Capítulo 2

Fue tres días después cuando KyungSoo por fin pudo ser capaz de reunirse nuevamente con su hermano mayor.

El Príncipe Heredero, que se caracterizaba por mantener expresiones amables y suaves en su hermoso rostro tallado en jade, había vuelto a él con las cejas fruncidas y los hombros tensos.

Con dos círculos negros bajo sus ojos oscuros, su tez anormalmente pálida y un agotamiento casi palpable rodeando su imponente figura, el Príncipe Heredero dejaba entrever cuan complicados eran los asuntos que debía tratar día a día sin descanso desde que el ejército imperial había vuelto.

KyungSoo realizó una reverencia como saludo, espalda recta y ojos bajos, y cuando se incorporó, se apresuró a tomar suavemente una de las grandes y callosas manos del futuro emperador de su pueblo, sin poder evitar sonreír con gentileza debido a la alegría que le producía verlo una vez más.

La imagen suave y pura de KyungSoo provocó una sensación de paz y tranquilidad en el mayor. El Príncipe Heredero SeungSoo devolvió el apretón dulcemente y asintió a su hermano menor con su propia sonrisa pequeña, los ojos antes opacos brillando con cariño al poder mirarlo después de tantos días de abandono.

—Mi querido hermano mayor; es bueno verlo nuevamente —fueron sus palabras, muy simples, pero extremadamente afectuosas. SeungSoo sonrió un poco más ampliamente y su corazón endurecido por los temas turbulentos pareció relajarse ante la presencia y la voz de KyungSoo—.

—También me encuentro feliz al verte de nuevo. Lamento mucho dejarte solo por tanto tiempo.

KyungSoo negó de inmediato y su flequillo bailó dulcemente con el suave movimiento.

—Hyung-nim no debe disculparse; este hermano menor conoce la importancia del Príncipe Heredero en los asuntos nacionales de la misma forma que conoce los descuidos de su hermano mayor cuando se centra en dichos asuntos. Por favor, hyung-nim, siéntese. Serviré té para usted.

El Príncipe SeungSoo pareció ligeramente avergonzado, pero en su mirada no existió nada más que amor fraternal y la suavidad natural con la que había crecido KyungSoo.

Su hermano mayor, aparte de tener la seguridad y la firmeza de un futuro emperador, también poseía ese sentimentalismo que caracterizaba a los artistas y sacudía los corazones de la gente. Era amable y también extremadamente gentil con los sentimientos de los demás; por esta razón, SeungSoo era un hombre querido por la gente común y la razón detrás del orgullo imperial.

Tan prometedor y diligente, el Príncipe Heredero no auguraba nada más que buena suerte y prosperidad al imperio Do.

—Tal parece que este Príncipe Heredero se vuelve descuidado cuando no cuenta con los cuidados y la atención de su pequeño hermano menor; por eso, con tu permiso concedido, procederé a sentarme y disfrutar de tu protección. 

Como no era la primera vez que SeungSoo visitaba a KyungSoo en sus habitaciones, él tomó asiento en un cojín destinado a los invitados (para él, en realidad, porque nadie más tenía permitido entrar en la privacidad de KyungSoo, a menos que se tratara de las criadas que lo vestían y luego salían de su alcoba). KyungSoo se acomodó en su lugar después de que el mayor lo hubo hecho y luego prosiguió a servir el té recién traído por una doncella.

SeungSoo lo miró en todo momento, estudiando los suaves movimientos controlados y la elegancia puesta en la postura y la expresión tranquila de KyungSoo.

Servir el té fue una lección especialmente difícil e indeseada. KyungSoo había tenido numeroso problemas en el camino del aprendizaje y había recibido constantes castigos y reprendas de parte de su profesor de modales y etiqueta; sin embargo, aquí estaba, moviéndose tan perfectamente, como cualquier Príncipe y Princesa bien entrenada que llevaba años haciendo esto para sus superiores.

Era satisfactorio.

—Las manos de mi hermano se han vuelto ágiles. Me emociona saber que ha aprendido correctamente y que ya no serán necesarios los encuentros con la vara de castigos.

