Capitulo 98 - Dejándose llevar por ti.
Kai: "Parece un niño pequeño a pesar de ser siempre tan presumido"
El pelinegro se sentó en la cama donde se encontraba Hiroto encogido. Este pudo notar el movimiento de la cama y percibir a Kai al lado suyo. No pretendía parecer un cobarde, ya que no lo era, pero se acercó un poco a Kai para sentirse algo más seguro, entre toda aquella temible oscuridad.
Kai que podía ver perfectamente a pesar de estar oscuro, observaba fijamente al pelirrojo, su pelo no pasaba desapercibido, era de un tono algo inusual, de un fuerte brillo, con las puntas algo rosadizas, pero sin exagerar. Sus ojos eran hermosos de esmeralda, que normalmente con su rostro arrogante y seductor, hacia que las damas cayeran. Pero en ese momento, Kai, solo podía ver como esa cara era ahora una miedo disimulado.
Un murciélago agitó repentinamente sus alas, volando por el lugar. Hiroto se aferró más a Kai, agarrando con sus manos temerosas la vestimenta del otro. Sus ojos fueron cerrados con fuerza por el temor, aunque viera lo mismo si los tuviera abiertos, un inmenso abismo de oscuridad.
Podía ver como Hiroto temblaba en aquella situación, viéndose totalmente inofensivo. Kai lo agarró con sus grandes brazos, rodeando su cuerpo, poniendo la cabeza pelirroja en su pecho.
Kai: Si tienes miedo aférrate a mí, no me importa; no le diré a nadie.
Hiroto silencioso agarró protectoramente los brazos que lo rodeaban, para no separarse de ellos, y atraerlos más. Pasaron un rato en silencio sin decir nada, pero a cada pequeño ruidito, Hiroto se aferraba más a los brazos de Kai, y cerraba los ojos fuertemente, encogiendo su cuerpo.
Kai: Hiro.
Hiroto lo miró al oír como su nombre era pronunciado por unos labios, que segundos después rozaban los suyos. Kai sin pensarlo, quería besar a Hiroto, que ante sus ojos se había vuelto un pequeño niño.
Hiroto se sorprendió mucho, abriendo enormemente sus ojos, iba a empujar a Kai, cosa que no tuvo éxito, ya qué el pelinegro lo atraía más con sus grandes brazos. Aprovechando su intento de escapada, Kai metió su lengua en la boca de Hiroto, lamiéndola con la de él, entrelazándola, notando su dulce saliva.
Hiro dejó de resistirse, se sentía demasiado bien para ser algo real, y los ojos marrones doradizos de Kai, lo conseguían hipnotizar con su mirada, Mientras sus lenguas eran entrelazadas, su ojos se miraban uno al otro, relajándose y sintiéndose, dejándose llevar por aquella sensación tan placentera, que un simple beso les hacía sentir.
Kai fue recostando delicadamente en la cama a Hiroto, empezando a desabrocharle los botones de la camisa, tocando con sus manos delicadamente su cuerpo, rozándolo con las yemas de sus dedos, y acariciándolo.
Las palabras esta vez no querían salir de sus bocas, solo eran cómplices de aquel apto los gemidos de Hiroto, que resonaban en aquel vacio lugar.
Hiroto se había olvidado de su miedo, solo sentía como en su cuerpo las manos de Kai pasaban por él, haciéndole estremecer.
Kai le desvistió cada una de las prendar, pasando su lengua por aquel sensible cuerpo que estaba bajo él. Pudo notar como Hiroto no se resistió a sus caricias, a sus besos, a todos los pequeños actos de placer a los cuales sometía. Sin saber muy bien el por qué, solo con mirar y ver sus lindas expresiones, aquel rostro avergonzado y excitado al cual empezaría a amar cada vez más.
