16

¿Recuerdan cuando eran niños el reto que representaba la palabra no cuando ustedes intentaban hacer algo y un adulto incomprensible se los impedía?

Era como la invitación más grande del mundo a que hicieran exactamente eso que ellos no querían:

No te separes de mí.

Era el mejor momento para correr y ocultarte del lado opuesto del supermercado.

No escales ese árbol.

Te hacia imaginar que el árbol se burlaba de ti como si te tentara a hacer justamente eso.

No estoy interesada en ti.

Es la mejor oportunidad que pueden darme para demostrarles lo contrario.

Yo sé lo que piensan; eres un cretino, Papasavvas. Lo sé, pero eso solo hace cada segundo de mi vida más emocionante, así que tómenlo como una adicción si es lo que quieren, pero me resulta imposible dejar un trabajo a medias: por eso cuando ayer Madison intentaba desesperadamente escapar de mí, y esa niñita que lleva con ella como un amuleto a todas partes, dejó una sandalia a mitad de la calle como una Cenicienta moderna, decidí tomar el reto y darlo todo por resultar vencedor.

Aunque, he de admitir, lo está haciendo bastante complicado.

-Mis más profundas disculpas, señora Humpfrey -digo antes de que la amargada mujer azote la puerta de su apartamento en mi cara.

Y ese fue el ultimo apartamento... me digo trazando una línea imaginaria en la lista de apartamentos habitados en mi cabeza donde posiblemente ella podría estar viviendo.

-¿Dónde estás? -me pregunto golpeando la palma de mi mano con la pequeña y corriente sandalia que recogí.

Mi teléfono comienza a vibrar en el bolsillo de mi pantalón y lo saco de inmediato para atender la llamada de mi enfadoso y buen amigo Kyle.

-¿Qué? -contesto.

-¡Que hay viejo! Nos adueñaremos de unas buenas olas un rato en Malibú -comenta-. ¿Vienes?

-Nah... estoy en medio de algo -comento y escucho al resto de nuestro grupo hacer comentarios estúpidos en el fondo.

-¿En qué andas metido, Papasavvas, algo que requiere un poco de ayuda profesional? -se burla haciéndome poner los ojos en blanco-. Escucha, Malibú tiene las mejores vistas y no solo de la playa, si sabes a lo que me refiero... ¿qué puede ser más importante que eso?

Me tienta, pero la chica tras la que voy me sigue pareciendo un mejor plan.

-¿Recuerdas a la chica del otro día? -me decido por confesar.

-La de las enormes...

-No -lo callo antes de que logre decir algo más-. La que encontramos saliendo del edificio.

-¿La que tiene una hija? -me recuerda-. Viejo tu odias a los mocosos, ¿qué diablos haces con ella?

-No es su hija.

-¿Estás seguro?

-No... pero... vamos era hermosa -insisto y el se burla al otro lado del teléfono.

-Conozco a miles de mujeres hermosas y sin hijos... te las presento alguna vez y si tienes ganas de un niño...

-Basta, estás provocándome nauseas... los alcanzaré luego -me despido.

-Como sea... -responde y luego al fin corta la llamada.

Para su información, tengo mejores amigos que el idiota de Kyle, de esos que insisten en que lo que hago es un asco y todo eso. Bueno, tengo uno, que si bien lo que hago fue precisamente lo que hizo que me topara con él en el camino, es de mis mejores influencias y probablemente... ahora que lo pienso, quien puede que esconda justo lo que en estos momentos estoy ansiando.

Subo por las escaleras hasta el tercer piso del edificio directo hasta el único departamento que jamás hubiera cruzado mi mente y llamo a la puerta, pero nadie responde.

-Vamos Blanchard, se que estás ahí dentro -balbuceo sacando mi teléfono para marcarle al maldito impostor y vuelvo a tocar justo antes de que finalmente la puerta se abra y sea como un milagro caído del cielo.

Tener la oportunidad de admirar la absoluta belleza de la chica que me abre la puerta es como recibir el preciado regalo de uno de los dioses más generosos del universo, y disfruto de hasta el más pequeño detalle de ella.

Viste una playera con el aburrido logotipo de una marca de refrescos, que solo Levy usaría, completamente salpicada de agua, apenas consiguiéndole cubrir lo suficiente del cuerpo como para permitirme observar sus estilizadas piernas que lucen más fuertes y trabajadas de lo que algún día podría haber soñado de una mujer de su edad. Su cabello está sujeto en un moño alto y flojo que no me molestaría despeinar más y su rostro no tiene ni un solo gramo de maquillaje dejándome en claro que su belleza no es más que natural.