KyungSoo rió por lo bajo y dejó la tetera de porcelana en su lugar, acomodó sus mangas y dejó caer sus manos educadamente sobre sus muslos.

—Debía hacerlo rápidamente o mis manos dejarían de ser manos después de tantos castigos. HaeSu temía que se me cayeran los dedos mientras untaba el tratamiento sobre mis heridas.

HaeSu era la criada que lo había atendido desde que ambos eran niños. No tenían una relación cercana, pero al menos ella era respetuosa. Se había encargado de sus heridas mientras crecía y siempre mantuvo sus labios sellados cuando KyungSoo se reunía con SeungSoo para entrenar en secreto. De esta manera se convirtió en alguien que apreciaba, incluso cuando no compartían más que palabras necesarias y el peso de la nobleza la obligaba a permanecer cortés y formal permanentemente.

—Es comprensible, incluso yo temería al encontrarme en su lugar.

Ambos llenaron la habitación con suaves risas y pronto se vieron bebiendo té mientras se ponían al corriente de sus tareas diarias. SeungSoo no mencionó ningún tema relacionado a la política o el despliegue militar repentino en el pueblo, pero a KyungSoo no podía importarle demasiado cuando gracias a ese silencio su hermano podía relajarse nuevamente y alejarse de la tensión a la que había sucumbido.

Había notado la manera en la que sus hombros se habían hundido con tranquilidad y la línea entre sus cejas se había disipado. Sus sonrisas se volvieron cada vez más verdaderas y la serenidad conocida invadió su mirada profunda. KyungSoo se sintió irremediablemente feliz.

—¿Mi señor padre y mi señora madre han enviado sus cartas mensuales? —preguntó luego de dejar su taza de té vacía sobre el platito de porcelana fina—.

KyungSoo le sirvió un poco más y extendió para él algunos bocadillos dulces que sabía que le gustarían. Fue inmutable al responder una negativa.

—Su Majestad el Emperador y la Emperatriz son figuras importantes sumamente ocupadas. ¿Cómo podrían mantener una promesa tan banal como esta cuando tienen responsabilidades inimaginables?

SeungSoo frunció el ceño nuevamente al oírlo y KyungSoo se lamentó por ello. Dejó en su lugar el bocadillo que había tomado y negó dos veces, aparentemente ofendido.

—¿Cómo es posible? Padre y madre no te visitan y solo saben de ti a través de las vagas cartas que te envían de vez en cuando. ¿Por qué no deberían escribirle a su hijo al menos? ¿Por qué quitarte este derecho?

KyungSoo bajó la mirada y sus hombros se hundieron ligeramente. La llegada de una mueca suave aporreó su belleza sonriente por un momento, brindando una imagen nada más que lastimera. SeungSoo se sintió arrepentido; sin embargo, la molestia continuaba fluyendo inevitablemente en su corazón.

—KyungSoo no se siente ofendido. Entiendo las razones de Sus Majestades, por ello no habita ningún peso en mi pecho —alzó su mirada entonces y sus grandes ojos brillantes se centraron en el hombre firme delante de él—. Incluso si no recibo nada de su parte, yo seré feliz y estaré complacido con tener la atención y el cuidado de hyung-nim. Eso es más que suficiente para mí. 

SeungSoo pareció aflojarse nuevamente al escuchar esto. Volvió a negar con resignación y bebió un largo sorbo de té con cierto despecho, pero su voz fue notoriamente suave cuando volvió a hablarle.

—Mi hermano pequeño tiene un corazón extremadamente bondadoso y gentil. ¿Qué podré hacer para mantenerlo a salvo y que nada lo lastime?

KyungSoo sonrió con afecto y él también tomó su taza llena para darle un sorbo. La bebida se deslizó con gusto por su garganta y el sabor suave persistió sobre su lengua.

—Estar siempre conmigo. Eso impedirá que cualquier tipo de sufrimiento me empañe.

—Oh, ¿es así? Pensaba que la presencia del capitán SeungWang era la respuesta correcta.

Aquello dicho en forma de un tarareo suave llevó calor a sus mejillas de inmediato. El color rojo, tierno e inocente se prendó de sus pómulos llenos, su corazón latió un poco más rápido y el ritmo cardiaco resonó ampliamente en sus oídos con la llegada de la vergüenza.

