Todos

Hacía tiempo que no se dedicaba a dibujar. Le gustaba, y solía hacerlo como una manera de escapar un poco de la realidad. En una carpeta tenía muchísimos bocetos, algunos de mejor calidad que otros. Paisajes, caballos, soldados en su esparcimiento, titanes… y Mikasa.

Pero esa tarde, frente al mar su mano no cayó en retratar ese rostro que de tanto dibujar ya conocía cada espacio, cada giro y sombra. Solamente dibujaba el tronco de ese maldito árbol torcido que le había llevado varias sesiones imitar. Sería sincero y aceptaría que intentó dibujar a Milly, pero cada vez que lo intentó, las facciones de Mikasa comenzaron a aparecer y renunció a esos bocetos. No era fácil deshacerse de su musa, a la que dibujaba aun sin haberla conocido.

Quizás eso había sido lo que lo hizo embelesarse con ella. De niño siempre dibujaba a la misma chica, una y otra vez. Pero nunca quedaba como él quería, nunca era como estaba en su mente. Ya no sabía tampoco si Mikasa en realidad era esa chica o solo se parecía… o porque le pareció hermosa continuó dándole sus facciones a la chica de sus dibujos y le dio el mismo nombre.

Mikasa, o su Mikasa, era la representación de la chica de sus sueños. De ojos almendrados, blanca tez, su cabello oscuro que se venía sobre sus ojos. Con esa mirada melancólica… y una sonrisa. Su Mikasa sonreía. Pero en sus bocetos de la verdadera Mikasa, ella nunca lo hacía. Y cuando quería plasmar una en su rostro, simplemente no se veía como ella… pero sí como su Mikasa.

Sin ser consciente comenzó a esbozar un rostro. Poco a poco comenzó a tomar forma. Aquellos ojos almendrados, pero lo miraban desde el papel, brillaban expresivos. La suave curva de sus pómulos, su fino mentón. Esos labios delgados en cuyas comisura se plasmaba una sonrisa leve.

Mikasa no tenía brillo en su mirada, Mikasa no regalaba sus sonrisas a cualquiera… sus sonrisas eran como un tesoro. Hermosas, pero como una bella joya, distantes.

Su Mikasa sonreía, libre y abiertamente. Su Mikasa era fuerte, pero dulce… frágil. Ella, en sus sueños, se refugiaba en sus brazos dejando mostrar su fragilidad. Su Mikasa le compartía sus sueños y sus anhelos, también sus miedos. Su Mikasa lo animaba cuando estaba triste, cuando pensaba que nada tenía sentido. Su Mikasa le daba una razón para seguir viviendo. En sus sueños, ella lo llenaba de caricias y palabras dulces, lo hacía reír y podía compartir con ella su carga.

Su Mikasa, no era Mikasa. Ahora lo veía tan claro. Solo era una chica que se le parecía, pero no eran la misma persona. Su Mikasa lo hacía sentir profundamente amado… Mikasa… Mikasa solo lo hacía sentir… lo hacía sentir…

Nada… o todo. Todo cuando lo miraba, cuando le dirigía una palabra, cuando compartían algo más que un "hola". Pero luego de eso solo quedaba nada.

Miró al dibujo. Ella… ella no era Mikasa. Era lo que él había puesto en ella. En ella estaban sus sueños, sus anhelos, el amor que esperaba recibir de regreso. Ella era una mentira. ¿Cómo no lo supo ver antes? Era una ilusión, su más preciada ilusión.

Firmó el dibujo a un costado antes de dejarlo a un lado. Comenzó a apartar todos los bocetos de ella, uno junto al otro fueron cayendo sobre la arena. Y mientras más atrás iba, menor calidad tenían. Era como ir retrocediendo el tiempo hasta llegar el primer dibujo que alguna vez hizo de ella. Era bastante malo, pero recordaba haberle dedicado tantas noches.

-Me acompañaste muchos años -murmuró repasando la imagen con los dedos -Gracias.

Dejó el último dibujo, que había hecho hace un momento, sobre el resto.

Su Mikasa era una chica hermosa y que se parecía a Mikasa Ackerman, su compañera de labores… a su amiga. Porque eso era lo que ella había sido todo este tiempo. El resto fue su ilusión.

