Capítulo 3

Mientras Sara cocinaba la cena para ambos, William dormitaba pacíficamente, recuperándose de sus heridas. A ratos, Sara volteaba a mirarlo y sonreía al recordar ese beso tan tierno y lleno de afecto proveniente de un hombre lleno de sufrimiento y desgracias.

—Perro... Yo no... —Comenzó a balbucear entre sueños —... No soy igual...

—William... tranquilo... —Murmuró Sara, acariciando su cabeza para calmarlo e intentando que no despertara —Es solo una pesadilla... —Consiguió tranquilizarlo. Antes de levantarse, volvió a balbucear.

—Sara... ella... —Puso toda su atención en él sin hacer ruido. —Ella me... acepta... —Sara se sonrojó —Ella me... me...

—Ella te quiere... —Susurró topando su frente con la suya —... Y te protegerá de tus fantasmas... Si lo deseas... —Se levantó para volver a sus labores; pero notó que su mano estaba sostenida con suave firmeza. Volteó a verlo.

Estaba despierto.

—Sí, lo deseo... —Dijo —... Te quiero a mi lado...

Los ojos de Sara se tornaron brillantes y húmedos; y sin pensarlo, se inclinó hacia adelante para abrazar a William.

—Te seguiré a donde quiera que vayas... —Le susurró al oído haciendo un poco de presión. William le correspondió el abrazo.

***

En la ciudad, Henry se recuperaba de una borrachera mortal para el inexperto en la bebida.

—Oye, Will... Tráeme agua... Parece que tuviera tierra en la boca de lo seca que está... —Levantó un poco la cabeza, solo para ver que William no estaba en su cama, ni en el cuarto —¿Will...? ¿En dónde se metió ese chico...?

Henry acabó por levantarse para corroborar que William no había vuelto.

—Debe estar entrenando —Concluyó —No sabe hacer otra cosa...

Tuvo que salir a la calle para conseguir el agua que tanto necesitaba, ya que no tenía a su "sirviente de borracheras" presente.

—Hola Henry —Dijo un hombre acercándose a él.

—Hola —Respondió para luego darse una bocanada de agua.

—Veo que tuviste una noche agitada... —Se rió.

—Multiplícalo por tres... —Ambos rieron por el chiste interno.

—El perro, siempre haciendo de las suyas —Remató — ¿Y tu hijo?

—Debe de estar entrenando en alguna parte —Recordó algo —Aunque ahora que lo pienso, todas sus cosas están en el cuarto...

—Es un chico muy raro. Desde que lo conozco, nunca lo he visto mostrar alguna expresión... ¿De verdad crees que fue bueno idea meterlo en este mundo? —Preguntó pensativo —Tarde o temprano se volverá loco como nosotros.

—Para nada. Además, con esto, puedo decir con orgullo que El lobo es mi hijo. Y que gracias a mí, no tiene una vida de maricones como... zapatero o... como un miserable granjero como lo era su madre.

—Al menos ellos viven tranquilos sin el temor a morir atravesados por una espada, o decapitados por otra persona...

—Le di una vida de hombres de verdad. Debería agradecérmelo.

—Claro...

***

La tarde cayó haciendo que el cielo se tornara de un tono rojizo muy hermoso.

—Debo irme —Dijo William, sentándose en la cama para comenzar a ponerse las botas.

—Ya es muy tarde. Y es muy peligroso ir solo en un camino tan largo como ese —Dijo Sara con voz preocupada —Además no te has recuperado del todo... y esos animales que te golpearon podrían aprovecharse de eso. —Frunció el ceño mientras lo miraba arrodillada tomando sus manos. —Espera a que te recuperes completamente. Te lo suplico. Quédate...

—No hagas eso... —Dijo con expresión neutra pero triste —No me supliques —Acarició su mejilla —Yo no soy un hombre que tiene a su mujer en el piso... Yo no quiero hacerte sentir menospreciada como lo hacen todos los que yo conozco... —Hizo que se levantara, y luego se levantó para mirarla.

