Capitulo 8
- ¡KAZUHA!
El grito del detective de Osaka resonó por toda la escuela. Su compañero le intentó seguirle el paso ya que el detective corrió de una manera casi inhumana.
Heiji paro el paso abruptamente al ver a Kazuha siendo acompañado por sus compañeras consolandola. Suspiro tranquilo al ver que estaba bien. Con algo de inseguridad se hacerco a ella. Las chicas se apartaron un poco.
- Kazuha... -queria saber el motivo de su grito que casi le da un infarto.
Ella no respondió. Señalo horrorizada la puerta con las manos temblando. El no dijo nada, solo se empezó a acercar observando los materiales de educación física esparcidas por el suelo, llegando a la conclusión que por el susto lo tiró la ojiverde.
- Llame a la policía -aviso una chica antes de que toque la manija de la puerta.
El detective ante esto, ya se imaginaba que había. De su bolsillo sacó un pañuelo cubriendo la manija y abriendola.
Sus ojos se llenaron de espanto y sorpresa al ver a una joven colgada del cuello con una soga pasando por la garganta. Tenia un vestido rosa, mientras que de sus piernas de deslizaba la sangre por los grandes Cortes en la panza. Se acercó aún más, observando que sus labios estaban pintados con su propia sangre. En donde debería estar su ojo derecho, había un hueco. Antes de dar un paso más, miro el piso. Quedo sorprendido al ver un corazón dibujado con labial debajo del cadáver.
Camino por el lugar en silencio observando cada articulo de Educación física que se usa. Vio que algo brillaba, y se agachó. Sacando su pañuelo, lo agarró, encontrándose con una pequeña esmeralda verde. Escucho el sonido de las sirenas por parte de la policía de Osaka.
Siendo consciente de sus acciones, guardo la evidencia en su bolsillo y salió para recibir a la policía.
(...)
- ¡¿Otra chica de Beika?! -gritaron Sato y Takagi al mismo tiempo.
- Así es -afirmó Shiratori ojeando nuevamente sus papeles.- Su nombre es Okiou Natshuya, de diecisiete años. Reportaron su desaparición hace unas semanas...
- ¿Y qué pasó en esas semanas? -pregunto Sato.
- Al parecer luego de unos días, la familia retiró la denuncia diciendo que ella volvió...
- Ya veo... -se puso pensativa la detective analizando la situación.
- Pero... -Takagi rompió el silencio que se había formado.- ¿Que dice ahora la familia?
- Están destrozados.
- ¡Chicos! -la puerta se abrió mostrando a Chiba yendo a ellos rápidamente.- Hay nuevos informes -sus compañeros prestaron atención.- Según la declaración de sus padres, luego de que pusieran la denuncia y la buscarán desesperadamente, un día apareció en la puerta como si nada, explicando que se fue de viaje para estar un momento a solas. Dicen que no le creyeron, pero aún así, intentaron hacer como si nada y sacaron la denuncia. Observaron que ella estaba al pendiente del celular todo el tiempo con una sonrisa de enamorada. No sospecharon nada, pensando que era alguno de sus compañeros, algo normal en la adolescencia -informó.- Pero nuevamente ella les avisó que estaría por unos días en la casa de una amiga... Y pasó esto.
- Así que de seguro el criminal las persuade para que se enamoren de él o ella y de ahí planifica un plan perfecto para asesinarlas... -llego a la conclusión la detective.- De ser así, las demás víctimas, habrán pasado por lo mismo.
- Aún así no sabemos muchos detalles -dijo Shiratori.- Ni siquiera del porqué las chicas de Beika terminan en Osaka y viceversa. Y en Osaka aún en los laboratorios sigue el análisis de la tranza.
- Esto no lo tiene que saber la prensa -la voz de Megure sorprendió a todos, y también por lo dicho.- De ser así, será todo un caos intentar atraparlo, sabrá todos nuestros movimientos -se acercó a ellos.- Hay que dar información escasa, y no difundir miedo -dijo serio.- Y de proteger a las chicas, que al parecer son su objetivo.
- Supongo que mientras digan lo que pasó y sus hipótesis no nos afectará... -observaron la televisión en donde daban los sucesos.
(...)
Dio un suspiro de alivio al fin llegar a su casa. La verdad que había sido tan agotado. Estar por varias horas tirado en el suelo aparentando ser pasto era una gran lucha para no quedarse dormido. Aunque no lo pareciera, estaba cansado.
Se dirigió la habitación que compartía con Kogoro dejando su mochila con mala gana. En ese momento se dio cuenta de lo silencioso que estaba la casa. Se dirigió a la cocina, para luego al comedor sin encontrar a nadie. Vio que la tele estaba prendida, dando la información sobre un asesinato. Ante esto, agarró el control y subió el volumen.
