosotros? —pregunta.

—No, lo quiero aquí al pendiente de todo.

No puedo llevar a mis dos hombres de confianza y dejar mi ciudad sola.

—Entonces le avisaré.

Dicho esto, nos ponemos de pie y nos dirigimos a la mazmorra, si los hombres no tienen nada importante para decirme, uno de ellos morirá, mientras el otro tendrá días de tortura hasta que abra la maldita boca.

No puedo seguir perdiendo rutas y menos unas tan importantes. Aunque me niego a dejar de transportar mi mercancía por allí, seguiré deteniendo los cargamentos que intenten entrar y salir por allí.

Mientras vamos en el auto, Tomasso responde una llamada y por los gestos que hace estoy seguro de que lo que dice la otra persona no es nada bueno.

—Mierda —dice al terminar la llamada—. Al parecer uno de los hombres murió.

—¿Cómo? —pregunto de inmediato, no pudo morir así por así.

—No supieron decirme, pero lo encontraron desangrado.

—¿Quiénes estaban al cuidado de los hombres?

—Andrea, Leo y Adrián.

—Los quiero a los tres en la entrada cuando lleguemos.

¿Un traidor entre mis hombres? Me niego a creer eso, pero el hombre no moriría así por así. He torturado a hombres por mucho tiempo y no mueren tan fácil, así que este no moriría solo por estar colgado.

Cuando llegamos a la mazmorra, los tres hombres se encuentran en la salida tal como lo pedí. Antes de poder hablar, Leo me interrumpe.

—No sé cómo hizo para desangrarse —explica antes de que yo diga algo, esto es señal de que puede estar mintiendo.

—No dije que hablaras —los tres hombres me miran y el único que se ve nervioso es Leo-. Andrea.

—Leo debía estar al pendiente de ellos, cuando yo salí los dos hombres seguían con vida -responde—. No los habíamos tocado desde que usted estuvo con ellos.

—¿Quién te recibió?

—Leo, quiso intercambiar con Adrián.

Todo está dicho. De los tres hombres quien menos tiempo lleva conmigo es Leo, ¿dos años? Posiblemente sea menos.

—Adrián.

—Las cosas son como las acaba de mencionar Andrea, seguía mi turno, pero Leo insistió en que cambiáramos, así que no le vi ningún problema.

—Leo —la mirada del hombre está llena de terror—. ¿Por qué lo hiciste?

Mi voz es pausada y llena de calma con la intención de que el hombre hable antes de que lo mate.

—Tiene a mi mujer.

—¿Quién?

Todo pasa demasiado rápido, el hombre saca su arma y se dispara haciendo que su sangre salpique mi ropa y rostro.

—Mierda —Tomasso se acerca para protegerme, pero el tipo yace sin vida en el piso.

—Limpien esto.

Sin tomarme el tiempo de limpiarme o entrar a la mazmorra me subo al auto con Tomasso siguiendo mis pasos.

—Viajaremos mañana a Campania.

Si estás aquí te doy la bienvenida a esta nueva aventura donde conoceremos personas que amaremos y otras que odiaremos.

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