Capítulo 1

Su nombre, William Fenrirsson Leiser. Hijo de un noble, conocido como "El Perro" por ser el mejor de toda la guardia, Henry Fenrirsson; y de una humilde campesina llamada Katalia Leiser, que vivía en los campos de Este a las afueras del reino. Fue concebido luego de que "El Perro" se dejara caer un día cualquiera completamente ebrio en casa de Katalia.

Debido a las constantes guerrillas, El Perro se había vuelto un hombre inestable mentalmente; y eso se volvió un verdadero problema en las vidas de Katalia y del pequeño William. Los abusos hacia katalia, las espantosas pesadillas durante las noches, y las indescriptibles alucinaciones que El Perro tenía cuando bebía, hicieron de sus vidas, las más miserables de todo el territorio. Pero nada podían hacer, ya que corrían el riesgo de ser asesinados si él los llegaba a confundir con sus fantasmas.

William creció siendo un niño temeroso de su propio padre, ya que más de una vez lo había golpeado por nada durante su infancia.

Al cumplir trece años de edad, Katalia cayó gravemente enferma, y El Perro debía estar al frente en una guerrilla, ya que a pesar de su locura, nadie era más hábil con la espada como él.

—Recupérate, madre —Dijo el joven William junto a su madre —Mejórate, quizás esta vez él no regrese y podamos tener una vida mejor —Dijo fríamente.

Katalia sonrió ante la idea de librarse de su esposo, pero a la vez, estaba triste, porque sabía muy bien que la libertad era solo para ella.

Días después del entierro de Katalia, El Perro volvió a su hogar, con nuevas cicatrices en su cuerpo. No lloró la muerte de su esposa, ni consoló a su desdichado hijo que lloraba la muerte de su madre. Solo dejó sus armas sobre la mesa, y sacó una botella de Ron que llevaba consigo.

Impulsado por la pena y la ira, el joven fue a encarar a su padre por su comportamiento. Pero lo único que consiguió, fue una bofetada en una de sus mejillas que lo hicieron caer al piso.

—Tenme más respeto, mocoso —Dijo su padre, con un hilo de Ron y Saliva corriendo por uno de los lados de su boca —Ya es hora de que madures, ahora que esa mujer ya no está aquí para impedirlo. —Se acercó a William. —Cuando cumplas 15 años irás a la academia para que empiecen a entrenarte como a los hombres —Dijo entre sorbos —Hasta entonces, lo haré yo. Y no creas que porque soy tu padre seré piadoso contigo —Sonrió grotescamente —Haré de ti un hombre digno de llevar mi apellido y de decir que es mi hijo... —El miedo hacia su padre lo llevó a aceptar lo que este dijo.

Henry destrozó a su propio hijo en todos los sentidos posibles durante el entrenamiento inhumano que le proporcionaba cada día.

Al cumplir los 15 años, Henry envió a William a la academia para que lo entrenaran para las guerras futuras, y así, ser digno de respeto como él.

Para William, el entrenamiento que le daban no era nada comparado con lo que su padre le hacía pasar. Las espadas de madera eran demasiado ligeras y más de una vez las rompió golpeando a su contrincante. Sus rivales eran muy débiles y los acababa de un solo golpe. Sus maestros no lograban ser autoridad para él; y todo lo que le decían le resbalaba como las cosas en un trozo de hielo. Sus compañeros lo aborrecían por ser como era. Y las mujeres lo admiraban por su físico y su carácter, a pesar de que él no las tomaba en cuenta.

Al cabo de un año, William fue apodado "El lobo", ya que había superado por mucho a Henry, y nadie en el reino era rival para él. Ni siquiera su propio padre era rival para él.

A los 22 años, El Lobo fue enviado al frente junto con su padre en una guerrilla cercana a los campos del Oeste.

—Recuerda cortarles bien el cuello. —Dijo Henry —Que no tengan oportunidad de ser salvados...

—No me digas cómo hacer lo que llevo años haciendo... —Respondió crudamente, provocando que su padre sonriera orgulloso.

—Me enorgullece en lo que te has convertido —Dijo poniendo su mano sobre el hombro de su hijo.

—Ya verás en qué me has convertido... —Murmuró sin mirarlo.

La guerrilla fue igual que todas a las que El perro había ido. Hubo varias bajas como siempre, pero eso no era de gran importancia con tal de ganarla.

Mientras El perro cortaba cabezas por un lado, El lobo no se quedaba atrás por el otro.

Al acabar la batalla, los campesinos se regocijaron al verse a salvo una vez más. Los guerreros aceptaron el festín que los campesinos le ofrecieron mientras las mujeres curaban sus heridas. El perro aceptó el tarro de licor que le habían ofrecido, y se puso a beber mientras miraba a las jóvenes del lugar que se encargaban de las labores hogareñas.

El lobo se sentó por otro lado sin aceptar nada de lo que le ofrecieran; pero sin dejar de observar a su desagradable padre.

— ¡Oye Will! —Llamó con la botella en la mano — ¡Ven a beber! ¡Vamos a celebrar este gran triunfo! —El lobo gruñó, y luego fue hacia él —Ya eres un hombre bien formado. Solo mírate, los enemigos temblarán cuando vean llegar al lobo. —Se fijó en una joven que acarreaba un cubo con leche —Ya deberías tomar una mujer para que tu camarada también disfrute ¿no lo crees? No puedes satisfacerlo con tu mano por siempre. Además, aquí hay jóvenes bastante hermosas... —Se fijó en otra joven que pasaba.