—Hyung-nim, ¿cómo podría ser alguien diferente a usted el que me traiga felicidad y protección? En mi hermano tengo todo lo que deseo.

SeungSoo sonrió ampliamente divertido, un brillo juguetón bailando en sus ojos con el cambio de tema y KyungSoo se sintió extremadamente impotente, pues sabía que las cosas no se detendrían tan fácilmente.

—En tu hermano tienes amor fraternal; sin embargo, el romance es algo que está fuera de lugar entre nosotros y que, ciertamente, se encuentra en ti y en el capitán SeungWang. Aunque un hermano es una fuente de confort seguro, no puede ser comparado a la vorágine de sentimientos y sensaciones que causa el primer amor, por lo que sí, efectivamente hay alguien más que es capaz de hacer feliz a mi hermano menor, y yo estoy dispuesto a saber todo al respecto.

—¡Hyung-nim no tiene nada que saber! El capitán SeungWang y yo solo somos buenos amigos. Por favor, no piense en cosas innecesarias.

SeungSoo rió ante su despliegue de nerviosismo y vergüenza muy bien expuestos y extendió la mano para dejar dos palmaditas sobre su coronilla. Afortunadamente, hoy KyungSoo no llevaba ningún tipo de tocado decorativo, porque el gesto habría sido un poco incómodo.

—Mi querido hermano pequeño, ¿cuándo he pensado en cosas que no son? Mis ojos solo ven la verdad y la realidad de las cosas —retrajo su mano entonces y luego su sonrisa se atenuó para volver a su estado original de calma y cariño. Esta vez, cuando habló, lo hizo de forma gentil y amable—. Mi hermano menor es mi mayor preocupación y también mi gran orgullo, por eso quiero que su felicidad esté asegurada —sus dedos se pasearon por el borde de la taza tibia y KyungSoo lo miró atentamente, sin dejar a un lado el sonrojo ni disminuir el aceleramiento de su corazón—. Sé lo honesto, confiable, honorable y seguro que es el capitán SeungWang, también conozco la lealtad de tu corazón y el suyo y sé que no habrá nadie mejor para ti.

»KyungSoo, he pensado en ti como la mayor de mis prioridades, como el tesoro más valioso en el reino, por ello tengo la intención de darte lo que mereces desde que eras más joven. Ahora estás entrando en la edad donde el matrimonio comienza a ser una opción y yo debo planear una buena unión para ti, un hombre lo suficientemente bueno al que pueda entregarte y, curiosamente, veo al capitán SeungWang como la opción más viable y aceptable desde que tuve el gusto de conocerlo. Entonces, si él y mi hermano están de acuerdo, cuando suba al trono, me encargaré de bendecir un posible matrimonio entre ambos.

Obteniendo cada palabra, cada aseguración, KyungSoo no puede evitar quedarse muy quieto en su lugar.

Su respiración se había detenido por un momento y sus ojos oscuros y hermosos se habían clavado fijamente en el rostro sincero y atractivo de su hermano mayor. En su pecho, extendiéndose como el color rosa de la primavera, la emoción y el deleite surgió con esta nueva posibilidad, con la idea de poder estar unido al único hombre que había apreciado con todo su corazón y anhelado con cada trozo de su alma.

Una promesa, una bendición, eso era todo lo que KyungSoo necesitaba para asegurar la felicidad de tres vidas completas. Compartir lo que quedará de su propia existencia con SeungWang, ser su esposo... KyungSoo no podría esperar a que esto ocurriera.

Una sonrisa llenó sus labios como cerezas y SeungSoo se quedó sin aliento al verla.

Nunca antes había presenciado un gesto más puro e intensamente agradecido de parte de KyungSoo, jamás había visto tal brillo, tal resplandor que lo rodeaba y llenaba de una majestuosidad etérea imposible de conseguir. Jamás lo habría imaginado: que la reacción del Segundo Príncipe sería tan magníficamente transparente y cautivadora.

Él mismo no pudo evitar sonreír y compartir su deleite y alegría.

