Capítulo 16
"A Su Majestad:
Los sospechosos han sido repartidos a las diferentes tiendas de ayuda. Se espera que los oficiales pronto los distribuyan a las zonas de refugiados establecidas en los distintos puntos de la Capital y ayuda monetaria les sea dada para que inicien con su vida en el Imperio.
A pesar de no portar identificaciones, accedieron a dirigirse al registro para que estos les sean otorgados nuevamente y de forma legal. Aún los mantenemos bajo vigilancia, como Su Majestad lo ha pedido; no han habido movimientos extraños de su parte, pero nos negamos a bajar la guardia por el momento, mientras las dudas aún sigan floreciendo.
La paz en la frontera se mantiene. Los bárbaros no han dado pie de ataque y el pueblo se encuentra tranquilo. El general goza de buena salud y humor, aún así, no hay debilidad alguna en su supervisión y se empeña en ser cauteloso.
Esperando que Su Majestad se encuentre bien,
Capitán Oh SeHun."
. . .
—Lo estás haciendo de nuevo, ¿acaso quieres crear un nuevo conflicto en el Palacio de las Flores? Honestamente, me resulta satisfactoria esta tranquilidad que trae consigo no ser el punto de mira constante de tus Concubinos —fue lo primero que dijo KyungSoo al ver al Emperador adentrándose en su habitación—.
JiHyun lo reverenció con toda la extravagancia que merecía el dirigente de un país y se mantuvo respetuosamente fuera de la estancia después de enviarle una mirada a KyungSoo, que sonreía divertidamente mientras observaba al monarca sentándose cerca de él.
Kim JongIn echó sus mangas hacia atrás y sonrió abiertamente para el Concubino.
—Hoy es el día de visita de BaekHyun, pero parece que no quiere verme el día de hoy y sugirió muy cautelosamente que viniera a verte en su lugar. No fue disimulado en absoluto.
ㅡEstoy acostumbrado a que no lo sea ㅡadmitió mientras tomaba la tetera aún llena y servía una taza de té caliente para su visita. El Emperador la tomó e inclinó la cabeza ligeramente como símbolo de gratitudㅡ. No obstante, me pregunto si es que acaso le has hecho algo para no quererte con él el día de hoy; normalmente disfruta de tu compañía. ¿Qué ha ocurrido esta vez? ¿Problemas en el paraíso, tal vez?
Kim JongIn rió suavemente y bebió un sorbo de té. Luego de degustarlo con los ojos cerrados, disfrutando del suave y delicioso sabor que quedó en su paladar, dejó la taza de porcelana en la mesa y colocó sus manos sobre sus muslos.
ㅡVeo que el Príncipe KyungSoo se encuentra especialmente de buen humor el día de hoy. ¿A qué se debe esta maravillosa singularidad? Y, respondiendo a tu pregunta, no, no le he hecho nada y no hay ningún tipo de problema entre ambos. BaekHyun disfruta su tiempo a solas de vez en cuando, así que yo le permito algunos días de descanso de mí.
ㅡVoy a tener que pedir algunos días de descanso del Emperador también. Verle casi todos los días me deja totalmente abrumado ㅡcontinuó divirtiéndose, pero luego respondió honestamente su preguntaㅡ. Ayer fui a ver a DongByul. Junto con JuSeol y SeungSoo comimos en el lugar de descanso de mi hermano. Fue un buen día y hasta el día de hoy me encuentro genuina y maravillosamente feliz y animado.
La sonrisa del Emperador se tornó extremadamente suave y gentil, sus ojos se entrecerraron en un par de brillantes medias lunas y la dulzura en su rostro permaneció intacta mientras lo miraba fijamente.
ㅡMe alegra saber eso, también que has ido a visitar al Emperador SeungSoo. ¿Has llevado a JiHyun contigo?
KyungSoo asintió, sintiendo como su corazón se tranquilizaba y entraba en una bruma calmada y satisfecha.
ㅡLo hice. JiHyun siempre me acompaña cuando no puedo ir contigo a algún lugar. Es una buena compañía y también una amiga excepcional.
ㅡLo es. Ve con ella cuando salgas del Palacio. Cuidará muy bien de ti.
