Capítulo 13
La tarde transcurría pacíficamente en el centro de los territorios.
La nieve había comenzado a caer, tapando todo el lodo que había, y consumiendo cada rastro de destrozos a su paso.
Zarpa Enlodada regresaba de cazar con Zarpa de Fuego y Manto Serpenteado. La patrulla había conseguido atrapar muchas presas.
Sus percepciones sobre la escasez de comida habían sido falsas, la comida seguía abundando. Parecía que la mayoría de las presas, como ratones y ardillas, habían hecho sus refugios encima de los árboles o debajo de la tierra tras la inundación.
Esperaba poder cazar mucho más, quería alimentar a todos los gatos, y más ahora que los clanes estaban juntos.
Le costaba creer que ya llevaba cuatro días desde su nombramiento a aprendiza, parecía que hubiese sido ayer.
Zarpa de Fuego iba arrastrando un enorme conejo que había encontrado durmiendo debajo de las raíces de un árbol y había caído desprevenido.
Manto Serpenteado mientras tanto caminaba con dos enormes ratones colgando de sus fauces.
La caza había sido sorprendentemente fácil y rápida.
Continuaron por el borde directo hacia el nuevo campamento de los Clanes. Habían visto con tristeza los destrozos que había dejado la inundación. Ningún territorio se había salvado, excepto el Clan Oscuro, claro…
Recordando brevemente donde se encontraban, observó de frente la franja de territorio que tenía del otro lado. Era el territorio del Clan Oscuro, y tan sólo de verlo su curiosidad se hacía más grande.
Escuchó unos gritos de victoria y batalla que resonaron provenientes del territorio vecino. Trás aquel ruido, un graznido horrorizado y con furia a la vez, sonó.
Aquellos sonidos hicieron que se pusiera en tensión y erizara el pelo.
Trás ella sus compañeros la miraron con curiosidad.
– ¿Qué ocurre? –. Murmuró Zarpa de Fuego.
– ¿No escuchaste eso? –. Dijo mirando seria a su compañero.
– Si… pero… ¿Qué tiene de malo? –. Dijo confundido.
– Aghh bola de pelos –. Gruñó. – No sabemos qué estén haciendo del otro lado, ni cómo sean.
– ¿Hablas del Clan Oscuro? –. Ronroneó Manto Serpenteado.
– ¡Si! –. Dijo ella impaciente.
– Probablemente estén cazando como cualquier Clan. Dicen que el Clan Oscuro poseé un territorio con una zona montañosa, y les gusta cazar "halcones" –. Respondió el guerrero.
– ¡¿Halcones?! –. Ella exclamó atónita.
– ¿Cómo que cazan halcones? ¡¿Qué clase de locos son?!.
– Dicen que los halcones son la presa más deliciosa de todas… digo, yo nunca he probado ninguno, pero si es complicada de cazar también debe de tener un buen sabor, ¿no? –. Manto Serpenteado observó el territorio de enfrente tranquilamente.
– ¿Cómo los cazan? Esas aves son enormes, y seguro que pueden llevarse a un gato volando –. Dijo aún sorprendida.
– Tienen una técnica especial, se dice que son expertos en eso. Y también dicen que es la presa favorita de su líder –. Manto Serpenteado gruñó lo último con sequedad.
– ¿Quién te ha contado todo eso? –. Gruñó ella.
– Son rumores –. Le explicó. – Desde que Estrella Moteada le contó todo a los Clanes, no paran de hablar de un ataque o una emboscada.
Ella suspiró. – No sé porqué seguimos aquí, será mejor que nos marchemos –. Dijo tomando de nuevo sus presas.
Los dos gatos asintieron y la siguieron.
Al llegar al campamento provisional depositó las presas en el montón. Estaba bastante lleno, demasiado como para no jurar que se caería.
Las dejó a un lado y se alejó de sus compañeros, no la necesitarían más, ahora podrían descansar como era debido después de un largo y ajetreado día.