—Hyung-nim rompe constantemente mis expectativas. Su benevolencia y su gentileza son dignas de ser admiradas por los cielos.

—Tonterías. Solo compito con el buen corazón de mi propio amado hermano.

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             .(¸.·' (¸.·'* .  El Concubino del
                                       Emperador.

La primavera comenzó a desvanecerse y se presentaron los inevitables indicios de un verano caluroso.

KyungSoo dejó a un lado las prendas gruesas y majestuosas, y estas túnicas fueron reemplazadas por otras mas livianas y sencillas que lo mantendrían fresco durante la temporada.

En medio del proceso de cambio estacional, las tropas del ejército habían sido movilizadas a un lugar desconocido. KyungSoo nunca olvidaría las expresiones llenas de firmeza y nobleza que portaban los jóvenes hombres y los más experimentados, cargando espadas y sables pesados y portando armaduras típicas del imperio Do.

Sus sentimientos se habían vuelto complicados cuando SeungWang había llegado a él con una sonrisa afectuosa, justo antes de marcharse con aquellos bajo su mando.

—Acabas de llegar; no obstante, ahora estás a punto de irte nuevamente y contigo se va mi hermano. ¿Qué podré hacer en esta soledad? —le había dicho cuando él expuso el caso y la tristeza lo había llenado por completo—.

SeungWang se había sentido incapaz de ver la pesadez en la mirada que nublaba su hermosura amable y noble, por ello bajó los ojos oscuros al suelo, con sus labios en un rizo resignado que acompañó la despedida.

—¿Puede... puede recordarme mientras no estoy? Yo le prometo que enviaré cartas para usted constantemente, de esta forma podrá mantenerme en su mente todo el tiempo hasta que pueda regresar. Su Alteza el Príncipe Heredero tampoco se negará a mantener la comunicación. Solo... trate de no extrañarnos tanto; antes de que se de cuenta estaremos de vuelta en casa para acompañarlo.

KyungSoo sonrió con desesperanza y sus dedos se aferraron a los bordes de las mangas. 

—Aunque quiera intentarlo, sé que será en vano. Al final terminaré extrañándote de la misma forma intensa en la que extrañaré a hyung-nim.

El silencio los rodeó por un momento donde nada más que el soplo del viento meciendo las copas de los árboles y las conversaciones lejanas se escuchó. Un tiempo corto después, SeungWang llevó sus manos a su cuello y de él extrajo un collar de cuero con un colmillo funcionando como colgante. KyungSoo parpadeó con sorpresa y su corazón dio un vuelco cuando el capitán deslizó la pieza directamente sobre su propio cuello. Tomó el colmillo entre sus dedos y lo observó con atención, las mejillas expuestas como un par de flores de durazno.

—Joven Segundo Príncipe, le obsequio esto esperando que la paciencia sea duradera y el tiempo de espera sea más llevadero para usted. De esta forma, cuando me extrañe, podrá encontrar consuelo en una parte de mí que dejo a su disposición. 

Estas palabras habían traído consigo una inconmensurable felicidad y dicha que inundó su pecho y tranquilizó a su alma inquieta. KyungSoo fue capaz de sonreír calurosamente y lo dejó ir con una última reverencia y una mirada persistente sobre el contrario, sus dedos aferrados firmemente al colgante antes de ocultarlo entre las capas de su ropa.

Así pues, mientras su hermano y SeungWang estaban lejos, KyungSoo se dedicó a asistir a clases y entrenar en silencio. No recibió la carta mensual de sus padres y tampoco le importó demasiado.

Durante la noche, cuando se encontraba en la seguridad de sus habitaciones, KyungSoo tomaría el collar que le había dado SeungWang y lo miraría por largos minutos, sonriendo tontamente mientras recorría el colmillo con sus dedos desnudos.

Vivió de esta manera durante dos meses. El verano finalmente llegó y estaba en su apogeo caluroso y húmedo. KyungSoo pasó a recibir sus clases matutinas en su sección del Palacio para huir de los rayos del sol, y cuando acababa, le pediría a HaeSu una jarra con limonada fría y se sentaría el resto del día en su lugar favorito del jardín.

