Capítulo 19
—Mi Lord... —Entró un vigilante al despacho mientras William continuaba su discusión con Henry.
— ¿Qué es lo que pasa? —Alzó la voz.
—Traigo noticias.
—Habla rápido —Guardó la moneda en su mano. El vigilante miró a Henry —No te preocupes por él y habla.
—Señor, vimos a su hija cabalgar hacia el norte.
— ¿Hacia el norte?
— ¿Iba sola? —Preguntó Henry.
—No, iba con un muchacho que no logramos reconocer. No parece ser de acá.
—Te lo dije...
— ¡Mierda! —Corrió a un lado al vigilante y salió de su despacho.
—Llamaré a un par de hombres para que...
—No. Iré solo.
—Pero señor...
— ¡Dije que iré solo!
Dejó a ambos hombres en el despacho, y salió para subirse en su caballo y dirigirse al norte.
—El Lobo está enojado —Dijo Henry —Y esta vez, como nunca.
***
Para Katica, el atardecer en ese lugar fue uno de los más maravillosos que jamás había visto. Terry nunca había visto tanta belleza en una mujer; y a pesar de que solo la había conocido un día, estaba casi seguro de lo que estaba sintiendo; pero también estaba consciente de que cuando supiera la verdad, todo sería más complicado.
—Oye... —Katica lo interrumpió con un fuerte abrazo.
—Muchísimas gracias por esto. —Dijo con una voz tan dulce que Terry se sintió impulsado por ese sentimiento que nunca había tenido por nadie antes. — ¿Terry...?
Terry se acercó a los labios de Katica sin previo aviso; y a pesar de que Katica se mostró sorprendida por el acto, se dejó llevar, y le correspondió el beso. El momento era mágico para ambos; pero como así de rápido había empezado, rápido de terminó.
El galope y relincho de un caballo hizo que el corazón de Katica se apretujara e hiciera que Terry se separara de ella rápidamente.
—Lo siento, no debí...
—No digas nada... —Terry notó la intranquilidad de Katica —Es mi padre.
Al encontrarla, William se sintió aliviado, aunque no menos enojado. Caminó con la mirada fulminante en Terry, tomó a Katica de un hombro con una mano para hacer que lo mirara, y con la otra acarició su rostro para asegurarse de que no le había ocurrido nada. Todo, sin darle la espalda a Terry.
— ¿Estás bien? —Preguntó con voz seca.
— Sí, yo... En verdad lo...
—No quiero ninguna palabra al respecto hasta que volvamos. Y sólo entonces, hablaremos de lo que acabo de ver aquí... —Katica notó el enfado; pero eso no era todo. William miró a Terry, y puso a Katica detrás de él —Tú iras conmigo —Dijo con tono amenazante —Hagamos esto sin armar escándalos y coopera. O me veré obligado a usar la fuerza contigo.
Al verlo, Terry sintió un vuelco en el estómago. No podía creer a quién estaba mirando.
—Ah... Yo. —Su voz temblorosa desconcertó un poco a Katica. Estaba aterrado.
— ¡Espera! —Exclamó Katica, sosteniendo a William del brazo —Puedo explicarlo. Él es...
—Un extraño —Volvió a mirar a Terry —Eso es lo que es. Y tú no hables, ya estás en bastantes problemas como para seguir empeorándolo.
La mirada de William reflejaba tanta ira, que Katica decidió guardar silencio. Nunca antes lo había visto tan furioso
—Sube al caballo de tu madre. Él ira conmigo.
***
Al regresar a la ciudad, William llevó a Terry a su despacho y ordenó a uno de los guardias que lo encerraran.
— ¡No puedo creer que lo encerraras sin antes escucharlo! —Exclamó Katica entrando en su habitación.
— ¡Y yo no puedo creer que hayas salido de este lugar, y más con un extraño de afuera!
— ¡No sabes nada de él! ¡¿Siquiera hablaste con él antes de enviarlo a esa celda?!
— Por el momento, solo me interesa lo que tú tienes que decirme... —Se estaba conteniendo. — ¡Porque no tengo explicación para que mi hija haya salido de la ciudad en compañía de un completo extraño, y que para más, atreve a besar sin siquiera conocerlo! —Pateó una silla.
— ¡Mamá tampoco te conocía cuando decidió ayudarte...! —Comenzaba a sentir miedo por la acción de su padre.
