Capítulo 50
Durante la mañana, mientras Katica y Tom se encontraban fuera, el Lord de Redfox convocó una reunión secreta.
—¿Qué te traes Ciro? —preguntó el Lord de Redfox.
—Supongo que se harán la idea sobre el porqué los llamé.
—Déjeme adivinar —se apresuro Rick —. No le convence el que Lady Katica ocupe el puesto de su padre y su abuelo.
—¿A usted sí? Tanto usted como la señorita Katica están ocupando el lugar de sus predecesores. Pero claro, su caso es diferente ya que...
—Soy hombre y estoy más involucrado en la milicia, ¿no?
—Claramente.
—No quiero faltarle al respeto, Lord Ciro. Pero creo firmemente en que la chica tiene madera para esto. ¿A quién le importa que sea una mujer?
—Nuestra ley dicta que el sucesor debe ser un hombre.
—Quizás podamos empezar a cambiar las leyes.
—¿Insinúa que debemos acabar con las tradiciones?
—No lo Insinúo, Lord Ciro. Lo propongo.
El silencio se apoderó de la habitación, y no fue sino hasta que el Lord de Cerenia se puso de pie, que Rick decidió seguir hablando.
—¿Qué dice usted, Lord Rogger? —preguntó Rick —. Apenas sí ha hablado.
—Comparto la opinión de Ciro. Nunca antes ha habido un Lord que no sea hombre. —el Lord de Redfox miró a Rick de manera victoriosa —. Pero, debo admitir que en lo poco que he visto aquí, la chica le brinda honor a su padre y abuelo con sus acciones.
—¿No estarás...?
—Deja que lo intente, Ciro. Ya logró traer a su gente a casa, ¿no?
—Pero...
—También me resulta extraño que una mujer se haga cargo de una ciudad. Pero sabes que esa decisión se debe tomar con todo el consejo reunido, no con solo una parte de él.
—Habrá que esperar a que pase el invierno para reunirlos a todos.
—Hasta entonces, que Eruka sea dirigida por Lady Katica —el hombre caminó hasta la entrada —. Si no hay nada más que discutir, me retiro.
—Lord Ciro —dijo Rick al quedar a solas con el mencionado —. Quiero que sepa que no busco desafiarlo ni faltar a sus tradiciones. Pero creo que todos aquí tenemos un enemigo en común, y tenemos que estar unidos para lo que venga.
—¿Y piensas que dejarla a cargo hará la diferencia?
—No conozco tanto a la chica. Pero algo me dice que no es una damisela en peligro. Dejemos que esa comadreja piense que Eruka realmente está en problemas y que tiene pocas probabilidades de soportar un nuevo ataque.
—¿Cómo sabes que volverá a atacar?
—Es el Lord de Salamina. Cuando se entere que la hija del Lobo a tomado el puesto, vendrá corriendo a destruirlo todo. Quizás no ahora, quizás en unos meses o años.
—Eruka apenas se está levantando.
—Pero nosotros llevamos años esperando al desgraciado. Nunca pasó nada porque nunca habían podido pasar de Eruka. Solo piénselo, Lord. Quizás Eruka no vuelva a ser lo que fue, pero puede ser nuestra oportunidad para darle fin al infeliz que causó tanto caos años atrás. Y que lo sigue haciendo ahora.
—Por lo visto, tu padre te puso ese deber sobre la espalda.
—Sin Salamina en el camino, podríamos ampliar el mapa. Nuevas rutas de comercio, embarcaciones... —Ciro rió por lo bajo al oír a Rick.
—Es cierto que mucho antes de que iniciara este conflicto las cosas eran muy diferentes. Vivimos en un agujero comparado con esos años.
—Entonces no tenemos nada que perder. Eruka ya ha perdido más que nosotros —Rick caminó hasta la entrada —. Solo piénselo.
Luego de quedar completamente solo, el Lord de Redfox no pudo evitar pensar en las palabras del joven Lord de Riverton.
—Que muchacho más inteligente —Caminó hasta la botella de licor que tenía sobre la mesa —. Alguien más de quien hay que cuidarse.
***
Pasada la tarde, Katica y Tom estaban ya de regreso cuando Terry se presentó en la entrada de la ciudad con una expresión seria y los brazos cruzados.
—¿Pasó algo? —preguntó Tom.
—No, por suerte no ha pasado absolutamente nada. ¿Se puede saber en dónde estaban?
—Estabamos en el mirador del norte —Terry no dudó en mostrarse sorprendido.
—¿En que estabas pensando cuando la llevaste allá? ¡¿Eres idiota?!
—¡Terry! —Katica llamó su atención —. Tom no me llevó, dejé que Rolf nos guiara y solo llegamos.
—No importa como haya sucedido, Katica. Pero me parece algo muy irresponsable de su parte. De los dos.
—No pasó nada, Terry —reclamó Tom, ahora un poco más serio —. Nada le pasará a Katica mientras esté con ella.
—Pues no pareces ser muy precavido.
Aquel comentario molestó a Tom, quien no tardó en bajar del caballo para sujetar a Terry del cuello de la camisa con rabia.
