Capítulo 27

Transcurrieron dos años desde que William se había marchado hacia el sur para hacer alianzas con los demás Lores. Dos años en los que ha tenido que lidiar con diferentes situaciones y una que otra decisión difícil. Dos años en los que Katica ha crecido para convertirse en una mujer autosuficiente. Dos años en los que al fin, padre e hija volverían a encontrarse.

— ¡¿Colmillo?! —Llamó Tom desde abajo del balcón — ¡Katica! —Volvió a llamar.

— ¿Qué te ocurre...? —No pudo evitar notar la expresión emocionada en la cara de Tom.

—Adivina quién ya regresó. —Katica sintió una presión en su corazón —Rápido, aún no entran a la ciudad.

Katica se alistó lo más rápido que pudo y corrió hacia la salida. Había esperado tanto, que no iba a esperar ni un solo minuto más.

En esos dos años, Katica había cambiado bastante, tanto mental como físicamente. Y se preguntaba qué tan cambiado se encontraría su padre.

— ¿Crees que me reconozca?

—Claro que sí. Tú eres su hija ¿no?

—Estoy muy nerviosa.

—Más bien, estás muy emocionada. —Tom la miró con una sonrisa. Era como ver a una niña.

Al llegar a la entrada, lo primero que entró por la vista de William, fue la figura de una joven alta y delgada, con su cabello rojo que brillaba con el sol, y un rostro igual al de alguien que amó hacía ya mucho tiempo. Era su hija, parada a la mitad de camino.

—Es igual a ti, Sara... —Musitó mientras sentía que su corazón palpitaba con más fuerza — ¡Katica!

— ¡Papá! —Gritó Katica a punto de llorar.

William detuvo su caballo, al mismo tiempo que ordenó a los demás que siguieran su camino hasta el cuartel. Vio a Katica correr hacia él con los ojos empapados de lágrimas. Estaba claro, ya no era una niña.

— ¡Te extrañé tanto! —Se aferró a su cuello y lo abrazó con fuerza. William le correspondió el abrazo. — ¿Cómo estás? ¿Cómo resultó todo? ¿Lo conseguiste? ¿Estás cansado por el viaje?

—Estoy bien —Dijo con una leve risa — ¿Tú cómo has estado? —La separó de él para verla mejor —Dios, cuanto has crecido. Eres igual a tu madre.

—Mamá no tenía el pelo rojo... —Bromeó.

—Pero aun así eres su viva imagen —Acarició su mejilla y peinó parte de su cabello —Y dime, ¿qué has hecho durante todo este tiempo? —Comenzó a caminar abrazando a Katica con un brazo y sosteniendo la jáquima del caballo con la otra mano.

Para Katica, William seguía siendo el mismo. Aunque estaba un poco más delgado, su barba era un poco más larga y su cabello tenía una pincelada de color blanco, seguía siendo su padre.

— ¿Irás al despacho a ver al abuelo? —Preguntó Katica.

—Debo informarle de mi llegada ¿qué tal estuvo todo a su cargo?

—Estuvo bien —Sonrió pensando en todo lo que había pasado en los últimos dos años —Creo que los que más sufrieron con él a cargo fueron Terry y los demás.

— ¿Todo bien con ellos?

—Se la pasan todo el día en el cuartel entrenando.

—Interesante...

— ¿Y qué hay de ti? —Preguntó con entusiasmo — ¿Cómo son las otras ciudades? ¿Los otros Lores? ¿Tuviste algún problema?

—Veo que hay mucho para ponernos al día ¿No? —La apretó con su brazo sin lastimarla, haciendo que Katica riera.

—Estoy tan feliz de que al fin hayas regresado.

—Yo también lo estoy.

Al llegar al despacho, Katica se apresuró en entrar para sorprender a Henry.

—Después de meses haciendo lo mismo, ya no me sorprende en lo absoluto —Dijo impertérrito.

—Solo espera —Anunció. Seguido de ello, William entró por la puerta. Henry se levantó rápidamente.

— ¡Will...! —Abrió los brazos y se acercó a él —Hasta que al fin te apareces... —William dejó que lo abrazara. No quería que nada le hiciera perder la felicidad que sentía. —Dime ¿valió la pena estar dos años fuera y sin ninguna noticia tuya?

—Totalmente. Redfox y Cerenia nos apoyarán. Riverton, la ciudad comercial, aceptó la alianza; y Ciudad Polar y Ciudad Nevada también.

—Esas son buenas noticias. Bien hecho. —Dijo Henry con un orgullo que William tomó con indiferencia.

—Hoy será tu último día aquí. Ya mañana podrás irte a descansar y hacer lo que quieras.

Katica notó el sobre que Henry estaba a punto de mostrarle a William. La carta de Lord James de Salamina.

—Debes estar cansado por el viaje... —Abrazó a Henry por detrás, evitando que éste se la enseñara — ¿Por qué no vamos a casa y nos ponemos al día? —Sonrió.