Aquella noche, le hizo el amor delicadamente, ninguno dijo nada en aquel acto, solo se dejaron llevar por lo que sus cuerpos y sus miradas le decían el uno al otro.Kai: "Parece un niño pequeño a pesar de ser siempre tan presumido"
El pelinegro se sentó en la cama donde se encontraba Hiroto encogido. Este pudo notar el movimiento de la cama y percibir a Kai al lado suyo. No pretendía parecer un cobarde, ya que no lo era, pero se acercó un poco a Kai para sentirse algo más seguro, entre toda aquella temible oscuridad.
Kai que podía ver perfectamente a pesar de estar oscuro, observaba fijamente al pelirrojo, su pelo no pasaba desapercibido, era de un tono algo inusual, de un fuerte brillo, con las puntas algo rosadizas, pero sin exagerar. Sus ojos eran hermosos de esmeralda, que normalmente con su rostro arrogante y seductor, hacia que las damas cayeran. Pero en ese momento, Kai, solo podía ver como esa cara era ahora una miedo disimulado.
Un murciélago agitó repentinamente sus alas, volando por el lugar. Hiroto se aferró más a Kai, agarrando con sus manos temerosas la vestimenta del otro. Sus ojos fueron cerrados con fuerza por el temor, aunque viera lo mismo si los tuviera abiertos, un inmenso abismo de oscuridad.
Podía ver como Hiroto temblaba en aquella situación, viéndose totalmente inofensivo. Kai lo agarró con sus grandes brazos, rodeando su cuerpo, poniendo la cabeza pelirroja en su pecho.
Kai: Si tienes miedo aférrate a mí, no me importa; no le diré a nadie.
Hiroto silencioso agarró protectoramente los brazos que lo rodeaban, para no separarse de ellos, y atraerlos más. Pasaron un rato en silencio sin decir nada, pero a cada pequeño ruidito, Hiroto se aferraba más a los brazos de Kai, y cerraba los ojos fuertemente, encogiendo su cuerpo.
Kai: Hiro.
Hiroto lo miró al oír como su nombre era pronunciado por unos labios, que segundos después rozaban los suyos. Kai sin pensarlo, quería besar a Hiroto, que ante sus ojos se había vuelto un pequeño niño.
Hiroto se sorprendió mucho, abriendo enormemente sus ojos, iba a empujar a Kai, cosa que no tuvo éxito, ya qué el pelinegro lo atraía más con sus grandes brazos. Aprovechando su intento de escapada, Kai metió su lengua en la boca de Hiroto, lamiéndola con la de él, entrelazándola, notando su dulce saliva.
Hiro dejó de resistirse, se sentía demasiado bien para ser algo real, y los ojos marrones doradizos de Kai, lo conseguían hipnotizar con su mirada, Mientras sus lenguas eran entrelazadas, su ojos se miraban uno al otro, relajándose y sintiéndose, dejándose llevar por aquella sensación tan placentera, que un simple beso les hacía sentir.
Kai fue recostando delicadamente en la cama a Hiroto, empezando a desabrocharle los botones de la camisa, tocando con sus manos delicadamente su cuerpo, rozándolo con las yemas de sus dedos, y acariciándolo.
Las palabras esta vez no querían salir de sus bocas, solo eran cómplices de aquel apto los gemidos de Hiroto, que resonaban en aquel vacio lugar.
Hiroto se había olvidado de su miedo, solo sentía como en su cuerpo las manos de Kai pasaban por él, haciéndole estremecer.
Kai le desvistió cada una de las prendar, pasando su lengua por aquel sensible cuerpo que estaba bajo él. Pudo notar como Hiroto no se resistió a sus caricias, a sus besos, a todos los pequeños actos de placer a los cuales sometía. Sin saber muy bien el por qué, solo con mirar y ver sus lindas expresiones, aquel rostro avergonzado y excitado al cual empezaría a amar cada vez más.
Aquella noche, le hizo el amor delicadamente, ninguno dijo nada en aquel acto, solo se dejaron llevar por lo que sus cuerpos y sus miradas le decían el uno al otro.
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