Capítulo 14
-¡Dusk, corre! -Gritaba el Cocinero sin parar. Su compañero tropezó y el Cocinero solo vio una opción posible. Corrió hacia él al mismo tiempo que gritaba a Alice que siguiera corriendo. Al principio ella obedeció, pero en cuanto vio que ellos tenían problemas no dudó en volverse para ayudarlos.
Alice cogió a uno de sus contrincantes por el cuello para intentar ahogarlo, pero este se resistió y al cabo de pocos segundos ya se había liberado de sus brazos. Dusk, quien había podido levantarse con ayuda de su compañero, la ayudó y juntos consiguieron tirarlo al suelo y dejarle inconsciente.
Los tres se pusieron en marcha otra vez: estaban cansados, agotados. Llevaban huyendo de ellos más de una hora. Eran más fuertes, tenían más armas, más personal... Era imposible ganarles por la fuerza.
-¡A la derecha! -Gritó Alice mientras doblaba una esquina de la calle. Todos le hicieron caso automáticamente.
Tras salir de la casa abandonada, se habían encontrado con el grupo que perseguía a Alice. Los llevaban buscando desde que habían escapado, y, ahora que los tenían tan cerca, no tenían planeado dejarlos en paz. La victoria estaba cerca. Pero no alcanzada.
Saltaron a un par de perros que descansaban en la acera y eso los ayudó a obtener algo de ventaja sobre sus enemigos.
-Hay que distraerlos -Dijo Dusk mientras se secaba el sudor de la cara con la mano. -, no aguantaremos mucho más. -Alice y el Cocinero asintieron, el tiempo se acababa y sus cuerpos no iban a resistir tanto.
-Hay que esprintar -Dijo Alice mientras jadeaba. -, el esprint final, como en las carreras.
-Este no es el final de la persecución. -Remarcó el Cocinero.
-Sí, si cogemos ventaja. A la de tres... -Cerró los ojos un momento para concentrarse y empezó a contar. -Uno...
-Dos... -Siguió Dusk.
-¡Tres! -Los tres compañeros empezaron a correr aún más rápido. Sus piernas temblaban, ya casi no las sentían, el sudor estaba presente en cada parte de su cuerpo. Giraron a la izquierda y por unos segundos sus contrincantes ya no podían verlos: era su oportunidad.
Alice empujó a los dos hombres dentro de un portal, cuya puerta estaba abierta.
-Corred, corred, rápido. -Susurró ella llevándolos escaleras arriba. No subieron a la primera planta, solo se escondieron detrás de la pared que ocultaba las escaleras. Dusk y el Cocinero se miraron, sorprendidos por cómo de astuta podía llegar a ser Alice. Sin embargo, decidieron no comentar nada acerca el tema, pues no querían hacer ruido.
Pronto escucharon unos pasos en la carretera, los cuales se alejaban cada vez más y más, así que al cabo de poco tiempo dejaron de escucharlos. ¿Era una victoria? No, solo habían conseguido escapar por esa vez.
Dusk suspiró: había estado cerca. Y aunque los demás estaban en plena celebración, él no encontró nada que celebrar. Por culpa de la maldita decisión de quedarse con la mujer... Si el Cocinero no se hubiese vuelto blando de un día para otro por ella no estarían en esa situación. Si ella estuviese muerta, en este momento estarían haciendo vida normal. Todo sería normal. Sin escapar de vengadores, ni ayudar a una mujer desconocida que debería estar muerta, ni...
¿A quién quería engañar? Estaban completamente jodidos, y eso no podía cambiarlo nadie. Porque... No podía, ¿verdad?
-¿Qué hacemos? La casa abandonada nos queda muy lejos como para volver, y, además, la estarán vigilando. Están aprendiendo de nosotros.
-¿A qué te refieres?
-Los conozco de hace tiempo... Al principio te atacan "generalmente". Pero en cuanto pasa un tiempo aprenden tus estrategias y movimientos, y personalizan sus ataques para obtener un mejor resultado, por decirlo de algún modo.
-Observan. -Dijo el Cocinero con la mirada fija en el suelo. Alice asintió.
-Hay que ser impredecibles -Dusk pensaba en muchas cosas, e intentaba entender lo que Alice quería decir. -, no pueden saber cuál será nuestra siguiente acción.
-Exacto. -Ella parecía orgullosa por haberse explicado bien, pero al mismo tiempo angustiada, pues esos hombres se volvían cada vez más agresivos. -Y si no me equivoco, eso significa que...
-... tenemos que hacer lo contrario que lo que ellos piensan que haremos. -Terminó el Cocinero, justo antes de intentar explicar lo que acababa de decir. -Por ejemplo, si piensan que iremos al norte de la ciudad, vamos al sud. Si creen que nos esconderemos en otra casa abandonada, no lo hacemos.
-Sí, eso sería lo que deberíamos hacer, pero hay un problema. No sabemos lo que ellos creen que haremos. Y eso significa que solo nos queda una opción. -La situación parecía cada vez más extraña, con juegos de palabras y frases difíciles de entender. Por eso, Alice hablaba lenta y claramente para que se la entendiera perfectamente. -Tenemos que... hacer lo contrario que haríamos.
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-Esto es una locura. -Dijo el Cocinero, aún lamentándose por haber hecho caso a su compañera.
