Capítulo 20

Katica corrió lo más rápido que podía hasta el despacho de William, en donde Henry le dijo que lo encontraría. Al llegar, los guardias la detuvieron diciendo que el Lord había ordenado no ser interrumpido.

— ¡Déjenme entrar! ¡Esto es importante!

—Lo siento, señorita. Pero su padre nos dio la orden de ello.

—Gritaré hasta que salga. —Advirtió —Es un asunto de vida o muerte.

—Señorita. No queremos problemas con su padre. Vuelva a casa.

—El Lord está con un prisionero.

— ¡Padre! —Intentó entrar por la fuerza — ¡Padre!

Adentro, William estaba a punto de ejecutar a Terry cuando escuchó la voz de Katica.

Con un pequeño cálculo, Katica hizo tropezar a los guardias, consiguiendo entrar al despacho.

— ¡Papá...! —Exclamó con voz quebradiza. William la miró sorprendido, con la punta de la espada clavada en el suelo.

— ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Qué ocurre?! —No sabía si molestarse o preocuparse. Pero al ver que Katica se aferraba a su mano comenzando a llorar, escogió la segunda opción.

—Nana Zera está muy mal... —Le dijo mirándolo completamente afligida —No sabía qué hacer y el abuelo me dijo que viniera por ti aquí... —Cayó de rodillas aferrada a su mano y comenzó a llorar.

— ¿Tu abuelo está con ella? —Katica asintió — Levántate —La tomó de ambos brazos —Debes calmarte.

—Es solo que... —Apoyó su frente en el pecho de su padre —Siento que pierdo a mi madre otra vez...

En el corto tiempo que Katica estuvo allí, Terry guardó silencio y solo se limitó a escuchar lo que pasaba. Cuando se fueron, William encargó a los guardias devolverlo a su celda hasta que él volviera.

De camino a casa, William intentó hacer que Katica se calmara sin tener éxito. No la había visto así desde ese día hace 9 años.

Al llegar, Katica corrió a la habitación de Zera y se arrodilló junto a la cama.

— ¡Nana! —Dijo al arrodillarse. Vio que Henry la sostenía con ambas manos.

— Mi niña... —Dijo débilmente.

William entró a la habitación y se puso detrás de Henry, poniendo una mano en su hombro.

—Es bueno verlos a todos aquí... —Soltó una lágrima —Gracias por ser mi familia todos estos años...

—Nana...

—Gracias por estar con nosotros cuando estábamos perdidos... —Dijo William.

—Gracias por ser... Mi madre... —Dijo Katica llorando.

—Todo en la vida tiene su final, pequeña. Disfruta de la vida cada vez que puedas —Soltó la mano de Henry para tomar las de Katica —Habrán muchos obstáculos en tu vida... Pero sé que podrás superar lo que venga... Eres una niña muy fuerte y decidida. Nunca dejes de ser como eres...

—No lo haré...

—Mi Lord... —Miró a William —Eres un buen gobernante... Y un gran padre; pero debes confiar en tu hija. Abre su jaula, y confía en que tu ave volverá. Los padres nunca estaremos ahí por siempre ¿Comprendes?

—Sí, lo entiendo.

—No te dejes llevar por tus arrebatos. Y confía en que... Alguien puede cambiar... —William bajó la mirada. —Espero que tengan una buena vida... Y no discutan entre ustedes...

—Nana...

Durante una hora, los tres se quedaron junto a la anciana en completo silencio, hasta que simplemente, dejó de respirar. Al verla, Katica continuó llorando con la cara sobre la cama, sin soltar su mano. William y Henry se mantuvieron en silencio junto a Katica.

—Katica —Dijo William poniendo las manos sobre sus hombros —Ven conmigo... —Logró ponerla de pie y la llevó a su habitación. —Sé que es difícil, pero es parte de la vida. —La abrazó sentado junto a ella en el borde de la cama —Nunca me gustó verte triste... Pero ahora, llora todo lo que quieras...

—Quiero estar sola... —Dijo entre sollozos —Si no te molesta...

—Claro que no... Llámame si necesitas algo.

—Sí... —Se recostó en la cama y le dio la espalda.

Al salir de la habitación, William volvió con Henry.

— ¿Estás bien? —Preguntó Henry.

—Sí, estoy bien... No recuerdo la última vez que vi a alguien morir por causas naturales. Gracias por ayudarla.