Pero ahora tenía a alguien real. El tiempo diría si alguna vez podría tomar el lugar de la chica de sus sueños… pero era el momento de liberar a Mikasa. Cerró su carpeta y tomó los bocetos de Mikasa doblándolos por la mitad. Habían sido su tesoro durante tanto tiempo que verlos doblados le dolía el alma, casi era un ultraje… Pero no significaban nada después de todo. Solo era espacio que podía llenar en su carpeta con nuevos bocetos… y quizás alguno de Milly. Sí, eso le gustaría.

Encendió un cigarrillo, una mala costumbre que tenían con los chicos, una especie de relajo… un gusto que solo podían darse a veces. Pero al ver la cerilla aun encendida la acercó al borde de uno de los dibujos. ¿Por qué lo hizo? No lo sabía, pero su vista estaba quieta viendo consumirse los trazos a medida que el fuego tragaba a la hoja en sus flamas. Encendió otro y luego otro, mientras su cigarrillo descansaba entre sus labios.

Cuando llegó al último se lo quedó mirando, era justamente el que había dibujado hacía un momento. El resto de las hojas seguía consumiéndose en silencio.

No soy una chica.

Ladeó la cabeza y dio una calada a su cigarrillo apagándolo entre las pequeñas brasas. Tomó su carpeta y metió el dibujo dentro. Salió rápidamente hacia el cuartel.

Quizás todos esos años dibujándola tenían un sentido. No podía ser en vano. Ya no había ilusiones en ese retrato, solo era una chica, una linda chica que había pasado a plasmarse en una hoja en blanco. Y tal vez no era igual, sus ojos no tenían la melancolía ni su boca ese rictus severo, pero era ella… era su versión de ella.

Y como si el destino tuviese ese plan, se encontró con Mikasa a la entrada del cuartel. Al contrario de él que se encontraba en su día libre, ella vestía el uniforme y comentaba algo con Sasha.

Quizás un par de meses antes aquello hubiese sido imposible. Mostrarle a Mikasa que pensaba en ella, que la dibujaba, hubiese sido ponerse una daga directo al corazón esperando que en su indiferencia o deferencia, se presionara lentamente dentro de su pecho. Pero ahora era solo un dibujo… un dibujo de la chica más hermosa que había conocido jamás, una que resultó ser muy parecida a la chica de sus sueños, pero que no era ella. No, no lo era.

-Hola -saludó a ambas chicas. Ellas respondieron a penas, parecía que las interrumpía. Él siempre interrumpía cuando se trataba de Mikasa.

-No sabemos donde está Milly -respondió Sasha secamente.

Jean la ignoró. Definitivamente su amiga le había declarado la guerra a su novia.

-Estaba en la playa -explicó algo apresurado y buscó dentro de su carpeta sacando el dibujo -Toma, es para ti.

Le extendió la hoja doblada a Mikasa quien la tomó mirando a Sasha intrigada. La castaña parecía sorprendida. Mikasa desdobló la hoja y contempló el dibujo un segundo para mirar luego a Jean.

-¡Vaya! ¡Qué bonito! -exclamó Sasha -Te quedó igualita.

Mikasa asintió sin poder decir palabra. Esa era la indiferencia a la que se refería Jean. Claro que él no podía saber lo que en ese momento pasaba por el semblante indescifrable de Mikasa. Lo que parecía indiferencia, era un completo asombro y sentirse halagada de que él hubiese dedicado su tiempo libre en dibujarla… y que la hiciera parecer tan bonita.

-No sabía que dibujaras -murmuró sintiendo como los colores se le subían a las mejillas.

-¿Cómo que no? -exclamó Sasha -Si momento que tiene libre anda con su carpeta.

-No… no lo había notado… o quizás sí pero no me di cuenta.

Porque después de todo, Mikasa no sabía nada de Jean… y él nada de ella. Para Mikasa, Jean era uno más de sus amigos, uno a quien comenzó a prestarle atención cuando supo que gustaba de ella. Pero nunca antes se detuvo -ni le interesó- saber nada más.

-Es muy bonito -agregó la muchacha -Gracias.

¿Cómo era posible que llevara conviviendo con Jean más de cuatro años y aquello no le fuera conocido? ¿Cómo era posible que nunca supo que le gustaba?

-De nada -cerró la carpeta -Nos vemos luego.

Y sin más se retiró. Mikasa volvió a mirar al dibujo, mientras Jean sentía esa daga en el corazón. No porque ella no hubiese estallado en demostraciones sobre su dibujo ni en halagos… sino porque ni siquiera, en un momento de su tiempo, en un espacio de su mente… nunca se había detenido a pensar en él. Porque… su Mikasa sí pensaba en él. Pero esa Mikasa quedó en la playa y lo único que quedaba de ella estaba vivo con su dueña. Ya no le pertenecía, suMikasa ya no era suya… porque nunca lo fue.

