25

-...¿Entonces no es su madre?

-No. Biológicamente no tienen ni idea de quien sea la mujer. Georgina la crío como si fuera suya, pero casi todo el mérito es prácticamente de Sarah.

Una muy fuerte charla entre Dylan y Levy es lo que finalmente me despierta a la mañana siguiente. He dormido bastante los últimos días, sin embargo, me siento tan cansada que pareciera que no he pegado el ojo en semanas. La cabeza aún me pesa horrores y cada pequeña cosa consigue irritarme bastante.

-¿Ella lo sabía?

-No hasta hace unos días, apenas se enteró cuando las lleve a Los...

-¿Pueden por favor dejar de gritar? -reniego antes de sentarme y encuentro a ambos chicos recargados a espaldas del sofá.

-Apenas nos escuchamos -alega Levy-. ¿Aún te sientes mal?

Suspiro.

-Estoy cansada, supongo que no he dormido bien -contesto poniéndome de pie para ir a lavarme la cara y al hacerlo la habitación entera me da vueltas, así que tengo que volver a sentarme.

-Dormir es lo único que has hecho, son las tres de la tarde -señala Levy colmándome la paciencia.

-Estoy bien. ¿Puedes dejarme tranquila? -me vuelvo a recostar.

-Sólo nos preocupamos por ti -agrega Dylan.

-Dejen de ser tan paranoicos -replico cerrando los ojos, pero entonces escucho una puerta abrirse y después pasos de alguien que baja las escaleras.

Odio estar encerrada en este lugar, siento que cada día el espacio se vuelve más pequeño y solo tengo ganas de gritar y salir corriendo de aquí.

¿Cómo es que Alison ha soportado esto toda su vida?

-¿Están todos despiertos? -el molesto acento del doctor Hoffman consigue empeorar mi estado de ánimo-. Hay un par de personas arriba que quieren hablar con ustedes.

-No hablaremos con nadie sin mi madre presente -Levy ladra de inmediato.

-Ya espera también por ustedes, ¿vamos? -insiste el hombre quien cuando abro los ojos está observándome.

Los chicos se levantan detrás de mí y cuando lo hacen no me queda más remedio que hacer lo mismo, solo que me cuesta mucho más trabajo.

-¿Necesitas ayuda? -Wen se me acerca cuando doy un primer paso tambaleante. Me muevo bruscamente para alejarme de él.

-No te me acerques -le digo encaminándome al barandal de las pequeñas escaleras que nos guiarán al vestíbulo.

-¿Te pasa algo? -insiste y esta vez me decido por ignorarlo antes de subir.

Al ver al fin el resto de mi casa, de inmediato recuerdo lo enorme que es y por un momento, al fin siento que puedo respirar. Al llegar al comedor, finalmente le encuentro uso a la enorme mesa, pues casi todos los lugares están ocupados con solo cuatro sillas esperando por el resto de nosotros.

Las demás, están ocupadas por Clarisse y la mujer que fingió ser la prima de Dylan vistiendo un elegante traje blanco que combina a la perfección con su cabello, haciéndola lucir como una diosa. Un hombre a su lado bastante serio y con el cabello lleno de canas y un segundo hombre anciano, delgado y casi calvo con los ojos tan negros y pequeños que pareciera que lo único que hay en lugar de estos es un hueco oscuro y tenebroso.

No veo a mis padres por ningún lado.

Me siento a la mesa con ambos chicos a cada uno de mis lados y quedando justo en frente de la mujer y su serio acompañante, que me mira con bastante detenimiento, como si estuviera tomando nota de cada uno de mis movimientos, lo cual no resisto y termino por desviar la mirada de sus ojos del color de un charco de agua estancada.

-Bien, ya que estamos todos reunidos, comencemos -el hombre se pone de pie-. Me presento, soy el doctor Raymond Vanderbilt director del Centro Global de Investigación -anuncia con una voz llena de seguridad y con tanta seriedad que consigue enchinarme la piel-. Ésta es la doctora Olivia Behlier, subdirectora del Centro Global de Investigación y encargada de llevar el control de todos nuestros experimentos alrededor del mundo -explica y la mujer esboza una media sonrisa de cortesía-. Éste es el representante legal de nuestra institución, el señor Chance Foley, quien esta aquí para escuchar los intereses de su parte y apoyarnos en llegar a un acuerdo que logre beneficiar a ambas partes de la mano de la representante de la Asociación Internacional Contra la Experimentación Infantil, a quien ya conocen, Clarisse Blanchard y finalmente claro, el doctor Wen Hoffman, director y encargado del laboratorio experimental de San Francisco.

Wen asiente en respuesta, como si realmente hiciera falta que lo presentaran.

-Señor Foley, estos son Levy Blanchard, Dylan Papasavvas y Madison Wrestler -señala el hombre. El abogado nos regala una sonrisa de dientes manchados por el tabaco que consume y que puedo oler hasta mi lugar.

Como introducción, nos obligan a cada uno de nosotros a presentar la versión de "los hechos", narrando paso por paso cada acción, decisión o movimiento que dimos desde el momento en que me enteré de que era un experimento, lo cual, según lo que mencionó Wen; fue lo que desencadenó este "incidente". Ambos abogados toman nota de casi todo lo que decimos acomodando todo a sus respectivas conveniencias para después comenzar con la verdadera discusión.

-Doctora Belhier, ¿nos apoya por favor con la introducción del experimento? -indica el doctor Vanderbilt a lo que la mujer asiente abriendo una carpeta que aguardaba llena de información frente a ella y se limpia la garganta antes de comenzar a hablar.

