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Jamás he estado enamorada y la verdad es que creo que nunca lo estaré.

Siento que jamás en mi vida seré capaz de experimentar ese sentimiento que llaman amor. Esa boba sensación que de un momento a otro te hace creer que nada más a tu alrededor existe y de pronto solo está él.

Por supuesto que lo he visto en otras personas y en las películas o los empalagosos libros que de vez en cuando Sarah me hace leer. Lo veo a diario con Levy y su novia Jessica, Dios sabe que la rubia chica no puede verme siquiera en pintura, pero es completamente diferente con él. Los ojos de ambos brillan, la mayor parte del tiempo comparten el mismo aliento y no pueden quitarse las manos de encima del otro.

Me resulta imposible imaginarme en una situación similar. Pasando saliva con otra persona, soñando a cada momento con él, dejando que mi vida entera dependa de ese alguien, deprimirme cuando no está cerca, sentirlo tan cerca de mí...

La simple idea de tener algo como eso me provoca escalofríos y el pensamiento me resulta casi asfixiante, así que cuando mi teléfono me despierta de mi siesta después de la escuela y es Samuel Rodgers quien intenta hacer una llamada por holograma, solo miro la pantalla esperando que la llamada se rinda y finalmente se corte.

Mis notificaciones se han llenado de cientos de mensajes de Anne mientras dormía y cuando intento espiar entre ellos uno nuevo se abre paso en mi vista.

5:47p.m SAM R: Oye, preciosa, habrá juego esta noche... ¡Todas mis anotaciones serán para ti! ;)

Hago una mueca ante tan desagradable mensaje y dejo caer el teléfono a mi lado antes de que la insoportable tecnología me obligue a leer un segundo mensaje cuando decide proyectarlo para mí, sin siquiera tener que volver a alzar el aparato.

5:48p.m SAM R: 7:15pm, ¡no lo olvides!

5:48p.m SAM R: ¿Te veo ahí?

Antes de que se adelanten con cualquier teoría, los invito a pensar... sí, a pensar en la persona más egocéntrica que conozcan y después al galán más atractivo que jamás hayan visto en televisión... ¿lo tienen?

Bien. Ahora fusiona esa idea en una persona, agrega un cabello tan dorado y radiante como el sol, la cantidad exacta de pecas que una persona necesita en el rostro para agregarle un toque único y unos ojos de un azul tan claro que casi parezca inexistente y ¡listo!

La receta de la creación de Samuel Greyson Rodgers al alcance de sus manos.

No quiero parecer fastidiosa ni mucho menos, de hablar tanto sobre lo imperfecta que es mi vida, pero si quieren conocerme mejor, tomen nota y agreguen esto a la lista de desgracias de la vida de Madison Wrestler:

Mi escuela al final de cada año hace estas estúpidas premiaciones donde otorgan títulos ridículos a afortunados estudiantes de segundo grado para que sobresalgan por algo «¡que marcará el resto de sus vidas!».

Espero que puedan entender mi sarcasmo.

Los premios van desde los más inteligentes y lo más atléticos. Los mejores bailarines y la mejor sonrisa y termina con el más bochornoso y ridículo de todos siendo el de "los más perfectos." Llevándome a ser la ganadora del título de la señorita perfecta por mi supuesto encanto ante los ojos de todos y a Sam...bueno, ya se hacen la idea. En su diminuto cerebro estamos destinados a estar juntos, mientras que el mío, solo piensa en lo mucho que quiero mantenerme lejos de él.

-Tus padres te esperan para cenar -Sarah anuncia adentrándose en mi habitación y le muestro el mensaje de inmediato-. Oye, deberías de darle una oportunidad a ese pobre chico, se desvive por ti.

-¡Oh, Sarah! ¡Si tan solo supieras cuanto me gustaría besarlo por sus tantas anotaciones que hará el día de hoy! -me ahogo en carcajadas y ella se sienta junto a mí mientras me observa escribir mi perfecta respuesta.

-No me gusta el fútbol, pero estoy segura de que no te harán falta admiradoras... ¡Madison Wrestler, no fue así como yo te críe! -ríe.

-Oh esa fue exactamente la manera en que lo hiciste -la contradigo enviando el mensaje y corriendo hasta el baño para lavarme las manos.