.

.

Mikasa no tenía nada especial que guardara con afecto. Lo único y su más preciada pertenencia era la bufanda que llevaba siempre junto a ella. Nunca había tenido algo preciado que guardar y no sabía donde hacerlo.

-Solo dóblalo y déjalo entre tu ropa -comentó Sasha al verla aun sostener el retrato entre sus manos estando ya en la habitación.

-¿Y si se arruina? -preguntó Mikasa -No quiero que se arruine.

-No lo hará -dijo Sasha despreocupada -Dámelo.

Mikasa se lo extendió. La castaña lo dobló por la mitad y lo deslizó en la gaveta de Mikasa por bajo la ropa. La morena suspiró.

-Debió tomarle mucho tiempo…

-No -respondió Sasha casual -Es muy bueno y muy rápido. Cuando regresamos del enfrentamiento con Annie, cuando estuvo como titán, la dibujó en un par de horas. Era igual -aseguró.

Mikasa soltó un suspiro, Sasha se sentó a su lado y puso una mano sobre su muslo.

-¿Qué? -preguntó con tono suave.

-No es la primera vez que me dibuja, ¿verdad? -murmuró insegura de siquiera preguntar o escuchar la respuesta.

-No, pero es el mejor que le he visto -comentó de buen humor -Con Connie una vez le robamos su carpeta. Estábamos en Trost. Pensamos en mostrarte los dibujos solo por molestarlo, pero se puso como loco.

Mikasa asintió lento.

-Me gustaría verlos…

-Si se lo pides seguro te los enseña.

-No -respondió con voz suave, pero decidida, con una cuota de vergüenza -Son sus cosas. Si no lo hizo antes debió tener sus motivos. Quizás no estaba seguro… o creyó que me molestaría -tomó aire profundamente.

-Vergüenza más bien -chasqueó la lengua Sasha -Sería haberse expuesto a que te enteraras que le gustabas. Aunque aun no sé como no lo notaste, era tan obvio. Solo faltaba que se paseara frente a ti con bengalas de colores diciendo: "Mírame, Mikasa. También existo y te amo" -se rió.

Mikasa esbozó una sonrisa, más que nada por reaccionar de alguna manera a porque la causara gracia.

-No sé bien porqué se sentía así por mí -murmuró lento, pensando cada palabra.

-A veces eso no es necesario, el tener una razón. El amor es como un chispazo. Ya tienes a Franz y Hannah. No había pasado ni siquiera un mes de conocerse si andaban derrochando amor por todos lados -Mikasa la observaba en silencio y con atención -Otra veces tarda más… -un ligero sonrojo apareció en sus mejillas -Vas conociendo a esa persona especial… al comienzo no es más que un llevarse bien… luego viene la complicidad y, de pronto, una mañana despiertas pensando en él. Y sin más, por arte de magia, te das cuenta que no es solo un amigo. Que lo quieres mucho más que a uno… -suspiró ensoñada, Mikasa parecía asombrada -Pero qué hago yo hablándote de amor, cuando llevas años tras de Eren.

¿Eren? No. No y mil veces no. Eren era lo más preciado que tenía, ¡pero no de esa manera! No. Eren era su familia, era su razón de luchar. ¡Tal y como Armin!

-¿Qué? -preguntó Sasha al ver una ligera mueca de desconcierto en el rostro de su amiga.

-No… -murmuró Mikasa y cerró los ojos con fuerza -Eren… Eren -abrió los ojos clavándolos en Sasha -Eren no es eso para mí. Yo… no sé de lo que hablas porque jamás lo he sentido. Todo este tiempo… -sus labios temblaron -Todo este tiempo yo me he preocupado por él, porque es lo único que me queda. Él… él me demostró que podía seguir viviendo a pesar de todo. Y… y por eso, siempre voy a cuidar de él, porque a Eren le debo quien soy, le debo mi vida. Es lo más preciado, lo más importante… pero no así, no como dices tú… no es así.

Sasha asintió y le sonrió dulce. Mikasa era tan prudente, tan hermética. Y ellos, todos ellos, tan superficiales que solo infirieron sentimientos románticos donde no había más que un profundo amor, un amor más fuerte que un enamoramiento, un amor de familia… y un profundo sentimiento de soledad que se sumaba a un terror de perder lo más importante en su vida, a quién le había enseñado a volver a vivir.

