Parte 3: Primer Reto

Los miembros del Club del Terror, incluida la recién incorporada Viper, estaban sentados alrededor de la gran mesa de la sala. Envy, de pie frente a todos ellos, había terminado de dar una explicación general sobre su identidad y sus intenciones. Sin saber muy bien cómo reaccionar, los chicos cruzaron miradas entre ellos, ordenándose mutuamente a tomar la palabra.

―Entonces, para resumir... ―dijo Edward con un inesperado gesto de seriedad que rápidamente se deformó en una mueca burlona―. Se supone que eres una entidad cósmica súper poderosa y por alguna razón desconocida nos vas a obligar a participar en un Juego compuesto de cinco retos. ―Asintió, con una mano en la barbilla―. O los titanes espaciales tienen demasiado tiempo libre, o has armado la más absurda historia que he oído en mi vida.

―Bueno, no hay que ser duros con ella ―indicó Sia, intentando apaciguar las cosas aunque no creía nada de lo que Envy había narrado―. Dime, leíste la leyenda urbana del Embaucador, ¿verdad?

―Yo soy el Embaucador.

―Me pregunto por qué habrán dejado entrar a una niña en la universidad ―comentó Lilian, preocupada.

―Debe ser pariente de un profesor o algo por el estilo ―opinó Edward, aburriéndose de la situación.

Joseph, por su parte, aún no había podido librarse de la ira que lo consumía por haber perdido ante Viper. La inesperada aparición de la niña pelirroja había hecho fracasar su intento de huida y sentía que en cualquier momento iba a explotar. Sus amigos, por otro lado, comenzaron a discutir entre ellos, preguntándose si debían llevar a la niña a alguna oficina o si era mejor simplemente ignorarla. La única que no participaba en la conversación era Viper, quien se mantenía en silencio mientras observaba el devenir de los acontecimientos con curiosidad.

―Por eso no resulta conveniente utilizar esta forma para mis presentaciones iniciales―concluyó Envy meneando la cabeza, al ver que su presencia estaba causando más confusión que temor―. Y el inútil de Tártarus anda perdido en otra dimensión... por eso no se puede confiar en las cosas con cara de estrellas.

―Creo que está más loca que una cabra ―susurró Edward―. Habla consigo misma.

―No molestes a una niña ―ordenó Lilian con irritación.

Repentinamente, el gesto de decepción del rostro de Envy se transformó en una gran sonrisa. Al mismo tiempo, la iluminación que se colaba por las ventanas abiertas pareció reducir su intensidad, mientras que los focos de la sala comenzaron a titilar hasta apagarse por completo. Los chicos, confundidos, se miraron mutuamente por unos instantes, cuando un leve gruñido les puso los pelos de punta.

Una de las paredes del salón, justo al lado de la puerta, comenzó a deformarse como si estuviera compuesta de un líquido viscoso, mientras supuraba un efluvio morado que oscureció aun más la estancia. Tras unos segundos, la pared derretida dio paso a un oscuro espacio del cual emergió un rostro canino de pelaje completamente negro y brillantes ojos violeta. El monstruoso animal era tan grande que sólo pudo hacer emerger la mitad de su cuerpo, de modo que su vientre y patas traseras se mantenían ocultos en el vacío del cual provenía.

―Tú, repulsiva forma de vida demoníaca ―espetó el lobo negro sin abrir la boca, mirando directamente a Envy―. Alteraste el orden de aparición.

La niña, que hasta el momento había estado sonriendo al creer que no tendría que dar más explicaciones, frunció el ceño con molestia.

―Seguí el proceso establecido, Fenrir. ¿Dónde está Eshu?

―Ustedes, seres humanos ―clamó la bestia, ignorando la pregunta―. Están condenados a participar en mi Juego. Si alguien ajeno al desarrollo se entera de ello o de mi existencia, todos ustedes obtendrán el más atroz de los finales.

Los aterrorizados chicos no pudieron formular palabra y se quedaron estáticos, observando al lobo sin poder creer lo que veían. Fenrir, al concluir que había causado el efecto deseado, emitió un poderoso gruñido mientras desaparecía lentamente por la distorsión de la pared. Finalmente, el monstruo se retiró por completo y la iluminación del lugar volvió a la normalidad.

―Parece que eso será todo por hoy ―indicó Envy, tras unos instantes―. Les daré el primer reto pronto. Pueden retirarse.

Todos le obedecieron al instante, saliendo apresuradamente del salón. Sólo Viper y Sia se tomaron su tiempo, la primera porque no parecía asustada en lo más mínimo y la segunda por exactamente todo lo contrario. Apenas Viper cruzó la puerta de la sala, Envy detuvo momentáneamente a Sia, lo que aumentó aun más el temor de la chica.

―Tranquila, no voy a hacerte daño. ―afirmó la niña, agitando su cabello rojo―. Debes estar alerta, puede que alguien intente interferir en el desarrollo del Juego.

―¿Por qué... me lo dices sólo a mí? ―preguntó Sia con un hilillo de voz.

―Eres más confiable que Joseph Irolev. Además, te conozco mejor de lo que crees.