—Claro... —La expresión de cansancio era muy notoria. —Nos vemos —Le dijo a Henry para luego salir del despacho. Katica lo siguió.

—Sabes que esto es muy importante —Murmuró Henry con seriedad.

—Lo sé... —Respondió mirando al piso —Acaba de llegar. Prometo enseñársela después —Salió tras William sin dejar que Henry hablara.

Al llegar a casa, William y Katica hablaron durante horas hasta que cayó la noche.

—Traje algo para ti —William colocó un paquete alargado que Katica había ignorado sobre la mesa.

— ¿Es para mí? ¿Qué es?

—Ábrelo y descúbrelo. Aunque no sé si aún quieres hacerlo. En estos dos años pareces haber cambiado mucho.

—No he cambiado en... —Se quedó muda al ver el interior del paquete. —Esto es...

— ¿Te gusta?

— ¡Es bellísimo! —Tomó el regalo de su padre con sumo cuidado — ¿De verdad es mío? —William asintió con la cabeza.

— ¿Aún quieres hacer esto? —No era necesario hablar. La sonrisa de Katica se lo decía todo. —Entonces... —El sonar de la puerta interrumpió a William. Era Tom. — ¿Y esto? —Preguntó sorprendido y serio al ver que este entraba.

—Verás... Yo le di una llave. —Dijo Katica, parándose junto a Tom —Se la di luego de que el abuelo intentara matarlo por entrar por mi balcón. —William miró a Tom.

—Me dejó clavado en esa pared... —Apuntó hacia una de las paredes y rió nervioso —Y bueno... Yo... —William hizo un ademán para que este dejara de hablar e hizo otro para que se sentara junto a ellos.

Hasta casi la media noche, los tres se la pasaron hablando de todo lo ocurrido durante el tiempo en que William estuvo lejos.

Tom no hablaba mucho realmente; y Katica cuidaba sus palabras para no terminar con el agradable momento. Pero era otro el que lo acabaría.

Al abrirse la puerta nuevamente, todos vieron entrar a Henry con una expresión seria. Katica lo miró preocupada. Y casi de golpe, puso la carta sobre la mesa, frente a William.

—Lamento matar el momento... —Dijo con ironía —Pero esto es mucho más importante que un reencuentro familiar, creo yo. —Miró a Katica por el rabillo del ojo.

William miró a Katica y luego se quedó fijo en Henry.

— ¿Qué es esto? —Preguntó con recelo tomando el sobre.

—Léela pues —Contestó Henry cruzándose de brazos. Vio que Katica diría algo —Ni una palabra —La hizo callar. Volvió a mirar a William —Llegó tiempo después de que te marcharas. —Dijo mientras William leía la carta.

Katica comprendió que ya no podía decir nada al respecto. Solo esperar la reacción de William.

—Oye... ¿Estás bien? —Preguntó Katica. William había terminado de leer la carta y llevaba un buen rato en silencio — ¿Papá?

—A tu habitación, los dos. Debo hablar con tu abuelo.

Katica y Tom caminaron rumbo a la habitación. Henry detuvo a Tom y le hizo una señal para que se marchara. Obviamente William no estaba pensando tan claramente.

Una vez a solas, William y Henry se mantuvieron en silencio, pues William no sabía cómo iniciar.

—Es complicado ¿cierto? —Dijo Henry — ¿Cómo planeas responder a eso? El plazo se acabó hace un par de meses. Es probable que al demente ese se le ocurra enviar una comitiva a esta ciudad. —Continuó —O podrías adelantarte y enviar a alguien para que te informe. —William no respondió — ¿Vas a decirme que luego de tanto tiempo como Lord, no sabes qué hacer solo por tratarse de tu hija?

— ¿Tú qué harías? —Preguntó mirándolo totalmente inexpresivo.

—El tipo piensa que estás muerto. Y por lo visto, parece querer hacer un acuerdo con la chica. —Sonrió

— ¿Te divierte?

— ¿No quieres aprovechar la oportunidad de acabar con todo esto de una vez por todas?

—No si Katica está involucrada. —Se puso de pie —No regalaré a mi hija para que ese desgraciado demente la mate en la primera oportunidad.

—De no ser por ella estarías muerto ¿Recuerdas?

—Preferiría ir yo mismo ante ese sujeto que enviarla a ella. —Lo miró con recelo —Además ¿por qué piensas que ella puede hacer la diferencia en esta situación? ¿A caso no eras tú el que decía que una mujer no puede hacer lo que un hombre, un guerrero?

***

En su habitación, en el balcón, Katica charlaba con Tom sobre lo ocurrido.

—No sé cómo ayudar en esta ocasión, Tom.

—No es tu obligación cargar con todas estas responsabilidades ¿sabes? Este conflicto existe desde mucho antes que tú y yo naciéramos.

—Pero lo vi tan afectado por la carta...

—Era esperable que reaccionara de esa forma. Después de todo, es tu padre. Él te ama demasiado. —Sonrió divertido —Es el único que puede amarte más que yo... —Katica sonrió ante el gesto. Tom contempló su sonrisa por un momento —Ya es tarde. Ve a dormir. Nos vemos mañana.

