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-¿Realmente te estás quedando dormida? -Dylan me despierta cuando evidentemente mis ojos estaban por cerrarse ante la aburrida película que eligió ver.

-Tu y Sarah se llevarían muy bien -comento-. A ella también le fascinan estos vejestorios aburridos.

-Son clásicos, debes de entender lo que el director intentaba plantear -contesta acomodándose sobre su codo y pausa la película, porque sería terrible que llegáramos a perdernos la parte más emocionante.

-Quizás solo planteaba que la gente tuviera un buen motivo para quedarse dormida. No lo sé... -bromeo, ganándome un intenso beso como respuesta.

Los últimos días han sido extraños. Me he quedado en casa con el único propósito de vigilar que nadie se atreva a lastimar a Alison mientras no estamos y Dylan ha decidido quedarse conmigo, claro que duerme en la habitación de visitas que al fin parece haber sido útil para algo, pero tenerlo cerca me hace conservar la sensación de que estaremos bien.

Está solo a un cuarto de distancia y es lo que me repito por las noches, cuando las pesadillas me obligan a despertar.

Mi madre, por otro lado, ha sido obligada a largarse de este lugar. Tras haber traicionado la confianza del Centro Global de Investigación, fue despedida con efecto inmediato de su labor como científica que según ha dicho ella: le hicieron un favor. Pues jamás ha querido otra cosa más que salir de su sucia prisión.

No obstante, al estar también involucrada con la A.I.C.E. I, el día de hoy podrá regresar, pues esperamos la visita de una psiquiatra infantil que vendrá a examinar a Alison, -como si la niña necesitara más pruebas-, pero tras la sorprendente proposición de Wen que aún nos tiene bastantes impactados; no está demás el querer asegurarnos de que ella está en perfectas condiciones para su incorporación al mundo real, lo cual, de todo corazón, espero sea lo más pronto posible.

-¡Madison Wrestler! ¡¿Qué crees que estás haciendo?!

Me pongo tan roja como un tomate cuando Sarah nos toma por sorpresa en mi habitación y Dylan rompe en carcajadas tras ver mi reacción.

-No es la primera vez que pasa eso -ríe.

-Parece que estoy a mitad de un auténtico episodio de Kiss & Tell -anuncia ella para avergonzarme.

-Oh por Dios -me tapo la cara y cuando me atrevo a mirar a Dylan de nuevo, él intenta contener la risa ante el patético momento.

-¿Kiss and tell? -se burla, pero me reúso a darle una explicación sobre ese bobo programa que Sarah y yo solíamos mirar cada noche.

-¿Qué quieres Sarah? -pregunto en cambio y entonces ella sonríe como una loca.

-¡Está aquí!

-¿Quién? ¿La psiquiatra? Creí que...

-El señor perfecto.

Me atraganto con un trago de agua que intentaba tomar del vaso que siempre conservo en mi mesa de noche y luego la miro de inmediato.

-¡¿Qué?!

-¿Estás sorda? ¡Samuel Rodgers está en el jardín! -exclama a punto de dar brinquitos de emoción mientras Dylan frunce el seño ante su extraña reacción.

-Oh -es todo lo que mi boca logra decir-. ¿Qué hace aquí?

-Yo que sé. No vino a buscarme a mí, eso te lo aseguro -responde-. ¡Vamos! ¡Luce guapísimo! -me jala para ponerme de pie y la indiscreción de esta mujer me pone aún más incomoda.

-¿Quién es Samuel Rodgers?

Para mi desgracia, Dylan decide acompañarnos y al llegar al jardín todo empeora un poco más cuando encuentro un camino hecho de pétalos de rosas que me guían hasta el mismísimo Sam; con su jersey del equipo del colegio y dos de mis amigas sonriendo como un par de tontas a su lado.

En una de sus manos, el rubio sostiene un ramo de flores y en la otra un tierno cachorro Golden Retriever con el mismo jersey que él viste, y un globo sujeto al collar del perro con enormes letras en las que se lee: ¿Quieres ir al baile conmigo?