Aún divertido, KyungSoo alzó una ceja de forma elegante y dijo con cierto capricho:
ㅡYo puedo cuidarme por mí mismo, Emperador Kim. Mi instructor de defensa personal lo podría testificar.
El Emperador tomó la taza de porcelana nuevamente y le dio un segundo sorbo a la bebida, tranquilo e imperturbable.
ㅡNo he dicho lo contrario, KyungSoo, sé que eres extraordinariamente fuerte y que tus capacidades se hacen más certeras cada día; no obstante, nunca estará de mas que alguien cuide tu cuerpo después de largas jornadas de entrenamiento, que prepare tu baño, que te dé de comer. Son cosas que dejas a un lado de forma inconsciente, pero que son sumamente importantes. JiHyun podría no ser una guerrera, pero es una gran doncella dispuesta a cuidar de ti. Ella, al igual que tú, es muy poderosa.
Entonces la sonrisa de KyungSoo se tornó suave y calmada, un bálsamo para cualquier corazón agitado y en penumbra. Incluso cuando JongIn no tenía demasiados pesares, pudo hallar la paz al verle sonreír de esa manera.
ㅡEs bueno saber que te agrada tanto.
ㅡEs natural pesar bien de ella. Su madre me atendió durante gran parte de mi niñez, estuve en los brazos de su padre cuando ella nació. La conozco de toda la vida, así que sé perfectamente que no podrá haber nadie mejor para hacerte compañía.
KyungSoo se sorprendió ante este dato, y como era natural en su ser curioso, no pudo evitar preguntar:
ㅡ¿Compartiste infancia con JiHyun? ¿Su madre era como una niñera para ti?
El Emperador asintió sin mucho problema. Incluso en sus ojos consiguió verse una muestra de cariño y nostalgia mientras evocaba los recuerdos del pasado. KyungSoo pensó que era maravillosa la manera en que sus sentimientos y matices relucían junto a él, como si su sentimentalismo no se tratara de una debilidad, sino de algo hermoso y preciado.
ㅡLo era. Ella me educó y fue mi lugar seguro. Mi madre siempre tenía que atender asuntos internos junto a mi padre, asistir a algunas juntas, ser una Emperatriz. No había demasiado tiempo para ser filial, por lo que YoonAh se encargó de mí. Me dio todo lo que necesitaba y mucho más. Gracias a ella mi infancia fue dulce.
»JiHyun nació cuando yo tenía cuatro años, así que fue fácil verla como una pequeña hermana. Aunque a mi madre le disgustara, solía escabullirme en el Palacio para encontrarme con ella y jugar juntos. Una vez crecí lo suficiente y comencé a tomar las responsabilidades del país, tuve que dejar a un lado los juegos y el cariño de YoonAh, por lo que distanciarnos fue inevitable. Aún así, en mi corazón guardo un cariño especial por ella.
Esta nueva información trajo consigo entendimiento y comprensión. A KyungSoo siempre le había parecido que el trato del Emperador y JiHyun era bastante informal en medio de la formalidad inevitable del estatus social. Siendo de esta manera, no puede evitar pensar y preguntarse sobre lo que podía haber sentido el monarca al saber que ella había sufrido lesiones tan lamentables y dolorosas a mano de uno de sus Concubinos.
Por otro lado, realmente no le parecía demasiado sorprendente que él haya sido criado por una doncella. Las responsabilidades del trono mantenían una lucha constante con el amor filial, por lo que los pequeños Príncipes eran delegados a alguien más. Fue el caso de KyungSoo y de SeungSoo, también el de la mayoría de jóvenes herederos. KyungSoo podría agradecerle a la madre de JiHyun por haber hecho un buen trabajo con ambos y deseó sinceramente poder conocerla en algún momento.
ㅡAhora que sé esto, me comprometo a cuidar de JiHyun mientras ella cuida de mí. Por ti y por mí, la mantendré a salvo.
Los hombros del Emperador cayeron débilmente y su mirada sorprendida apareció por escasos segundos antes de convertirse en completo deleite, admiración y tranquilidad. Sus labios no tardaron en curvarse y las esquinas de sus ojos se entrecerraron dulcemente.
