II : Mujer Wardwell.
Un nuevo día asomaba en el pueblo de Greendale. El cielo mostró un hermoso amanecer, a Lilith le fascinaba el firmamento, le parecía fascinante como el cielo terrenal siempre se mantenía hermoso a pesar de las bestias que vivían en él.
— Emér — la demonio zarandeo a la vampira para despertarla, ella no había dormido nada. Pues realmente no lo necesitaba — Emérita despierta.
— Ya estoy despierta linda — le dijo sonriente — Sabes, estoy hambrienta — dijo mirando a sus alrededores percatandose que ya estaban en Greendale.
— Hemos llegado señoritas! — escucharon decir al chofer del carruaje.
Ambas bellezas se bajaron y vieron una cabaña al frente suyo. Asumiendo que era donde se iban a quedar, claro, hasta que lograran entrar al castillo.
— Por esto deje mi castillo? — blanqueó los ojos — recuérdame porque acepté venir aquí.
— Realmente no sé tus razones para venir aquí — decía caminando hacia la entrada de la que sería su casa — no crees que está algo lejos del castillo? — preguntó bajando su equipaje.
— Tienes razón — le contestó tumbandose en uno de los sillones que ahí habían — estoy hambrienta, donde uno aquí consigue carne fresca, tu comes hombres verdad? — Lilith asintió — bien, ire a buscar algo para las dos.
Emérita salió en su busqueda del desayuno de ambas. Mientras Lilith desempacaba sus pertenencias, todo tipo de armas y los debidos trajes que utilizaban para no propagar la peste, era absurdo que lo utilizaran, pero tenían que.
El frío estaba entrando por las ventanas, el invierno se acercaba, un ligero movimiento de su mano bastó para encender la chimenea de la cabaña para mantener un ambiente cálido en lo que regresas Emérita. Se dispuso a "amueblar" la casa, solo poniendo ciertas pertenencias suyas como sus libretas de dibujo y notas sobre el comportamiento humano.
Tenía poco más de 10 siglos que no subía a la tierra, era evidente que muchas cosas habían cambiado desde su última visita. Se giró al escuchar la puerta abrirse, mostrando a Emér acompañada de un joven muchacho. Lilith agradeció a la vampira por su comida.
— Bien, qué es lo primero que haremos? — preguntó Emérita mientras chupaba las últimas gotas de sangre del dorso de su mano.
— No tengo idea, hace muchos años terrenales que no hago esto. Supongo que tendremos que conocer el pueblo. — dijo recostandose sobre el sillón y alzando sus pies en la mesa de madera.
— Ujum... Creo que debemos iniciar por ahí — se levantó de dónde se encontraba sentada, para después proceder a quemar lo que quedaba de aquel joven.
— Me cambiaré para poder salir a la plaza del pueblo... Tú deberías hacer lo mismo — giró en dirección al que sería su dormitorio para hacer lo que había dicho.
Habían pasado horas desde que estaban en la plaza del pueblo, presentándose a ellos, ambas bellezas tomando el arma de la seducción para lograr el objetivo de Lucifer.
Eran las mejores en sus tareas, no había pasado un día completo y ya tenía 13 almas listas para entrar a sus círculos correspondientes.
Se enteraron de varias acontecimientos, incluyendo la muerte de los miembros de la realeza, los reyes Edward I y Circe Spellman por la peste.
Emérita y Lilith decidieron separarse por un rato y acordaron verse en una gran fuente que había en todo el centro de la plaza.
La demonio cansada de caminar con esos incómodos zapatos busco un lugar en donde sentarse para así poder descansar, sin imaginarse que un acontecimiento ayudaría a hacer más rápido su trabajo.
Una hermosa rubia se sentó a su lado, reconociendola como la mujer del cuadro que había aparecido en la Sala de ls Malditos, y quien al parecer era la princesa de aquel reino.
Zelda, quien se veía cansada, parecía que estuviera escapandode alguien, pues su mirada se posaba ansiosa en todas partes.
— A quién busca? — preguntó Lilith con un tono amable recibiendo solo una mirada exceptica de parte de la joven.
