Capítulo 35

Al llegar a su despacho, el Lord se para frente al joven que lo espera de brazos cruzados junto a la ventana, detrás de su asiento.

—Más te vale que sea importante —Dijo con altanería —Estaba ocupado.

—No tienes ningún derecho a sacar a mis hombres de su puesto y darle órdenes. —Dijo Erick, caminando hacia su hijo mientras lo apuntaba con el dedo —¿Quién te crees para darles una orden como esa?

—Hasta donde sé, soy tu hijo; y tengo el mismo derecho que tú para hacer lo que se me venga en gana con la milicia. Además, ¿crees que estuvo mal enviar hombres para tenderle una mano a nuestros aliados? ¿Por qué no hiciste eso tú en primer lugar?

—Cuidado cómo me hablas, Rick. Que no se te olvide quién es el Lord aquí.

—Claro que no se me olvida. Pero, ¿no crees que es mejor ayudar a esa joven en lugar de estar intentando cortejarla todo el tiempo? —El hombre lo miró indignado y alzó su mano con la clara intención de abofetearlo; pero antes de dejar caer su mano, el joven colocó la suya en su cinturón, habiendo ya desabrochado el seguro de su cuchilla. —Te lo advertí la última vez que te atreviste a golpearme, padre. Si vuelves a hacerlo, será la última vez que tendrás mano. Mejor di para qué me quieres ahora.

—Para que conozcas a la hija del difunto Lord de Eruka.

—Ya la he visto, no me interesa hacer nada con ella si es para tu beneficio.

—Es para la ciudad.

—Es para no perderla de vista. Esa chica te interesa por obvias razones; y déjame decirte que me das asco.

—Suficiente.

—Aunque no sé qué ganas si yo me caso con ella. Porque si lo hiciera, ni siquiera permitiría que le dirigieras la palabra. Cuando la conocí, supe que era una chica especial...

—¿Cómo la conociste?

—Eso no te importa. El punto es que ya la he visto y no me interesa usarla en tu asqueroso juego. Ahora, con tu permiso o no, me retiro. Tengo mejores cosas que hacer.

***

Luego de que Katica dejara de llorar, Henry le ordenó irse a lavar y que lo dejara dormir un poco.

Katica vio en su reflejo ambos ojos hinchados de tanto llorar; pero nada de eso le importó.

—Mina me habría dicho que me veo fea de esta manera —Rió ante el recuerdo de una de las pocas amistades que tuvo en su vida.

Luego de lavar su rostro, la joven Katica decidió quedarse acostada el resto del día. Aunque tenía pensado ir con los demás habitantes, prefirió ocultar su expresión triste por un día hasta que volviera a ser la de siempre. Alegre y fuerte ante la vista de todos.

Al caer la tarde, un nuevo llamado hizo que Katica se dirigiera hacia la puerta.

—¿Sí?

—Señorita, que gusto encontrarla —Aquella sonrisa le pareció claramente conocida. —No se habrá olvidado de mí ¿o sí?

—Efren, claro que no lo he olvidado, ¿qué haces aquí?

—Solo pasaba por aquí y decidí invitarla a dar un paseo. Ya que tengo la costumbre de salir a caminar durante la penumbra, creí que le gustaría acompañarme.

—Que lindo. Me gustaría ir a dar un paseo, pero...

—¿Quién eres? —Henry se asomó a la puerta y enfrentó al joven que hablaba con su nieta.

—Señor Fenrirsson, es un honor conocerlo. Me disculpo por venir aquí tan tarde, solo quería invitar a su nieta a dar un paseo en las cercanías.

A Henry le pareció extraño que un chico le estuviera hablando con tanta cortesía y diplomacia. Claramente no era un simple sujeto de la ciudad.

—Adentro, yo saldré con él —Katica guardó silencio y miró al joven que permanecía con la misma expresión. —Obedece, niña.

—Sí —Respondió antes de voltear lentamente y murmurar un leve "lo siento".

—Señor, no quisiera causar...

Henry interrumpió al joven haciendo que retrocediera para poder salir y cerrar la puerta detrás de él.

—No me causas problemas; pero me los causarás y los tendrás si te metes con ella.

—No busco hacer nada indebido con su nieta. Sé cuán especial es para usted y...

—Claro que no lo sabes. No intentes salvarte con cumplidos hacia mi nieta, porque no te servirán conmigo.

—Señor Fenrirsson...

—Dime tu nombre si no quieres que esta conversación termine ahora y con la orden expresa de que te alejes de mi nieta.