Ella me sigue por detrás.

-¿Cuándo me presentaras alguien digno de ti? -me cuestiona desde el espejo-. No quiero que te conviertas en una anciana triste, amargada y solitaria cuando ya no esté aquí.

Pongo los ojos en blanco ante su comentario y cuando me giro para enfrentarla lo más que hago es esbozarle una burlona sonrisa.

-¡Vamos a la incomodidad! -anuncio antes de disponerme a bajar.

En el comedor, la comida ya está servida sobre el gigantesco rectángulo que forma la mesa y donde fácilmente podrían acompañarnos otras veinte personas, sin embargo, únicamente utilizamos la esquina izquierda donde mi padre se sienta a la cabecera, mi madre a la derecha y Teo me abre el lugar frente a ella.

A comparación de mi padre, mi madre: Georgina Wrestler, siempre luce fantástica. La mayor parte del tiempo su largo cabello está peinado en un moño alto y dorado, y luego de haberse maquillado, su cara siempre luce como si la hubiera pintado el mejor artista del mundo.

La cena es una pasta cremosa con camarones al ajo que huele y luce deliciosa, acompañada de rodajas de pan a la mantequilla. Sin duda uno de los mejores platillos que prepara Martha, y lo único que hace que momentos como este sean menos insoportables.

-¿Qué tal la escuela hoy?

Mi madre rompe el tan conocido silencio con un doloroso intento por hacer el momento más ameno.

-Estuvo bien. Volví a ser la calificación más alta en otra de mis clases -contesto antes de meter otro bocado de pasta a mi boca-, si es que consideras eso algo nuevo.

Recibo una mirada desaprobatoria de mi padre cuando de pronto mi mente decide que está bien agregar el último comentario mientras como y entonces solo rompo el contacto visual.

-El señor Jones llamó para agendar tu lección de mañana y la programamos a las nueve, espero que esté bien -agrega luego de que por unos minutos el único ruido entre nosotros es el que hacen los cubiertos contra los platos mientras comemos.

La mención del tenis me hace arrugar la nariz con desprecio.

-La verdad, preferiría no entrenar esta semana.

Ni nunca más, pienso. Luego de dieciséis años practicando todos los fines de semana, suena lógico querer un poco de tiempo libre, ¿no?

El intercambio de miradas entre ellos de pronto me hace sentir lo contrario.

-Tengo mucha tarea... y ayudaré a Levy a prepararse para el debate de e-el lunes así que...

-Está bien. Podemos cancelarla -me sorprende mi madre cuando al fin decide escucharme, mientras mi padre la mira tan atónito como yo.

-Georgina no sé qué tan...

Su pronto intento por hacer cambiar la opinión de mi madre se interrumpe cuando su teléfono comienza a timbrar y él atiende la llamada de inmediato escapando al jardín. Mi madre lo acompaña como si sus vidas dependieran de ello.

Acostumbrada, me dedico a continuar comiendo mi delicioso platillo sin compañía, mientras Sarah comienza a recoger sus platos aún con la mitad de sus cenas servidas sabiendo claramente que no volverán. Al marcharse, saco mi teléfono para permitirme un poco de distracción.

Mis mensajes comienzan a proyectarse de inmediato con cinco seguidos de mi amiga Anne rogándome que la acompañe al partido de esta noche para ver jugar a su amor platónico y otros tantos de Sam, dándome razones para ir con él.

6:18p.m. YO: Lo siento, Anne, no estoy de humor para el señor Perfecto y sus secuaces, será otro día.

Contesto y en el momento exacto en que Sarah decide volver, le propongo mi plan para esta noche.

-¿Monopoly?

-Déjame ver si entendí -agita el trapo de la cocina que trae con ella como si fueran las aspas de un helicóptero colocando su otra mano en la cintura-. Tienes la oportunidad de ir a ver jugar al chico de ensueño hoy en sus últimos juegos de preparatoria, pero tú ¿prefieres quedarte en casa a jugar un viejo juego de comprar y vender propiedades irreales con tu niñera? ¿Te sientes bien?

-Eres mi mejor amiga -la corrijo ganándome una sonrisa de su parte.

-Bien. Traeré el tablero.

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