— ¡Esto es muy diferente! —Continuó alzando la voz y avanzó haciendo que Katica retrocediera — ¡¿No entiendes que estamos en guerra desde hace años?! ¡He sido paciente con todo lo que haces! ¡Pero esto ha sido el colmo! —Tanto retroceder, Katica quedó sentada en el borde de su cama —No quiero saber que saliste de esta casa, y cuando vuelva te quiero ver aquí ¿has entendido? —Los ojos de Katica estaban humedecidos y sus labios temblaban levemente — ¡¿Fui claro?!
— ¡Sí, señor! —Respondió intentando no llorar —Me quedaré aquí.
William la miró detenidamente. Katica estaba asustada. Y se sintió peor cuando se cruzó de brazos y vio que la reacción de Katica fue la de apartarse, como si él le fuera a dar un golpe. Eso le dolió bastante.
—Volveré en la mañana. —Dijo intentando ocultar su desánimo.
—Y yo...estaré aquí, en mi cuarto... —Dijo sin mirarlo.
—Sabes que esto es por tu bien.
—Sí, ya lo sé; y por eso es mejor para ti que yo viva encerrada... —Secó una lágrima con la manga de su vestido —No seas tan duro con Terry. Pero asumo que no me dirás nada de lo que pase, ya que nunca me hablas de las cosas que tienen que ver contigo —Secó otra lágrima —Por eso nunca hablamos de mamá... —La habitación se quedó en silencio.
—Ya me voy. —Dijo para iniciar su ida, cerrando la puerta detrás de él.
Al quedar sola, Katica se recostó mirando hacia la pared y comenzó a llorar, cuidando de no alzar la voz. Pero del otro lado de la puerta, el llanto era audible para William.
***
En alguna parte del cuartel, Terry se encontraba encadenado de las manos dentro de una celda, esperando a que cualquier cosa pasara.
— ¡Oye! —Dijo un guardia — ¡Ponte de pie! —Abrió la puerta —El Lord exige interrogarte en su despacho.
— ¿El Lord? —Tragó hondo.
—Directo a la boca del Lobo.
Aquellas palabras le causaron un poco de miedo a Terry. El guardia entró a la celda, y lo sacó como si fuera un perro hacia el despacho de su Lord.
Al entrar al despacho, el guardia tiró de la cadena con fuerza haciendo que Terry cayera de rodillas frente al escritorio de William.
—Mi Lord, aquí está.
—Deja la llave de su cadena y sal de aquí.
— ¿Señor?
— ¡Has lo que digo!
— ¡Sí, señor! —Dejó la lleve sobre la mesa y salió.
— ¡Y no quiero que nadie irrumpa aquí hasta que haya terminado!
— ¡Sí, señor! —El guardia salió apresurado y cerró la puerta rápidamente detrás de él.
En medio del silencio, Terry no podía evitar mirar a aquel hombre que creyó nunca volver a ver.
—Dime tu nombre. Y dónde naciste —Le dijo William aún sentado frente a él.
—Yo... Mi nombre... —Respiró profundo para tragarse su nerviosismo y se puso de pie —Mi nombre Terius Midnard... Mi lugar de nacimiento es... Eridia...
— ¿Eridia? —Intentó ocultar su sorpresa — ¿Qué edad tienes?
—22 años, Señor.
—Eridia fue destruida hace más de 16 años.
—Sí, señor... —Se dispuso a decir lo que tenía en mente —Yo... Entiendo que usted no me reconozca —Lanzó una risa nerviosa —Después de todo, yo solo tenía 6 años.
—Eso no puede ser posible... — Dijo William aun sentado.
—Mis padres murieron en el ataque y... Creo no equivocarme al decir que fue usted quien me dejó vivir ese día...
William guardó silencio, y llevó su mente a ese lugar que marcó su vida.
...
17 años atrás, mientras William quitaba vidas inocentes, el llanto de un niño rompió su trance.
—Oye —Llamó Henry —Olvidaste algo —William miró al niño — ¿Lo haces tú o lo hago yo?
Aquel niño de cabello negro y ojos grises enrojecidos por las lágrimas, no dejaba de mirarlo con miedo al verlo acercarse mientras arrastraba la punta de su espada sobre la piedra del suelo.
—... Esta es solo una pesadilla que está lejos de acabar. Para mí. La tuya acabará pronto...
