Capítulo 43

Con el paso de las semanas, Eruka volvió a ser lo que era antes del ataque de Salamina. En todo ese tiempo, Katica estuvo metida en el despacho de William, revisando mapas, leyendo cartar e informes escritos por su padre años atrás.

Por momentos, Katica se imaginaba a William sentado en esa misma silla, completamente concentrado en la escritura de aquellos informes y esas cartas que permanecían cerradas. Cartas nunca enviadas. Cartas sin destinatario. Cartas que fue separando y acumulando para algún día armarse de valor y leerlas.

—"Sara" —Encontró una carta con nombre.

***

Años atrás, quizás un año después de la muerte de su amada. Eran altas horas de la noche y William se había quedado hasta tarde trabajando.

Bajo la simple y cálida luz de las velas, el Lord de Eruka permanecía con la mirada fija en un punto del despacho.

—Ya es tarde, tienes que ir a ver a Katica. —Dijo una voz dulce y suave.

—Lo sé.

—Tienes que ver si ya cenó, si cepilló sus dientes, si ahora está dormida. Es muy tarde.

—Lo sé.

—Tienes que dormir.

—Lo sé.

—Tienes que dejarme ir, amor. —William dejó lo que hacía y respiró profundo.

—Lo sé, pero...

—No me iré a menos que tú quieras, Will. Me iré cuando seas lo suficientemente fuerte como para seguir adelante. Por ti, por nuestra hija.

—Yo... —Los sollozos inundaron el despacho —No puedo hacerlo. No soy fuerte sabiendo cada día que no hice nada por ti.

—Eres fuerte, Will. Solo tienes que dejarme ir —La ilusión de que sus labios se juntaban nuevamente devolvió a William a la realidad.

Una vez calmado su corazón, William tomó una hoja de papel y escribió toda la conversación que había tenido con su difunta esposa. Y antes de guardarla en el sobre, escribió:  "Esta es la primera carta, pero no la primera vez".

***

Al terminar de leer, Katica guardó la carta y cubrió sus ojos para intentar no llorar por lo que acababa de descubrir.

—Papá...

—¿Katica? —Entró Tom —Katica, ¿qué tienes? —La abrazó.

—Mi padre había perdido la cordura y nunca me di cuenta. Siempre aparentó normalidad para estar conmigo y hacer su trabajo. Mi papá sufrió tantos años solo por la muerte de mi madre... y nunca hice nada por él.

—No podías saberlo, Colmillo. Tú eras su felicidad, y él no quería verte triste por nada del mundo.

—Pero él...

—Guardó su sufrimiento para sí mismo. Decidió soportarlo solo para no preocupar a nadie más. No cargues con eso Katica, no tienes que hacerlo.

—Yo... necesito ver... quiero leer sus cartas.

—Solo con dos condiciones —La detuvo Tom —Déjame estar contigo mientras lo haces, y detente si es demasiado.

—Está bien.

Justo cuando Katica estaba lista para abrir el siguiente sobre, Terry entró al despacho con un sobre en la mano.

—¿Qué pasa? —Preguntó Tom.

—Acaba de llegar esto de Riverton —Entregó la carta a Katica —Algo me dice que es para ti.

"Estimada Lady de Eruka:

Es un placer escribir esta carta con el fin de felicitarla por su decisión. Su abuelo no se equivocó al decirme lo que haría.

Quiero que sepa que tiene todo mi apoyo y más. Y que pronto iré de visita a Eruka para hablar de asuntos importantes con usted.

Se despide, Rick Ainar, Lord de Riverton".

—¿Lord de Riverton? —Preguntó en voz baja.

—Al parecer, Riverton también sufrió cambios inesperados.

—¿Cómo supo Ulmer que Katica es "Lord" de Eruka y no yo?

—Ulmer parecía ser muy observador —Dijo Katica —De seguro lo notó de inmediato.

—¿Podemos confiar en ellos?

—De momento sí —Dijo Katica —. Pero no hay que bajar la guardia hasta entender bien nuestra relación con Riverton.

—¿Algo más? —Preguntó Tom.

—Sí —Dijo Terry —Mis chicos preguntan mucho sobre qué está pasando, y los demás preguntan por misiones al exterior y estrategias de defensa ante un posible nuevo ataque.

—Es verdad, —Dijo Tom —Solo hemos estado estudiando los escritos de Lord William. Ya es hora de dar indicaciones —Ambos miraron a Katica —¿Cuáles son tus órdenes?

Tras un par de minutos de silencio, Katica volvió a mirarlos.

—Terry, trae a los chicos. Les contaré todo. Tom, divide grupos de expedición y envialos a cada campo para vigilancia. También envía otro grupo a tierra de nadie para mantener un límite. Por el momento, usaremos la estrategia de mi padre hasta hallar una mejor forma de distribuir a los soldados.