SeungWang y SeungSoo cumplieron su palabra y le escribieron cada vez que tenían tiempo libre. Eran mensajes cortos que le alegraban el día y ahuyentaban la incertidumbre.

Fue su hermano el primero en escribir, su caligrafía hermosa pintando una sonrisa emocionada en sus labios.

"El calor ha llegado a nuestras tierras y con él mi deseo de volver a casa. ¡Cuánta humedad! ¡Cuánto abatimiento! Deseo tanto un té helado. ¡Que HaeSu venga y me rescate!

Espero que no estés pasando por la misma desdicha que yo, ¡cuida tu piel y mantente en el Palacio! ¡Y bebe muchas limonadas por mí! Las cosas pronto mejorarán y me tendrás de vuelta, mientras tanto, cuídate. Nos vemos pronto.

Te quiere — DSS".

KyungSoo se había apresurado a buscar un pergamino, molió tinta y humedeció la punta de un pincel. Con la manga echada atrás, llevó el pincel al papel y comenzó a escribir.

"Extraño a la primavera y su frescura en sus inicios. Es increíble la forma en la que puede cambiar tan repentinamente el clima, ya me he obligado a cambiar mis túnicas y dejar atrás los baños tibios. Aprovecha los ríos que encuentres en el camino y empápate por ambos, ¡por favor!

No te preocupes por mi piel. Incluso mis numerosos profesores no pudieron hacerle frente al sol incandescente y han trasladado las clases al Palacio. ¡Un alivio!

Mi hermano es el que debe cuidarse. Hyung-nim, manténgase a salvo y vuelva pronto. También te extraño profundamente.

DKS".

Envió la carta de vuelta con la paloma mensajera que había traído el mensaje y colocó su mano sobre su pecho mientras la miraba partir. El siguiente mensaje vino de SeungWang.

"Su Alteza, hoy he visto hermosos lotos en medio de nuestro camino y no pude evitar pensar en usted. Su belleza, delicadeza y pureza. Tan intachable e intocable en medio del lodo que lo rodea. Tal magnificencia ha evocado recuerdos preciosos de su imagen.

Lamento si resulta ser demasiado vergonzoso, pero no he podido dejar de pensar en usted y verlo reflejado en cada bella flor que me encuentro en el camino.

El Príncipe Heredero se encuentra bien, nos lidera con la firmeza de un emperador pero convive con nosotros con la nobleza de un hermano mayor más. No puedo pensar en nadie más adecuado para hacerse cargo del país. Nuestra salud es buena y no hemos encontrado muchas dificultades, así que puede mantenerse tranquilo.

¿Cómo se encuentra usted en cambio? Deseo que sus lecciones no sean demasiado duras y que sus días sean agradables.

Mis más sinceros saludos — Jung SeungWang".

El papel estaba manchado con puntos de tinta y gotas de humedad, sin embargo, para KyungSoo fue un tesoro maravilloso que guardó cuidadosamente en el cajón de su escritorio, entre sus papeles y documentos más importantes y valiosos. En esta oportunidad, se esmeró aún más en su caligrafía y se aseguró de que cada caracter fuera especialmente perfecto.

"Me alegra saber que, al igual que yo, el capitán SeungWang tenga algo que le recuerde a mí durante su viaje. De esta forma se mantendrá atado a casa mientras se encuentra fuera y la espera se volverá más llevadera. Yo me encuentro profundamente atado a usted; admito que no me he quitado su collar ni una sola vez desde que partió y eso me ha hecho sentir constantemente protegido y cálido.

Muchas gracias.

Es tranquilizador saber que hyung-nim se encuentra en buen estado y que su salud sea buena. Es un respiro que inhala mi alma, por favor, cuídelo y cuídese.

Por mi parte, mis lecciones no son más agotadoras y extenuantes que antes, por lo que mi ritmo continúa siendo rutinario, sin cambios a la vista.

¿Aún falta mucho tiempo para que regresen? Igualmente lo extraño, capitán. Apresúrese y vuelva a casa, vuelva a mí.

Pensándolo constantemente, DKS".

