☠|CAPÍTULO CINCO

Luego de regresar de la casa de Emma, mi padre ha estado menos estricto, tanto que me han devuelto mi teléfono y por fin pude comunicarme con mis amigas después de estar diez meses sin saber de ellas —Bueno, cuando estuve con Emma pude comunicarme con Livia la cual sigue disculpándose por causarme problemas con mi padre—, tal vez mi padre me levanté el castigo en esta semana ya que estoy a punto de cumplir veinte años.

Aunque el castigo es absurdo, soy mayor de edad hace casi dos años.

—¿Puedes ayudarme en algo? —me pregunta Eduardo haciendo que pause la película que estoy viendo.

—No puedo —espeto antes de reanudar mi película.

—Si me ayudas te juro que haré lo que me pidas —dice y sin pensarlo dos veces me giro para mirarlo.

Eduardo es mi hermano menor el cual cumplió sus dieciocho años hace unos meses, ahora mismo papá lo está instruyendo para que ocupe su lugar como cabeza de la mafia.

—¿Qué quieres? —me pongo de pie y entrecierro mis ojos esperando lo que va a pedir.

—Ven conmigo a un lugar.

—Eso no me agrada —digo—. ¿Qué quieres que haga?

—Voy a encontrarme con alguien, pero quiero que tú me acompañes para que no sospechen nada.

—¿Me vas a prostituir? —me cubro mis pechos con aparente asombro.

—Estás loca —dice—. Me encontraré con una amiga tuya.

—¿Cuál? —bueno, solo tengo dos amigas, así que la respuesta es fácil, si no es Livia es Serena.

—Livia —susurra el nombre y una sonrisa curva en mis labios.

—No iré —bromeo.

Obviamente iré y más porque podré ver a Livia.

—Puedo hacer que papá te deje salir sola.

—¿A qué hora nos vamos?

—Después del almuerzo, debes decirle a papá que quieres ir de compras por tu cumpleaños o algo así.

—¿Por qué quieres que vaya? Tú puedes salir sin compañía.

—Como si papá fuese a permitir que me encontrara con la hija de unos de sus trabajadores.

Buen punto. Eduardo, al ser el heredero, debe casarse con una mujer que esté a su nivel según papá. Aunque esta ley es para los tres. Emma se casó con Alonzo quien es un asesino de primera.

Yo seguramente me casare con un hombre de un rango medio porque mi padre aun cree que no soy virgen, lo que hace que haya perdido valor.

—Sabes que ella es mayor que tú, ¿verdad?

—Por un año —tiene razón—. Ya soy mayor de edad, entonces puedo salir con ella.

Serena es la mayor de todas, mientras que Livia sólo tiene diecinueve años, lo que me hace a mí estar en el centro de ambas.

—Ya sabes, ahora en el almuerzo debes decir que irás a comprar algo —insiste.

—¿Si mamá se ofrece a venir conmigo? —pregunto.

—Dile que yo te voy a acompañar, yo también intervengo.

—Ok, no olvides que harás que papá me deje salir sola —le recuerdo antes de reanudar con mi película.

Eduardo abandona la sala y una sonrisa se instala en mis labios. Si Eduardo le pide a papá que me deje salir con la compañía de los guardias, tal vez papá acepte.

Dos horas después he terminado de ver la película y estamos reunidos en el comedor mientras nos sirven el almuerzo. Mamá le sonríe a papá y este le devuelve la sonrisa.

—¿Ya tomaste una decisión? —le pregunta mamá a papá.

—Sí, tendremos la fiesta el próximo fin de semana.

—¿Escuchaste eso? —me pregunta mi madre— celebraremos tus veinte años el próximo fin de semana.

Sonrió, pero no dura mucho. Una fiesta significa que estarán todos los socios de papá y que seguramente escogerá a mi futuro esposo ese día.

—Deberías alegrarte, no mereces una fiesta, pero tu madre ha insistido —dice papá.

—Gracias —murmuro.

—Tal vez encontremos un esposo para ti ese día.

Dios. Que el candidato sea amigo de Alonzo.

—Viviana me dijo que quería salir, quiere comprar algo para su cumpleaños —habla Eduardo.

—¿Con quién irá? —pregunta papá.

—Yo puedo ir con ella —se ofrece rápidamente mi madre.

—Yo iré con ella, debo comprar algunas cosas.

—No te separes de ella.

—Viviana es mayor padre, ya puede salir sola —dice mi hermano—. Considero que el castigo ha durado lo suficiente.

Mi padre le dedica una mirada mordaz a Eduardo, pero después asiente.

—Tal vez tengas razón, pero hoy irá contigo.

Dios. ¿Cómo hace Eduardo para convencer a papá tan fácilmente?

Miro a mi hermano y este me sonríe sutilmente. Por esto haré que su encuentro con Livia valga la pena.