—Como sea. —Tapó hasta la cabeza a la anciana y salió de la habitación — ¿Y qué pasó con eso?

—Estuve a punto de ejecutarlo cuando Katica entró.

— ¿Qué te dijo?

—Que era una especie de espía, y que su misión era encontrar y matar a la hija del Lobo.

—Conocen tu debilidad —Guardó silencio un momento —Estuvo con ella en un lugar apartado ¿No sabía que era ella?

—Me dijo que llevaba más de una semana investigando. Y que la razón de su exilio fue por negarse a hacer el trabajo. Que Katica lo encontró, y le salvó la vida.

— ¿Aun así vas a matarlo?

— ¿Por qué no debería?

—No lo sé, podrías usar su conocimiento para tu beneficio...

— ¿Dices que debo darle una oportunidad a quien tiene como misión asesinar a mi hija?

—El chico ya no pertenece a Salamina, y tiene un entrenamiento militar un poco mejor que el nuestro.

—Pareces muy interesado en él. —Rascó su barba con una mirada seria.

—No te atrevas... —Advirtió.

—Felicidades Henry Fenrirsson. Quedas a cargo del traidor de Salamina. Puedes disponer de él para lo que te plazca; pero que no se acerque a Katica, o yo mismo lo mataré.

—Maldita sea. ¿Y qué se supone que haga con un mocoso como él?

— Tú eres el que le ve potencial, tú dime. —Escuchó un sollozo de Katica —Iré a hablar con el sepulturero.

—Déjalo, yo iré.

A William le extrañó el actuar de Henry. Había esperado que hiciera un escándalo por haberle dejado a Terry; pero solo lo aceptó de mala gana. Y no esperaba que se ofreciera a hacer una labor como la de encargarse de la sepultura de Zera. Fue un cambio inesperado.

Cuando entró a la habitación de Katica, ella estaba despierta y sentada con las piernas recogidas en un rincón sin dejar de sollozar.

—Me duele verte así...

—No puedo estar de otra forma... —William la miró sentado en la cama —Nana siempre dijo que haría cosas increíbles; pero lo único que hago es causar problemas.

—Sabes que no es cierto.

—El abuelo me aborrece porque no fui un varón. Mamá vivía preocupada porque yo no podía ser como los otros niños. No puedo estar con otras chicas porque cuando quieren conocer chicos ellos se apartan al verme. Y tampoco puedo complacerte, ya que nunca puedo quedarme quieta o hacer lo que dices. Y ahora, Terry está encerrado por mi culpa, y probablemente lo mates por provenir de Salamina.

— ¿Cómo sabes eso? —Preguntó alterado.

—Cuando curé su herida, vi que tenía la marca de la serpiente en el lugar de ésta. Leí en un libro que ese era el castigo máximo de un traidor en la milicia.

— ¿Cuánto llevabas sabiendo eso?

— Desde que lo atendí en la cabaña. Quise darle una oportunidad, porque mamá no lo pensó dos veces cuando te ayudó.

—Tu madre era una gran persona... —Abrió sus brazos para que ella se acercara —Y tú eres igual a ella. Tú tienes ese gran corazón que ella portaba. Espero que nunca lo pierdas. —Katica se abrazó a William.

—Odio que esto pase —Comenzó a llorar otra vez —Ya no quiero sentirme triste... No quiero ver morir a quienes amo...

—Cariño... —La abrazó con fuerza y acarició su cabello —Quisiera poder hacer algo para que dejaras de sentirte así pero, no es algo que esté a mi alcance.

—Ya lo sé...

—Intenta dormir algo. Yo me quedaré contigo.

— ¿Crees que Terry sea alguien malo?

—No puedo asegurarlo...

***

En la celda, Terry se mantenía sentado en la oscuridad, intentando emitir el menor ruido posible con los grilletes en sus manos.

—Ya casi... —Murmuró. —Debo salir de aquí... Debo detener esto...

***

Una semana transcurrió desde que la anciana Zera había muerto. Katica se mantenía en su habitación sin salir a ningún lado. William debió partir hacia el norte con un grupo de soldados para mejorar la seguridad de la ruta que los unía directamente con Salamina. Y Henry, se mantuvo ocupado haciéndole preguntas a Terry sin sacarlo de la celda, ya que este había intentado escapar; pero fue capturado en poco tiempo.