Sin nada más que agregar, Envy desapareció en medio de una humareda púrpura. Sia se mantuvo inmóvil, temiendo que algo más pudiera suceder, hasta que Joseph regresó al salón para buscarla. Ella lo abrazó, sollozando, y ambos se retiraron juntos.

Por su parte, una peculiar criatura de ojos amarillos que había sido testigo de todo lo sucedido desde el exterior, se mantenía posicionada encima de una de las ventanas de la sala. Había logrado conservar oculta su presencia de manera satisfactoria, lo que era ideal para sus planes a futuro. Sin embargo, le causaba curiosidad y cierto resquemor el haber presentido que, además del temido Embaucador, algo aun más oscuro y perverso había estado allí. Sin lugar a dudas, alguno de los seis humanos involucrados en el Juego no era quien parecía ser.

...

Al día siguiente del peculiar e increíble suceso, los miembros del Club del Terror decidieron reunirse tras finalizadas las clases de la mañana. Temían volver a su sala, creyendo que de alguna manera eso invitaría a la aparición de nuevas monstruosidades, por lo que se dirigieron a una cafetería de un centro comercial cercano a la universidad.

El descubrir que el Embaucador era real había mermado por completo la novedad de la incorporación de Viper al grupo, por lo que la incluyeron como a cualquier miembro común. El único que no estaba dispuesto a aceptar eso era Joseph quien, a pesar del temor y angustia que le provocaba estar metido en el Juego, desconfiaba de la extraña chica gótica sin ninguna razón en particular.

―Entonces... ¿qué hacemos? ―comenzó Edward.

―¿Qué nos queda? ―respondió Lilian, meneando la cabeza―. No creo que podamos escapar de lo que sea que esa cosa esté planeando.

―Piénsenlo... ―Joseph se pasó una mano por el cabello―. Tal vez sea mejor de lo que parece.

Sus amigos lo miraron, confundidos.

―Hasta ahora nuestro Club no ha tenido ningún valor real ―explicó―. En lugar de revisar ficciones de terror, por fin tenemos la oportunidad de vivir algo serio en carne propia. ―Sonrió, apretando los puños―. Realmente esto es un sueño hecho realidad.

―Estás demente, viejo ―espetó Edward.

―Yo creo que... ―Sia ladeó la cabeza―. Tal vez el Embaucador no sea tan malo.

Las miradas incrédulas de los demás expresaron cuan en desacuerdo estaban.

―¿Olvidaste lo que nos dijo? ―aseveró Lilian―. Si alguien se entera de esto, nos matará. ¿Cómo algo capaz de matar no puede ser malo?

―Pero eso sólo lo dijo el lobo... ―opinó Hans con su débil voz―. Y creo que no mencionó nada sobre matar...

Comenzaron a discutir fervientemente. Edward y Lilian estaban seguros que la situación era precaria e incluso podía llegar a adquirir tintes fatales para todos. Joseph, Sia y Hans no lo tenían tan en claro y, por diversas razones, creían que las cosas eran más complejas de lo que parecían.

―¿Qué hay de ti, Lolita Gótica? ―preguntó Edward, dirigiéndose a Viper.

―Somos seis contra uno ―consideró ella, con una gran sonrisa plasmada en su rostro―. Podemos obtener la victoria.

―¿Ganarle a ese Titán Cósmico o lo que sea? ―dudó Lilian, suspirando―. Imposible.

―Pero tan sólo debemos cumplir con sus cinco retos, ¿no? ―recordó Joseph, apoyándose en el respaldar de su silla―. A menos que nos obligue a enfrentarnos contra un monstruo o a destruir la ciudad, tendremos oportunidad de lograrlo.

―¡Así es! ―apoyó Viper, mientras tomaba a Joseph de un brazo―. Me gusta como piensas.

El chico, enfadado por establecer contacto físico con quien consideraba una enemiga, intentó librarse del agarre, pero ella se mantuvo sujetándolo con firmeza. Exasperado, decidió utilizar algo de fuerza para dejarle en claro que no era de su agrado, pero en ese momento Sia se levantó bruscamente, llamando la atención de todos.

―Sea como sea, debemos estar unidos ―afirmó la pequeña chica, mirando a sus amigos con seriedad, especialmente a Joseph y Viper―. Escuchemos lo que el Embaucador nos diga cuando vuelva a aparecer e intentemos dar nuestro mayor esfuerzo... ¿sí?

―Muy bien dicho, Siara Bohdan ―indicó el Titán Cósmico, surgiendo repentinamente en su forma infantil―. Ciertamente, siempre tendrán la posibilidad de cumplir con cada uno de mis retos.

A diferencia de los otros clientes de la cafetería que no parecían haberse dado cuenta de nada, los miembros del Club se sobresaltaron y miraron a Envy con temor. Sia volvió a sentarse y Viper soltó a Joseph con desgano, mientras que el Embaucador recorría el grupo entero con su peculiar mirada violeta.

―Han tenido menos de un día para preparar sus mentes y sus almas, pero considero que es más que suficiente―. La niña pelirroja sonrió y juntó las puntas de sus dedos―. Es hora de darles el primer reto.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top