—No tengo interés en violar a una mujer. Si es a eso a lo que te refieres —Dijo con desagrado —Iré a entrenar al bosque —Se levantó sin dejar que El perro pudiera decir nada. —Dime cuando ya nos vayamos...

El lobo se había acostumbrado a entrenar para pasar el tiempo. Con él, desahogaba todos sus disgustos, odios, y tristezas existentes. Rompía gruesas ramas de un solo golpe pensando en sus rencores. Pero todo se interrumpió al oír los gritos de auxilio de una joven.

— ¡Déjeme señor por favor le prometo que no lo diré a nadie pero por favor no me haga nada...! —Suplicaba la joven.

William caminó pacíficamente hacia los gritos, y se posó un momento detrás de un árbol ocultando su presencia.

—Ya basta por favor... Se lo suplico...

—Vamos preciosa. No he estado con una mujer en meses. Ni mucho menos con una tan hermosa —Acarició la mejilla de la joven. Y luego, comenzó a levantarle el vestido para abrirse paso.

— ¡No! ¡No por favor ya basta!

— ¿Qué acaso Mary no te satisface lo suficiente? —Preguntó William dejándose ver.

—Si, pero no es tan bella como ésta chica. ¿Qué te trae por aquí? —Preguntó el hombre sin soltar a la joven — ¿Acaso El Lobo quiere liberar estrés? —Comenzó a reír.

—Para nada. No soy un cerdo inmundo como todos ustedes...

— ¿A quién llamas cerdo? Desgraciado —Se levantó con evidente ira —No te muevas...

— ¿En dónde quieres mi puño esta vez?

—Eres una bestia engreída, solo por ser el hijo del dichoso Perro. Apuesto a que eres igual a él... De tal palo tal astilla ¿no?

—No soy igual a mi padre —Respondió impertérrito, y le dedicó una mirada fulminante —Soy mil veces mejor. Por eso me llaman El lobo...

Si algo había de cierto, era que Williams era mejor que su padre en todo. Y una de las diferencias más grandes, era no que tomaba inocentes por mero gusto.

A William no le tomó mucho tiempo sacar de combate a su compañero. Tuvo cuidado de no matarlo en frente de la joven que lo miraba con temor y desconfianza.

—Vete —Dijo con frialdad.

La joven se sorprendió al ver que no intentaría hacerle lo que el hombre, que ahora estaba inconsciente en la tierra.

Williams tendió su mano para que esta se levantara.

—Vamos... —Dijo mirando en otra dirección —Dudo mucho que este tipo quiera volver a intentarlo. — Lo miró con desagrado. Ella tomó su mano.

—Muchas gracias por salvarme de él — dijo entre sollozos —Pensé que... —Enterró su cara en el pecho del joven y se echó a llorar —Tuve mucho miedo...

— ¡Oye Will! —Llamó su padre — ¡Ven a comer!

Todos los demás miraron un poco desconcertados a William mientras regresaba con ellos. No por el hecho de que iba acompañado por una mujer; sino por el compañero que traía a rastras de la camisa.

— ¿Qué fue lo que pasó? —Preguntó Henry.

Williams miró al compañero que arrastraba.

—Nada. —Lo soltó como un costal de harina. —En algún momento despertará...

Después del festín ofrecido por los campesinos, los guerreros comenzaron a marcharse de vuelta al cuartel para descansar de mejor forma, y para que atendieran sus heridas. Pero antes de que William se uniera al grupo, la joven lo llamó.

—Qué quieres.

—Yo solo... —Dijo nerviosa —Quería agradecerte por haberme salvado de ese tipo y...

—No necesitas agradecerlo. De todos modos quería una buena excusa para golpear a ese idiota...

—Soy Sara... —Su rostro se enrojeció — ¿Cuál es tu nombre? —Él la miró sin expresión aparente.

—William.

—Yo... Quisiera darte esto —Estiró sus manos para ofrecerle unas fresas que tenía sobre un pañuelo blanco.

— ¡Ya es hora! —Llamó Henry.

William lo miró de soslayo, y volvió a ver a la joven que esperaba a que él aceptara su regalo. Soltó un suspiro corto y lo tomó.

—Gracias. —Dijo fríamente.

La joven le dedicó una cálida sonrisa, y lo vio marcharse con los demás guerreros.

—Es bastante joven como para asistir a las guerrillas —Dijo un anciano junto a Sara —Me dijeron que lo apodan El lobo, y que es mucho mejor que su padre. —Sara miró al anciano —Estos tipos son de cuidado, niña. Los guerreros suelen perder la cordura después de la primera vez que se manchan las manos con sangre. Lástima que ese chico haya tenido que ir a tan corta edad. No te hagas ilusiones.

Ella miró hacia el horizonte, en donde aún se veía un espejismo del grupo que se alejaba.

—Él... No es como los demás que han venido hasta aquí.—Dijo con su voz suave y llena de esperanzas. —Él es mejor. Él es bueno...

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