Capítulo 8

Zarpa de Fuego regresaba de entrenar con su mentora.

La nieve había comenzado a caer en pequeños copos blancos. Los enormes pinos poseían aún demasiada nieve.

Los pájaros trinaban un sonido en forma de un curioso patrón que era relajante a la vez.

Se sentía emocionado, pero por encima de eso, agotado. Toda la mañana habían estado entrenando los movimientos de combate básicos. La líder había prometido enseñarle técnicas más avanzadas cuando tuviese más tiempo.

Últimamente todo el mundo había estado preocupado y ansioso. Sabía que todo eso era ocasionado por el Clan Oscuro.

Dejando que su mente borrara los pensamientos por si sola, se encaminó al montón de carne fresca.

Pensaba llevarles una jugosa presa a los veteranos y de pasada sacar sus lechos. Con tanta humedad seguramente estarían empapados.

Había escuchado decir a Zarpa de Nieve que los veteranos se quejaban más que un tejón con hormigas.
Sin embargo él los entendía, y sabía que merecían ser tratados de la mejor manera posible después de haber servido tantas lunas a su Clan.

Tomó un conejo y un cenzontle. Se veían apetitosos y sabía que le gustarían a los veteranos.

Se dirigió directamente a la guarida de los veteranos. De camino observó que algunos guerreros reforzaban la guarida. Los saludó con un inclinamiento de cabeza y siguió su camino.

Al llegar a la guarida, se sorprendió al ver a Zarpa Enlodada sacando los lechos de los veteranos. La joven parecía tranquila y relajada, era como si disfrutase de su trabajo.

Entró depositando las capturas enfrente de los veteranos.

Paso Mojado soltó un ronroneo. – Muchas gracias jovencito –.

Él asintió. – No hay problema, pensé que tenían hambre. Si quieren más puedo traer lo que pidan –. Dijo feliz.

Si era un elegido entonces tenía que empezar a hacer las cosas bien con los miembros de su Clan.

Los veteranos negaron. – Estamos bien –. Dijeron.

Con un gruñido leve asintió.
– ¿Quieres que te ayude? –. Le preguntó a Zarpa Enlodada.

– Como quieras –. Ronroneó ésta.

– Vale –. Tomando un lecho lo arrastró hacia afuera de la guarida.
– ¿Dónde encontraremos musgo fresco y sin humedad? –. Preguntó.

– Creo que hay una cueva cerca de aquí… podemos ir y comprobar si hay lechos –. Propuso la gata.

– Pero… ya es tarde, ¿no crees? Puede ser peligroso… –. Maulló dubitativo.

– No me digas que le tienes miedo al estúpido líder del Clan Oscuro, ¿verdad? –. Le siseó Zarpa Enlodada.

La aprendiza tenía maña de no tenerle miedo a las cosas, por eso siempre la había admirado.

– No… no… para nada –. Dijo nervioso.

– Escucha, si algún día tenemos que vernos las caras, adelante. Sabes, no me asusta, y sea lo que sea no permitiré que le haga daño a mi Clan, ¡haré lo que sea para mantener a ese idiota fuera de nuestro territorio! –. Dijo lo último fríamente.

Él asintió algo temeroso por el carácter repentinamente hostil y agresivo de la joven.

– Sigamos… –. Susurró con nerviosismo.

La aprendiza debió de haberse dado cuenta de su repentino carácter, pues agachó las orejas. – Lo siento… –. Fue lo único que dijo.

– No te preocupes –. Dijo abrazando a su amiga. – No tienes que hacerlo, además nadie te culpa, yo también haría lo que fuese por proteger a mi Clan.

– Mi carácter se está volviendo distinto… no entiendo por qué. Me preocupa que no sepa controlarme –. Zarpa Enlodada agachó las orejas con un suspiro.

Él la comprendía bastante bien. La vida de ésta no era fácil, y dependía de lo que fuese para poder ser feliz.
La falta de atención por sus padres y los insultos constantes de Zarpa de Nieve la habían vuelto agresiva, hostil y de lengua afilada, mucho más que cuando ya la tenía.

