Capítulo 21

Un viento fresco y con aroma a nieve descendió de las montañas.
Los enormes riscos nevados se alzaban por encima de los árboles, luciendo desafiantes y áridas.

Zarpa Enlodada se estiró bostezando, después de un vivo entrenamiento en el Bosque Oscuro, era lo que necesitaba.
El calor de un sol se le coló por los músculos de forma agradable.

Aún recordaba su encuentro con el aterrador Líder del Clan Oscuro.
«¿Aterrador? Para nada» Se dijo con risa.
Era la verdad, ni siquiera la había intimidado, a pesar de que se había sentido nerviosa.
Podía estar tranquila porque sabía que no iría al Lago de Brillo, mientras se mantuviera lejos de ese lugar por uno o dos días todo estaría bien.
Aquél líder era estúpido, porque había creído sus palabras sin más, pero no contaba con que estaba mintiendo y que ella era más inteligente. Si aquél era el temeroso líder, los clanes se achicaban ante poca cosa.

Con una última mirada al cielo, salió trotando tranquila y llena de energía.
Se sentía feliz por alguna razón.

Las patrullas estaban siendo organizadas más allá cerca de una roca.
Mientras tanto Zarpa Tormenta y Caudal estaban llevando algunas hierbas a los veteranos.
Unos pequeños cachorros jugaban felices cerca de ahí, ronroneando y trayendo alegría a los gatos de alrededor.
Una reina los observaba desde cerca con amor y orgullo.
Mientras un guerrero cerca de ahí se acercó feliz a los pequeños.
Comprendió que era su padre, pues los cachorros saltaron sobre él derribandolo con emoción.

Toda aquella escena era muy conmovedora, sin embargo ella se preguntó si algún día podría disfrutar de eso.
No se imaginaba en la maternidad con cachorros, y mucho menos con un compañero.
No tenía mucho interés en eso realmente, sólo quería convertirse en la mejor guerrera que todos los Clanes hubiesen visto.

Apartó sus pensamientos ridículos y se encaminó al bosque, quería cazar y contribuir con su parte como cada mañana solía hacerlo.
Las presas extrañamente abundaban, y eso ayudaba mucho a los clanes.

Recordó la Laguna de Brillo que quedaba cerca de la frontera con el Clan Oscuro y el Clan del Trueno, obviamente se mantendría súper alejada de ahí.
Así que se encaminó por un sendero de hierba que conducía a territorio del Clan del Río, estaba muy lejos de la frontera con el Clan Oscuro, entre más lejos mejor.

Tal vez podría cazar algunos peces o ratones de agua, seguro que nadie podría criticarla por eso esta vez.

Los pájaros trinaban sobre las copas nevadas de los árboles, eso era lo único que resonaba en un bosque donde reinaba el silencio.
Levantó la cabeza abriendo las fauces para paladear el aire.
Ningún otro aroma le llegó más que el intenso de la nieve y al Clan del Río.
Fuera de eso todo estaba normal.

Continuó trotando, jugando con la nieve mientras avanzaba.
Se sentía como una pequeña cachorrita.
No tardó en encontrar un enorme conejo joven de pelaje blanco.
Con un salto ágil y coordinado lo cazó.
Enterró a su presa cerca de una roca, la nieve la cubriría bien y la mantendría fresca.

Llegó a un estanque de tamaño mediano. No lucía muy profundo ni tampoco muy grande, aunque tampoco podía verlo del todo porque estaba congelado.
Con una de sus garras le hizo una franja al hielo, y apoyando la almohadilla con fuerza el hielo se rompió.
Se asomó por el pequeño agujero para comprobar que no hubiese peces o algo que pudiera cazar.