—William...

—Creo que... contigo... —Movió el cabello de su rostro —...Soy capaz de sentir algo más que solo dolor, frío y... odio... —Juntó sus labios con los de Sara.

Transcurrieron cinco días desde que Sara llevó a William con ella a su hogar. Cinco días, en los que Henry no supo nada de su hijo.

—En dónde mierda se ha metido... —Murmuró impaciente, caminando de un lado a otro dentro del cuarto. —¡¿Dónde mierda está William?! —Acabó gritando.

—Es extraño que nadie sepa nada de él... —Dijo el amigo de Henry —Pero descuida, de seguro está bien, y volverá cuando quiera. Después de todo, ya es un adulto.

—Eso no le da derecho a perderse días sin decirme nada.

— ¿Tú no lo hacías cuando tu mujer vivía?

—No es lo mismo. Durante todo este tiempo me he esmerado en convertilo en el mejor guerrero que este ejército pueda tener.

—Quizás quiso descansar de todo esto unos días... Aún es joven, y a su edad, quieren hacer lo que se les plazca. Deja que vuelva solo. Además, un chico como él, puede cuidarse solo aún estando desarmado.

***

En el campo, William araba la tierra para hacer un nuevo huerto mientras Sara se encargaba de alimentar a los animales y ordeñar a la vaca. Quería compensar lo que ella hizo por él; y como ya había recuperado su fuerza, se ofreció para hacer las labores duras.

A ratos descansaba y contemplaba los alrededores. Veía a otros campesinos encargarse de sus campos, y a niños pequeños jugar y correr por los campos libremente, sin preocupaciones de nada.

—Descansa un poco —Dijo Sara apareciendo detrás de él con una jarra de agua fría y una sonrisa agradecida —Te agradezco que me ayudes con la tierra, pero no debes sobre exigirte...

—Estoy bien... —Dijo limpiando el sudor de su frente y recibiendo la jarra. —Esto no es nada comparado con el entrenamiento...

—Aun así descansa un poco...

— ¡Sara...! —Aparecieron tres niños, corriendo a través de la huerta — ¡Sara...!

—Hola ¿qué pasa? —Preguntó inclinándose para quedar a la altura de los niños.

—El anciano quiere hablar contigo —Dijo la niña con voz juguetona.

—Y nos envió a buscarte —Continuó otro niño.

— ¿Quién es él? —Preguntó la más pequeña.

—Él es William. —Dijo sosteniendo su brazo —Él es... —No sabía cómo referirse a él.

— ¿Él es tu caballero...? —Preguntó la pequeña.

—Bueno... yo... —Comenzó a tartamudear y se sonrojó —Verán... —William se inclinó apoyándose en el azadón.

—Son muy pequeños para entenderlo... —Dijo con su eterna inexpresividad.

La voz grave y la poca expresión de William asustó un poco a los niños y estos retrocedieron un poco.

—Díganle al anciano que iré enseguida —Los niños se quedaron mirando a William —Vamos, vamos, vayan —Dijo al son de los aplausos para llamar su atención.

Los niños se marcharon corriendo sin decir nada. Sara rió un momento.

—Lo siento...

—No te preocupes —Dijo William volviendo a trabajar. Sara lo agarró de la mano.

—Volveré en un momento... —Dijo acercándose más a él —En cuanto termine de hablar con el anciano... —Se puso de puntillas. William se inclinó para besarla.

—Yo estaré aquí, esperándote —Por primera vez, Sara vio un esbozo de sonrisa en el rostro de William.

—Que linda sonrisa... —Murmuró antes de irse. —No te quedes tanto tiempo bajo el sol...

—No lo haré... Ve con cuidado.

***

El anciano del pequeño poblado esperó pacientemente a Sara. Estaba preocupado por los rumores que se decían por ahí, ya que en esos días, no había visto ni hablado con aquel "hombre misterioso".