Le pasó la cola suavemente. Le dió un lametón intentando reconfortarla con su amistad. Siempre había funcionado entre ellos, el cariño que ambos se tenían mutuamente.

Zarpa Enlodada siguió con su tarea de los lechos sin decir nada más.

Se sintió un poco triste por la joven, no se imaginaba lo complicado que debía de ser que tus padres no te dieran un reconocimiento o solamente apoyasen a su hermana.

Sus padres siempre lo habían felicitado. No importaba que Garra de Halcón y Zarpa Tormenta fuesen sus hermanos, porque sabía que Tormenta de Fuego y Flor de Ceniza repartirían su orgullo y amor por ellos de igual forma, sin apoyar más a alguien.

Sin embargo pensó en los padres de la joven. Corazón Florecido nunca había sido tan cariñoso o divertido como Tormenta de Fuego había sido con ellos mientras estaba en la maternidad. Y Perlada siempre había tenido preferencias por sus hijos, incluso antes de ser aprendices.

– Parece que va a llover –. Dijo Flor del Alba que interrumpió sus preocupados pensamientos.

– Y se ve que será fuerte –. Coincidió Garra Tostada.

Observó el cielo que repentinamente se había vuelto de un gris oscuro. No había reparado en que ya casi era de noche.

– ¿No se supone que en la Estación sin Hojas no llueve? –. Preguntó Zarpa Enlodada.

– No siempre –. Le respondió Nariz de Plumas.

– Normalmente suele nevar, y por extrañas razones a veces cae agua. Esa agua derrite la nieve y acaba llenando  el río –. Maulló Paso Mojado.

– ¿Y eso es malo? –. Murmuró él con preocupación.

– Depende –. Respondió Flor del Alba.

– ¿Depende de qué? –. Volvió a insistir.

– Depende de que tan lleno esté el río –. Dijo.

El miedo hizo latir su corazón con fuerza. Esa misma mañana había contemplado con sus propios ojos como el río fluía violentamente y había alcanzado la mayor parte del territorio cerca de ahí.

Nunca había escuchado hablar de una inundación masiva, pero eso no significaba que no pudiese haber una. Confiaba bastante en la sabiduría de los veteranos, pues tenían más experiencia que incluso la líder.

Sus patas estaban impulsandose listas para salir y advertirle al campamento.

Sin embargo contempló a los veteranos, parecían tranquilos y serenos, como si no les preocupase nada en absoluto.

Zarpa Enlodada seguía enrollando los lechos de musgo con sumo cuidado, mientras que observaba la humedad de éstos.

¿Es que acaso nadie se preocupaba en absoluto por lo del río?

Sin previo aviso comenzó a llover. Nunca había visto nada similar. Pero los veteranos tenían razón, la nieve comenzaba a derretirse conforme las gotas de agua caían encima de la misma.

Todo en el campamento parecía normal, tenía pinta de que nadie se preocupaba en absoluto por aquél clima tan raro.

Se preguntó si tenía que hablar con la líder… no quería que su Clan quedara sumergido bajo el agua si había una inundación… tal vez Estrella Moteada le creyese, después de todo, ella misma había visto el tamaño del río.

Había escuchado del Lago de Jade. Un precioso y enorme lago lleno de aguas cristalinas, que según la leyenda nunca se congelaban.

Poseían mucha agua y si se desbordaba acabaría inundando todo el bosque y sus alrededores.

De repente una voz le susurró suavemente. "Agua veloz, vida ya no"
¿A qué se refería con eso? Por el Clan Estelar, porqué las profecías y presagios siempre eran tan confusas.

No entendía lo demás, pero sabía que tenía que ver con el río.

Salió de la guarida de los veteranos. Sintiéndose presionado ante la idea de que él era el único que sabía lo que probablemente iba a pasar.

Zarpa Enlodada levantó la cabeza mirándolo con confusion.

