I : Emérita II de Valaquia.

Al otro lado de la tierra... literalmente

Alguien alguna vez se imaginó cómo es el Inframundo, con todas esas almas en pena, gritos de desolación de los condenados, las llamaradas incesantes de cada uno de los círculos. Estoy casi segura que todos alguna vez lo hemos imaginado.

Bueno lectores, todo esto era el diario vivir de la madre de los demonios, la concubina de Lucifer. Algunos la llamaban Madame Satán, solo los amigos; yo la llamo Lilith.

— Sbirro — se escuchó la voz de su señora llamándole, el botones apareció solo segundos después de escucharlo.

— Sí su malevolencia — preguntó amablemente.

— Sabes quién es esta hermosa joven? Este cuadro apareció como los otros, ya sabes, cada que un brujo o bruja reconoce sus poderes, una pintura de él o ella aparece en la Sala de los Malditos — decía Lilith mientras admiraba de pie, cerca al cuadro.

Una joven muchacha de cabellos dorados, piel blanca como la nieve, sus ojos tan intensos y brillantes, que sentía como si la belleza hubiera cobrado vida y no pudiera dejar de verla.

— No mi señora, nunca antes la había visto... — Sbirro se acercó un poco más - pero si le causa tanta curiosidad, puedo buscarla.

— No, no es necesario... Gracias — salió de la Sala seguida por Sbirro. Al salir se encontró con uno de sus hijos.

— Madre, te estábamos buscando — habló el demonio — el rey está esperando por ti en la sala del trono, dice que tiene una nueva tarea para ti — dijo esto y se retiró.

"Ahora que es lo que quiere" pensó Lilith mientras aceleraba sus pasos hacia la sala del trono.

— Ah! Lilith, aquí estás — El rey de reyes se acercó a la primera mujer — ven, te quiero presentar a Emérita, ella va a ser la encargada de acompañarte en tu nueva tarea.

— Un gusto — extendió su mano, siendo esta tomada y besada por la vampiresa.

— No me habías dicho que la madre de los demonios era tan... Bella — habló en con un tono que parecía más un susurro, percatandose Lilith como en sus labios temblorosos tenía lo que suponía era sangre.

— Te gustó? — Lucifer estalló en carcajadas — si quieres, es toda tuya — habló mirando fijamente a la vampira presente.

Lilith solo veía el cruce de palabras, siempre era así, el la entregaba a entidades, para luego reclamarla y asesinar estas.

— Oh no no! — se acercó más a Lilith olfateandola — ella ya le pertenece a alguien más. — concluyó mirandola sonriente.

— Qué es esa tarea que me tiene, mi señor. — preguntó Lilith queriendo acabar con esta reunión.

— Ah sí!, en la tierra está ocurriendo una gran epidemia, la Peste Negra, obra de Belcebú. Lo que está provocando que cientos y miles de personas mueran, lo cual sería bueno, si no fuera porque la mayoría por no decir todos, se están volviendo al catolicismo. Quiero que tú y Emérita vayan e impidan que eso siga sucediendo, porque a ese paso, el infierno quedara vacio, sin almas a las que torturar. — el rey del infierno amaba exagerar, pues es imposible que el infierno mismo se quedase sin almas.

— Tú y yo partiremos al amanecer terrenal — habló Emérita mientras está se paraba de donde estaba sentada.
Mostrándose tal y como la habían hecho — hasta entonces su malevolencia. — hizo una pequeña reverencia a ella y se fue con el viento, como si de polvo se tratase.

— Quiero que vayan al buen pueblo cristiano de Greendale, convierte a toda esa pobre gente a la oscuridad y serás recompensada. — dijo Lucifer mientras le tomaba el mentón para que lo mirase.

— como lo ordene mi señor — respondió recibiendo un sueve y anhelado beso.

Esa misma noche se preparó todo lo que la demonio necesitará, los disfraces que la ayudarían a perderse con la gente del pueblo. Cómo lo había dicho Emérita, partieron al amanecer terrenal, siendo llevadas en una carroza con caballos de fuegos que al tocar la tierra se convirtieron en grandes sementales negros.

— Tienes que buscar otra piel — le sugirió la vampiresa — creeme, eres hermosa, pero para ellos solo serás una niña, tenemos que ganarnos su confianza, para poder llegar a su reino, y déjame decirte que no será fácil — dió un gran suspiro.

— No estaríamos aquí, si Belcebú supiera hacer bien el trabajo — le dijo sin mirarla.

— Es hombre, no podemos esperar mucho de su parte — respondió riéndose y también mirando por la ventana de la carroza. Lilith se lamentaba de que las puertas del infierno estén al otro lado de Greendale, muy lejos de su real objetivo.

Quien haya dicho que los vampiros no duermen, se ha equivocado, pues la mujer a su lado dormía plácidamente a pesar de la lluvia que caía a cántaros afuera.

— Para el carruaje! — gritó Lilith desde dentro, despertando así a la vampira.

— Qué sucede? — decía una somnolienta Emérita, mirando a su alrededor buscando el motivo por la que Lilith había detenido el carruaje, obtuvo respuesta al ver a una hermosa mujer que al parecer estaba pidiendo ayuda.

— No sabía que hacías actos de caridad cariño — la lluvia ya había cesado, lo que le permitió a Lilith y a ella bajar del carruaje.

— No lo hago — sonrió sarcástica.

— Oh!, gracias a Dios que se han detenido — habló la desconocida — pueden ayudarme... Por favor, soy Mary, Mary Wardwell... estoy perdida, no sé cómo llegar nuevamente a Greend... — la temblorosa joven mujer no pudo terminar lo que estaba diciendo pues Emérita se encargó de calcinarla.

— Qué?! — preguntó al ver a Lilith con cara incrédula — mira, ahora tienes tu nueva piel, es ganar ganar — con un movimiento de su mano, Lilith ahora lucía como la mujer Wardwell — odio a las personas cristianas... Y parlanchínas además. — respondió mientras subía nuevamente al carruaje.

— No sabía que los vampiros tenía ese tipo de poderes — habló nuevamente Lilith cuando ya estaba de vuelta en el carruaje y este continuó su camino.

— No lo tenía, para poder conseguirlos, tuve que asesinar a Vlad III de Valaquia, mi difunto esposo, bebí toda su sangre y absorbí su alma, eso querida, me dió todo su poder — se acomodó en el asiento — ahora si me permites, despiértame cuando ya hayamos llegado.

Lilith asintió mientras devolvía su mirada al paisaje que mostraba su ventana, ansiosa por saber que es lo que Greendale tenía para ella, tenía la sensacion que algo muy grande iba a suceder.

•••

Bueno lectores, he aquí otro capítulo más. Se que Vlad el empalador nació en 1431, pero para mi historia, el nació en 1309 porque si no, no coincidía con la peste negra. Espero no haya sido exagerado, aunque... Que puede ser exagerado cuando se trata de fantasía, nos leemos en el siguiente capítulo.
XOXO, J.

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