Capítulo 51

Llegada la hora, Katica espero a los Lores en su despacho mientras se perdía un poco en sus recuerdos al estar sentada en el asiento que antes era de su padre.

—¿En que piensas? —preguntó Tom al oírla reír por lo bajo.

—Recordaba una vez en la que me escapé de casa para conocer este lugar. Nana Zera estaba muy preocupada por no encontrarme en casa —Tom también rió.

—Lo recuerdo. Te ayude a esconderte de tu abuelo...

—Pero aun así nos atrapó y nos metimos en problemas —ambos rieron hasta que Katica mostró una sonrisa triste —. El abuelo nos regañó y nana Zera casi lloró ese día. Dijo que papá estaba muy estresado y preocupado por su trabajo como para darle más preocupaciones.

—Lo recuerdo. Tu abuelo me llevó a mi casa y no le dijo nada a mi madre.

—Cuando papá volvió a casa, yo se lo conté. Le dije lo que había hecho y esperé a que me regañara. Pero en lugar de eso, me trajo aquí. Me dejó recorrer todo el lugar y me mostró muchas cosas...

De pronto, Borack y Alec abrieron las puertas para dejar pasar al Lord de Redfox y Riverton.

—¿Lord Rogger no asistirá?

—El Lord de Cerenia envía sus disculpas —respondió Alec —, pero dijo que prefería descansar el día de hoy.

—Esta bien.

Minutos después, Terry ingresó al despacho con Ur para realizar la audiencia.

—Gracias por traerlo, Terry. Ahora necesito que los cuatro salgan. Esto solo será entre Lores.

—Sí, mi Lady —respondieron los cuatro.

Al quedar a solas, Katica dio inicio a la audiencia.

—Ur Yanik, se te acusa de espionaje e intento de homicidio de uno de mis hombres por encargo de Lord James. ¿Lo niegas?

—No.

—Anteriormente cometiste el crimen de casi asesinar a Lord William y de lograr huir del lugar abandonando a tus compañeros, los cuales fueron apresados y encarcelados. ¿Lo niegas?

—No.

—¿Estuviste presente cuando Eruka fue atacada?

—No.

—¿En dónde estabas en ese momento?

—Escondido con mi familia. Lord James me encontró y me dio la misión de venir hasta acá.

—Si yo te dejara en libertad, ¿qué harías?

—¿Qué pregunta es...?

—Silencio por favor, Lord Ciro. ¿Y bien?

—No tengo a dónde ir, Lady Katica. Si regreso, pondré en riesgo las vidas de mi esposa y mi hijo.

—Te ofreceré la misma oferta que a Terius, Borack, Alec y Fura. Si decides quedarte, jurarás lealtad a Eruka y nos ayudarás en lo que se te necesite. Luego de un tiempo podrías llegar a considerarte habitante de Eruka, ¿Aceptas?

—Lady Katica, esto es una pésima idea. Usted no puede simplemente...

—Lord Ciro. Usted pidió estar presente en esta audiencia. Le pido que por favor guarde silencio y no interrumpa.

—Acepto —todos miraron al acusado —. Prometo ser de utilidad para usted y la ciudad.

—Levántate —dijo Katica. Ur obedeció —. Te concedo libertad en este mismo momento. Estarás bajo la supervision de Terius Midgard, no podrás salir de Eruka al menos en dos años. El día de mañana nos reuniremos para que me des información importante y buscaré alguna tarea para ti.

—¿Qué haré hasta mañana?

—Te buscarán un lugar en donde vivir. De no encontrar uno, puedes quedarte en las habitaciones del cuartel —Katica caminó hacia la puerta para que los demás volvieran a entrar —. Ya hemos terminado. Por favor lleven a Ur y busquen un lugar en donde pueda quedarse.

—En donde nos quedamos cae uno más —comentó Alec. Terry estuvo a punto de reclamar, pero Borack lo detuvo.

—No habrá problemas en que se quede.

—Se los agradezco, chicos. Pueden irse.

Ur y Tom se miraron en silencio hasta perderse de vista.

Luego de salir, Katica volteó a ver a los Lores mientras Tom permanecía junto a ella.

—¿Algo que decir?

—Absolutamente nada —respondió Rick.

—Yo tengo algo que decir —el Lord de Redfox se puso de pie —¿A caso ha perdido la cordura? ¿Cómo se le ocurre darle libertad a un espía de Salamina? Es un criminal, ¿cómo está tan segura de que no escapará o matará a alguien en cuanto dejen de preocuparse de él?

—No lo sé, mi Lord —respondió Katica con tranquilidad —. Pero estoy bastante segura de que mi padre habría hecho lo mismo —una risa sarcástica provocó molestia en Katica —. ¿A qué se debe la risa?

—Lord William no era diferente a los demás, señorita. Es verdad que tenía mucha más diplomacia, pero al momento de tomar decisiones, el habría preferido aplasta a la mosca en lugar de abrirle la ventana.

—Le pido un poco de respeto a la memoria de mi padre, Lord Ciro. No estamos aquí para ofender a los muertos.

Un breve silencio inundó el salón hasta que Rick se puso de pie y aclaró su garganta.

—Creo que la decisión de Lady Katica es bastante interesante. En mi opinión, yo no haría lo mismo. Pero por lo visto, les ha funcionado mucho el tener aliados no prisioneros.

—No comprendo —respondió Ciro.

—A ellos no le sacaron información a la fuerza, Lord Ciro. No tomaron la misma decisión que nosotros hubiéramos tomado y los dejaron vivir. Fueron clementes con ellos, y mire el resultado.