El reflejo del hielo y el agua le resultó gracioso. Observó sus ojos azules admirándose de lo increíbles que eran.
Un movimiento en el reflejo del hielo la confundió, había algo blanco plantado por encima de un árbol, estaba segura de que no era un montón de nieve, tal vez solo era una presa o una lechuza.
Había escuchado a los veteranos contar la historia de la Arpía Blanca, era una enorme lechuza nevada mitad arpía, aunque jamás había visto una arpía realmente.
De repente del reflejo extraño unos ojos amarillos se abrieron de par en par con un destello rojizo.
Volteó rápidamente pero fue demasiado tarde, un impacto cayó sobre ella como una ola de agua.
El peso quebró el hielo y la sumergió.
Sin embargo su enemigo no contaba con eso y también cayó.
Sabía de quién se trataba, Acecho de Ratón.

Sintió sus afiladas garras clavarse en su piel, y reprimió un gruñido de dolor.
Advirtió que el líder estaba tirando de ella hacia abajo, había subestimado lo hondo que era aquél estanque.
Con gran horror comprendió que la quería ahogar.
Se giró para verlo mientras intentaba zafarse.
No podía hablar, pero en su mirada se vió claramente lo que le quería decir.
«Si voy a morir, moriremos juntos»

La desesperación la estaba consumiendo mientras intentaba hacer que la soltara.
Advirtió que una zarpa la tenía libre.
Así que aprovechando, se giró y le dió un zarpazo en la cara a Acecho de Ratón.
El guerrero la soltó y de su boca salieron burbujas.

Ella se apresuró a salir del agua tomando bocanadas de aire.
Se sentía tan pesada y fría, si no moría asesinada iba a morir de hipotermia.
Se sentía demasiado exhausta para correr y escapar, así que se quedó inerte esperando a que su enemigo saliera del agua.

Acecho de Ratón emergió de la nada jadeando, tenía el zarpazo que ella le había dado, no había visto con claridad donde se lo había propinado, pero vió que le salía un hilillo de sangre de la boca.
Salió ágilmente del estanque.

Ella se preparó para atacar, estaba dispuesta a luchar si era necesario.

– Ey, tranquila –. Dijo Acecho de Ratón con un toque de risa. – Buen combate aquél, ¿No?

Zarpa Enlodada se sacudió el agua del pelo y lo miró con rabia.
– ¿Qué es lo que quieres? Y… ¿Cómo supiste dónde estaba?

– Lo supe por dos razones. La primera es que sabía que no ibas a venir, y te di un punto de referencia por el cuál no te acercarías ni lo más mínimo, así que fue muy fácil dar contigo. Y lo segundo, es que soy más inteligente que tú –. Su mirada brilló.

No podía decir nada contra eso. Había subestimado demasiado al líder, era inteligente y sus planes estaban calculados a la perfección.

Ella le dió la espalda desganadamente dispuesta a marcharse, no quería saber nada de aquél gato.

– ¿Te vas tan rápido?
Las palabras de Acecho de Ratón hicieron que se llenara de ira.

– ¡¿Qué tenías que decirme?! –. Le soltó iracunda por encima del hombro.

– Te lo diré solamente si te quedas aquí –. Apartó con la cola un montón de nieve indicándole que se sentara ahí.

«¿Por qué estoy haciendo esto?» Se dijo con un suspiro.

Zarpa Enlodada se giró y se acercó.
Se sentó donde el líder le había indicado y enroscó la cola alrededor de las patas, ocultando sus afiladas garras desenvainadas.

– Te he visto entrenar en el Bosque Oscuro, pero ayer comprobé lo que veía. Normalmente cualquiera que se atreva a lanzarme no despierta –. Sus palabras sonaban arrogantes pero también había un toque satisfactorio.
– Pero tú, no te inmutaste ni lo más mínimo.

– ¿Por qué habría de hacerlo? –. Le dijo secamente.

– ¿Ves? Eres completamente distinta a todo lo que he visto. Por eso venía a ofrecerte algo que tal vez ansías más que cualquier cosa –. Ronroneó tentador.

– ¿Qué? –. Le espetó.

– ¡Poder! –. Sus palabras sonaron complacientes.