— A nadie Wardwell — "se conocen..." fue lo primero que pensó la demonio — cómo le fue en su viaje? — preguntó con una voz ligeramente agitada.
— Emm... Muy bien princesa — respondió dudosa, tendría que averiguar quien era la mujer Wardwell, pero hasta ahora, le venía muy bien que ambas se conocieran, era un camino más fácil para llegar al trono. Alabada sea Emérita.
— Princesa? — río levemente — volvemos a las formalidades? — la princesa se enderezó.
— Eh supongo que sí... — dijo vacilante, la mujer a su lado no puedo evitar volver a reírse, eta vez más fuerte.
— Hablas en serio?, — los ojos verdes se posaron en ella — el único lugar en el que me llamas así... Es en la cama, desnudas y sudadas por haber pecado — dijo en un susurro pero audible para la diablesa.
La cara de Lilith era algo digno de ver, aquel hecho le tomó por sorpresa, esperaba de todo menos eso.
De repente una mujer de piel negra y muy bella se acercó a ambas, al parecer reconoció a Zelda y se acercó para saludarla.
— Zelda cariño! Que grato es verte nuevamente — habló la mujer en un acento francés quien la saludo en ambas mejillas y la abrazó.
— También para mí lo es duquesa — recibió el saludo con una incomodidad notable — le presento a la señorita Wardwell, ella fue maestra de Hilda.
La morena la saludó, y ella lo devolvió — Duquesa Marie, ha sido un placer verla, pero me ha atrapado en un momento importante, estaba hablando con la señorita Wardwell sobre el avance de mi hermana... — Lilith asintió — así que si nos permite nos gustaría que nos dejara continuar — terminó de decir Zelda con voz amable pero cortante.
La mujer se veía reacia a irse pero después de un mirada fulminante y ver qué ninguna de las mujeres la quería allí con ellas la morena se fue, dejando solas a Lilith y a Zelda.
— Disculpa por utilizarte así... Esa mujer no me deja en paz, cree que tiene una oportunidad conmigo. Si supiera que está luchando con mi propio hermano.
— A qué te refieres, no entiendo? — miró a la rubia confundida.
No pudieron continuar su conversación pues delante de ambas apareció Emérita, al parecer ya era la hora en que ambas habían acordado verse.
— Mary... — saludó la mujer — porque no me presentas a tu amiga... — habló la mujer con un tono de voz sensual, ella sabía quien era aquella mujer de cabello color dorado.
— Emérita, ella es la princesa Zelda Spellman — está última extendió su mano, la cual fue tomada y besada por la mujer largo cabellos negros.
— Un placer princesa — respondió la vampira viendo como la mujer rubia se paraba de donde estaba sentada, quedando frente a ambas.
— Las invito a las dos el día de mañana, a tomar el té en el castillo — dijo mirando a Emérita y a Lilith, guiñándole un ojo a está última.
La princesa se fue a pasos firmes y rápidos. La vampiresa felicitó a Lilith por haber logrado cautivar a aquella belleza. Ya nuevamente en la cabaña la mujer d ojos marrones le confesó lo que había estaba guardando durante el camino.
— Querida, he encontrado a Demeter... — soltó sin más.
— A tu ex pareja? — habló sorprendida la diablesa — que hace un semidios en la tierra.
— No lo sé, quedé de verme con él en dos noches... — la primera mujer vió como Emér aún no decía todo lo que tenía que confesar. Lilith insistió en que continue.
— Aquella princesa... Fue a ella a quien olí cuando me acerqué a tí el día que te conocí... — dijo, el silencio atento de Lilith la invitó a continuar.
— Aún sin conocerle su aroma está impregnado en tí, ambas se pertenecen... Pude olerlo en ella también, pero con la ligera diferencia de que el de ella aún es dulce, aún no te pertenece por completo... Pero sin embargo tú, ya eres completamente suya.
Terminó de decir mientras se escabullía a su habitación dejando a Lilith procesando lo que había escuchado.
•••
Hola otra vez, heme aquí con un nuevo capítulo, déjenme saber que tal les pareció. Demeter es un hijo de dioses creado por mi (creo, corrijanme si me equivoco)...
XOXO, J.
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