-Se trata de sujeto a prueba femenino de seis años dos meses y diecisiete días de edad con numero de registro s p f catorce dos noventa y ocho. Código de investigación asignado e ciento cincuenta con rango de experimentación de resistencia física e inmune. Producto de gesta único y parámetros de evolución dentro de los valores requeridos para su edad -explica-. Sujeto sometido a prueba constante física y acuática con folio c dos cinco cuatro, repetida cuatrimestralmente desde el momento del nacimiento con un incremento de tiempo de duración del dos por ciento en cada repetición partiendo de los resultados previos. Se cuenta con un incidente reportado y recuperación favorable luego de un mes.

La mujer utiliza tantos tecnicismos y palabras tan raras y largas en lo siguiente que dice que termino perdiéndome en la primera parte de su explicación, donde describe prácticamente el código genético de la niña y los resultados de una infinidad de estudios que le han hecho. Al terminar, siento como si la cabeza me fuera a explotar y por las expresiones de mis dos acompañantes; sé que no soy la única.

-¿Así que el sujeto está estable? -pregunta Vanderbilt cuando la mujer concluye a su explicación.

-Es correcto, un poco confundida, pero nada con lo que no se pueda lidiar durante los últimos nueve meses para concluir la investigación.

-No pueden continuar las pruebas -señala Clarisse-. La niña ha salido.

-La alternativa es la liberación inmediata y según la platica anterior usted y la doctora Wrestler dejaron en claro que esa no sería una opción -señala Foley y mi corazón se acelera de inmediato.

¿Ya hablaron con mi madre? ¿Para qué es todo esto entonces?

-El acuerdo era...

-El acuerdo fue que si el sujeto no se encontraba en condiciones que permitieran la continuación de labor de investigación durante los nueve meses restantes, se concedería la reintegración a la sociedad. Lo aceptamos, llevamos a cabo los exámenes necesarios en el sujeto y el resultado fue positivo. La niña es apta para continuar con las pruebas -replica Wen.

-Estos resultados son subjetivos, pudieron haberlos manipulado a su antojo -responde Clarisse y esta vez el doctor golpea la mesa un par de veces para detener la discusión ante la que nosotros solo permanecemos en silencio.

-Establezcamos un punto medio -anuncia-. Le restan poco más de nueve meses a la niña de actividad para investigación. Son casi diez meses en que podría concluir su investigación, ¿no es así doctor Hoffman?

-Es correcto, doctor -confirma el hombre irguiendo su espalda.

-Propongo la reinserción del sujeto a la sociedad tan pronto cumpla los siete años -sugiere-. Mientras tanto concederé el tiempo remanente para que el doctor Hoffman pueda culminar con el trabajo empezado. Son solo nueve meses. Si aceptan estaríamos dispuestos a no presentar cargos en contra de ninguno de los chicos por los delitos cometidos.

Wen sonríe enormemente y está de pronto tan satisfecho con la sugerencia que me revuelve el estomago.

Nueve meses en que pudieran cometer un error y terminar matando a la niña.

-No -contesto antes de que alguien pueda decir nada más-. No hay trato, Alison no está bien. Ella merece una vida normal donde pueda jugar todo lo que quiera, corretear por todas partes y hacer los miles de preguntas que quiera. Merece ser solo una niña. Ella no es solo un objeto del que puedan disponer como quieran. Tiene sentimientos y les tiene miedo. Esto tiene que parar.

-No podemos hacer eso -contesta la mujer.

-Sí pueden, solo no quieren hacerlo. Ya lo hicieron conmigo una vez.

-Tú caso fue algo extraordinario y algo que no podemos dejar que se repita otra vez -señala el director-. Mira a dónde nos llevó el liberarte. Eres el claro ejemplo de todo lo que podría salir mal.

-¡Suficiente! -interrumpe Clarisse luego de que las palabras del inexpresivo medico se graben directo en mi corazón al ser justo lo que he pensado de mí todo este tiempo-. Es claro que no llegaremos a ningún lado con esta clase de acuerdos. Doctor Vanderbilt, le notifico en nombre de la Asociación Internacional Contra la Experimentación Infantil que se ha abierto un expediente ante la corte de la ciudad de San Francisco en contra del trabajo de experimentación que se lleva a cabo dentro de estás inmediaciones. Se le cita a usted y al encargado del laboratorio de San Francisco a una audiencia precedida por el Juez William Frederiksen donde se discutirá el destino de la niña, las instalaciones y el fondo recibido para las investigaciones que toman lugar aquí, el día de mañana las once de la mañana. A partir de este momento, queda estrictamente prohibido cualquier contacto con cualquiera de mis clientes fuera de mi presencia.

-¿Nos demandas? -inquiere el medico abriendo el gran folder color amarillo que la madre de mi amigo les desliza sobre la mesa-. Clarisse, estás cometiendo un muy grave error.

-Ha sido notificado frente a todos estos testigos, doctor -Clarisse se pone de pie y le sigo la corriente a los chicos cuando se paran con ella-. No dejaremos pasar este encuentro como desapercibido. No nos está dejando alternativa. Le aseguro que comenzaremos por la niña y terminaremos destruyendo su preciado Centro.

El director me mira con la quijada completamente tensa y los ojos como si se hubieran recargado de miles de balas que me apuntan directo al corazón, obligándome a desviar la mirada.

-Ahí estaremos -contesta al fin.

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