No quería tener que compartir guarida con los aprendices de los demás clanes, pero tampoco tenía opción, así que con la cola baja se adentró en un pequeño refugio.
Era la guarida provisional de los aprendices. No parecía tan cálida como la de su campamento, pero tampoco tenía mal aspecto.
Entró y se acomodó en un lecho de musgo que parecía no tener dueño.
De repente sintió un impacto que la empujó contra los muros de zarzas de la guarida.
Soltó un bufído furioso y se volvió hacia su atacante.
Se sorprendió al ver a un joven de pelaje rojizo y unos hermosos ojos turquesa, mirándola apenada.
– Lo siento mucho, enserio, discúlpame. No era mi intención… estaba jugando y no te ví –. Parecía realmente apenada.
En otros tiempos hubiese disfrutado de hacer una buena humillación, pero ahora estaba demasiado cansada para poder hacer nada más.
– No te preocupes, está bien –. Fue lo único que dijo antes de derrumbarse.
La aprendiza rojiza sonrió. – Hola, mi nombre es Zarpa Rojiza –. Ronroneó feliz. – ¿Cuál es el tuyo?.
Ella se giró mirándola sin ganas. – Mi nombre es Zarpa Enlodada.
– ¡Genial! ¿Quieres ser mi amiga? –. Ronroneó Zarpa Rojiza.
– Si, por qué no –. Murmuró.
– Te presentaré a mi hermano enseguida –. Maulló con emoción.
Observó como la joven desaparecía hacia el exterior dejándola por fin descansar.
Cuando estaba a punto de conciliar el sueño, apareció Zarpa Rojiza de nuevo seguida de cerca por un joven aprendiz de aspecto rayado.
– Hola, soy Zarpa Rayada –. Dijo éste con un tono nervioso.
Se sintió algo risueña por la actitud del aprendiz.
– Hola.
– Zarpa Rojiza me dijo que eras una aprendiza del Clan del Trueno, ¿Cierto? –. El joven la miró curioso.
– Sí, así es. ¿Y ustedes? –. Ronroneó.
– Somos del Clan del Viento. Y nuestro padre es el líder –. Repusieron orgullosos.
A Zarpa Enlodada se le saltaron los ojos de la impresión, no se podía creer que aquellos dos aprendices tan jóvenes fueran hijos del mismísimo líder.
– ¡Eso es fantástico! –. Ronroneó.
El aprendiz asintió. – Lo sería aún más si estuviéramos en el campamento, no quiero estar aquí todo el tiempo…
– ¡Pero es divertido! –. Zarpa Rojiza protestó con emoción.
– Para ti solamente –. Dijo con sequedad. – Al menos a mí no se me hace gracia estar aquí, y sobre todo porque el Clan del Río sigue muy hostilizado con nosotros.
– No son los únicos –. Repuso pensativa recordando la batalla en la que uno de sus guerreros había muerto.
– En fin, no es agradable estar aquí con todos los Clanes. ¡¿Ya viste cuántos aprendices dormirán aquí?! –. Exclamó Zarpa Rayada.
– Si… pero al menos estaremos más protegidos –. Maulló nerviosa.
– ¿Protegidos de qué? –. Ronroneó Zarpa Rojiza.
– ¿No escucharon acerca del Clan Oscuro? –. Susurró.
– Por supuesto que lo escuchamos, pero no creo que tengamos de que preocuparnos, además, si su líder es como Colmillo de Tejón, entonces no habrá cosas malas –. Replicó el aprendiz.
– Es que no lo entiendes, su líder es muy distinto. Dicen que es aterrador, imponente, y que está desquiciado y haría lo que sea por una venganza –. Le espetó.
– ¿Le tienes miedo? –. Zarpa Rayada la miró risueño.
– ¿Miedo yo? No, para nada –. Respondió firme.