Así, Kim JongIn parecía más joven, más tranquilo y también era irremediablemente atractivo.
ㅡTe lo agradezco mucho, KyungSoo.
KyungSoo sonrió y el resto de la tarde se llevó a cabo de forma amena e inalterable.
. .· '¸.·*'¨) ¸.·*¨)
.(¸.·' (¸.·'* . El Concubino del
Emperador.
El Emperador del Imperio del Sur se sintió profundamente sorprendido cuando, aquella mañana soleada y alegre, recibió una invitación escrita con perfectos caracteres curvados. La letra de KyungSoo era notable y destacaba por encima de la caligrafía cautivadora de sus Concubinos; hacía que uno se sintiera flotando con satisfacción al ver los trazos elegantes y armoniosos sobre el papel.
Siendo directo y conciso, como era de esperarse del pequeño Príncipe, llenó el pergamino con un deseo bastante inusual y extraño, tomando en cuenta las circunstancias y el establecimiento constante de una relación firme y plenamente armoniosa entre ambos.
"Al Emperador:
Quisiera extender mi deseo de verle esta tarde en el Salón de Banquetes a la hora de la cena. Para tratar un asunto pendiente mientras disfruta de una buena comida, debe vestirse apropiadamente y ser acompañado de la Emperatriz, su esposa.
Por favor, cumpla mi deseo. Se lo pido directamente.
Do KyungSoo."
Kim JongIn leyó aquella carta tres veces seguidas. Se encontraba bastante sorprendido, de buena manera, pero innegablemente impresionado.
Normalmente era él quien buscaba la compañía de KyungSoo, el que lo visitaba en su habitación o extendía invitaciones para verlo durante un par de días a la semana, así que era imposible no sentirse extrañado y curioso ante este giro de los acontecimientos. El que nombrara a su esposa lo hacía todo aún más complejo.
Ante el pensamiento, algo se torció en su interior y en su garganta sintió un sabor amargo.
Tan solo pensar en la Emperatriz y KyungSoo conviviendo en el mismo espacio le ponía los vellos de punta; era algo incómodo incluso para un guerrero por demás formidable, temido y respetado como él. Tener a un lado al hombre que amaba y del otro lado a su mujer en ley no era una realidad agradable.
Atender un harén tampoco lo es y, a pesar de ello, es algo que debe hacerse para mantener la armonía en el Palacio. ¿Es esta reunión similar a ello?
Aún sintiendo escalofríos, admitió que su curiosidad y su deseo por ver al hombre más joven eran razones suficientes para aceptar aquel encuentro. Quería pensar que conocía lo suficiente al hombre para saber que no haría nada extremo, así que, por lógica, se obligó a ser racional y aceptar la reunión.
Jamás admitiría para sí mismo ni para alguien más que, de hecho, complacer las casi inexistentes peticiones del Príncipe se había vuelto una necesidad y centro de satisfacción y complacencia para sí mismo.
Era una torcedura en sí mismo que disfrutaba manteniendo en secreto. Cuidar, complacer, hacer sonreír a KyungSoo... era una completa debilidad que aceptaba con los brazos abiertos.
Dejó la carta a un lado, cuidadosamente doblada y colocada sobre los pergaminos importantes (algunas cartas breves que KyungSoo le había escrito, poemas que le había regalado e informes fronterizos); luego estiró un pergamino perfectamente alineado en la tabla, tomó un pincel, tinta previamente molida y alzó la manga para escribir sin ningún tipo de molestia.
"Estimado Príncipe KyungSoo:
Me encuentro especialmente entusiasmado con la idea de reunirme nuevamente con usted. Prepararé ropas apropiadas y extenderé su honesta y transparente invitación a la Emperatriz. Agradezco sinceramente el hecho de tenerme bajo su consideración.
Deseándole una buena mañana,
Kim JongIn."
Kim JongIn cerró la carta cuando la tinta se hubo secado y se la entregó a uno de sus oficiales para que se la entregara directamente al Concubino. No mucho después, terminó haciendo a un lado sus deberes del día y se puso de pie, abandonando la oficina a favor de buscar a su esposa y elegir una túnica especial para su encuentro más tarde.
.