Por breves minutos, el joven guardó silencio sin dejar de mirar a Henry. Sin duda, el viejo lo tenía entre la espada y la pared.

—Soy el hijo mayor de Lord Erick, Rick.

—¿Por qué engañar a una joven con tal cosa?

—Quería conocerla de forma no oficial. Saber cómo era y si tenía algunas intenciones...

—Cuidado, chico.

—No se preocupe. La vez que hablé con ella, me di cuenta de que ambos queremos lo mismo —Henry lo miró confundido —Ambos queremos que nuestro hogar esté bien. Nos importa nuestra gente y que la ciudad prospere.

—¿Qué quieres de ella?

—Absolutamente nada, señor. Solo busco una alianza que pueda ser benéfica para los dos.

—¿Apoyas la idea de tu padre?

—No realmente. No me interesa casarme con alguien que no conozco para tener beneficios. Mentiría si dijera que la señorita Katica no me parece muy bella; pero la idea de Lord Erick me parece muy arcaica, y quisiera cambiar las viejas costumbres.

—Estoy seguro de que si te hubiera conocido, William te habría recibido de buena manera —Rick exhaló una leve risa por el aparente cumplido —Pero William no está aquí, y mi último deber en este mundo es el de proteger a esa niña.

—Yo...

—Le fallé muchas veces a mi hijo y me importó una mierda. No quiero fallar esta vez.

—Lo entiendo perfectamente, señor.

—Dejaré que te acerques a Katica —Rick estuvo a punto de hablar cuando Henry lo interrumpió —Pero no quiero que la engañes. Preséntate ante ella con tu verdadera identidad o no te acerques.

—Lo haré, señor.

—Ahora iremos allá y se lo dirás. De otro modo, espero que te de una buena bofetada o yo tendré que hacerlo. Y yo no golpeo a mano abierta.

Rick dejó salir una leve risa mientras asentía a la casual amenaza.

—Claro, señor.

A pesar de su edad, Henry le pareció un hombre bastante admirable y digno de su respeto.

***

En el interior de la habitación, Katica permaneció sentada en el borde de la cama a la espera de que su abuelo entrara.

Al abrirse la puerta, Katica se puso de pie y esperó a que el hombre entrara.

—¿Qué pasó con...? —Guardó silencio en cuanto el otro chico entró —Efren...

—Siéntate —Dijo Henry —"Efren" va a decirte algo importante.

Katica observó atenta al chico que permanecía junto a su abuelo, parado de una manera firme, con ambas manos en su espalda y con una mirada digna de un hombre de la milicia.

—Señorita Katica, debo confesarle algo —Katica miró fugazmente a su abuelo, quien sin apartar la mirada de ella, hizo una mueca para que volviera a mirarlo —Mi nombre es Rick Ainar —La joven no pudo ocultar su sorpresa —Soy el hijo mayor de Lord Erick Ainar.

—Pero...

—Quiero rogarle me disculpe por la mentira. Pero necesitaba conocerla sin que hubiera esa formalidad.

—¿Por qué?

—Porque no quería que existiera una tensión social. Y mucho menos quería que mi padre estuviera presente.

—Supongo que hay mucho de qué hablar —Dijo Henry —Pongámonos cómodos y dejemos las cartas sobre la mesa ¿Les parece?

***

Durante la noche, Tom y los demás permanecían sentados junto a una fogata para descansar del largo día de camino a Eruka. Pero ignoraban aquel grupo de hombres que se acercaba a ellos desde muy lejos

—Oye Tom —Dijo Terry —¿Crees que lleguemos para mañana al atardecer? Si tuviéramos más caballos ya habríamos llegado.

—Supongo. Espero que lleguemos pronto.

—¿Crees que haya quedado alguien?

—Lo dudo. Pero, sería una gran sorpresa que le daría un poco de alegría a Katica —Terry puso atención en cuanto escuchó el nombre de la chica —Saber que hay sobrevivientes en lo que quedó de Eruka, sería algo muy alentador. Ahora vete a dormir, mañana salimos al alba.

Dicho eso, Tom le dio la espalda a Terry y se recostó sobre el lugar que sería su cama por esa noche. Mientras, Terry se apartó para hacer lo mismo.

—Colmillo, ¿cómo estás?—Murmuró el joven —Odio saber que te dejé en esta situación. Pero descuida, ya pronto iré por ti y volveremos a casa. Lo prometo.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top