—Está bien. Descansa.

A la mañana siguiente, Katica se dirigió a la habitación de William, sólo para cerciorarse de que su regreso no había sido un bello sueño. Se asomó, y para su decepción, él no estaba ahí. Henry tampoco estaba en su habitación, pero era lo de menos. Decepcionada, se dirigió a la cocina para desayunar; y ahí, sobre la mesa, vio una carta que decía su nombre. Tenía la inconfundible letra de su padre.

"Katica :
Salí junto a tu abuelo hacia el despacho para discutir sobre el tema que ya debes estar imaginando. Nos vemos más tarde.
Te amo. Papá.
Pd: te escribí esta carta porque estoy seguro de que te asomaste a la puerta para ver si estaba ahí. Que tengas un buen día".

—Que tengas un buen día también... —Dijo con una sonrisa mirando la carta.

Aquel día decidió quedarse en casa. Por alguna razón, no tuvo ganas de salir. William y Henry estarían en el despacho discutiendo, Tom estaría entrenando, y no tenía "amigas" con las cuales pasar el rato. Además, no quería tener que lidiar con Terry y sus ya molestos intentos de acercarse a ella.

***

En el despacho, William mandó a llamar a Terry y compañía. Quería información. Quería una forma de no involucrar a Katica en "asuntos de hombres".

—Henry me dijo que ya saben de esto —Enseñó la carta.

—Sí, señor —Respondió Terry.

—Bien. Ahora, quiero que me digan todo lo que saben de Lord James. ¿Por qué quiere a Katica? ¿Por qué habla de una "alianza" a estas alturas? Y ¿por qué esperar tanto tiempo para esto? —Se acomodó en la silla —Si creyó que yo estaba muerto, debió de haber enviado un ataque a Eruka.

—El viejo James es un tipo bastante repulsivo realmente. —Dijo Fura —No muchos lo ven. No tiene familia y...

—Solo tiene "chicas de cama" por así decirlo —Continuó Alec —El tiempo en el que estuvimos investigándola nosotros... —Comenzó a sentirse intimidado por la mirada fulminante de William —Bueno... Le dijimos que era una... Chica muy bella y...

—Desconocemos las razones por las que el viejo quiere una "alianza" ahora —Dijo Terry, salvando el cuello de Alec —Pero el tipo tiene un complejo de Rey. Quiere expandirse y dominar todo.

—Pero no puede hacerlo porque este lugar se lo impide. —Dijo Borack —Él está consciente de que Eruka es mucho mejor en términos militares. Pero ahora debe creer que como usted está muerto, este lugar está a la deriva. También debe de creer que Katica asumió el mando.

—Es una mujer —Dijo Henry — ¿Cómo se le puede ocurrir que una mujer asumiría el cargo de un Lord? —William lo miró por su cambio de opinión.

—Como dijimos. —Dijo Terry —Complejo de Rey. Está consciente de que posiblemente tenga un nuevo Lord. Pero ha de pensar que Katica tiene mayor influencia en la toma de decisiones, solo por ser la hija del "difunto" Lord William. Además, desde que Lord William asumió el cargo, el viejo James ha tenido problemas para mejorar la calidad de su ejército. Sin contar las bajas, y los años que toma entrenar adecuadamente a un soldado. —Explicó —En lo personal... Creo que desde el incidente con Eridia... —William alzó la mirada —18, 19 años es bastante tiempo como para tener un ejército nuevo y mejor.

—No negaré que este lugar tiene soldados mejor entrenados, y por lo tanto, tiene una mejor defensa... —Dijo Alec —Y admiro que hayan salido victoriosos por tantos años. Pero desde que el viejo enloqueció, esta guerra se ha vuelto muy confusa y casi sin sentido. Los soldados obedecen solo porque el viejo tiene el poder para matar a quien se atreva a contradecirlo. —Aquella era una información bastante interesante para William y Henry.

—Pero si se trata de atacar y de acorralar... —Prosiguió Fura —Es un verdadero problema. A estas alturas, esto es una pelea contra un ser totalmente desquiciado, que piensa que esto es un juego del cual ya se aburrió de perder. El tipo se ha vuelto impredecible y...

El sonido de varios cuernos se escuchó hasta el despacho. Una alarma. William se puso de pie de inmediato.

—Tres cuernos ¿Nos atacan? —Preguntó Henry confundido.

—No. —Contestó William, aun escuchando la alarma —Pero no está muy lejos de ser eso. —Tomó su espada y se apresuró en salir. —Reúnan a todos los soldados en la entrada de la ciudad y alrededores. Muevan a los habitantes al centro de la ciudad. ¡Ahora!

***

El ruido nunca antes escuchado, hizo salir de casa a Katica. Al igual que a las demás personas de toda la ciudad.

— ¿Qué está pasando?

______
Nota:

Adelanté un capítulo, nos vemos el viernes 😉

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