Aquel niño no iba a ser el primero que asesinaba; pero al colocar su espada en su pequeño pecho, el pequeño dijo algo que hizo que William se arrepintiera en el último minuto.
—Mamá dijo que huyera... Pero no quise dejarla y me perdí... —Dijo llorando.
No entendía la sensación que ese niño había provocado en él; pero decidió no matarlo. No era traición si nadie lo descubría. Tomó al niño, y lo llevó a un lugar solitario en el que solo habían cadáveres y sangre regada por el piso.
—A partir de ahora estarás solo... —Le dijo al niño —Si alguien más te encuentra te matará. Tú decides lo que harás de ahora en adelante...
El niño lo miró por un momento, y comenzó a caminar por los charcos de sangre con los pies descalzos. Por otro lado, William le dio la espalda y continuó con la misión.
...
William se puso de pie, sacó la moneda que había encontrado, y la puso en frente del muchacho.
— ¿Qué significa esto?
—Esa vez... Logré llegar a Salamina. Ahí, me valí por mí mismo hasta que tuve edad suficiente para entrenar en el ejército. —William comenzó a rondarlo —Yo... Hice toda clase de trabajos para ellos pero... El último que me encomendaron... Me negué a hacerlo. Así que me acusaron de traición; y por mi posición, me dieron la pena más alta.
—Exilio con muerte segura.
—Pusieron la moneda para que aquel que descubriera mi cadáver supiera lo que era en vida...
— ¿Cómo llegaste aquí...?
—Vendaron mis ojos y me abandonaron por ahí... —Levantó su camisa —Me atravesaron con una daga y me dejaron. Entonces, solo caminé sin rumbo hasta llegar a un bosque.
William observó los vendajes que el chico tenía. Estaban limpios, y con una pequeña mancha de sangre.
—La chica... Katica. Ella me encontró en el bosque y me salvó la vida.
Al oírlo decir el nombre de su hija, William sacó su espada y apuntó al cuello de Terry.
—Cuidado con lo que dices —Dijo amenazante —Te estoy dando esta clase de audiencia solo porque ella pidió clemencia por ti. De otro modo ya estarías muerto. ¿Cuál era esa misión?
Terry guardó silencio y William volvió a insistir.
— ¡Habla!
— ¡Mi misión era ella!
William bajó la espada, solo para no clavársela en la garganta por un arrebato.
—En Salamina es bien sabido que el Lord de Eruka tiene una debilidad; y esa es su hija. Pero nadie sabía cómo era ella, así que me enviaron a investigar para averiguar quién era.
— ¿Cómo pasaste a los vigilantes?
—Me movía por la noche e imitaba animales. Así no lograban verme con claridad.
— ¿Por qué te negaste?
Terry insistió en guardar silencio.
—Mi paciencia comienza a acabarse. Será mejor que hables.
—Yo... Me negué a quitarle la vida a un inocente cuando supe que era ella. Lo descubrí hace una semana.
—Todo eso es suficiente como para que te mate.
La respiración de Terry se aceleró al saber lo que pasaría, bajó la cabeza al sentir la brisa que se producía al levantar la espada. Aceptaba su destino; y aceptaba que le diera muerte el hombre que le dio la oportunidad de vivir más tiempo.
—Tus últimas palabras... —Terry tragó saliva.
—Nunca me habría atrevido a hacerle daño. Espero que tenga una buena vida... —Sonrió.
***
Poco después de que William saliera de la casa, Katica dejó de llorar de frustración por la discusión con su padre. Se sentía impotente al haber sentido miedo de él.
Salió a su balcón por un momento para respirar aire fresco; pero eso se acabó al percibir el aroma a alcohol.
—Ya es casi media noche. ¿Qué haces ahí?
—Pasando el rato —Se escuchó el sonido del líquido en una botella. —Sí que estaba molesto. —Entró en el tema.
—Nunca lo había visto tan enojado. Y nunca me había asustado tanto.
—Así es la vida de un hombre como él.
— ¿Como él?
—A diferencia de los demás. Ese hombre tuvo a alguien que lo complementó y que caminó junto a él a pesar de todo. Pero el perderla, lo volvió temeroso a la idea de que lo mismo te ocurra a ti.
—Nunca me dijo lo que pasó ese día.
—Solo él y yo sabemos lo que pasó ese día. Pero solo él estuvo ahí mientras yo te traía a la fuerza.
