Capítulo 4

La mañana florecía sobre el campamento del Clan del Trueno.

Los pájaros trinaban por encima de los árboles, mientras pequeños copos de nieve se arremolinaban entorno al campamento.

Era el día siguiente a la Asamblea. La impactante noticia del nuevo líder del Clan Oscuro había abrumado a todos, así que las patrullas habían decidido vigilar con mayor constancia la frontera con el Clan Oscuro, olvidándose por completo de las otras fronteras.

Zarpa Enlodada se encontraba sentada esperando a su mentor quien la llevaría a conocer su territorio.

Sus pensamientos la acosaban constantemente. Siempre había sabido que su mente era especial, ya que analizaba las cosas con sumo cuidado.

Pensó en el nuevo líder del Clan Oscuro. Había escuchado las historias de que algún día fue guerrero del Clan del Trueno, sin embargo ella no lo recordaba y no sabía ni siquiera cómo era su aspecto o que tan imponente era.

Si aquél guerrero quería venganza entonces seguramente habría problemas, y solamente lo serían para el Clan del Trueno.

Recordó vagamente lo que le había dicho Zarpa de Fuego un día antes de su nombramiento de aprendices, cuando éste había salido del campamento a hurtadillas con Vuelo Raudo y Garra de Halcón.

El joven rojizo le había dicho que habían visto dos gatos, y que habían escuchado hablar acerca de su líder.

Tenía curiosidad de saber quién era y que tan peligroso sería para su Clan. Ella se convertiría en una poderosa guerrera que le demostraría a aquél líder que se había metido con el Clan equivocado, y que haría lo que fuese para protegerlo y acabar con las amenazas.

Su técnica de siempre y según lo que había aprendido de su padre, era conocer mejor al enemigo, no tenerle compasión si hacia algo malo, y sobre todo no achicarse ante tal cosa.

Volvió a la realidad. Su mente siempre tomaba rienda suelta y se iba muy lejos, imaginándose cosas que tal vez no pasarían o que aún no ocurrirían.

Buscó con la mirada a su mentor.

El lugarteniente rojizo apareció por la guarida de los guerreros. Su pelaje lucía lustroso y se ondulába.

- Buenos días, Zarpa Enlodada, ¿Cómo has amanecido? -. Ronroneó el gato.

- Buenos días -. Respondió el saludo con felicidad. - Y estoy bien, he amanecido con ganas de conocer todo y ser la mejor guerrera -. Dijo triunfante.

- Me gusta tú actitud, una actitud positiva siempre es buena para aprender -. Dijo Tormenta de Fuego pasándole la cola por el costado.
- Sígueme -. Dicho eso el lugarteniente salió disparado hacia la entrada del campamento.

Ella lo siguió intentando igualarlo en velocidad, a pesar de que sus patas habían crecido con los últimos días la nieve le dificultaba un poco el paso.

Los pájaros trinaban por encima de su cabeza. Sus armoniosos cantos prometían traer un buen día, lleno de emoción. Se imaginaba lo poderosa que sería cuando aprendiese toda técnica de combate, su Clan estaría a salvo.

Tormenta de Fuego se detuvo patinando sobre la nieve, su pelaje rojizo tenía una que otra mota de nieve.

- ¿Por qué nos detenemos? -. Murmuró ella.

- Quiero que aprendas cada frontera y aroma de Clan -. Dijo éste.

Ella asintió entusiasmada.

- Esa es la frontera con el Clan del Viento -. Señaló un pequeño río que bordeaba dos enormes rocas.

- Y... ¿El Clan del Viento lo sabe? -. Preguntó curiosa.

- Por supuesto que lo sabe, de hecho el Clan del Viento es el más pacífico de todos, su líder ha sabido liderar sin dar problemas -. Ronroneó el lugarteniente.

- Y ¿Quién es su líder? -. La curiosidad le picaba como el aguijón de una abeja.

- Se llama Estrella de Hielo, es un líder muy viejo, pero aún así ha sabido mantener la paz entre nosotros y su Clan -. Dijo tranquilamente.

