24
La cabeza me duele horrores cuando despierto y tengo una enorme laguna mental que no permite recordar como llegue aquí, ni donde es que estoy.
La habitación apenas está iluminada, estoy en un sofá extremadamente viejo y que huele a humedad y todo parece girar a mi alrededor.
Alguien llama mi nombre y dos personas aparecen frente a mí balbuceando un montón de tonterías que no logro procesar antes de que sin más... vuelva a quedarme dormida.
No pasa mucho tiempo, o al menos no lo creo, antes de que alguien me mueva insistente y luego mi nombre es lo que escucho que me arrastra fuera de la inconsciencia hasta que logro abrir los ojos, y entonces, es mi madre quien me da golpecitos en la mejilla.
Tiene los ojos irritados como si hubiera llorado todo este tiempo, pero a pesar de ello me sonríe enormemente cuando logro verla.
-Ma..má -balbuceo como puedo antes de que me jale en un abrazo que al fin parece real.
En mi inconsciencia, soñé, puedo recordar eso. Podía ver cosas y todo parecía confuso, pero no recuerdo de que trataba todo eso, no puedo recordar nada.
-¿Dónde estoy? -pregunto cuando me ayuda a sentarme. La cabeza me pesa y siento como si mi cuello fuera a romperse intentando sostenerla.
-Estás en casa cariño -me dice, pero no logro reconocer este lugar-. Estamos en el sótano, tus amigos están aquí también.
Unos muy golpeados chicos se acercan y me fuerzan unas patéticas sonrisas que apenas logro ver.
Me siento extremadamente cansada.
-¿Qué pasó...? -intento preguntar-. No me...-suspiro-. No me siento bien.
Mi madre se sienta a mi lado y luego de tomar mi mano, me abraza hasta dejarme recargar la cabeza en su hombro y por algún motivo comienzo a llorar.
-Estás bien Maddie. Ellos te dieron un tranquilizante para poder traerte de vuelta, es el efecto del somnífero, estás a salvo. -me dice-. Lo hiciste muy bien, el efecto pasará en un instante.
-¿Alison...?
-Ella está bien. El C.G.I solicitó hacerle algunos exámenes para evaluar su salud y están trabajando en ello.
-¿El C.G.I? -pregunto y para mi suerte tal y como lo dijo mi madre, la sensación de mi cuerpo comienza a desvanecerse.
-¡Georgina! -alguien la llama del piso de arriba y mi madre suspira antes de forzarme una sonrisa.
-Hablamos luego, ¿de acuerdo? -me despide con un beso en la frente y sin más, se marcha.
No pasa mucho tiempo antes de que Levy tome su lugar.
-¿Cómo te sientes? -pregunta.
-Como si un camión me hubiera arrollado -confieso sintiendo la mirada de Dylan del otro lado del sofá, viéndonos como un cachorrito arrepentido que no creo poder soportar cerca un segundo más-. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Qué hacías en Los Ángeles?
-Mi madre y la tuya, ellas hablaron con el director del C.G.I acerca de todo esto. Ellos buscaban una tregua en donde al parecer olvidarían que todo esto sucedió si les devolvíamos a la niña, sin ninguna repercusión para nosotros por lo que hicimos a cambio del silencio de la Asociación al respecto -explica-. A lo que mi madre obviamente no estuvo de acuerdo, pero en medio de la discusión pareció que mencionaron algo más que mi madre creyó ser la oportunidad perfecta para utilizar en su contra, así que me pidió ir a buscarlas, pero... cuando llegué al apartamento, solo los encontré a ellos.
-¿Por eso te golpearon?
Levy hace una mueca.
-Puede que... les haya dicho que te lleve a Las Vegas cuando descubrieron que habías desaparecido -confiesa-. No estaban muy felices.
-Fue exactamente lo que te pedí que no hicieras -replico.
-Lo sé, pero no podía quedarme de brazos cruzados esperando a que te encontraran y en mi defensa...-señala-, no fui el único que no siguió el plan al pie de la letra.