La lluvia había comenzado a caer mucho más fuerte, toda la nieve que antes cubría el campamento, ahora permanecía derretida y escurriendose por la entrada del campamento.

No notó que el agua alrededor de sus patas había comenzado a subir lentamente. El agua estaba helada y le provocó un escalofrío.

Haciendo acopio de su energía, salió disparado hacia la guarida de la líder.
El fino liquen que colgaba de las paredes de la guarida, estaba un poco mojado.

Observó adentro y vió que la líder no estaba. Más pánico sacudió su corazón. Tenía que encontrarla lo antes posible.

– Zarpa de Fuego, ¿Qué haces aquí? –. Dijo Estrella Moteada sorprendida por detrás de él.

– ¡Habrá una inundación! –. Gritó desesperado.

La líder lo miró risueña. – Es tu imaginación únicamente querido, en el bosque no ha habido una inundación hace mucho –.

– Por supuesto que lo habrá –. Siguió insistiendo.

La líder lo apartó brevemente. Entrando a su guarida le indicó con un movimiento de la cola que se marchase.

¿Por qué la líder no le había creído? Tenía que convencerla de alguna forma.

La lluvia empapaba su pelaje rojizo tornandolo a un marrón oscuro.

Observó con horror al ver que el agua había empezado a subir aún más y no estaba siendo absorbida por la tierra como era de costumbre.

Corrió sin pensar a dónde, sólo quería sacar a su clan lejos de ahí.

Chocó contra Garra de Halcón que iba saliendo de la guarida de los guerreros.

– ¿Por qué hay tanta agua? –. Gruñó malhumorado.

– Porque se está inundando –. Dijo esperando convencer al guerrero.

– ¿Una inundación? –. Dijo sorprendido. – No había escuchado nada similar, pero eso explica que haya tanta agua.

– Estrella Moteada no me creyó, tenemos que evacuar lo que podamos –. Dijo apresuradamente.

Garra de Halcón miró el suelo y levantó una zarpa, la tenía empapada.

Varios guerreros empezaron a salir chapoteando sobre el agua.

Garra Turquesa apareció por la maternidad con sus tres hijos. Los pequeños iban colgando de la boca de su madre asustados.

El agua subía a gran velocidad.
En un instante todos los miembros del Clan salieron soltando exclamaciones.

Estrella Moteada surgió de su guarida con su pelaje completamente seco debido a su guarida ubicada en un punto alto.

– Esto se está inundando –. Gruñó Manto Serpenteado.

– Tenemos que hacer algo –. Coincidió la voz preocupada de Garra Turquesa.

– El agua está subiendo rápido –. Dijo Tormenta de Fuego. – No sabemos que tan alto suba, pero los muros del campamento no nos favorecen y hacen que el agua se acumulé más. Tenemos que buscar una zona alta fuera del campamento.

– No podemos salir –. Protestó Corazón Florecido. – El agua está subiendo mucho y lleva demasiada corriente.

Todos coincidieron con maullidos.

Las nubes de tormenta se comenzaron a acumular velozmente en el cielo. Un rayo cayó partiendo el cielo en dos. Tras esto la lluvia comenzó a caer con más fuerza llenando el campamento tanto que el agua le llegaba al cuello.

El horror y el pánico se esparció por el Claro y todos los gatos comenzaron a desaparecer de su vista.

Una fuerte corriente de agua lo arrastró hacia abajo de la misma.

El horror lo sacudió y se vió así mismo intentando salir. Cuando casi lo conseguía cuando otra fuerte ola lo hundió más.

No sabía nadar ni mantenerse a flote, y sabía que sus compañeros tampoco.

Los muros del campamento los hacían presos, no podían escapar escalando, la única forma era por la entrada, pero no lograba verla.

Sus pulmones pedían aire a gritos. Sin embargo chocó contra una roca y se sintió mareado. Se comenzó a hundir aún más, sin esperanzas de poder hacer algo…

Continuará

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