36

Me siento terrible cada vez que esto pasa.

En las últimas semanas me han intervenido quirúrgicamente más veces de las que podría contar con ambas manos y al despertar siempre me siento fatal. Aparte de que no puedo ni pensar en que ocasionó esta recaída, siempre tengo algo nuevo en mí. Siendo en esta ocasión un tubo que me atraviesa la piel de mi costado izquierdo y me conecta a un pequeño contenedor en el suelo que parece tener agua.

Mi madre está dormida sobre una silla con la cabeza recargada en mi cama y su mano aferrada a la mía. Hay un camino de lágrimas secas en su rostro que ha dejado su marca sobre el maquillaje que usaba antes de quedarse dormida esperando a que yo despertara.

No tengo idea de que hora es, porque aquí dentro se siente como si el tiempo jamás pasara, pero puedo notar que no ha dormido en días. Cada que me visita me cuesta trabajo decidir en quien luce peor, si ella o yo, pero ella no debería de estar así, porque entonces le estaría dando a Wen justo lo que quería lograr.

-Mamá -la llamo y me cuesta tanto trabajo hablar que mi voz suena como un quejido adormilado y ronco, pero para mi suerte ella está alerta y se levanta de inmediato.

-Hola cariño... ¿cómo te sientes? -dice con la voz más dulce que es capaz de hacer y se limpia la cara antes de mostrarme la mejor sonrisa que puede.

-¿Puedes prometerme algo? -digo en cambio y luego de un segundo de confusión, la fingida sonrisa de su rostro se desvanece-. Cuando me muera...

-No vas a morirte -me interrumpe de inmediato y no me molesto en contradecirla. Yo se que va a pasar y lo quieran admitir o no, ellos también lo saben así que no tiene caso intentar discutirlo.

-¿Puedes seguir luchando contra el Centro? -completo-. Liberar a... todos los niños...

Exhalo cansada.

-Sí, sí lo haremos. Tu vas a ayudarnos, cuando te recuperes. Lo vamos a retomar luego de que descubra que es lo qué pasa contigo...

-No. Tienes que hacerlo ya -le digo-. Yo no tengo remedio, pierdes el tiempo.

-¿Por qué dices eso?

-Mamá...

-Estamos cerca, he investigado y...

-Por favor detente -le suplico-. Solo lo estas empeorando. Nada va a funcionar. Él me lo dijo... tu estás... -hago una mueca cuando el efecto analgésico comienza a desaparecer-. Estás haciendo lo que él quiere.

Una mueca también aparece en su cara y se que una bomba está por estallar, pero ya no me importa. Voy a morir de todos modos, si ya no hay más que hacer; es mejor que se enfoque en lo importante.

-¿Qué estás diciendo hija? -pregunta.

-Wen -suspiro-. Él hizo esto.

-¡¿Qué?! -grita antes de comenzar a atacarme con miles de preguntas que amenazan con hacer explotar mi cabeza.

-Cuando me encontró en Los Ángeles... él me dio algo -confieso.

-Un sedante. Es lo que usamos en los niños luego de las pruebas, ¿recuerdas? -me corrige pero sacudo la cabeza cuando intenta convencerse de las mentiras que ha dicho el hombre.

-No, él dijo que no podrían rastrearla en mi cuerpo. Se suponía que haría esto... fallar como un carro viejo -repito.

-¿De donde estas...? -duda poniéndose de pie y me alumbra los ojos con la estúpida lamparita que siempre usan, pero me muevo de su agarre-. Déjame revisarte...

-No. Estoy bien. Tienes que escucharme -me resisto-. Él quiere que hagas esto. Quiere distraerte.... -le digo e intento recordar todo lo qué pasó en Los Ángeles-. Ellos me sacaron sangre y... -el dolor se intensifica-. Creo que la mezclaron con algo que...

Su mirada se pierde por un momento cuando al parecer algo viene a su mente y después me vuelve a mirar como si estuviera perdiendo la cabeza.

-Ixtradumixin -balbucea-. ¡¿Te dio Ixtradumixin?!

-No tuve tiempo de preguntarle -contesto-, pero...

-Madison eso es un suero mortal -anuncia-. ¿Qué fue lo que te dijo? ¿Lo dejaste? ¡¿Cómo pudiste ser tan tonta?!