Había dado en el blanco, eso era justo lo que buscaba, el poder que necesitaba para proteger a su Clan, pero sobre todo para ser reconocida por sus propios compañeros.

– Tal vez me interese –. Le respondió dubitativa.

– Yo mismo te puedo entrenar para perfeccionar tus técnicas. Hablé con Paso de Alce y Luminosa, dicen que eres prometedora, eres hábil, astuta, valiente, lo que se necesita para ser poderoso –. Sus halagos la estaban complaciendo.

«Calma, Zarpa Enlodada, no te dejes convencer tan fácilmente» Se gruñó a si misma.

– Entonces, ¿Qué te parece? –. Le preguntó el líder con una mirada inquisitiva.

No tenía nada que perder, así que tal vez sería una buena manera de intentarlo, aprender nuevas técnicas sonaba brillante, pero también sería algo que estaría prohibido.
Pero qué más daban las órdenes de los Clanes, no necesitaba acatarlas siempre.

– Está bien –. Maulló. – Pero antes de eso, necesito que hagamos un pacto.

– Suena justo, obviamente yo tampoco confiaría en un enemigo –. Sus palabras fueron algo extrañas.

– Mientras entrene contigo no quiero que le hagas daño a mis amigos, no quiero que me juegues una trampa absurda, y sobre todo… ¡Nunca le menciones a nadie de esto! –. Sabía que lo último era vital, los Clanes podrían enterarse y la acabarían desterrando.

– Está bien, me atengo a eso –. Maulló firme. – Ahora, mi turno. Te mostraré movimientos de combate del Clan Oscuro, pero si llegas a usarlo en mi contra, lo pagarás con tu vida, y yo mismo me aseguraré de eso –. Lo último resonó sombrío.

Tal vez podría hacerlo, si le contaba a todos, los movimientos que había aprendido y las amenazas que el guerrero le había soltado, probablemente la defenderían y protegerían, así Acecho de Ratón no tendría oportunidades de matarla.
Aunque aún seguía dudando.

– Entonces, ¿Trato? –. Acecho de Ratón la miró con un destello fulminante.

– Trato –. Sostuvo firme.

Acecho de Ratón alzó una zarpa velozmente y se desgarró él mismo. La sangre salpicó el suelo nevado.
¡¿Qué clase de loco haría eso?!
Como si le hubiera leído la mente, el gato dijo.

– Es un pacto de sangre, vale más que cualquier otra cosa, y solamente confiaré en ti si lo haces también.

Ella tragó saliva con nerviosismo, jamás había probado herirse a si misma, pero Acecho de Ratón tenía razón, nadie se haría daño a si mismo si no fuera un pacto real.
Se puso valiente y levantó lentamente su zarpa desenvainada, un escalofrío le recorrió la piel cuando rozó su pelaje marrón.
Cerrando los ojos se hizo un pequeño corte del cual brotó un pequeño hilillo de sangre que resbaló hasta la nieve.

– Ya está –. Dijo nerviosa.

Acecho de Ratón la miraba conteniendo la risa.

– ¿Qué es tan gracioso? –. Le espetó.

– No puedo creer que no seas capaz de hacerte daño tu misma, pero no te inmutas cuando alguien más lo hace –. Ronroneó risueño.

– ¡Eso no es cierto! –. Aulló en defensa, aunque realmente estaba mintiendo, porque de verdad le había causado pavor.

– En fin, no puedo quedarme aquí todo el día, como líder tengo muchas responsabilidades, pero te veré esta noche, en la frontera con el Clan Oscuro, conozco un lugar perfecto para entrenar –. Dijo Acecho de Ratón incorporándose.

– ¿Pero qué pasará con el entrenamiento en el Bosque Oscuro? –. Protestó ella.

– Por eso no te preocupes, he hablado con Luminosa, y está de acuerdo en que has aprendido todo lo que el Bosque Oscuro te ha podido enseñar, ahora es momento de aprender algo que nadie más aprenderá…

Continuará…

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