Cuando la luz penetrante de la mañana le dio paso a los suaves rayos solares de la tarde, Kim JongIn se movilizó al Salón de Banquetes con su esposa prendada a su brazo.
La Emperatriz se veía especialmente imponente, elegante y hermosa. Su belleza delicada y la palidez de su piel combinaban perfectamente con la ropa rojo vino, detalles plateados y un recogido bastante impresionante que no dudaba, le tomó toda la mañana preparar. Sus labios habían sido entintados de rojo y sus ojos fueron maquillados con precisión. Con cada nuevo paso, las cuentas tintineaban, advirtiendo de su recorrido, en sus ojos una mirada determinada se encontraba bien colocada.
Kim JongIn tragó con pesadez.
Esto era claramente un reto del que no quería ser parte. Él más que nadie conocía a su esposa, por lo que era consciente de su molestia e insatisfacción, sobre todo cuando el tema se trataba de KyungSoo.
Al ser una princesa que nunca le ha faltado nada y todo le fue concedido, la Emperatriz creció siendo ligeramente caprichosa y exigente con sus deseos. Si no eran cumplidos, ella guardaría molestia en su corazón y un resentimiento palpable. Kim JongIn había sido especialmente duro con ella cuando se hubo enterado sobre su visita a KyungSoo y las peticiones que le había hecho, así que no dudaba que algo de ese resentimiento recayera en él también.
Ahora, con esta vestimenta y preparación, no dudaba que su deseo era demostrar un poderío que no poseía delante de su esposo, pero sí ante un Concubino.
Increíblemente incómodo.
En silencio absoluto, el Emperador abrió las puertas del salón y permitió que la mujer se adelantara. Un criado cerró por él y juntos se dirigieron directamente a la cabeza de la larga mesa. Esta estaba llena con algunos Ministros conversando entre sí, platos y cuencos delante de ellos. El silencio se hizo presente cuando ambos pisaron la habitación y los saludos, las reverencias y la hipocresía no tardaron en llegar.
Kim JongIn hizo oídos sordos y se limitó a sonreír mientras conducía a su esposa hasta su lugar. Una vez sentados, se preguntó qué diablos estaba ocurriendo.
Acercándose al Ministro de Defensa, le expuso su inquietud.
ㅡMinistro Son, ¿a qué se debe esta reunión inesperada?
ㅡSu Majestad; hemos recibido una nota de su Concubino, Do KyungSoo, citándonos para la hora de la cena. Al principio nos sorprendimos por esto, después de todo, ninguno ha tenido el mejor historial con el Concubino Do, pero al saber que Sus Majestades vendrían también nos sentimos mas cómodos y seguros con la idea de venir al compromiso.
ㅡComprendo. Gracias por asistir todos, entonces. Esperemos pacientemente al Concubino Do y veamos cuál es el motivo de esta reunión apresurada. Mientras tanto, bebamos un poco de té, por favor. Mi Señora.
Comprendiendo de inmediato, la Emperatriz tomó la tetera de porcelana y con suaves movimientos llenos de gracia y belleza, sirvió su taza a la perfección. Cuando Kim JongIn dio un sorbo a la bebida suave y fragante, el resto de los invitados lo imitó y pronto el ambiente calmado y armonioso regresó al salón.
De no ser por la mirada y la sonrisa llena de visible falsedad de su esposa, Kim JongIn podría sentirse un poco más a gusto, incluso satisfecho con tan grata reunión.
Finalmente, cuando estaba a punto de pedir que trajeran la cena, las puertas del salón se abrieron repentinamente y un grupo numeroso de donceles y mujeres vestidos delicada y preciosamente con las ropas tradicionales del Imperio del Sur hicieron una aparición nada más que cautivadora y extremadamente maravillosa.
Nuevamente, el silencio absoluto fue el protagonista de la mesa del banquete y todas las miradas quedaron fijas terca y neciamente sobre los recién llegados. Un hombre más entró en el salón, vestido con escarlatas y vaporosas prendas que flotaban mientras caminaba; había un abanico de papel sumamente elegante y exquisito en su mano de jade, el cabello totalmente suelto caía por su espalda como un río oscuro y brillante y la mitad de su rostro había sido oculto por un velo delgado. Los grandes ojos de ciervo fueron maquillados deliciosamente, haciendo de ellos una jugosa fantasía resplandeciente y seductora capaz de hechizar a quien sea que los mirase.