-¿Qué estás haciendo aquí? -me cuestiona jalando de las esquinas de la playera intentando disimuladamente cubrirse un poco más de lo que puedo ver, pero para mí suerte y su desgracia, le resulta imposible.

-También me da gusto verte -contesto-. Te dije que te encontraría y debía darte esto -le entrego la pequeña zapatilla de plástico que al tomarla logra levantarle aún más esa ridículamente sexy playera que la viste.

-Gracias, ahora vete. Estoy ocupada -dice antes de empujar la puerta para cerrarla, pero logro escabullirme por la pequeña abertura.

-Espera un segundo, ¿eres la novia de Levy? -inquiero, sabiendo perfectamente bien que ésta no es la insoportable pareja de mi amigo, quien sin duda me debe una muy larga explicación ante esto.

-¿Lo conoces?

-Sabes que responder con otra pregunta no se considera una respuesta, ¿verdad?

Ella rueda sus increíblemente raros ojos de la manera más dulce posible y sonrío ante lo encantadora que luce irritada.

-Sabes -me arremeda-, estoy bastante ocupada, así que adiós -intenta echarme de nuevo y esta vez no tengo más remedio que contestar.

-Bien. Tu ganas -alzó las manos buscando por todas partes con la mirada por el tonto de Levy-. Hago surf con él, es algo así como mi mejor amigo. Tú turno.

Me lanza una mirada que me hace pensar que intenta decidirse entre sí creerme o no y le esbozo una sonrisa.

-Jamás te ha mencionado -contesta y finjo una mueca.

-Auch -bromeo-. No es la respuesta que estoy esperando.

-Sí -exhala-, soy... su novia.

Y esa es la clara confirmación que estaba esperando para continuar con mi plan.

-¿En serio? -sonrío poniéndola tan nerviosa que resulta adorable.

-Sip.

-Oh, y ¿cuánto tiempo llevan juntos? -me cruzo de brazos.

-Cuatro años que se han sentido como un sueño -contesta y el tono sarcástico que parece usar como su forma de vida es más que evidente en su voz.

-Ajá -contesto-, y decidiste cambiarte el nombre, teñirte el cabello castaño y hacerte una cirugía de reconstrucción facial en la cara, ¿cómo por qué, Jessica?

Ella cierra la puerta de golpe y después me fulmina con la mirada matadora que tiene.

-Ellos ya no están juntos... -la voz le tiembla demostrando lo terriblemente mala que es para mentir.

-¿Levy? El Levy Blanchard que jura que algún día se casará con...-me detengo cuando por el rabillo del ojo percibo la silueta de alguien que nos observa desde la habitación principal. Justo cuando estoy por cagarme del susto pensando que realmente se trata de Levy con quién estaba, encuentro a la niñita de siempre completamente desnuda y cubierta de espuma esperando a que terminemos nuestra conversación-. Hmm... creo que... alguien te...

-¡Oh, por Dios! ¡Alison! -la chica reacciona enseguida y la extraña niña la mira aterrada cuando corre hacia ella.

Le dice un par de cosas que no entiendo mientras se la lleva y luego escucho como comienza a llorar.

Merodeo un rato por el lugar que permanece tan ordenado como el estirado de mi amigo siempre lo conserva, hasta que mi celular vibra recibiendo un mensaje.

14:17 LEVY: ¿Me llamaste?

Me dejo caer en el sofá de la sala mirando por lo que se siente como una eternidad al mensaje pensando en si será una buena idea preguntarle toco sobre esta chica, pero que cuando la veo salir de la habitación, ahora completamente vestida, decido guardarme tan atractivo descubrimiento para mi solo.

14:23 TÚ: número equivocado.

Contesto y al ponerme de pie, Madison riega un montón de pequeños chocolates de envoltura plateada por todo el apartamento cuando al parecer mi presencia la sobresalta.

Me acerco para ayudarla a recoger los dulces aguantando mis ganas de reír ante su graciosa reacción mientras ella libera una risa nerviosa.

-No era mi intención asustarte -me disculpo.

-No... yo... -ríe-. Pensé que te habrías ido.

-Eso nunca -sonrío antes de devolverle los dulces-. Me tomó bastante tiempo encontrarte.