—Bien, llevamos cinco días jugando a esto de preguntas y respuestas, niño. Pero aún no confío al cien por ciento en que me dices la verdad. ¿Cuál era tu misión?

—Encontrar a la hija del Lord de Eruka y asesinarla.

— ¿Por qué...?

—Ella es el punto débil del Lord, y Lord James asegura que sin ella, el Lord de aquí no tendrá la cabeza completamente en la batalla.

— ¿Por qué tan seguro de que habrá una batalla si ella muere?

—Porque está seguro de que querrá vengarse...

—... Muy listo...

— ¿Cuántas veces seguirá preguntándome lo mismo?

—Hasta que se me dé la puñetera gana —Bebió un sorbo de una botella de whisky — ¿No quieres?

—Odio el alcohol. Por milésima vez. —Respondió con desagrado.

—Me recuerdas a cierto tipo que dice lo mismo...

—Desde que está haciéndome preguntas el único olor que siento es el alcohol...

—Tú también apestas.

— ¿Qué pasará conmigo...?

—Como bien sabes, el Lord me hizo responsable de ti porque puedo sacar provecho de tus habilidades y de lo que sabes. Tenía pensado tenerte conmigo fuera de este sitio; pero lo arruinaste escapando ¿por qué escapaste?

—Creí que iban a matarme.

—Interesante. Ayer dijiste que tenías que hacer algo importante. Antes de ayer dijiste que necesitabas hablar con el Lord. ¿Y ahora dices que tenías miedo de morir?

—No lo entiende...

—Entonces di algo que tenga sentido.

—No puedo hablar... Si descubren que hablé... Los van a matar...

—Entonces no saldrás de este lugar... —Se dejó estar en la silla y continuó bebiendo.

***

En casa, Katica permanecía sumida en su tristeza. Tristeza, que William no consiguió quitar de ella antes de partir.

— ¡¿Colmillo?! —Llamó Tom desde el balcón y asomándose por la ventana — ¿Colmillo? —La vio ahí en su cama, igual que los días anteriores —Hola...

—Hola Tom...

—Esto no es lo que tú haces.

—Pues... No todos los días pierdes a un ser querido. —Su voz apagada le causó preocupación. — ¿No estás con Dan?

—No, mamá lo atrapó y lo puso a limpiar la porqueriza de los cerdos. Yo conseguí escapar.

— ¿Y qué haces aquí?

—Pensé que hoy podría sacarte de aquí —Le sonrió —Llevas varios días encerrada en tu habitación, sola.

—No tengo ánimos para nada...

—Vamos, Colmillo —Tomó su mano —Te prometo que nos divertiremos —Los ojos de Katica se llenaron de lágrimas —Ya no llores más, bello Colmillo. —La abrazó —Haré todo lo posible por devolverte esa sonrisa que siempre tenías.

—Gracias, Tom...

***

A kilómetros de la ciudad, William descubrió 3 cadáveres de sus 4 vigilantes.

— ¡Mi Lord! —Llamaron unos soldados. — ¡Lo encontramos!

El vigilante desaparecido se encontraba a varios metros de ellos, de rodillas, y con las manos atadas a un mango de madera colocado detrás de su cuello.

— ¿Qué significa esto? —Dijo desconcertado.

—Mi Lord. Sigue con vida.

—Atiéndanlo. Quiero que me diga lo que pasó aquí. Los demás, quiero que sigan vigilando. Paul y Ray, vengan conmigo —Se dirigió a todos —Investigaremos más hacia el norte. Volveremos al atardecer.

Al quedar a solas con sus acompañantes, William se comenzó a preguntar a qué se estaban enfrentando en ese momento.

— ¿Señor...? —William lo miró —Mire allá —Señaló con el dedo un pequeño campamento.

—Manténganse atentos. Esta es tierra de nadie.

El campamento estaba vacío; pero la presencia de bolsos con pertenencias dentro, demostró que no estaba abandonado.

— ¡Señor, cuidado!

***

En la celda, Terry agradecía tener una reja que lo separara del sujeto luego de confesar.

— ¡Tienes suerte de estar metido ahí dentro! —Le lanzó la botella, rompiéndola contra el muro — ¡Hiciste que fueran directo a una trampa! ¡De haber hablado desde el principio, William habría buscado una forma de solucionar tu maldito problema!

— ¿Y si no podía solucionarlo? Habría cargado con la muerte de mis amigos.