Kim JongIn tragó en seco y su mirada persistió sobre KyungSoo, que se deslizaba con elegancia y propiedad por el salón, como si hubiese hecho esto toda su vida, como si él fuera el dueño de todo lo que se encontrara a su alcance. Ahí, vistiendo las ropas tradicionales de su país, con su estilo de maquillaje y su cabello totalmente liso adornado con tocados numerosos de oro y plata, Do KyungSoo se miraba maravilloso y especialmente inalcanzable.
KyungSoo se detuvo frente al grupo de bailarines y formó una reverencia respetuosa y perfecta para los reunidos. Al incorporarse, los miró a todos y habló con claridad, exponiendo su grave y dulce voz aterciopelada.
ㅡAgradezco honestamente que todos hayan aceptado reunirse luego de ser convocados por este Concubino. El día de mi llegada fui totalmente irrespetuoso e irresponsable con todos ustedes, Señores Ministros y Majestades, por ello, quiero enmendar mis errores y corregir mi comportamiento pasado. Hoy quiero darle inicio a un nuevo ciclo, donde mi rencor ha sido dejado a un lado y me permito vivir con plenitud a su lado. Por ser pacientes conmigo, por tener que soportar todos mis desplantes e ira insana, he preparado esto para ustedes ㅡdijo sinceramente, mirando directamente a Kim JongIn entre la multitudㅡ.
Nadie dijo nada, no se atrevieron a susurrar sus pensamientos delante de un Emperador sonriente y especialmente brillante cuando normalmente es todo lo contrario, por lo que sus palabras fueron tomadas como una bienvenida, una disculpa aceptada. KyungSoo sonrió bajo su velo y se inclinó nuevamente antes de retroceder y colocarse en posición al escuchar la música surgiendo en la esquina del salón.
El abanico se abrió con un movimiento fluido y preciso y pronto todo fue un revoloteo de telas, un baile lleno de pasión y perfección en cada paso, en cada movimiento. El guqin era rasgado con experiencia y destreza, el xiao desprendía melodías dulces y susurrantes; la mezcla de culturas fusionadas e interpretadas de una manera majestuosa y totalmente cautivadora dejaron a Kim JongIn completamente absorto, hechizado como nunca antes se había sentido hacia nadie más.
KyungSoo, recuperándose y brillando delante de todos, con el color de la pasión sobre su cuerpo y su cabello oscuro comenzando a sanar era una maravillosa flor, delicada y fragante con dulzura, precioso, perfecto. El aliento de Kim JongIn fue tomado y su corazón fue totalmente suyo.
Y aunque KyungSoo no lo mirara ni correspondiera en esta y mil vidas, Kim JongIn sabía que él siempre estaría tras él, siguiéndolo para asegurarse de mantener libre su camino de cualquier peligro. Para que estuviera seguro y fuera feliz.
KyungSoo no dejó de mirarlo y él tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para mostrarse igual de firme, autoritario e impenetrable delante de los numerosos ministros atentos. El Emperador y guerrero duro debía ser mostrado públicamente para mantener a raya a todo aquel que quisiese sobrepasar sus límites y mantener todo bajo control. No obstante, cuando el asunto implicaba a KyungSoo, todo lo que había sido fácil una vez se volvía extremadamente complejo.
Bajo la mesa de banquetes, la Emperatriz empuñó sus delgadas manos.
La melodía finalizó con un último rizo del qin y KyungSoo cubriendo su rostro ladeado con el abanico. El silencio fue abrumador ahora que los instrumentos habían cesado su melodía y las mirada viajaron hacia el Emperador, que, imperturbable e inmutable, observaba al grupo de bailarines y su Concubino más preciado.
Finalmente les otorgó un asentimiento aprobatorio y expuso su deleite.
ㅡHas hecho un buen trabajo, Concubino Do. Es complaciente notar tu cambio de opinión y el deseo de enmendar tus errores pasados. Este Emperador se siente complacido; puedes sentarte ahora para dar inicio a la cena.