Ella me mira tan profundamente que logro ver la inseguridad que la abruma por dentro respecto a si es lo suficientemente buena como para que me interese en ella de esta forma.

La respuesta es sí, y supera realmente el interés pasajero que haya sentido ante cualquier otra chica. El hecho de que ella no pueda creerlo posible, es lo que la convierte en la presa perfecta.

Sin que lo note, me inclino al frente con la intención de dejar que la química hable por nosotros cuando nuestros labios se toquen, pero esto no es una tonta película romántica y es más que claro que ella jamás dejaría que eso pasara, así que a pesar de que su mirada suplica que lo haga.

Me alejo para volver esto más interesante para ambos.

-Te ayudo a levantarte -le ofrezco una mano y entonces ambos nos ponemos de pie.

Me regreso de nuevo a mi lugar en el sofá más amplio que hay con la intención de que ella se me una y se siente a mi lado, pero en cambio, se sienta en el sillón al otro extremo, desde donde se asegura de que la mesa de cristal entre nosotros, nos obligue mantener una considerable distancia.

-Así que... Madison y Alison -inicio una nueva conversación y al escuchar su nombre, la mocosa sale de la habitación directo hacia Madison, que como si leyera su mente le entrega los chocolates que hace segundos levantábamos del suelo. A la niña se le ilumina la cara y desaparece tan pronto como llegó al recibir lo que vino a buscar-. Tus padres realmente se quebraron la cabeza pensando en nombres para ustedes -señalo deseando con toda el alma que no me corrija con la sorpresa de que, como Kyle lo sospechaba, en realidad sea su madre.

Afortunadamente, no pasa.

-No tienes idea -comenta y luego se pierde en sus pensamientos. La observo hacerlo, sin decir nada, mientras ella se muerde el labio y rasca con sus uñas la punta de sus dedos.

Está nerviosa, y eso sólo es un indicio de que estoy haciendo un estupendo trabajo.

-Deja de hacer eso -dice tan pronto como vuelve a reaccionar y yo levanto una ceja.

-¿Hacer qué? -digo.

-Eso... -me señala-. Mirarme como si quisieras comerme.

-Pero sí quiero -confieso y eso logra hacer que se ruborice. Mi reacción favorita en cualquier mujer.

-Oh por Dios -se ríe avergonzada.

-Sabes, creo que ya te descifré -anuncio incorporándome en el asiento lo cual llama su atención. Las cejas que enmarcan sus preciosos ojos, se arquean.

-¿Me descifraste?

-Sí -contesto y entonces la tímida sonrisa que ella intenta reprimir ante eso, es mi señal para acercarme-. Es increíble cuanto ya te conozco, tengo más información de ti que lo que la CIA podría descubrir en un año.

Esta vez su ceño se frunce y junta por un momento tanto las cejas que parecen formar una sola.

-¿Cómo estás tan seguro de eso? -me pone a prueba.

-No tengo permitido revelar mis fuentes -ella pone los ojos en blanco, una costumbre muy suya-, pero sí puedo decirte lo que sé hasta ahora -carraspeo la garganta.

-Por favor, ¡me muero por saber!

Sonrío ante su sarcástico comentario y me pongo de pie. Comenzando a caminar en círculos frente a la puerta del apartamento, con toda la intención de aproximarme cada vez más a ella y hacer contacto cuando llegue el momento oportuno.

Si hay algo que he aprendido en los últimos años que he hecho esto, es que para tomar la decisión de dar el primer paso y besar a la chica, tiene que existir el momento indicado. No puede ser muy pronto o lo único que ganarás será una bofetada de su parte cuando te decidas a lanzarte sobre ella. Ni muy tarde como para dejar que ella tome la iniciativa porque entonces, ¿dónde queda la adrenalina?

No. Tiene que ser el momento exacto en que se sienta tanta electricidad entre ambos, que les resulte imposible mantenerse separados un segundo más.

-Tú nombre es Madison -comienzo.

-Bien, hasta ahora me tienes sorprendida -se burla.

-Tienes una hermana pequeña que se llama Alison, quien fácilmente podría hacerse pasar por un clon tuyo -señalo-, desconfías de la mayoría de las personas que te rodean así que utilizas el sarcasmo como tu mecanismo de defensa, pero déjame advertirte que, podrías perderte de algo realmente interesante si continúas permitiendo que ese pánico irracional continúe controlándote.

Ella se muerde el labio ante mi observación y sin que lo note, ya estoy a tan solo pasos de ella.