La graduación.

Ni siquiera recordaba que estuviera tan cerca. Mi mente estaba inundada de cosas mucho más importantes que un estúpido baile de preparatoria, que ni por un momento paso por mi mente el hecho de que sucederá en dos días.

-¿No es esto adorable? -Sarah chilla.

-Tiene que ser una broma -digo entre dientes, pero para mi desgracia Dylan alcanza a escuchar.

-¿Quién es ese? ¿Alguien le ha dicho lo patético que luce? -se burla y esta vez lo ignoro, antes de decidirme por acercarme al rubio.

-Hola Madison -saluda.

-Hola -musito.

-Tú... eh... te ves preciosa -agrega y esta vez únicamente sonrío por el cumplido, dejándonos en un incomodo momento de silencio donde solo mueve el globo para asegurarse de que pueda verlo-. ¿Qué dices? ¿Vienes conmigo?

-Sam yo...

-Aguarda, te... te traje esto -dice entregándome torpemente al cachorro que enseguida se asegura de lamerme la cara-. Y esto -me entrega las flores y tengo que hacer malabares para lograr sostener todo.

-Te ayudo -Dylan se ofrece quitándome al cachorro y Sam fulmina con la mirada al chico que infantilmente se pone a hablar con el pequeño perrito.

-Anne me dijo que te gustan los perros.

La pelirroja sonríe enormemente a su lado cuando escucha al fin salir su nombre de la boca del rubio, y tomo nota mental para agradecerle más tarde.

-Sam...

-¿Sí?

-La verdad es que no puedo ir al baile contigo porque... -titubeo.

-Irá conmigo -Dylan decide completar.

«Sutil...»

El chico me mira como esperando una confirmación y cuando hago una mueca se gira hacia Dylan.

-¿Y tú eres...?

-Su novio.

Pierdo el aire y ante tan confiada conclusión por su parte, vuelvo a ponerme tan roja como las flores que sostengo en mis manos. Jessica y Anne me miran con las quijadas en el suelo.

-¿Tu novio? -me cuestiona Sam.

-Sí... -sonrío.

-P-pero se supone que debíamos ir juntos... -balbucea-, soy Samuel Rodgers y tu Madison Wrestler, ¿recuerdas? ¿La pareja perfecta?

-Sam, eso fue solo un estúpido premio. Tú y yo apenas nos hablamos -contesto-, puedes ir con quien tú quieras, apuesto a que hay cientos de chicas que morirían por una invitación como esta...

-Woah -resopla-. Ni siquiera eres tan bonita. ¿Quién diablos te crees que eres?

-¿Disculpa? -Sarah interrumpe.

-Mas vale que cuides lo que dices, amigo -Dylan se interpone entre nosotros como si de pronto no fuera capaz de defenderme por mi misma y lo jalo para detenerlo de hacer alguna otra estupidez antes de devolverle el gigantesco ramo de rosas.

-Creo que será mejor que te vayas -le digo al chico que me mira como si no pudiera creer lo que sucede.

-Sí, Sam. Creo que debes irte -repite Dylan y el chico tira el ramo de rosas que se destroza en el jardín en un patético berrinche.

-Como sea... ni siquiera vales la pena -balbucea apenas entendible y se marcha lleno de indignación dejándonos a todos completamente impresionados.

-Vaya giro inesperado, que bueno que no le entregaste al perrito -se burla Dylan quien aún sostiene al tierno cachorro que no deja de lamerle la cara-. Parece un buen tipo.

Rompo en carcajadas junto con todos luego de lo vergonzoso que fue todo eso.

-Me recordaste bastante a él cuando te conocí -señalo y el se acerca lo suficiente para tomarme del rostro.

-No eres tan bonita como para decir eso. ¿Quién diablos te crees que eres? -imita a Sam y luego de hacerme sonreír como boba me da el beso más dulce que jamás me haya dado.

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