Mi madre se la pasó hablando de la fiesta durante todo el almuerzo, algo que me dio dolor de cabeza y a la vez me preocupo. En unos días papá encontrará a alguien que se convertirá en mi esposo.

En cuatro días conoceré al hombre con el que pasaré el resto de mi vida.

Cuando terminamos de almorzar no queriendo retrasar a Eduardo, me puse lo primero que encontré.

Llevamos tres horas en el centro comercial y aunque hemos tratado de que todo se vea normal, estoy segura de que no ha sido así. Livia y Eduardo son muy evidentes y los corazones flotan junto a ellos.

—Entonces, ¿ustedes dos desde cuando están saliendo? —pregunto, ya llevo mucho tiempo en silencio.

—Desde hoy —menciona Livia de inmediato.

—No es que te crea mucho —digo, entrecerrando los ojos la acuso—. Mientras yo estaba en confinamiento, tú estabas saliendo con mi hermano.

—Ya quisiera yo —mi hermano se ríe ante lo dicho—. He perseguido a Livia desde que yo tenía quince años, pero tu amiga es difícil y me hizo esperar hasta ahora.

—Estabas lleno de hormonas cuando te empecé a gustar.

—No es que haya pasado mucho desde eso, entonces imagino que aún tiene las hormonas hasta en el pelo.

Livia y yo nos reímos, pero a Eduardo no parece hacerle gracia.

—Es solo un chiste.

—Uno muy malo —asegura—. Vamos a comer algo antes de que le pida a papá que no levante tu castigo.

—No creo que seas capaz de hacer eso —acuso—. Puedo marcharme y dejarte aquí, además es absurdo que alguien menor que yo me esté cuidando.

—Eres mayor solo por casi dos años, así que no le veo problema a cuidarte —rodea los hombros de Livia de manera que sus cuerpos están muy pegados— estoy entrenado, eso me hace apto para cuidarte.

—Como digas, aún sigo siendo mayor y tú un hormonal.

Se aleja junto a Livia dejándome allí.

—Hormonal e inmaduro, no creo que puedas heredar el negocio —lo molesto nuevamente acercándome a ellos.

—¿Tú no lo eres? —me pregunta.

Obvio sí, tengo casi veinte años y he fantaseado con algunos de los hombres de papá, pero desde hace diez meses un hombre no sale de mi mente, pero es sumamente peligroso y a quien deseo no volver a ver por mi seguridad.

—Tu silencio me respondió —una enorme sonrisa se dibuja en sus labios.

Ignorándolo me adelanto a ellos hasta el restaurante que habíamos visto cuando llegamos.

Anoche, cuando regresamos de nuestro encuentro con Livia, papá estaba furioso y creí que le habían avisado que Leonardo estaba teniendo un encuentro con Livia, pero mi hermano subió a mi habitación a decirme que no era nada de eso y que podía estar tranquila.

Estamos desayunando y se siente un silencio sepulcral, todo diferente a lo que era ayer. El rostro de papá se contrae cada vez que revisa su teléfono y siento que en cualquier momento su cara explotara por lo roja que se encuentra.

Su teléfono suena y eso nos exalta a todos los que estamos en la mesa.

—¡Ni una mierda! —exclama cuando contesta la llamada—. Me importa una mierda, pero no me he metido con ese hijo de puta, así que no voy a reunirme con él.

—Deberías calmarte, nos estás asustando —dice mi madre y papá parece acatar su pedido.

—Voy para la oficina y no me reuniré con el hijo de puta —papá escucha una respuesta y luego grita—. ¡Que se meta sus rutas por el culo! Que busque el maldito traidor en otra parte.

—Fran... —mi madre intenta llamar a papá, pero este sale furioso.

Miro a mamá quien está mirando hacia la salida, cuando se percata que me he quedado mirándola me sonríe.

—Terminemos, tenemos que llegar a tiempo para escoger las cosas.

—¿Qué cosas? —pregunto.

—Recuerda, tenemos una fiesta que planear y solo tenemos cuatro días para eso.

Dios. Aún no quiero que llegue sábado y no porque vaya a cumplir veinte años, sino porque ese día conoceré a mi futuro esposo y conociendo a papá seguramente organizará la boda lo más pronto posible.

—Voy a cambiarme —me levanto y antes de que mamá pueda llamarme, Eduardo la interrumpe.

—Déjala, son muchas cosas para ella.

Las únicas personas que parecen quererme y entenderme son mis hermanos.

Cuando estoy en la privacidad de mi habitación me cambio el vestido que llevaba puesto por unos pantalones de mezclilla, una blusa azul clara y me pongo unos tacones.

—Viviana, no demores.

—¡Ya bajo!

Con mi teléfono y bolso en la mano salgo de la habitación y me reúno con mi madre.

—¿Por qué te cambiaste? El vestido estaba bien.

—Quiero estar más cómoda.