No estaba mintiendo después de todo. No le tenía miedo a aquél líder. Su verdadero temor era tener que enfrentarlo completamente sóla, nunca sabría cómo, y la respuesta a todo no era siempre luchando.
Los aprendices del Clan del Viento parecían tener un espíritu valiente, pues ni siquiera se habían inmutado ante la mención del terrorífico líder. Aunque tal vez eso era normal, después de todo ellos no lo conocían ni sabían la clase de cosas que podría llegar a hacer. Aunque ahora que lo pensaba mejor, ella tampoco conocía al líder, pero lo sentía tan cercano como si ya lu hubiese visto en alguna parte. No sabía en absoluto nada acerca de éste, ni su color de pelaje, su aspecto, su tamaño, su personalidad… ¡Nada en absoluto!
– ¡Zarpa Enlodada! –. Una voz la arrastró de sus pensamientos.
Tormenta de Fuego estaba plantado afuera con Corazón Florecido. Al ver a su padre una fría rabia y odio ardió desde lo profundo de su interior.
– Saldrás con Corazón Florecido a patrullar cerca de la frontera con el Clan Oscuro –. Le ordenó.
Con un bostezo asintió. No había podido descansar lo que anhelaba, pero al menos la idea de que los jóvenes ahora eran sus amigos, la tranquilizó.
Ambos aprendices se habían acurrucado cerca de ahí.
Salió rápidamente al claro y siguió a su padre. Éste estaba eligiendo a los que asistirían, y parecía serio, como siempre.
Cuando por fin hubo acabado, señaló a la patrulla en dirección al territorio del Clan Oscuro.
Se esperaba que la patrulla estuviese conformada únicamente por guerreros del Clan del Trueno, sin embargo ahí había gatos de todos lo Clanes.
La patrulla se puso en marcha una vez acabada la selección. El bosque lucía lleno de nieve, que le resultaba tranquilizante. Nunca había conocido la estación de la Hoja Nueva, o la Hoja Verde, y esto se debía a que había nacido en la estación de la Caída de la Hoja.
– Bordearemos el territorio sin cruzarlo, permaneceremos un tiempo ahí examinando todo. Cualquier detalle será básico para saber qué clase de líder tiene el Clan Oscuro –. Dijo Corazón Florecido.
Una guerrera formidable que avanzaba a su lado, gruñó con una voz tan baja que ella fue la única que pudo escuchar. – ¡Ja! Nadie conoce mejor a su líder que yo.
Se sobresaltó un poco ante lo que había dicho. Aquella gata conocía a Acecho de Ratón y nadie más lo sabía.
– El Clan del Río tiene otro plan –. Gruñó un joven guerrero de pelaje rojizo.
– ¿Qué plan? –. Le espetó el encabezante de la patrulla.
– Que cruzemos parte de su frontera por los riscos. Nadie nunca va ahí y nuestro aroma jamás llegaría hasta allá –. El guerrero miró seriamente a la patrulla.
– Me gusta la idea –. Admitió Corazón Florecido. – Pero esas no son las órdenes que tenemos, Corazón de Zorro –. Gruñó.
Corazón de Zorro erizó el pelo y le mostró los colmillos. – ¡Llévate a tus estúpidos compañeros por donde quieras! Pero en lo que a mí respecta me llevaré a los míos por el risco.
Corazón Florecido se situó frente al joven guerrero con la mirada fulminante y llena de ira. Pegó su hocico casi a la cara del guerrero y le gruñó. – Si no te despellejo la cara en este mismo instante, es porque no quiero acabar matando tan fácilmente a un idiota como tú.
Corazón de Zorro desenvainó las garras listo para atacar a Corazón Florecido, sin embargo una musculosa guerrera se le acercó pasándole la cola por el costado.
– Tranquilo, no vale la pena pelear con gatos de pacotilla.
El guerrero bajó la cabeza y esquivó a Corazón Florecido deliberadamente.