—Ya me hartaste...
—¡Ya basta! —Tom lo soltó al oír a Katica —. Basta de peleas. Tom, cálmate. Terry, no necesito que estés al pendiente de mí todo el tiempo, Tom me cuida y yo también puedo hacerlo.
—Sí, mi Lady —respondió ordenando su ropa para luego hacer una leve reverencia.
—¿Para qué me buscas? —Terry se sorprendió ante la seguridad de la chica.
—La buscaba para saber si le dará audiencia a Ur el día de hoy. También para informarle que los Lores han pedido una reunión al atardecer con usted para dar sus opiniones sobre lo ocurrido el día de ayer.
—Está bien —Ambos la miraron —. Le daré audiencia a Ur ahora mismo.
—Lord Ciro y Lord Rick pidieron estar presentes durante la audiencia.
—Está bien.
—Kat...
—Diles que la audiencia será en dos horas —Terry pareció confundirse.
—Pero...
—Los tres sabemos que a pesar de tener una buena relación, no podemos confiarles todo lo que ocurre.
—Es verdad —afirmó Tom.
—¿Qué sugieres? —preguntó Terry.
—Le daré audiencia a Ur en la celda. Y cuando sea momento de hacerlo con los lores, lo llevarán al despacho de mi... —Katica respiró profundo —Luego... lo llevarán a mi despacho para montar la audiencia que ellos creerán real.
—Entendido.
—Guardaré a Rolf e iré allá.
Tan pronto Katica se dirigió a las caballerizas, Terry se apresuro en ir a la Cruz roja para regresar a Ur a su celda.
Borack y Alec lo miraron entrar sin separarse de Fura.
—¿Dónde está? —preguntó de inmediato.
—Volvió a su celda.
—¿Cómo que "volvió"? No me digan que lo dejaron ir solo.
—Ya déjalo en paz, Terry —dijo Borack —. Solo nos bastó con escucharlo para creer en él. ¿Por qué te cuesta tanto? Tú mismo lo dijiste, no está en una situación diferente a la que nosotros estuvimos.
—No nos traicionamos entre nosotros. Él no dudó en hacerlo y mira cómo esta Fura.
—Fura está estable, Terry —alegó Alec —. Perdió mucha sangre, sí. Pero sigue vivo. ¿Acaso no es suficiente con eso? ¿En algún momento te has imaginado como se sentiría si hubiera muerto?
—¿En algún momento pensaste que esto podía pasar? —preguntó antes de salir del lugar para ver si efectivamente, Ur había vuelto a su celda.
Al llegar, llamó su atención ver a Tom parado en la entrada oír a Katica hablar con tanta amabilidad.
—¿Por qué es tan amable? No me conoce, y apuñalé a uno de sus hombres.
—Tu mejor amigo, por lo que tengo entendido.
—¿Por qué a pesar de saber eso, no ha llamado a un guardia para que me encierre?
—Porque estoy segura de que no eres...
—¿Malo? Terry no lo piensa así. Para él, soy el desgraciado que casi mata a Fura...
—Y también el que casi mató a mi padre hace un par de años.
—¿No me odia por eso?
—En ese momento no tuve cabeza para odiar a nadie ni para averiguar quién era el culpable. En ese momento solo tuve miedo. En ese momento, me di cuenta de que era capaz de hacer muchas cosas.
—Pero...
—No te odio. La verdad es que no odio a nadie —le enseñó una leve sonrisa —. No odio a Lord James por enviar soldados a atacar mi hogar ni por la muerte de mi madre. No odio a mi abuelo por haberme despreciado toda mi infancia. No odio a Terry ni a los demás por lo ocurrido hace dos años. No te odio por tus actos. Y no odio a Lord James por asesinar a mi padre.
Aquellas palabra tocaron en lo más profundo de Ur, quien no pudo evitar derramar lágrimas ni caer de rodillas frente a la chica.
—Yo sí —dijo entre sollozos —. Yo sí odio a ese sujeto con toda mi alma. Por su culpa muchos a quienes conocía murieron. Por su culpa, no volveré a ver a mi esposa ni conoceré a mi hijo... ¡Por su culpa Salamina es un maldito infierno!
Aquel grito llegó a oídos de Tom y Terry, quienes solo bajaron la cabeza y guardaron silencio. En especial Terry.
—¿Qué hará conmigo?
—Quedarás en libertad si prometes ayudarme, a mí y a mi gente. Y si todo sale bien, prometo que te ayudaré a recuperar a tu familia.
Ur abrió los ojos hasta más no poder. No quería creer aquella promesa tan importante. ¿Qué probabilidades tenía esa chica de cumplirle?
—¿Qué dices, Ur? —Katica se acuclilló frente a él y estiró su mano —¿Nos ayudamos mutuamente?
—Yo... —miró la mano de Katica y volvió un puño la suya. No sabía qué hacer —. Creeré en usted —acabó estrechando su mano con la de la chica —¿Qué quiere que haga?
Katica sonrió amablemente y lo ayuda a ponerse de pie para explicar su plan.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top