Ella asintió. Tenía mucha curiosidad por saber todo.

- ¿Iremos a cada frontera? -. Murmuró ella.

- Si, a todos el territorio del Clan del Trueno -. Le respondió.

Ella siguió al lugarteniente con tranquilidad a través del bosque nevado.

Exploraba cada rincón de su enorme territorio, observando los detalles y memorizando las ubicaciones. Todo era bastante grande, y el aspecto nevado lo hacía mágico.

Se dió un lametón en el pecho, los pequeños copos habían comenzado a caer suavemente, no tenía aspecto de nevar.

Continuó siguiendo al lugarteniente por entre la nieve. Su cola iba arrastrándose a través de la nieve y dejando surcos a su paso.

Los pinos en la zona de arena sobresalían con sus copas llenas de nieve que se veía tan hermosa y brillante.

Captó un movimiento con el rabillo del ojo. Un pequeño conejo blanco surgió camuflado contra la nieve.

Ella soltó un pequeño gruñidito. Lo iba a atrapar.

Se colocó en la postura del cazador como tantas veces había visto hacer a Garra de Halcón.

De repente sintió la zarpa del lugarteniente haciendo hacia abajo su cadera.

- Recuerda bajar la cola y el cuerpo completamente, o sino tu presa de verá -. Le susurró.

Ella asintió agradecida porque el lugarteniente le dijese consejos.

Avanzó con cautela intentando la posición hasta donde podía. Su pelaje marrón destacaba menos que los pelajes negros o rojizos, así que tenía una ventaja mayor.

Estando lo suficientemente cerca de su objetivo se decidió a saltar. Flexionando las patas traseras dió un enorme salto.

El conejo soltó un chillido de horror e intentó escapar, sin embargo ya era demasiado tarde, ella ya estaba abalanzandose contra el desafortunado animal.

Lo mató con un solo zarpazo y volvió triunfante hacia su mentor con el conejo colgándole de las fauces.

Tormenta de Fuego la miró orgulloso con una sonrisa en su rostro. - Lo hiciste muy bien para ser tu primera vez, aprendes rápido -. Le pasó una pata por la cabeza felicitándola.

Ella no podía contener su felicidad, aquella era su primera presa, la primera cosa que había hecho bien de camino a su sueño de ser guerrera.

Miró agradecida a Tormenta de Fuego. - ¿Puedo aprender más? -.

El lugarteniente la miró un segundo antes de negar. - Seguiremos explorando el territorio, pero te prometo que mañana te enseñaré lo básico de un combate -.

Ella saltó con felicidad. - Gracias -.

El lugarteniente asintió. - Vamos, nos queda mucho por explorar.

La calidez del sol iba apareciendo. Era suave, aunque no ayudaba lo suficiente ya que el sol en la estación sin hojas no era muy intenso.

Tormenta de Fuego se detuvo a unas colas de distancia.
– Puedes ir a ver el lago de hielo –. Ronroneó éste señalando un pequeño lago que se asomaba entre unos arbustos.

Ella asintió entusiasmada y corrió hacia la zona.

El agua estaba completamente cristalizada, sin embargo con una de sus garras logró romper una pequeña parte del frío hielo.

Se inclinó a beber tranquilamente, el agua fría la tranquilizaba y le ayudaba a pensar mejor.

Cuando abrió los ojos para ver su reflejo una sombra pasó por esta colocándose detrás de ella. Estuvo tentada a apartarse por la impresión, pero se quedó completamente congelada de miedo.

Una voz suave le susurró. "Los Cuatro han llegado… La Oscuridad vendrá al bosque… ten cuidado de tus elecciones… "

La voz se desvaneció repentinamente. ¿A qué se refería con Los Cuatro han llegado? ¿Y qué era la Oscuridad?
Todas las preguntas resonaban en su cabeza.

Corrió rápidamente hacia Tormenta de Fuego con la intención de contarle, sin embargo se detuvo, sabía que nunca le creería semejante cosa.

Trató de olvidar lo que había visto y siguió su camino.

– ¿Cómo está el lago? –. Preguntó Tormenta de Fuego con un ronroneo.