Asiente hacia Dylan quien ya estoy más que segura le dijo acerca de todo lo que pasó.
-Los dejaré solos para que puedan discutir lo que sea que está volviendo todo esto tan incómodo.
-No tengo nada que discutir con él -me cruzo de brazos, pero mi amigo me ignora y en cambio solo va a encerrarse en el pequeño baño que está en la esquina de la habitación.
Junto a este, para mi sorpresa, encuentro unos juegos de plástico con los que recuerdo de inmediato pequeños pedazos de mi infancia.
Recuerdo haber pasado horas y horas jugando en estos con Sarah y Levy, subiendo y bajando por la pequeña resbaladilla, y tomando el almuerzo en la diminuta mesa debajo de esta. Cuando solo intentaba tener una vida normal...
-Yo... -Dylan comienza a hablar y odio la forma en que lo hace, como si tuviera miedo de que pudiera volarlo en mil pedazos con la mente-. Lamento mucho lo que hice -me dice y yo bufo en respuesta-. Lo digo en serio.
-Bien, gracias. Ahora vete -contesto girándome en el sofá lo más que me es posible para evitar mirar su estúpida cara.
¿Cómo pude en algún momento confiar en él cuando cada parte de él pide a gritos que no lo dejes acercarse porque terminará haciéndote pedazos?
-Quiero arreglar esto -insiste y cuando lo dice al fin encaro esos ojos que me vuelven loca, pero que jamás quiero volver a tener cerca.
-¿No te das cuenta que no hay nada más que arreglar? ¡Te quiero fuera de mi vida! -grito.
-Se que fui un idiota...
-Eso es todo lo que eres -afirmó ante lo que el deja caer sus hombros.
-Lo sé, pero... todo eso fue antes de conocerte -dice y es casi como si arrojara gasolina a una casa que ya está prendida en llamas.
-Esto no es una de tus tontas películas -le digo-. No puedes venir aquí, decir eso y esperar que... que de pronto olvide todo lo que hiciste.
-Entiendo, pero fue todo antes de saber lo que sucedía contigo.
Sus palabras sólo logran empeorar todo.
-¿Antes de saber que era un experimento? -lo cuestiono.
-Eso no fue lo que...
-¡Sé que fue exactamente lo que quisiste decir! -lo interrumpo y el solo se encoge más ante mi exaltación-. ¿Qué hubiera cambiado si lo hubieras descubierto antes? ¿Nunca me hubieras hablado? ¿O acaso nos hubieras entregado desde un principio?
-¡No! Yo solo creía que eras diferente a todas las chicas de Los Ángeles y...
-Oh, te aseguro que hay cientos de personas allí arriba en este momento que podrían demostrarte que soy completamente diferente -recalco-, con peras y manzanas para que lo logres entender.
-No me refería a eso -insiste.
-¡¿Entonces qué?! ¿Qué es lo que quieres?
-A ti -contesta trayendo de inmediato un millón de lágrimas a mis ojos que intento ignorar.
-No voy a seguir escuchándote -le doy la espalda de nuevo.
-Pero yo seguiré insistiendo -se sienta a mi lado-. Lo lamento todo como no tienes idea. Perdóname por haberte metido en problemas o si me entrometí en algo que no debía, te juro que he hecho miles de estupideces en mi vida y esta ha sido una de las más grandes, pero no me arrepiento de haberte conocido.
No puedo creerlo.
-¿Es esto lo que hace siempre? -lo miro-. ¿Esto es lo que le dices a todas? ¿Te disculpas por ser un idiota y esperas que caigamos rendidas a tus pies como si nada hubiera pasado?
Mi voz se rompe contra toda mi voluntad y al reclamarle comienzo a llorar.
-¿Qué se supone que debo hacer? ¿Perdonarte, besarte y lanzarme a tus brazos? -él suspira-. Dímelo, estoy bastante segura de que tienes mucha más experiencia en esto que yo.