—Ya estoy aquí ¿anciano?

—Sara —Dijo invitándola a tomar asiento —No te había visto en días...

—Bueno... He estado un poco ocupada y...

—He oído ciertos rumores que... me tienen algo preocupado por tí...

— ¿Qué rumores?

—Es sobre ese muchacho... Nadie sabe quién es, y no saben de dónde viene.

—Su nombre es William —Respondió Sara —Viene de Eruka. Él... es parte del grupo de guerra que nos defendió hace unos días atrás...

—Es un guerrero...

—Sí —Respondió con la cabeza gacha.

— ¿Por qué está aquí...?

—Un grupo de sus compañeros lo golpearon y lo abandonaron en el bosque. Lo encontré por la mañana hace cinco días.

— ¿Cómo fue que lo conociste?

—Él... me salvó de uno de sus compañeros... —El anciano esperó a que terminara la historia —... Su compañero... —Su voz se tornó temblorosa —Él... Intentó violarme en el bosque... —El anciano se sorprendió. No sabía nada al respecto —William me salvó. Es por eso que aquel día lo traía arrastrando. —Unas cuantas lágrimas corrieron por sus mejillas.

—Pequeña... —Sara levantó la mirada —Los guerreros viven en un mundo muy diferente al nuestro... él...

—Él es distinto a los demás... —Lo interrumpió.

El anciano observó su reacción por un momento antes de hablar.

—Te has enamorado de él ¿verdad? —Sara guardó silencio. Su corazón latía muy fuerte al darse cuenta de la verdad.

—... Yo... sí... —Tartamudeó —Me he enamorado de William...

—Sara, solo quiero que tomes una buena decisión. Los hombres como él suelen perder la cordura luego de que entran en la guerra.

—Los hombres como él se vuelven locos porque no tienen a nadie que los haga sentir a salvo. Y yo quiero protegerlo de sus fantasmas...

—Sara...

—No lo abandonaré... Anciano... —Dijo poniéndose de pie —Yo he decidido quedarme a su lado, y él ha sido un verdadero caballero en todo este tiempo. —Hizo una pausa para tragar ese nudo en su garganta —Él no es como los demás guerreros... él solo... no tuvo oportunidad de escoger su camino.

—Te has entregado a él ¿verdad? —Sara guardó silencio —Tu silencio me lo dice todo. Pero está bien, si no ha de causar problemas, no diré nada en su contra...

—Anciano... —Dijo más animada —Muchas gracias...

—Pero debo suponer... Que estás consciente de que cuando haya otro ataque él deberá acudir sin excepción.

—Sí...

— ¿Sabes lo que le pasaría si se rehúsa?

—Sí anciano... lo sé...

—Puedes irte... —Sara caminó hacia la entrada un tanto desanimada —Y disfruta de estos días sin guerra mientras duren.

—Lo haré...

Al regresar a su hogar, notó que William no se encontraba en el huerto. Pero al cabo de unos minutos, escuchó un ruido dentro de la cabaña.

Intentó mejorar su humor antes de entrar para que William no se preocupara.

— ¿Qué haces?

—Solo... Ordenaba un poco —Sara sonrió; pero no pudo ocultar la ligera tristeza que tenía — ¿Qué pasó...? —Preguntó ya en frente de ella.

—No es nada... solo... fue una charla con el anciano. No te preocupes... —Fingió otra sonrisa — ¿Tienes hambre? Serviré la cena... —Se apartó del lado de William.

Durante el resto del día, Sara estuvo con el ánimo bajo, pensando en lo que el anciano le había dicho mientras observaba a William terminar de preparar la tierra para sembrar al otro día.

En la noche, William contemplaba el rostro de Sara, que dormía acurrucada a su cuerpo desnudo. Pensando, en cuánto más podría seguir así, tranquilo, junto a ella, el único rayo de luz que iluminaba su oscura vida.

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