– ¿Quién irá conmigo por los riscos? –. Preguntó a la patrulla.
La curiosidad amenazaba con estallar dentro de Zarpa Enlodada, quería ver más allá de la frontera del Clan Oscuro. Tal vez con suerte y podría conocer al líder y observar sus movimientos y debilidades.
– Yo iré –. Ronroneó la guerrera que estaba a su lado. – Después de todo al Clan de la Sombra nos gusta la aventura.
– Buena elección, Pétalo Sombreado – Dijo Corazón de Zorro entrechocando su cabeza con la guerrera al pasar.
– Voy –. Maulló otro guerrero cerca de ahí. – Tiene razón Pétalo Sombreado, el Clan de la Sombra es valiente.
Así más de media patrulla acabó llendose con Corazón de Zorro. Hasta el punto en el que solamente quedaban Manto Pardo con Corazón Florecido y dos guerreros del Clan del Viento que no conocía.
Quería ir con la patrulla de Corazón de Zorro, ansiaba con ganas ver más allá de todo territorio.
– ¿Alguien más? –. Corazón de Zorro observó a los restantes con su mirada abrazadora.
– ¡Yo! –. Exclamó valientemente.
– ¡No puedes! –. El gruñido lleno de rabia de Corazón Florecido resonó por detrás de ella. – Te quedas aquí y no hay discusión, así que regresa aquí en este instante.
– ¡NO! –. Respondió firme.
Corazón Florecido la miró con sorpresa. – Es una orden.
– Ya dije que ¡no! –. Le espetó. – No me puedes dar ordenes ahora porque ya no soy una cachorrita y ahora estos ya no son los Clanes –. Le gruñó groseramente. Por primera vez estaba desquitando todo su resentimiento y furia contra su padre, además lo merecía por ser así.
La patrulla de Corazón de Zorro la miraba con los ojos relucientes.
Dió media vuelta dejando al guerrero con la boca abierta, y se integró a la patrulla.
Ésta sin esperar se marchó en dirección a la frontera con el Clan Oscuro.
Cuando desaparecieron de la vista de la patrulla del guerrero del Clan del Trueno, por fin la tensión terminó.
– Estuviste de lo mejor allá atrás –. Ronroneó Corazón de Zorro.
– ¡Si! Seguramente que ese idiota no se esperaba que le contestaras eso –. Dijo Pétalo Sombreado burlona.
– Creo que tú eres de los nuestros –. Ronroneó la guerrera marrón del Clan del Río. – Por cierto, olvidé presentarme, me llamo Tormenta Polvorosa, y…
– ¡Yo soy Pico de Roca! –. Interrumpió el guerrero del Clan de la Sombra.
– Supongo que a mí ya me conoces –. Dijo el guerrero rojizo.
– Si… eres Corazón de Zorro. Mi nombre es Zarpa Enlodada –. Dijo tranquila.
– Genial, te puedes unir a nosotros cuando quieras, somos Los Poderosos, un grupo única y exclusivamente para guerreros como nosotros –. Le dijo Corazón de Zorro con la mirada brillante.
– Pero no soy guerrera aún –. Maulló.
– No importa, ya llegará tu tiempo, y con gusto podrás convivir con nosotros como toda una guerrera –. Al guerrero rojizo le destelleó la mirada.
Ella asintió agradecida. Al menos había hecho amigos. Aunque se sentía un poco mal al pensar en lo que le esperaba una vez al llegar al campamento, seguramente Corazón Florecido le diría a Estrella Moteada y Tormenta de Fuego, y éstos probablemente la castigarían.
Sin embargo no se arrepentía de nada, por fin había podido ver esa expresión de sorpresa y rabia que había soñado. Sin embargo aún faltaba la presumida de su hermana y la favoritista de su madre.
Su espíritu estaba cambiando como sus sentimientos, y por fin había visto algo más allá de todo…
«¿Familia? Yo no necesito familia»
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