Eren era lo más importante para Mikasa y eso todos lo sabían… y también sabían que Eren tenía sus días contados. Si tan solo Armin no fuese parte de la misma maldición, hubiese sido menos grave. Pero…

-Entiendo… -dijo acariciándole la espalda -Lamento haberlo malinterpretado. Todos lo hicimos -Mikasa suspiró -Mikasa… no tienes solo a Eren. Ya no. También tienes a Armin. Me tienes a mí, a Connie, a Jean, a Hange… y hasta a Levi podríamos incluirlo -bromeó -Cuando… cuando llegue el momento, recuerda que, aunque no seamos quienes te enseñamos a vivir, estamos viviendo contigo ahora. Y te queremos mucho… -Mikasa la miró sorprendida -Te queremos muchísimo.

Algo en ese momento, en las palabras de Sasha, logró mover los muros entre los que Mikasa guardaba celosamente su corazón. Comenzó como un quejido, algo sutil. Pero Sasha supo inmediatamente qué hacer. Abrazó a su amiga con fuerza y la escuchó llorar. Suave, tan sutil como ella, pero en el agarre de sus manos que ahora la rodeaban sentía la necesidad y el profundo terror de perder a su única familia.

Habían comenzado hablando de amor y terminaron hablando de él, de uno muy diferente. No del romanticismo, no de las ilusiones. Sino del amor que une personas, amigos y familia. Un amor mucho más grande… mucho más grande.

-No quiero… -susurró Mikasa contra el pecho de Sasha -No quiero que pasen otros cuatro años y no saber que alguien con quien comparto todos los días tiene un pasatiempo… No… Yo… -miró a la castaña -Yo quiero conocerlos… quiero conocerlos a todos.

Sasha le acarició la espalda cuando Mikasa volvió a esconderse en su pecho. Apoyó su mejilla en la coronilla morena de su amiga

-Nos gustaría conocerte también.

Mikasa soltó un suspiro trémulo y Sasha el acarició la espalda con inmensa ternura.

.

.

-No puedo creer que te hayas puesto de novia con Kirstein -rió Brandy mirando a Milly ya instaladas en el dormitorio de la guardia estacionaria.

-Ay es que me dio ese no se qué -bromeó cantarina -Ya saben cómo soy -rió coqueta -Y no somos novios. Solo es un coqueteo inocente.

Brandy la secundó. Francis, otra de las chicas se metió a su cama.

-Me temo que te metiste en un lío -suspiró trenzando su cabello rubio. Brandy y Milly la miraron, también una cuarta, Karinne -Kirstein y Jaeger son muy amigos. Me temo que el cara de caballo te dejó bien meada. Tu objetivo era Jaeger… que debo decir que está divino.

-Ay, pero Jean también es lindo -suspiró juguetona -Lindo digo como tierno, ¿saben? Es un rico adorable. Y besa tan mal -rió -Nada que no se pueda enseñar. Me confesó que soy su primer beso. ¿Pueden creerlo?

-Claro que sí -rió Brandy -Dicen que llevaba todo este tiempo tras de la china Ackerman. O eso supe por parte de Liam -las chicas la miraron con curiosidad -Eran compañeros en la 104.

-Sí… -dijo Milly poniéndose el pijama -Algo me di cuenta. Pero no hay nada que Milly Koch no pueda lograr, ¿verdad? -se tendió en la cama -Un tonteito con Kirstein y luego quedamos de amigos. Después iré por esa delicia de Jaeger. Tengo una curiosidad por… su titán -agregó maliciosa.

Todas se largaron a reír. Milly Koch era conocida en la guardia estacionaria y en su división de reclutas -número 100- por ser… irresistible. Varios flechazos y novios daban fe de ello. Y como siempre saldría airosa. Kirstein no sabría cómo terminarían su affaire para ser amigos y aceptaría de buena gana que luego estuviese con Eren. Milly lo había hecho miles de veces. Era una experta en… esos juegos, como ella misma los llamaba.

-Yo me iría con cuidado con el par de amiguitas -comentó Karinne acomodándose en la cama -Esa chica Sasha da miedo. Es una salvaje. Y qué hablar de la china esa. Ya saben lo que dicen de los asiáticos.

-No sé que hace aquí -comentó Francis con resquemor -Solo se salvó de ser encerrada y eliminada por la policía por ser mestiza y talentosa. Pero sabemos que hace años que la policía se encarga de… su especie. No vaya a ser que despierte su instinto asesino contigo. No le va a gustar que trates de quitarle a Jaeger.