-¿Tonta? -lloro ante su acusación-. Estaba haciendo lo que me pediste. Intentaba proteger a la niña.

-¡No debías protegerla! Sabíamos que las iban a encontrar. Debiste dejar que se la llevaran. Estábamos listos. Se supone que debías ser inteligente. ¡Debes aprender a cuidarte a ti misma antes de querer salvar el mundo! -exclama dejándome sin palabras-. ¡¿Por qué no dijiste nada?!

-¡Por que eso es exactamente lo que él quería que hiciera! ¿No lo entiendes? Quiere desviar tu atención de los laboratorios. Proteger su preciado Centro de experimentos. ¡Quería que dejarás todo por mí!

-Claro que iba a hacerlo. ¡Eres mi hija! ¡Por supuesto que iba a intentar protegerte! ¡Pudimos haber hecho algo antes!

-Acabas de decir que es un suero mortal. No hay nada que hacer, ¡voy a morirme! ¿Por qué es tan difícil de entender? -chillo y el estúpido tubo en mi interior juro que se retuerce, encendiendo la alarma del brazalete que en medio de la histeria provoca que mi madre me lo arranque y lo aviente al suelo rompiéndolo en pedazos al estamparse en la esquina de uno de los espejos que también se craquela ante el impacto.

-Pudimos intentar hacer algo Madison. No tienes idea de lo mucho que me preocupo por ti y cuanto te amo -insiste ahora también con la voz hecha pedazos pero no compro su actuación ni un minuto.

-Nunca te has preocupado por mí! -reprocho-. Dices querer hacerlo, ya lo he escuchado cientos de veces, pero es una mentira. No estás haciendo nada de esto por mí o por los niños. Lo haces para conseguir sentirte mejor contigo misma. ¡Y tienes tanto miedo de fracasar que buscas que otros tomen los riesgos por ti!

-¿Qué? -musita-. Eso no es cierto...

-¡Me usaste para sacar a Alison de aquí! -replico-. Yo ni siquiera sabía que era lo que quería hacer. ¡Me sentía perdida y a ti no te importó! Ni siquiera te molestaste en advertirme que me convertiría en propiedad de Wen si te ayudaba con tu estúpido plan y ¿sabes por qué? ¡Porque sabías que me hubiera negado a cooperar justo en ese momento!

-¿Qué tantas mentiras ha metido Wen en tu cabeza? -me cuestiona-. ¿De verdad lo hubieras hecho? ¡¿Hubieras dejado a esa niña morir?!

-¡Claro que no! ¡Pero por lo menos hubiera sido mi decisión! ¡Estoy harta de todo esto! ¡Estoy harta de ser el títere de todos! ¡¿Y sabes una cosa?! ¡Tienes razón! ¡Quizás si deba dejar de pensar en otros antes que en mi misma! -chillo-. Gracias por darme el ejemplo perfecto de cómo hacerlo.

-¿Así que ahora es mi culpa? -alega-. Yo intenté hacer todo en mi poder por protegerte de esta parte de tu vida. Quizás no te di todo lo que hubieras querido, pero al menos te mantuve a salvo y con vida, y eso para mí vale mucho más de lo que crees.

La miro furiosa.

-Lamento haber pensado que querías arreglar este desastre; de haber sabido que esto terminaría así, créeme que jamás te hubiera pedido que lo hicieras. Nunca te pediría hacer algo que no creyera que fueras capaz de hacer, y si lo hice, perdóname por esperar tanto de ti.

-Tienes razón -bufo-. Fue mi culpa por creer que eras diferente a él.

Acto seguido su mano me propicia una bofetada tan fuerte que me deja sintiendo un cosquilleo intenso en la mejilla.

-Tú me importas, Madison, muchísimo, aunque te cueste trabajo aceptarlo. Es por esa razón por la que Wen te usa como un arma contra mí -grita-. No tengo idea de qué es lo que se metió en tu cabeza o quién es esta persona en la que de pronto te convertiste y que no logro reconocer. Si quieres herirme y enojarte conmigo por lo que pasó, adelante, hazlo; grítame y prohíbeme volver a verte si eso es lo que quieres, pero jamás... ¡Jamás! ¡Jamás vuelvas a compararme con ese monstruo porque te juro que no soy nada como él! -chilla y luego se marcha sin dejarme decir nada más.

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