Con las mejillas sonrojadas, KyungSoo se atrevió a rociar un poco de su perfume sobre el papel y lo envió con HaeSu para que pudiera colocar la carta en la paloma mensajera que transportaría su respuesta y la del emperador. Así, aferrándose al collar alrededor de su cuello, vio al ave partir desde su ventana.

Los meses posteriores transcurrieron de la misma manera monótona. KyungSoo recibía mensajes de su hermano y SeungWang, cumplía con sus obligaciones reales y tomaba sus largas lecciones acostumbradas.

El verano dio paso al otoño; KyungSoo volvió a cambiarse sus túnicas por prendas abrigadoras y agradeció profundamente la finalización del calor.

Otoño era su estación favorita del año. En esa fecha, los arces se llenaban de hojas rojas que vibraban contra las montañas sumidas en montones naranjas extendiéndose por toda la superficie; los amarillos vibrantes, los carmesí apasionados y los naranjas saludables lo invadieron todo, crearon mantos sobre los suelos y rodearon los laterales de los puentes de sus jardines. Era un espectáculo maravilloso que él se encargaría de apreciar cuando su tiempo libre llegaba.

El aire estaba cargado con un aroma natural agradable, limpiaba sus pulmones y lo llenaba de frescura. Tal despliegue de magnificencia no podría ser pasado por alto, así que, aunque solo, KyungSoo se encargó de admirar el paisaje con una sonrisa llena de deleite.

En sus pensamientos, KyungSoo creyó que una visión de este nivel sería aún más hermosa de estar acompañado con sus seres amados.

SeungWang y SeungSoo aún no habían llegado a la Capital Imperial, y aunque KyungSoo luchó contra eso fervientemente, no puede evitar sentirse solo.

Su hermano le había enviado un anillo de jade que había visto en el viaje y lo había cautivado por completo, además, SeungWang tejió una pulsera de cuero con sus propios dedos y talló a mano la figura de un lobo aullando al cielo. Fueron regalos que apreció inmensamente, lo hicieron feliz, pero no mejoraron su estado de ánimo después de un tiempo.

Ninguno de los dos hablaba sobre sus actividades silenciosas ni lo preocupaban con la fragilidad de la situación, sin embargo, eso lo había vuelto un poco más cauteloso, con un peso significativo en su corazón y su alma. 

Porque eran los asuntos que se mantenían en silencio, por debajo de las rocas, los que eran más temidos y peligrosos.

Pensaba en eso una tarde mientras estaba libre de deberes. No había recibido cartas de su hermano o SeungWang en un tiempo y la ansiedad comenzaba a afectarlo. Dormía poco y pensaba mucho, volviéndolo un hermoso joven taciturno.

Era gracioso saber que ni siquiera la falta de noticias de sus padres en más de tres meses lo había dejado tan preocupado como el silencio y la inactividad de su hermano y un capitán del ejército.

Negando suavemente, KyungSoo estaba a punto de tomar un sorbo de té brevemente descuidado; no obstante, su acción se vio interrumpida con la llegada repentina de una agitada y sonriente HaeSu. La doncella formó una reverencia y, con los ojos bajos, le informó con una alegría que sobrepasaba las normas de la ética en la nobleza.

—¡Joven Segundo Príncipe! ¡El Príncipe Heredero y el ejército ha regresado a casa! En este momento están marchando en las calles del pueblo, ¡pronto llegarán a Palacio!

El corazón de KyungSoo dio un vuelco antes de sacudirse y correr a toda marcha. Se levantó de un salto, tomó los pliegues de su falda y se echó a correr por toda la extensión de los jardines, seguido de cerca por la joven doncella.

El rostro de KyungSoo se rompió con una sonrisa brillante y cautivadora, las mejillas llenas de vitalidad y fortaleza y las extremidades conduciéndolo rápidamente por pasillos extremadamente largos e interminables. En este momento, KyungSoo fue capaz de respirar aire fresco nuevamente. Ahora mismo, fue capaz de volver a vivir.