-Por eso hice mi jugada a través de Kirstein, tonta -se burló -Además, ella cree que somos amigas -Francis enarcó una ceja -¿Crees que no soy capaz? Tiene diecisiete años. Le llevo cuatro de ventaja. Seremos tan amigas que el día que me acerque a Jaeger será la primera en darme la bendición -se estiró -De momento, me divertiré con el carita de caballo. Cosita más adorable… nada como andar con un virgen, siempre lo he dicho.

Todas rieron de buena gana.

.

.

Tomaba el desayuno en silencio. Quizás era algo temprano, pero no logró tener un sueño demasiado tranquilo. Muy al contrario de lo que hubiese querido, pensó toda la noche en Mikasa. Fantástico, ¿verdad? Ahora tenía una linda novia, cariñosa, preocupada… un deleite de mujer.

Pero seguía pensando en una que jamás se detuvo a dedicarle un segundo de atención. Simplemente era un jodido idiota. Sí, estaba molesto. Pero por fin podía dar vuelta la página.

-Buenos días.

Jean alzó la mirada. Mikasa estaba frente a él con su bandeja y revolvía su café.

-Buenos días -respondió apenas mirándola. Mierda, aun dolía.

-Guardé muy bien tu dibujo para que no se arruine -comentó de buen humor -Es muy lindo. Gracias.

-No fue nada…

Mikasa vio como soplaba su té y se llevaba la taza a la boca.

-¿Hace cuanto que dibujas?

Jean alzó la vista.

-Desde que tengo memoria.

-Lo haces muy bien.

-Gracias.

El silencio cayó entre ellos. Normalmente Mikasa hubiese estado satisfecha con ello, lo suyo era el silencio. Pero quería preguntarle tantas cosas. Qué era lo que más le gustaba dibujar, por ejemplo. ¿Lo hacía en qué momentos? ¿Buscaba algo en específico? ¿Qué otras cosas ocupaban su tiempo libre?

-A veces canto cuando estoy sola… -dijo, esperando que un poco de información lograra hacerlo compartir algo más.

No, no. Cállate, pensó. No necesitaba saber nada más. No quería imaginarla cantar con una voz ni melodías que no serían reales. Quería detenerlo ahí.

-Buenos días.

Milly se sentó junto a Jean. Mikasa vio como tomaba a su compañero de las mejillas y le daba un beso. No uno simple como había visto saludarse a Hannah y Franz, sino uno largo.

-Buenos días, princesa -respondió Jean cuando ella lo liberó -¿Dormiste bien?

-Como una roca -bromeó mirando a Mikasa -¿Y Eren?

-Debe estar por llegar. Estuvo entrenando con Armin hasta tarde… eso dijo Sasha. No lo vi después de almuerzo.

-¿Y eso? Ustedes son inseparables -exclamó -Buenos amigos, digo.

Mikasa enarcó una ceja.

-Tengo más amigos que Eren y más personas a quien dedicar mi tiempo. De hecho, anoche, estaba muy ocupada buscando un lugar especial para un regalo hermoso que recibí.

-¿Un regalo? -exclamó Milly -¿De quién? ¿Un enamorado?

-Preciosa, deja a Mikasa en paz -dijo Jean con tono alegre -Son sus cosas. ¿Por qué no me cuentas cuáles son tus planes para hoy?

Milly comenzó a hablar sobre su pronto día y sus asignaciones. Jean le prestaba atención y tomaba su mano.

-Buenos días.

Eren y Armin pasaron a sentarse junto a Mikasa. Uno a cada lado. Pronto la conversación dio otro giro, Milly preguntando a Eren sobre su entrenamiento y él respondiendo bastante entusiasmado.

Mikasa miró a Jean quien mantenía la vista en su café. Pero no fue el único que notó aquello, Armin también notó el gesto reflexivo de Jean. Las risas de Milly y sus preguntas cantarinas pasaron a ser parte del ambiente. Jean miró a Eren un largo momento antes de intervenir con un comentario que Milly ignoró completamente para prestarle atención a Eren nuevamente.

-Me gustaría ver el resto de tus dibujos -dijo Mikasa a su compañero en voz baja -Eso si quieres…

Jean desvió su mirada a Milly y luego a Mikasa.

-Sí, claro. No son muy buenos.

-Pues, yo creo que deben ser hermosos…

Jean asintió. Mikasa sonrió bajo la protección de su bufanda.

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