Nuevamente, el silencio volvió a reinar dentro del salón.

Nadie más dijo nada y solo se retiraron del lugar dejando a Katica y a Tom a solas, como estaban inicialmente.

—¿Y bien?

—Salió todo como se planificó —Tom noto su expresión tensa.

—Colmillo, si quieres llorar, hazlo. No solo te lo guardes —rodeó a Katica con sus brazos, provocando los sollozos de esta.

—Yo... no sé si pueda hacerlo —se aferró con fuerza a Tom —. Tengo miedo de no ser suficiente para esto. Me asusta no poder...

—¿Ser como tu padre? —Katica guardó silencio —. Linda, no tienes que ser como tu padre, o como los otros Lores que se han conocido —besa su frente —. Tú solo haz lo mejor que puedas. No intentes demostrale a nadie lo que puedes hacer. Solo haz lo que tú te creas capaz.

—No sé qué haría si no estuvieras conmigo.

—Harías lo mismo, Katica. Eres una chica fuerte. Y estoy seguro de que conmigo o sin mí, sabrás seguir adelante sin problemas.

—Contigo todo es más fácil.

El llamado a la puerta llamó la atención de ambos. Mientras Katica intentaba limpiar el llanto de su rostro, Tom caminó hacia la entrada para ver de quién se trataba.

—Lord Rogger —dijo algo confundido.

—Buenas tardes —saludó pacíficamente mientras pasaba al salón —. Me temo que he llegado en el momento preciso, Lady Katica.

Por más que lo intentó, Katica no pudo hacer que su llanto pasara desapercibido ante el Lord de Cerenia.

—Quisiera poder hablar con la joven dirigente de Eruka, si no es mucha molestia —miró a Tom —. Descuida, solo serán unos minutos.

Al salir Tom, el Lord de Cerenia ordenó tranquilamente un par de asientos para que quedaran frente a frente mientras Katica seguía de pie sin moverse.

—Por favor, mi Lady —el hombre la invitó a sentarse mientras él tomaba uno de los asientos —. Solo quiero una conversación con usted, ya que en todo este tiempo no ha habido más que los reclamos de Ciro.

—¿Qué piensa usted al respecto? —preguntó con desánimo.

—Pienso que eres una joven muy valiente por hacer todo lo que estás haciendo ahora.

—¿Cree que seré suficiente? —el hombre sonrió amablemente.

—¿Crees ser suficiente? —Katica no supo responder —. Ser Lord, o Lady como es tu caso, implica mucho carácter, niña. Nadie nace teniéndolo, ¿sabes? La experiencia es lo que forma el carácter de un buen Lord.

—No creo comprender, mi Lord.

—¿Tu padre era Lord cuando naciste?

—No, señor. Era soldado y se encargaba de entrenar a los novatos. Toda su vida estuvo en la milicia al igual que mi abuelo.

—Formaron carácter. La milicia es un ambiente hostil a cada momento. Es por eso que solo hay hombres ahí, porque es bien sabido que los hombres toleran mejor ese ambiente que las mujeres.

—Pienso que es algo injusto.

—Sí, lo es —la actitud pacífica del hombre le pareció muy extraña. Más aun teniendo aquel tema de conversación —¿Sabías que con nosotros fuera, alguien más tiene que hacerse cargo de la ciudad?

—Sí, señor. Cuando mi padre se ausentó por dos años, mi abuelo quedó a cargo de todo.

—Bien. ¿Sabes quienes están a cargo de Riverton, Redfox y Cerenia en este momento?

—Lo desconozco, señor.

—Esas son cosas importantes de las que un Lord debe estar al tanto. Riverton está a cargo de Ulmer, la mano derecha de Rick. Redfox está a cargo de Joseph, el hijo mayor de Ciro. Y Cerenia está bajo la vigilancia de Rayna, pero todos creen que mi hijo mayor, Caleb, es quien está a cargo.

—¿Rayna?

—Es mi hija, Lady Katica. No es mi primogénita, de todos mis hijos es la única que me ha demostrado querer proteger su hogar y no simplemente ser reconocida por tener el puesto.

—Su hija...

—Rayna entrena desde que era muy joven. Ella quería ser como sus hermanos y yo la dejé. Aunque debo admitir que lo hice porque creí que luego se aburriría y querría hacer algo que sí fuera para ella —Katica vio con extrañeza reír al hombre —. Claramente, esto es para ella.

—Mi padre siempre quizo alejarme de este mundo...

—También quise hacerlo con Rayna, pero nunca lo logré. Y, si hay algo que no podemos hacer los hombres, es llevarle la contraria a las mujeres que amamos. Imagínate lo difícil que es para los padres cuando queremos proteger a nuestras hijas.

—Sí, me lo imagino —sonrió con tristeza.

—No es mi intención traerle el recuerdo de su padre. Era un buen hombre —se puso de pie —. La razón por la que quise estar a solas con usted, es porque yo la creo capaz de ocupar el lugar de su padre y abuelo. Y lo creo porque he visto con mis propios ojos que es algo posible. Ciro y yo somos muy buenos amigos, pero no comparto su opinión —el hombre estiró su mano hacia la joven —. Lady Katica, le pido que no se preocupe por nada, porque a partir de ahora, Redfox la resguardará en todo momento.

—Se lo agradezco, Lord Rogger.

—Cualquier cosa que necesite, no dude en pedírmelo.

Una alianza segura se formó entre Eruka y Cerenia a raíz de una simple y amena charla que, dejando de lado la diplomacia, no era más que un adulto guiando a la joven e inexperta Lady.

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