-Cuando realmente lo sientas, sí. Quiero que lo hagas -contesta.
-Oh, por dios. Eres increíble -digo exasperada.
-Maddie...
-¡No te atrevas a llamarme así! -grito en un llanto que me desgarra la garganta ante la manera en que decide dulcificar mi nombre, como si me conociera de toda la vida.
-Madison. Lo siento -repite-. Si no vas a perdonarme, por lo menos permíteme arreglar todo esto.
-¿No te das cuenta de que no hay más que arreglar?
-Te debo intentarlo, aun cuando pienses que todo está perdido. No voy a dejarte así -insiste y cuando miro sus ojos algo en mi interior me hace creer que lo dice en serio, pero sería aún más estúpida si volviera a dejarme caer en su estúpido juego.
-Deja de intentar hacerme creer que te importo -le suplico-. Estoy cansada de que la gente haga eso. Lo han hecho toda mi vida.
-A mí no me importa nada de lo que dijo ese tipo en el apartamento ni cualquier otra cosa de tu pasado que aún no sepa. No me importa el pasado de los demás -contesta-. Tú, eres más que lo que toda esa gente allá arriba quieren que seas y estoy seguro de que por eso van por ahí golpeando a cualquiera que se interponga en su camino.
-Detente -balbuceo cuando dice justo lo que sabe que quiero escuchar-. Ganaste, ya puedes irte.
Es bueno y no voy a negárselo.
-No. No voy a irme a ningún lado. Quiero pasar más tiempo contigo y conocerte de verdad. Quiero conocer a esa Madison que me vuelve loco y saber incluso la cosa más insignificante de ti, si me dejas. Quiero algo mucho más que esto.
-¿Lo que pasó en la playa no te pareció suficiente? -señalo-. ¿No era lo que querías?
-Eso no fue real -contesta destruyendo el único grato recuerdo que esperaba conservar de todo esto.
-Pues entonces felicidades porque se sintió completamente real -digo.
-Pudo haber sido mucho mejor si ellos no me hubieran obligado a hacerlo -agrega llamando mi atención de inmediato.
-¿Obligado?
-Ellos... me encontraron a la salida del trabajo -explica-. Me drogaron y encerraron en una bodega detrás del centro comercial y cuando desperté me hicieron un millón de preguntas a las que no tenía ni idea de que contestar. Cada que lo hacía mal, me golpeaban como si fuera un saco de boxeo. Fue hasta que me mostraron una fotografía de nosotros que entendí que se trataba de ti.
-¿Y decidiste darles todo lo que querían?
-Yo no tenía idea de que era lo que en realidad querían saber, pero ellos estaban armados y tenían toda clase de información de mi familia y sobre mí. Así que me obligaron a decirles todo lo que sabía y después, Wen o cualquiera que sea su nombre, me ordenó llevarte a Santa Mónica -admite-. Te juro que de saber que querían lastimar a la niña yo jamás... -lo miro y el él apenas se atreve a sostenerme la mirada-. Era obedecer o...
-Morir -concluyo-. ¿Por qué no solo me lo dijiste? Pudimos haber evitado muchas cosas.
-No lo sé -se encoge de hombros-. Ellos parecían tenerlo todo planeado. Dijeron que estarían vigilándonos todo el tiempo, así que preferí...
-No arriesgarnos -completo con nuevas lágrimas en los ojos al darme cuenta de que quizás no estaba tan equivocada como pensaba respecto a él.
-Te prometo que hubiera hecho las cosas completamente diferentes si tan solo...
Me lanzo directo hasta sus labios interrumpiendo lo que dice con un beso al ver el completo arrepentimiento en sus ojos; un beso pequeño y suave que cuando lo termino lo deja sin palabras.
-No fue tu culpa -reconozco-. Debí haberte advertido.
-Solo hacías lo que tenías que hacer -contesta.
-Igual que tú.
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