– Bien, está congelado y se ve hermoso –. Ronroneó intentando sonar emocionada.

– Puede que se vea hermoso, pero a pesar de eso esta es una estación difícil –. Murmuró el gato rojizo.

– ¿Puedo preguntarte algo? –. Le dijo nerviosa.

El lugarteniente la miró fijamente y luego apartó su mirada. – Claro, y deja de mirarme así, tus ojos son hipnóticos –. Ronroneó risueño Tormenta de Fuego.

"Hipnóticos" La misma palabra de nuevo. Sabía de sobra que los demás acostumbraban a no mirarla por mucho tiempo a los ojos porque decían que eran demasiado coloridos.

Olvidándose de eso asintió. – ¿Quién es Acecho de Ratón? ¿Y por qué están preocupados por eso? –. Fue directo al punto.

Los ojos del lugarteniente se reflejaron alarmados y luego se tranquilizaron. Con un profundo suspiro el gato asintió. – Acecho de Ratón fue un aprendiz del Clan del Trueno. Su padre fue mi hermano…

– ¿Y por qué lo exiliaron, qué pasó? –. Interrumpió.

– Creo que ciertas cosas son complicadas de ocultar, y más para una jovencita tan astuta como tú –. Dijo sonriendo. – Aún así mereces saber la verdad.

Ella asintió aplanando las orejas y haciendo un hueco en la nieve para sentarse y acomodarse.

– Acecho de Ratón asesinó a su padre durante una batalla contra el Clan del Río… lo hizo con tan solo doce lunas de edad. Fue una decepción para todos –. Dijo agachando las orejas con una mueca.

– Pero… ¿Por qué lo hizo? –. Dijo atónita.

– No lo sé… si lo supiese probablemente no tendríamos un enemigo ahora –. Agachó la cabeza con tristeza.

Ella lo miró intentando consolar a su mentor. – Prometo hacer lo que sea para ayudar y defender a mi Clan –.

El lugarteniente la miró agradecido. – Ojalá pudieses hacer algo así, pero aún así agradezco tu apoyo y tu valentía –. Le dió un lametón en la cabeza.

– Será mejor que continuemos… aún queda mucho por ver –. Ronroneó éste poniéndose en pie.

Ella asintió con emoción y salió brincando en dirección a las fronteras.

•             •            •

Durante la mañana vieron muchas cosas y recorrieron todas las fronteras. El lugarteniente le iba mostrando las marcas fronterizas, los aromas de los Clanes y los mejores lugares para cazar.

Solamente faltaba explorar la frontera con el Clan Oscuro. Su mentor había dicho que era peligroso, y que no era necesario explorarlo, pero como siempre ella había insistido hasta que el lugarteniente había cedido a ir.

Estaban cerca del territorio, pues un aroma particular se le coló a la nariz.

– ¿Qué es ese olor? –. Sospechaba que era del Clan Oscuro, pero quería estar segura.

– Es el olor del Clan Oscuro, se puede decir que es una mezcla de olor entre el Clan del Trueno y los proscritos –. Susurró.

Zarpa Enlodada asintió observando un enorme roble que había llamado su atención.

– ¿Ese árbol es especial? –. Preguntó acercándose.

– Se le conoce como el Roble Mayor, el árbol marca frontera con el Clan Oscuro –. Le respondió.

– Y… ¿El árbol es nuestro o es del Clan Oscuro? –. La curiosidad la ahogaba.

– El árbol es de la naturaleza –. Ronroneó tranquilo el lugarteniente. – Pero la mitad del árbol le pertenece al Clan Oscuro, y la otra mitad a nosotros.

– ¡Fascinante! –. Dijo emocionada.
– ¿Puedo trepar? –. Suplicó.

– Es demasiado alto para ti aún… además no tenemos tanto tiempo, será mejor que volvamos al campamento, podrás subir hasta arriba en otra ocasión –. Tormenta de Fuego se puso en pie y continuó avanzando de vuelta al campamento.

Ella lo siguió velozmente. Su primer día había transcurrido de maravilla.



Continuará…

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