—Pues te diré algo. Si William muere, yo mismo te mataré, no sin antes poner sobre tus hombros la desgracia de una joven para la cual, ese hombre es todo lo que tiene. —Terry bajó la cabeza —Lo del traidor no era más que una simple coartada. Sabían que ella estaba ahí cuando te hirieron. Pero no comprendo el que no le hicieras daño a la chica cuando la sacaste de la ciudad.

— ¡Señor, todo está listo!

—Esperen afuera. Le sacaré la verdad a esta escoria antes de irnos. ¡Habla de una puta vez!

—No le hice daño porque... No pude hacerlo... Cuando la vi con esa forma de ser tan pura yo...

—No me vengas con esas mierdas de "me enamoré y me hizo cambiar". —Terry guardó silencio —Muévete, irás conmigo. Y más te vale que él siga con vida...

***

— ¿Lo ves? Te dije que sería divertido —Dijo Tom, caminando junto a Katica por la calle principal.

—Es un lindo día... Pero... —Tom la tomó con brusquedad.

— ¡Colmillo, cuidado!

Un grupo de diez jinetes salieron a toda prisa hacia el norte, entre ellos, vio a su abuelo y a Terry cabalgando en el mismo caballo.

— ¿Qué está pasando? —Preguntó Katica.

—No lo...

—Algo pasó... —Se aferró al brazo de Tom — ¡Tom! ¡Algo le pasó a mi padre! —Estaba muy alterada. Momento después corrió hacia las caballerizas.

— ¡Katica! —La detuvo — ¡No puedes simplemente ir, podría ser muy peligroso!

— ¡Podrían necesitar ayuda...! ¡Mi padre podría estar peligro, y yo no me voy a quedar aquí sin hacer nada!

Tom sabía que no podría ir en contra de ella. Lo más sensato que se le ocurrió, era acompañarla.

—Si es verdad lo que dices. No podemos ir desprotegidos.

—En el despacho de mi padre debe haber algo que nos sirva.

Como la mayoría de los soldados estaban fuera, la seguridad del cuartel era mínima, por lo que Katica y Tom no tuvieron problemas para entrar al despacho. Allí, katica encontró una daga en uno de los cajones; y Tom, una espada algo vieja pero útil.

— ¿Colmillo? —Preguntó al ver que no se movía.

—Hay una carta cerrada con... La letra de mi madre... —La abrió sin pensarlo dos veces — "A mi querida hija, y a mi amado William" —Comenzó a leer.

"Es posible que no salgamos las dos con vida de este lugar, o al menos, una de nosotras no lo logré. Estamos siendo rodeadas por cazadores de Salamina, y no tenemos oportunidad de escapar a menos que el ejército venga a salvarnos.

Mi niña, estoy segura de que papá y tú podrán vivir de la mejor forma en donde sea. No dejes que nadie te frene en tu camino, y siempre lucha por lo que quieres. Eres mi pequeña lobita; y estoy segura de que serás tan decidida y fuerte como tu padre.

William, mi amado, me hiciste sentir la mujer más feliz y afortunada del mundo. Te amé cada segundo de mi vida desde que te conocí. Y te extrañé, cada segundo de cada vez que tenías que irte. Adoro la familia que formamos juntos; y aunque no lo logre, siempre voy a estar con ustedes en sus corazones. Mío, y el de nuestro pequeño. Me habría gustado que llevara tu nombre. Que viniera a este mundo. Pero, yo lo cuidaré bien a donde quiera que vayamos. Así que tú tendrás que encargarte de Katica. Cuídala bien, y no exageres con tu preocupación. A veces los padres tenemos que dejar a nuestros hijos tropezar para que aprendan de la vida. Déjala que caiga y se levante por su cuenta; que cometa sus propios errores la volverá tan fuerte como tú lo eres.

Ambos tendrán problemas en sus vidas, pero manteniéndose juntos podrán superarlo.
Los amo con todo mi corazón.

Con amor, Sara."

Katica sollozó un momento, secó sus lágrimas, y comprendió lo que su madre quería decir.

— ¿Estás bien?

—Lo estoy —Sonrió —Andando. —Guardó la carta en su bolso, la daga en su cinturón, cogió un mapa que estaba sobre la mesa; y corrió a las caballerizas. —Démonos prisa.

— ¿Qué había en esa carta? —Preguntó Tom mientras cabalgaban saliendo de la ciudad.

—El valor que me faltaba para hacer esto... —Sonrió.





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