-Estoy de acuerdo. -Comentó Dusk con una mano en la cara, en señal de decepción.
-Vale, probemos mi opción. Si no funciona, vosotros pensáis en un plan y yo os hago caso, ¿de acuerdo? -Aunque no le veían el sentido a la situación, los dos hombres asintieron. El problema era que si el plan de Alice no salía bien, es porque terminaban muertos. -Vamos a hacer lo siguiente. Dusk, empecemos por ti. ¿Hacia dónde irías ahora?
-Ese es el centro de la ciudad. Allí tendrán más personal buscándonos, así que vamos a las afuera. Al norte.
-Bien, es lo que tiene más lógica. -Dijo Alice mientras empezaba a andar. Sus compañeros no se movieron del sitio, pues estaban confusos.
-Alice, el norte es hacia el otro lado.
-Lo sé, pero vamos al centro. -Sí, todo se estaba volviendo una completa locura, pero nadie protestó. Habían acordado hacerle caso, aunque eso significara morir. Los tres comenzaron a caminar a paso rápido. Ya era mediodía y tardarían algo en llegar al centro, sobre todo si tenían que pasar desapercibidos.
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Llegaron a su destino unos minutos más tarde del alba. Las noches aún eran frescas, por lo que la gente ya se había metido en sus casas y algunos empezaban a cenar.
-Tengo hambre. -Comentó Dusk justo cuando pasaban por delante de un restaurante que desprendía un delicioso olor. Alice y el Cocinero estuvieron de acuerdo. Hacía dos días que no comían nada, y apenas habían bebido. La situación se volvía más difícil si tenían en cuenta que la mayor parte del tiempo habían estado corriendo y gastando energía.
Sus cuerpos se estaban volviendo cada vez más débiles, y la frustración iba en aumento a medida que pasaban las horas. Sus mentes estaban activas, pues no paraban de pensar en una solución para sus vidas ahora con un futuro incierto.
Todo, absolutamente todo, se había ido a la mierda.
Pararon para descansar en una pequeña plaza rodeada de bonitas casas con balcones blancos. En medio de la plaza había un parque infantil, el cual estaba rodeado de un césped verde intenso. Se sentaron en uno de los bancos que había al lado del parque.
-¿Dormiremos aquí? -Preguntó Alice frotándose los ojos por el cansancio. -Estoy agotada.
-No. Es demasiado peligroso. -Contestó el Cocinero algo serio, como de costumbre.
-Lo mejor es que busquemos un lugar en el que no se nos vea tanto.
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Por la mañana les despertaron los ladridos de un perro que paseaba con su dueño por la zona. La noche anterior habían dormido en el suelo, en un pequeño callejón donde nadie podía verlos. Era peor que dormir en un banco, pero de esta forma no se arriesgaban a que alguien los reconociera.
Los tres se levantaron al cabo de poco tiempo, pues tenían mucho que hacer. Alice estaba cada vez más callada, pero los demás integrantes del grupo no entendían por qué. Ellos habían perdido la esperanza hacía ya tiempo, sobre todo Dusk. El hombre era un total pesimista, más incluso que el propio Cocinero.
Antes de empezar todo eso, cada uno tenía definida su personalidad. Alice era la más alegre, aunque podía estar callada si lo deseaba. Siempre pensando en cómo sobrevivir... Dusk era más serio, prefería que los demás decidieran lo que harían, aunque si no estaba de acuerdo no dudaba en dejar clara su opinión.
Y el Cocinero... Bien, en la normalidad era callado, introvertido, astuto... Pero desde que todo eso había sucedido sentía que su carácter evolucionaba al revés que el de la mujer. Ella se estaba volviendo una persona reservada, y él se sentía más... ¿Vivo?
Ignoró sus pensamientos, quizás solo era la adrenalina de la situación.
-Quiero darme una ducha. -Dijo Dusk mientras ponía cara de asco. Los demás suspiraron, se estaba volviendo todo un quejica.
-Vale, todos queremos dárnosla, ¿sí? Pero, dímelo tú, ¿dónde encontramos una?
-Creo que la comida es de prioridad. -Dijo Alice cruzando sus brazos, aunque su mirada estaba fija en un lugar perdido. El Cocinero asintió y se pusieron en marcha. -Pero también tenemos que encontrar refugio...
-Alice. -Susurró el Cocinero parando en seco. Se colocó delante de la mujer y la miró a los ojos sin pestañear. -¿Qué estás pensando?
-He tenido una idea. Pero es arriesgada. -Dusk los observaba a un metro de distancia. Estaba intrigado, y escuchaba cada palabra con atención. Alice tenía una idea... Esa mujer era toda una caja de sorpresas. Un día podía tener un plan brillante y otro acabar con ellos por una tontería... Estaba emocionado, pues la mujer parecía haber recibido la inspiración, pero esas palabras... "Es arriesgada", no le terminaban de encajar. -Conozco a alguien que podría ayudarnos.
-Bien, ¿quién es?
-Trabajamos juntos una vez, pero nunca nos llevamos bien. Se parece algo a ti -Sonrió. -, seguro que os lleváis bien.
-¿Y entonces cuál es el problema? -Preguntó Dusk acercándose lentamente a ellos.
-Que se parece a él, ese es el problema. -Miró al Cocinero con una ceja enarcada. -Es demasiado listo.
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