KyungSoo sonrió, sin sentirse especialmente afectado por la frialdad y orgullo digno en su voz, y alzó su barbilla incluso cuando se inclinó respetuosamente hacia los bailarines de apoyo y los ministros. Totalmente orgulloso, KyungSoo se dirigió hacia él y el Ministro Son no dudó en cederle su espacio para que pudiera sentarse junto al Emperador. KyungSoo se dejó caer a su lado con una gracia acostumbrada y admirable y retiró el velo de su rostro, permitiéndole apreciar la jugosidad y tentación que representaban sus generosos labios rojos y los lunares en su barbilla.
KyungSoo lo miró entonces y su sonrisa se extendió un poco más, como si quisiera sonreír por el monarca también ahora que se veía imposibilitado de mostrarse como realmente era en su interior.
ㅡEspero que a Su Alteza le haya gustado mi presentación. Trabajé duramente para aprender este baile tradicional y lo menos que espero a raíz de mi constante esfuerzo es un poco de aceptación de su parte.
ㅡEl Concubino Do lo tiene. Ha sido una presentación nada más que maravillosa y apasionada; este hombre aún siendo ajeno a las artes y la música, se ha sentido maravillado. Fue una forma adecuada para dejar atrás los percances iniciales.
ㅡEste Concubino agradece los elogios del Emperador Kim y espera mejorar en el futuro. Señores Ministros, Emperatriz, espero que hayan quedado igualmente complacidos.
El revoloteo en los hombres fue inmediato: todos arrojando elogios luego de haber escuchado la aprobación del Emperador, asegurando que los malos ratos del pasado debían dejarse atrás para poder tener un futuro exitoso y feliz. La Emperatriz se mantuvo especialmente callada, aún cuando sus labios se alzaban con la forma de una sonrisa ensayada, y simplemente se limitó a asentir sin aportar ningún tipo de comentario.
Ambos siendo una belleza innegable y fascinantes, vestidos de rojo, los colores del Imperio, maquillados, pálidos y delicados, uno de cada lado del fuerte Emperador era una visión impactante. Y aunque la Emperatriz no amase a su esposo, odiaba no ser el centro de atención en esta ocasión.
Kim JongIn le dio una mirada dura, llena de advertencias silenciosas, y asintió cuando la comida fue puesta en la mesa. Para evitar prolongar demasiado la espera, comió un bocado de arroz y bebió un sorbo de vino y con ello, todos dieron inicio a la comida.
Los músicos habían vuelto a tocar para ambientar el lugar y los ministros habían dado paso a nuevas conversaciones donde, de vez en cuando, el Emperador era invitado a participar (normalmente cuando se trataban de asuntos políticos y para dar su opinión respecto a algunas batallas que se devolvían en el exterior). Kim JongIn fue determinado y sagaz cuando debía serlo y esto aumentó la admiración y las alabanzas hacia su persona.
En silencio y con una sonrisa burlona persistente en su boca, KyungSoo se dedicó a comer.
ㅡPuedo ver qué Su Majestad se encuentra realmente feliz. ¿Ha sido hoy un buen día para usted? ㅡpreguntó el Ministro Min antes de ser interrumpido por el Ministro Changㅡ.
ㅡ¡Por supuesto! Estar rodeado de tan bellas flores, disfrutar de una buena comida, tener un cuerpo saludable y entrenar incansablemente para mantener a salvo a su país... ¡¿Qué hombre no sería feliz?!
La mirada curiosa de KyungSoo se posó sobre él y su voz fue cuidadosa mientras hablaba, cuidando su vocabulario y su tono de voz.
ㅡ¿El Emperador se encuentra entrenando también?
ㅡ¡Por supuesto! ㅡexclamó el Ministro Sonㅡ. Su Alteza debe mantenerse fuerte y saludable, ¡siempre debe entrenar y fortalecer sus músculos hasta ser igual de duros que la Muralla de Zhou! ¡De esa forma nadie será capaz de derrumbarlo!
ㅡNadie es capaz de derrumbarlo, Ministro Son. Su Alteza es el hombre más fuerte y capaz que conoceremos jamás.
ㅡ¿Más fuerte que el legendario General Lee?