-Resulta que eres conocida de uno de mis mejores amigos lo que probablemente signifique que eres de San Francisco, pero por alguna razón que aún no logro descifrar, ahora vives en este apartamento mientras finges ser su novia, aunque es más que evidente que no estás ni cerca de ser Jessica.

Reprime una nueva sonrisa cuando consigo sentarme en la mesa de cristal frente a ella y la miro directo a los ojos. Estamos tan cerca que puedo ver mi reflejo en ellos.

-¿Eso es todo? -pregunta y puedo percibir lo nerviosa que está por la forma en que respira como si le faltara el aire.

Estás por ser mía, preciosa.

-Casi -agrego realmente disfrutando este momento en que lo único que me queda es resaltar cada aspecto de su inigualable belleza-. Tus ojos son de un verde extremadamente raro y brillan con más intensidad que la forma en la que brillan un par de estrellas en el cielo -murmuro. Debajo de su ropa, su pecho se infla como si algo lo bombeara cuando su respiración se acelera. La tomo con delicadeza por la barbilla y ella se muerde el labio tan fuerte, que se torna algo blanco cuando sus dientes se hunden en él, mientras es incapaz de sostenerme la mirada.

-Tus labios me recuerdan a la deliciosa sensación de correr sobre la cálida arena en dirección a la playa -digo deslizando mi pulgar sobre estos logrando que lo libere-, son suaves y tersos, dulces quizá... -mis labios casi tocan los suyos al hablar, pero me detengo antes de hacer contacto para obtener su permiso mientras la piel de su cuello se eriza bajo mi tacto cuando recorro mi mano hasta su nuca. Inclino la cabeza, ella cierra los ojos y puedo sentir su aliento fresco contra el mío.

La electricidad es tanta entre ambos que podría iluminar una ciudad entera. Me acerco más y mis labios suplican por el contacto con los suyos antes de que nuestras frentes sean lo único que se junten cuando la niña decide aparecer a mi lado arruinando el que era el momento perfecto.

-¡Madison!

La enana tiene los labios teñidos de café y me mira como si quisiera matarme mientras lo único que su hermana logra hacer es reírse a carcajadas ante lo incomodo del momento. Su frente tiene ahora una marca roja que dejó la mía como recuerdo de nuestro ridículo intento por besarnos haciéndome reír junto con ella.

-¿Qué es lo que quieres? -le pregunta aún risueña a la niña.

-Quiero más -le dice ella con la voz más chillona e irritante del mundo.

Madison se pone de pie como si fuera urgente que le proporcionara lo que quiere a la brevedad y se dirige a la cocina para entregarle otro montón de los pequeños chocolates que tan pronto se los da, la chiquilla se tira al suelo para devorarlos.

-¿Que le pasó a tu cabello? -pregunta ante el aparente desastre que ahora tiene en la cabeza. Si alguien dijera que tiene un nido de aves oculto en la cabeza, no lo dudaría ni un segundo.

Ella se toca la enorme mata de pelo.

-Lo cepillé -contesta orgullosa-. ¿Luce como el tuyo?

-Realmente espero que no -contesta Madison y toma toda la voluntad dentro de mi el no soltarme a reír ante la expresión de su cara.

-Entonces... -me pongo de pie cuando regresa su atención a mí y ella suspira.

-Lo lamento, tengo que resolver ese aparente desastre -comenta señalando a la niña-. ¿Es todo por hoy?

-De hecho, estaba pensando que podría llevarte a conocer Los Ángeles esta noche y luego... no sé, ¿quizás ver una película en mi apartamento? -propongo tomando la primera oportunidad que tengo para hacer mi oferta.

-No pienso poner un pie en tu apartamento -señala haciéndome reír.

-Bien, es algo que estoy dispuesto a dejar ir -contesto-. Entonces... ¿te veo a las siete?

-¿Qué se supone que haga con ella? -me cuestiona y cuando miro a la niña parece un mono maniático y devorador de chocolate.

-A lo que veo, dale un par de chocolates y ella ni siquiera notará que te has ido -me burlo y ella se ríe deleitándome con su irresistible sonrisa una vez más-. Luego quizás podamos ver una película con ella... en el sofá -señalo y puedo notar que por un momento se debate entre aceptar mi invitación o rechazarme de una vez por todas.

-¿Es una cita? -insisto y ella sonríe antes de guiarme a la salida.

-Te veo a la siete -contesta abriendo la puerta.

Y así damas y caballeros... es como se conquista a una chica.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top