Empujó las puertas de entrada en el momento justo para ver a su hermano y las tropas comenzando a marchar al interior del patio del Palacio. KyungSoo, jadeando y vibrando con emoción, apretó el colmillo en su cuello, y sin importarle las miradas curiosas de los criados y los altos funcionarios cercanos, se abalanzó hacia adelante, corriendo con todas sus fuerzas.

SeungSoo no tardó en verlo. Desmontó su caballo de inmediato y abrió sus brazos un segundo antes de recibir el cuerpo pequeño y tembloroso de su hermano menor contra su pecho. Las extremidades se cerraron alrededor del contrario y juntos se envolvieron en un abrazo sumamente apretado.

KyungSoo hundió el rostro en el pecho fuerte y cálido de su hermano mayor y su nariz se llenó con el aroma característico que fluía de SeungSoo. Pergamino, tinta y un poco de la frescura de los bosques. KyungSoo inhaló profundamente la esencia a hogar mientras su sonrisa se hacía más y más amplia, su agarre se volvía más apretado sobre las túnicas un poco lamentables y sus ojos ardían con la llegada largamente esperada del alivio. SeungSoo rodeó su cintura, sus hombros y besó afectuosamente su coronilla.

Realmente lo había extrañado.

—Mi pequeño hermano. Es tan bueno verte. ¿Has crecido?

—Solo dos centímetros más, hyung-nim. Es muy poco, no estoy destinado a una gran altura —dijo con diversión y un par de lágrimas resbalándose por sus mejillas—.

—Dos centímetros es suficiente. Vamos, no llores. Debes seguir viéndote hermoso; alguien más estuvo especialmente ansioso por volver y poder verte, le partirías el corazón si te ve llorando.

SeungSoo le secó las mejillas, le sonrió gentilmente y luego se hizo a un lado para que KyungSoo pudiera encontrarse directamente con SeungWang. Su corazón animado pareció agitarse aún más al ver ese rostro, al captar esa sonrisa. Sus ojos ardieron nuevamente y se obligó a parpadear para tratar de detener el flujo de la humedad que amenazaba con desbordarse. SeungWang se acercó a él con una sonrisa y se inclinó para formar una respetuosa reverencia.

—Joven Segundo Príncipe, me siento feliz de verlo nuevamente.

KyungSoo no lo dejó continuar, porque antes de poder refrenar sus impulsos, había cortado la distancia que los alejaba y lo había abrazado frente a todos los reunidos.

Escuchó los jadeos sorprendidos de los soldados y las doncellas, la risita baja de SeungSoo y el carraspeo incómodo del general JunSuk, sin embargo, no pudo importarle nada de esto; apretó sus brazos delgados a su alrededor con fuerza y presionó su rostro contra su pecho de una forma tan íntima que muchos tuvieron que desviar la mirada.

—Te he extrañado tanto. Estoy feliz de que estés de vuelta.

SeungWang suspiró profundamente y un momento después lo rodeó con sus brazos amablemente, en zonas respetuosas que no lo pondrían en una situación complicada. KyungSoo tembló contra él, emocionado y aliviado, aspirando su aroma a cuero y tinta mientras el material áspero de su túnica le raspaba la mejilla. No importaba, estaba en los brazos del hombre que amaba, ¿qué podría ser más importante que esto?

Les costó un poco alejarse, pero fue necesario cuando el Emperador y la Emperatriz se unieron a la reunión de recibimiento. KyungSoo había bajado la mirada y se mantuvo alejado de sus padres para evitar molestias e inconvenientes, y en silencio partieron a casa.

Las tropas fueron enviadas a sus propios hogares para que pudieran descansar antes de volver a los campos de entrenamiento como era costumbre, por otro lado, el general JunSuk, el capitán SeungWang y su hermano mayor siguieron al Emperador a su oficina para informar sobre las nuevas noticias y los resultados de su viaje.

KyungSoo había sido dejado atrás. SeungSoo le había revuelto el pelo con cariño antes de alejarse y SeungWang tomó su pequeña mano entre las suyas rasposas, besó el dorso suave y pálido y prometió encontrarse con él cuando terminara la reunión. Así pues, KyungSoo miró sus espaldas alejándose con una sonrisa, el corazón agitado y, después de mucho tiempo, su mente tranquila.

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