—Emma nos acompañará —dice mi madre cuando nos subimos al auto.

Bueno, una excelente noticia, con mi hermana al lado se harán las cosas más fáciles y ella podrá detener un poco a mamá.

Mientras nos dirigimos a la tienda que mi madre eligió para comenzar las compras, le envió mensajes a Livia y Serena para invitarlas.

"—Voy a escoger las cosas para la fiesta, ¿alguna quiere venir?"

Envió el mensaje al grupo que tenemos las tres.

"—¿está tu madre? Si es así, no cuentes conmigo". El mensaje de Serena es el primero en llegar.

"—Yo paso, pero no por tu madre porque la adoro, hoy estoy ocupada con E".

"—No entiendo por qué odias a mi madre si ella te adora, no seas dura con E".

Guardo mi teléfono en cuanto llegamos a la tienda. Saliendo del auto puedo observar algunos autos que le pertenecen a Alonzo, así que no dudo en caminar hacia ellos y esperar que Emma baje de alguno.

—Estaban demorando —mi hermana me abraza y luego imita la acción con mi madre.

—Viviana quiso cambiarse a última hora —me acusa.

—Muy buena idea, este pantalón resalta su enorme trasero —palmea mis nalgas haciéndome retroceder.

—¡Emma! —reprende mamá.

—Tú tienes la culpa, nos hiciste con un enorme trasero que resalta con cualquier cosa.

Emma tiene razón. Tenemos curvas exactamente donde deben ir, nuestro trasero y senos resaltan en todo nuestro cuerpo.

—Estás casada, cambias esos pensamientos.

—Madre. A mi esposo le encantan mis pensamientos, entonces dudo que los cambie —me guiña un ojo y luego entramos a la tienda.

Siendo yo la anfitriona no le presto la mayor atención a las cosas. Mi mente está puesta en lo más importante del sábado —aunque debería ser mi cumpleaños no lo es— que hombre escogerá papá para mí.

—El negro con oro rosa es muy común últimamente —menciona la señora que está ayudando a mamá a elegir la decoración.

—¿Qué piensas Viviana?, ¿te gustaría el negro en la fiesta?

No es que me guste el negro, pero la mezcla que menciona la señora me llama la atención.

—Si es con el otro color, sí, no quiero una fiesta de negro, no estaremos en un entierro —digo.

—No digas esas cosas.

Ignorando nuevamente a mi madre, vuelvo a utilizar mi teléfono.

—¿Conseguiste al hombre? —pregunto.

Emma se sienta junto a mí y me quita el celular de las manos.

—No —mi rostro se contrae al escucharla, ese tipo sería mi salvación—. Pero estamos buscando más candidatos, te juro que no te irás con uno de los socios de papá.

—De tu boca a los odios de Dios, no quiero casarme con un viejo.

—Y no lo harás —nuevamente se escucha tan segura.

—Vamos a escoger los vestidos —la emoción en el rostro de mamá es palpable y cualquiera creería que la fiesta es para ella.

—Yo ya tengo mi vestido —utilizaré el vestido plateado que compré con Emma.

—Debes usar algo nuevo y lindo.

—Madre, tengo demasiados vestidos nuevos y lindos, pero usaré uno que compré cuando salí con Emma.

—Entonces solo compraremos Emma y yo.

—Yo ya tengo mi vestido —habla rápidamente mi hermana.

—Pero yo no, así que deben acompañarme.

Después de pagar y darle toda la información a la organizadora, salimos de la tienda en busca del dichoso vestido de mamá —tiene miles, pero uno más en su closet no le hará daño— como no estamos muy lejos del centro comercial, decidimos caminar hasta allí.

A media cuadra, uno de nuestros hombres se acerca corriendo hacia nosotros.

—Debemos alejarnos, nos están atacando.

Intentando girar logro ver como otro de nuestros hombres cae al piso luego de recibir una bala en su cabeza.

Empiezo a hiperventilar porque ver al hombre me recuerda cuando tenía nueve años y nos atacaron cuando íbamos de camino a la escuela.

—No es el momento para esto Viviana, así que respira y sígueme —dice Emma de manera demandante.

—Oh, Dios —susurro, intento caminar, pero mis pies no responden.

El hombre me sube a su hombro y empieza a correr conmigo allí.

«No quiero morir». Pienso.

Levantando la cabeza veo como los hombres se enfrentan a los demás. Todo empieza dar vueltas a mi alrededor y a volverse cada vez más oscuro.


Si estás aquí te doy la bienvenida a esta nueva aventura donde conoceremos personas que amaremos y otras que odiaremos.

Para adelantos de este libro, los ya publicados y los próximos a ser publicados pueden seguirme en mis redes sociales |Instagram|TikTok|Twitter|Threand| donde aparezco como Leidygm18.

Vota, comenta y comparte para que lleguemos a más personas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top