ㅡ¡Más fuerte que mil bloques de acero!
ㅡPor favor, Ministro Son, encárgate de alejarte del alcohol. Tu resistencia a él es tan fuerte como la que mantiene una flor contra un huracán.
Las risas llenaron el salón y con ellas llegó la comodidad y el exterminio de la tensión prolongada. KyungSoo se acercó a él y su aliento cálido lleno de la frescura del té golpeó su mejilla.
ㅡHaz una fiesta de alcohol y todos saldrán de sí mismos. No te preocupes, puedes sonreír y ellos no lo recordarán.
Kim JongIn apretó sus labios para evitar que estos se curvaran y negó suavemente antes de girar el rostro y susurrar de vuelta en su oído.
ㅡEs imposible flaquear, incluso cuando hay vulnerabilidad en oleadas. Siempre hay ojos fijos que notan todo a mi alrededor.
ㅡNo puedo envidiarte.
ㅡNo lo hagas. No hay nada lo suficientemente bueno que desees tener de mi vida.
Con el pasar de los minutos y el alcohol haciendo de las suyas, pasando desapercibida, la Emperatriz anunció que se retiraría. Kim JongIn la dejó ir con un asentimiento y una mirada fija hasta que desapareció tras las puertas del salón. No mucho después, sabiendo que comenzaba a hacerse tarde, se giró hacia KyungSoo e hizo una señal para que lo siguiera.
ㅡEste Emperador se retirará ahora. Ustedes continúen bebiendo y comiendo si así lo desean.
Inmediatamente los ministros se inclinaron, aceptando su ofrecimiento, y Kim JongIn se puso de pie; tomó la mano de KyungSoo para ayudarlo a levantarse y juntos se pusieron en marcha.
Alejándose del salón y adentrándose en el patio iluminado con numerosas linternas de papel y antorchas, Kim JongIn fue libre de dejar caer sus hombros y aflojar su expresión ciertamente hosca. KyungSoo sonrió al notar esto y unió sus manos heladas para darse un poco de calor.
ㅡAhora sientes verdadero alivio, ¿no es cierto? ¿Cuánta presión había sobre ti allá adentró? Es sorprendente lo joven que consigues verte sin mantener el ceño fruncido.
Kim JongIn lo miró de reojo mientras hablaba, siendo capaz de notar su piel erizada en las zonas descubiertas y el temblor ocasional de sus hombros. Se quitó la capa exterior de su ropa, una tela larga y gruesa capaz de mantenerlo caliente, y la echó sobre el cuerpo pequeño y delgado del Príncipe. Este parpadeó con sorpresa, pero terminó por sonreír y envolverse en la tela.
Decir que se encontraba flotando en la plenitud y la complacencia era realmente nada comparado a lo que Kim JongIn sentía en ese momento.
ㅡSer un Emperador firme e impenetrable es realmente agotador. Saldrán líneas en mi rostro antes de tocar los treinta de seguir por este camino, por ello, aprovecha mi apariencia juvenil cuando estoy contigo.
ㅡHum. Creo que el hombre más fuerte y capaz debería sonreír y mostrar amabilidad de vez en cuando con completa libertad. Vivir una vida en la nobleza ya es bastante duro, ser un comandante reconocido lo es aún más... en algún momento, un hombre fuerte también puede ser un hombre suave y feliz.
Kim JongIn sonrió inevitablemente ante la ingenuidad infantil de su comentario y juntó sus manos tras su espalda. Aquí, caminando a su lado en completa paz, Kim JongIn era verdaderamente feliz. Tenía numerosas obligaciones y una máscara en constante uso, pero a su lado era incapaz de sentir todo esto. Estaba verdaderamente satisfecho.
ㅡLo haré cuando mis enemigos, mis Concubinos y mis Ministros dejen de volar alrededor de mi cuello, hasta entonces, perdona que este hombre se muestre tan voluble delante de ti.
ㅡLa situación es comprensible. Este Príncipe no se siente disgustado por ello.