—Entendido. —Dijo Terry.

—¿Segura que quieres que lo sepan? —Cuestionó Tom.

—Necesitamos tener un buen equipo si queremos que esto funcione.

Ambos siguieron la orden de Katica. En poco tiempo, Terry volvió al despacho junto con su equipo, y Tom repartió a los hombres como si realmente hubiera sido su idea.

—Así que Eruka tiene a una joven de dieciocho años a su cargo y prefieren que la gente crea que es un chico de veintidos, ¿cierto? —Acertó Borak —¿No les parece un juego algo peligroso?

—Por eso es un secreto, Borak —Respondió Katica —Esto solo lo sabrán ustedes.

—¿Por qué confiar en nosotros? No somos nacidos de Eruka, ni tienes razones para confiar en nosotros.

—Llevan lo suficiente en Eruka como para confiar en ustedes. Además, Terry confía en ustedes y yo en él.

—¿Qué quieres que hagamos? —Alec dio un paso al frente.

—Quiero que hagan lo que mejor saben hacer, por el bien de Eruka. —Los tres sonrieron.

—Cuenta con ello, Colmillo. —Dijo Alec

—O más bien, Lady Fenrirsson. —Corrigió Fura.

***

Con el paso de los meses, el invierno llegó al continente, y con él, las noticias.

—Mi Lord —El hombre despego la mirada del papeleo y apoyó el mentón en su puño para ver al hombre frente a él —Señor, acaban de llegar noticias del sur, de Riverton, Redfox, Cerenia y Eruka...

—¿Eruka? —Se mostró interesado —Creí que esa ciudad había caído.

—Al parece, se refugiaron en Riverton y luego volvieron.

—¿Qué me dices de Riverton?

—Acogió personas de Eruka. Y el hijo de Lord Erick asumió el cargo luego de su muerte.

—Eruka se levanta y Erick muere. Que interesante relación. No diré que me agradaba en hombre, pero creo que su hijo tiene mejores intensiones. ¿Qué me dices de Redfox y Cerenia.

—Redfox y Cerenia van rumbo a Eruka para hablar de negocios. Y creo que Riverton también estará presente.

—El invierno caerá sobre ellos cuando lleguen. No se van a quedar por pocos días.

—¿Qué quiere que hagamos, señor?

—Por ahora nada. Dejemos que todo siga su camino y preocupémonos de nosotros.

—Sí, señor.

—Antes de que te vayas, ¿sabes quién es el nuevo Lord de Eruka?

—Un joven de no más de veinticinco años, señor.

—Así que un muchacho. Bien, eso es todo. Puedes retirarte.

—Sí, señor.

Al quedar a solas, el hombre se levantó de su asiento para caminar hasta el ventanal de su despacho.

—Mi Lord —El hombre entró nuevamente —Lamento la interrupción, pero lo encontramos.

Dos hombres entraron con un prisionero, al cual hicieron caer de rodillas frente al Lord.

—Ur Yanik, ¿creíste que me olvidaría de ti? ¿Que podías esconderte por siempre?

—No tengo razones para esconderme de usted.

—Claro.

—Le dije todo lo que quería saber, no hay razón para que me aprese.

—Te equivocas. Aun tienes trabajo que hacer —Sacó una daga de su cinturón y la dejó caer frente a él —Salamina no deja cabos sueltos, chico. Fue suerte que no te atraparan ese día hace un par de años, pero tu equipo le dio la espalda al lugar que fue su casa cuando lo perdieron todo. A diferencia de ti, que eres un hijo de esta tierra.

—¿Me pide matar a mi antiguo equipo? —Intentó mantener la calma.

—Cumple con esta misión y considérate libre de cualquier cosa. No volveré a requerir de tus servicios. —Ur lo miró con desconfianza —Y dejaré que tú y tu mujer vivan tranquilamente junto a ese niño que viene en camino. Tú decides, chico. Pero date prisa.

—Si acepto, ¿me promete no tocar a mi familia?

—Tienes mi palabra.

—Bien —Se rindió —¿Cuándo quiere que salga?

—De inmediato. Recoge tus cosas y no regreses hasta que la misión sea cumplida. ¿Te quedó claro?

—Sí, señor. Bastante.

Los hombres soltaron a Ur y este se colocó de pie frente al Lord. Desde el primer momento supo que no tendría opción.

Tal vez, salvarse de ser atrapado por los soldados de Eruka no fue lo mejor, pero a diferencia de los demás, tenía una familia en quien pensar.

—Cuídate mucho. —Le dijo su esposa.

—Estaré bien. —Abrazó a la mujer y posó su mano sobre su vientre de casi nueve meses —Cuídate amor. Cuida de nuestro pequeño —La besó en los labios —Te amo... Y si no regreso, lo siento.

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