Ahí informaban lo suceso de la joven que había aparecido asesinada en un cuarto de materiales en una escuela de Osaka. La chica era de Beika, haciéndole más ruido. Fruncio el ceño con disgusto al ver que al parecer era otra víctima de tal vez el mismo que asesinó a otra en la plaza central de Osaka y la que apareció en su escuela. En donde se escapó de sus manos de forma genuina e inteligente, poniéndose a pensar que era más capaz de lo que parecía.
También vio el detalle que las víctimas eran jóvenes entre los dieciséis a diecisiete o dieciocho años. Así que, en cierto modo tenia marcado a sus víctimas preferidas.
Lo incómodo del asunto, es que tranquilamente podía ser Ran una de ellas...
- "¡No tienes que ni pensar estas cosas!" -se regañó mentalmente. Era una promesa y obligación que el mismo se hizo. Tenia prohibido nombrar o incluso pensar en su muerte o algún tipo de daño. ¡Se volvería loco si algo le llegara a pasar!
Hablando de Ran, ¿No se supone que ya debería estar en casa?
Al recordar eso, fue hacia su pieza, abriendo la puerta. Miro confundido la maleta que tenia y un boleto a Osaka en la cama.
- Ni lo sueñes Ran...
(...)
Abrio la puerta con cuidado, ya que era más de medianoche y no quería despertar a su padre y hermanito. Luego la cerró y caminó despacio para su habitación. Se relajó al ver que estaba todo oscuro, dando a entender que se habían ido a dormir.
Sonoko y Será la habían arrastrado (en realidad Sonoko) para ir a comprar ropa, comer por ahí y darle toda una charla de conocer a un chico nuevo y de traer unos regalitos. Prendió la luz de su habitación y dejó caer las bolsas.
- ¿Donde piensas ir, Ran-neechan?
La chica se sobresaltó al escuchar la voz de Conan, su pequeño hermanito. No se esperaba ni de casualidad que el estuviera en su cama sentado, con el boleto en manos, y una mirada de desaprobación y seriedad. Aunque pensándolo bien, no debería sorprenderse.
- ¡Conan-Kun! Me asustaste -le regaño en un intento de desviar la pregunta.- Eso no se hace.
- ¿Donde piensas ir? -pregunto nuevamente ignorando el regaño de la chica, agitando los boletos.
Ran se dio cuenta en la situación en la que estaba antes de abrir la boca. ¿Por qué le tenia que dar explicaciones a un niño? ¿Por qué se sentía intimidada?
- Eso sin cosas de los grandes, Conan-Kun -le sacó los boletos rápidamente.- Deberías ir a dormir.
- ¡No lo haré! -elevo la voz.- No puedes ir a Osaka, Ran-neechan. Es muy peligroso, a habido otra muerta de una chica de Beika -se bajo de la cama para afrontarla.- ¡Además que el tío Kogoro se enojara si te vas a escondidas!
Una sonrisa dulce apareció en el rostro de Ran al ver la preocupación del niño, que le estaba rogando para que no vaya.- Conan-Kun -se puso a su altura.- Papá sabe que iré de Osaka desde ayer... No puso ninguna queja alguna. Estaré con Kazuha-chan, ella me necesita.
En cierto punto Shinichi se sintió traicionado de distintas formas. ¿Como qué el era el último en enterarse? Acaso, ¿Si no entrara en la habitación de Ran, recién mañana cuando ella parta se enteraría de su vieje? ¿Acaso la tonta no media la gravedad del asunto que estaba pasando tanto en Osaka y Beika? ¿Por qué no se lo contó a Conan desde un principio? ¿Por qué Kogoro se lo tomó tan a la ligera? ¡Como pudo hacerle esto!
¿Acaso le estaba ocultando algo más? ¡¿Se iba a ver con un chico o algo así?!
Entrecerro los ojos analizando los gestos de ella y luego se clavó en sus ojos violetas. Tan bellos como siempre. En ellos solo puso ver confuncio del momento.
Bien, por ahora descartaba algún chico.
- ¡Entomces iré con mi hermana! -dijo con felicidad sobreactiada.
- ¡¿Que?! ¡No dije eso Conan-Kun!
- ¡No puedo dejarte sola Ran-neechan! ¡Y tampoco me puedes dejar solo! -le hizo ojitos. De ninguna manera iba a dejar que ella fuera sola. Sonrio internamente al ver que ella suspiraba rendida.
- Mi respuesta sigue siendo no -antes de que el renegara, lo agarró por debajo de los hombros y lo sacó de su habitación, poniendo llave.
- ¡¿Que?! ¡Ran-neechan! -grito frustrado. Bien, si ella se ponía así de dura, el sería insistente.
Claramente no la dejaría sola.
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