— ¿Por qué mi padre no me deja demostrarle que puedo hacer más de lo que él cree?
— ¿Te refieres al combate? Tus movimientos son casi tan buenos como los de William; pero tus estrategias son mejores.
— ¿Me has visto con los chicos?
—De vez en cuando te veo en tu escondite con esos chicos...
—Debes estar lo bastante ebrio como para tener una conversación conmigo... —Sonrió a pesar de su pena.
—Sí, bueno... No tengo nada mejor que hacer por ahora.
—Abuelo... —Suspiró — ¿Crees que soy...?
Henry estaba poniendo atención; pero Katica se detuvo debido al estruendo provocado por algo rompiéndose en el interior de la casa.
— ¡¿Nana Zera?! —No recibió respuesta.
— ¿Pasa algo? —Preguntó Henry sin asomarse.
—Espera un momento.
Katica volvió adentro buscando a Zera. Caminó en medio de la oscuridad hasta toparse con los pedazos rotos de una jarra de porcelana sobre un charco de agua.
— ¡¿Nana?! —Entró en su habitación — ¡Nana! —La anciana estaba en el suelo a pocos centímetros de llegar a la cama — ¡Nana! —Respiraba con dificultad, y no respondía a lo que ella le decía — ¡Nana, responde! —Dejó que el pánico se apoderara de ella — ¡Abuelo Henry! —Lo llamó con todas sus fuerzas.
No pasó mucho hasta que Henry entró a la casa, siguió los gritos y vio a Katica en el suelo, con los ojos llenos de lágrimas, y con la anciana en los brazos.
— ¡Abuelo Henry, ayúdame...! —Aquella reacción le recordó el día en el que vio a William con la mujer en sus brazos y le rogó ayuda. —Por favor...
—Deja de llorar. La subiremos a la cama e irás por tu padre.
— ¡Pero me dijo que...!
— ¡En este estado no voy a llegar a tiempo! —Levantaron a la anciana y la pusieron en la cama —Listo, corre, yo... Me quedaré con ella.
—Gracias... —Lo abrazó.
—Ya, largo. Debe estar en su despacho.
Henry se quedó a solas con la anciana mientras Katica corría al despacho de William. Puso una silla junto a la cama, y miró a la anciana mientras bebía uno que otro sorbo de su botella.
—Vamos, vieja... —Dijo luego de un momento —No le hagas esto a la chica. Aún te necesita.
—A esta vieja ya le llegó su hora —Dijo al fin —Esta familia ha sufrido mucho. Pero, además de su padre, aún hay un viejo tonto que puede cuidarla. —Estiró su mano y Henry la tomó —En el fondo eres un buen hombre —Le sonrió.
—No. Nunca fui esa clase de persona. Nunca fui un verdadero padre —Miró la mano que tenía tomada —Y nunca me di la oportunidad de querer a nadie verdaderamente, ni mucho menos a esa niña que a pesar de que no demuestra miedo cuando estoy cerca. —La anciana apretó ligeramente su mano.
—Entonces... remienda eso... —Lanzó una leve risa —Hace 9 años yo estaba sola, viviendo de mis recuerdos... Pero un día, ellos llegaron a mi vida. La pequeña que lloraba por su madre y porque su padre debía estar fuera todo el día. Y el joven Lord que no sabía cómo cuidar de su hija de 7 años, que no sabía cómo sobrellevar la muerte de su esposa, y que no sabía cómo atender su trabajo correctamente. Y ¿Por qué no también, ese viejo perro borracho que a pesar de todo, siempre iba de vez en cuando a ver cómo iba todo? —Ella lo miró —Siempre te preocupó tu familia. Pero eres demasiado orgulloso como para reconocerlo.
—Ya no hables. Desperdicias energías. Será mejor que resistas hasta que lleguen, o a ella la destrozará ver que no logró llegar a tiempo.
— ¿Sabes? Tuve una larga vida. Pero de estos 93 años, los últimos 9 fueron los mejores. Y me alegra que estés aquí para apoyarlos —Mantuvo una sonrisa en su rostro. —En verdad me gustaría que lo último que vea en este mundo, se a quienes me dieron una familia.
—Entonces aguanta un poco más —Soltó la botella y la sostuvo con ambas manos. —Aguanta, no deben tardar...
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