Estuvieron en silencio por un tiempo, mientras caminaban por los pasillos y patios cuidadosamente iluminados y observaban la belleza constante y gloriosa de una noche de luna llena. Mientras extendían su caminata y paseaban por el jardín favorito de KyungSoo, donde se encontraba el altar del Capitán SeungWang y el Paso de las Glicinias, el más joven volvió a traer la dicha de una conversación entre ambos.
ㅡEmperador Kim ㅡlo llamó suavemente, su voz siendo un murmullo que le acariciaba los oídos y su expresión llena de incertidumbre llenó por completo su corazón de pesar. Kim JongIn se detuvo y KyungSoo lo imitó, y cuando iba a preguntar qué era lo que ocurría, él volvió a hablarㅡ, realmente lamento mucho todo lo que te he hecho pasar desde que llegué aquí. Nunca te lo dije claramente, pero me siento verdaderamente avergonzado y contrariado por mi yo pasado.
ㅡKyungSoo, no...
ㅡPor favor, déjame seguir ㅡle interrumpió suavemente y Kim JongIn cerró los labios y le permitió continuarㅡ. En ese entonces estaba tan dolido por la muerte de mi hermano y mi prometido, por la caída de mi hogar y la destrucción de todo lo que una vez amé y consideré importante. Ver tanta desgracia mientras mi corazón roto se volvía polvo en mi pecho y despertar en este lugar me hizo muy infeliz e irracional.
»Pensé que me habías llevado lejos, que habías acabado con todo lo que quería. Puse sobre ti una culpa que no merecías y nunca te dejé explicarte; por eso lo siento mucho. Ahora que veo lo bien que has cuidado de mi gente, cómo me salvaste de la muerte no una vez, sino varias veces, como me ayudaste a seguir adelante, instándome a comer, siendo terco y determinado; el honor que le has dado a mi hermano y a mi prometido fallecidos, la reconstrucción de mi hogar... siendo consciente de todas estas cosas, no puedo evitar sentirme agradecido y muy afortunado.
»Es por eso que, a pesar de no poder entregarte mi corazón ni mi cuerpo en este instante, quiero que sepas que en mi interior no ha quedado rastro de ira, resentimiento u odio hacia ti. Aunque no seamos amantes, quiero que seas mi amigo, quiero seguir viéndote y compartiendo tiempo juntos. Quiero estar aquí hasta que tenga que irme.
KyungSoo sacó sus manos pequeñas y pálidas del interior de su ropa y suavemente tomó su diestra entre ellas, dejando un apretón amable y cálido que fue sentido por su corazón y su propia alma. Lo miró a los ojos entonces y ahí halló una paz que nunca antes había visto, una honestidad y suavidad transparentes y etéreas que sacudió su corazón y volcó sus sentimientos.
Él sonrió y todo su mundo se llenó de color.
ㅡQuisiera que este también sea el inicio de un nuevo ciclo entre nosotros, dejando atrás las numerosas cosas negativas que nos hirieron a ambos. Emperador Kim, le pido que cuide de este joven hombre inconciente e inexperto y que, a cambio, confíe en mí para poder ayudarlo a llevar sus cargas. Sea mi punto de apoyo y encuentre en mí la estabilidad que necesita. Por favor, acepte mi presentación y mis palabras como el comienzo de una amistad sólida y duradera a partir de ahora.
Kim JongIn sonrió entonces, sus ojos se entrecerraron y resplandecieron mientras las irises cafés parecían estar a punto de unirse a las estrellas en el firmamento debido a su brillo y fulgor. Él cubrió las manos suaves y delicadas con su mano vacía y susurró con aquella gentileza conocida que KyungSoo no creyó que podía extrañar:
ㅡEntonces, finalmente la impenetrable y orgullosa montaña se ha rendido ante el dragón y se ha movido por su propia voluntad sin necesidad de ser destruida piedra por piedra.
KyungSoo sonrió y negó en respuesta.
ㅡLa montaña no se ha rendido ante el dragón, ella permitió que él coexistiera a su lado en completa paz, como iguales.
ㅡQué dichoso es el dragón, entonces.
ㅡY cuánta tranquilidad siente la montaña.
Kim JongIn rió abiertamente y, mientras reanudaban su camino, aceptó que él podía tomar esto.
Estaba satisfecho. No necesitaba nada más en el mundo.
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