Parte 20: Último Reto

Los miembros del Club del Terror se encontraban reunidos en la sala de la Casa de la Colina. Todos estaban deseosos de compartir las experiencias que habían vivido la noche anterior, excepto Ericka que no tenía la más mínima idea de lo que sucedía. Para evitar el caos y la sobrecarga de información decidieron ir por turnos, de modo que Sia y Joseph narraron a grandes rasgos todo lo relacionado al cuarto reto, al brujo Mercurial y a la aparición del aterrador pero heroico siervo del caos Yhered-Ined.

―Luego de eso regresamos con Kathe a mi casa ―dijo Joseph, tras finalizar la historia―. Seguía durmiendo cuando salí para venir aquí, así que espero poder preguntarle después cómo se siente.

―Aunque tiene mejor semblante ―añadió Sia, con una gran sonrisa―. Eso es todo, ¿qué les sucedió a ustedes?

Lilian, Edward y Hans se miraron mutuamente, sin saber cómo comenzar. Reconocían que sus vivencias no habían sido tan épicas como las de Sia y Joseph, pero resultaba confuso exponerlas de manera clara. Luego de unos segundos de vacilación, Lilian decidió ir directo al grano.

―Básicamente, Viper intentó matarme... creo.

―¿A ti también? ―preguntó Sia, tapándose la boca con las manos.

―¿¡Cómo que "a ti también"!? ―exclamaron Joseph y Edward al unísono.

Sia contó tímidamente lo sucedido en las alcantarillas de Crania, lo que sorprendió mucho a sus amigos. Joseph intentó interpelarle la razón por la que no lo había mencionado antes, al menos a él, pero al ver la angustia de Sia adoptó una postura más comprensiva. Era obvio concluir que no se podían revelar cosas así a la ligera, más aun considerando los eventos recientes.

―No lo entiendo ―comentó Ericka, confusa―. ¿Por qué Liline intentaría dañar a alguna de las dos? Es decir, sé que muy cuerda no está, pero...

―Es algo esperable de una entidad demoniaca.

Ninguno de los miembros del Club había pronunciado aquella frase. Vieron a todos lados, desconcertados, hasta que descubrieron a Cheshire emergiendo de entre las sombras de un salón contiguo. No obstante, el gato tampoco era quien había hablado, sino la criatura de ojos amarillos, que apareció tras unos instantes como una difusa y etérea sombra.

―Este era el otro tema que queríamos contarles ―musitó Lilian, cargando a Cheshire entre sus brazos.

―Apareció algo que es así como la Loca de los Gatos, pero versión mitológica ―añadió Edward con una risilla nerviosa.

―Mi denominación existencial es Vestath. También me han llamado Vast, Tisvas y Misarte ―dijo la criatura oscura con su voz ronroneante―. Permítanme adoptar una expresión corporal compatible con su sentido de la vista.

Hasta el momento, los enmudecidos miembros del Club habían estado ante una difuminada silueta humanoide con dos fulgores amarillos a la altura de lo que, suponían, era su rostro. Poco a poco, el cuerpo de Vestath fue adquiriendo mayor definición hasta adoptar la apariencia de una pantera negra antropomórfica, vestida con una delgada túnica azabache adornada con encajes de oro ahumado. A pesar de ello, su pelaje parecía emitir oscuridad de sí mismo, por lo que apenas se podían distinguir sus rasgos felinos y sus omnipresentes ojos amarillos entre las fluctuantes sombras que la envolvían.

―¿Es de los buenos? ―inquirió Joseph en un susurro.

―Yo le pregunté lo mismo ―contestó Edward―. Dijo que sí, pero no, pero sí.

―Me he mantenido neutral hasta el momento ―indicó Vestath, causando un sobresalto en los chicos―. He decidido actuar en beneficio propio, pero casualmente eso les resulta conveniente.

―Entonces... ―Sia llamó la atención de los presentes, dudosa―. Sobre Viper...

―Su intención era eliminar a las hembras del grupo una por una ―explicó la pantera, entrecerrando los ojos―. Luego pretendía reproducirse con los machos... Aunque en este caso sospecho que sólo lo busca a él. ―Señaló a Joseph y lo miró con curiosidad―. Tienes una raíz espiritual ligeramente corrupta.

―¿Yo? ¿Corrupto?

―Por lo general las entidades con raíces corruptas reconocen su propia naturaleza. ¿No te sientes distinto a los demás? ¿No odias a las criaturas a tu alrededor y eres odiado por ellas?

Joseph bajó la mirada, encontrando sentido en esas palabras. No sabía cómo reaccionar, pero realmente quería saber más del tema.

―Entonces...

―¿Vamos a pasarnos todo el día discutiendo sobre cuán anormal es nuestro querido amigo Irolev? ―cortó Edward forzando una tensa sonrisa―. En lugar de eso, súper gata, dinos cómo pretendes ayudarnos.

Cheshire bufó violentamente, pero Lilian logró contenerlo. Vestath dio un paso al frente, junto a sus sombras, causando que Edward tragara saliva con dificultad. La pantera no llegaba a ser tan alta como el chico, y su frágil contextura femenina no le daba un aspecto peligroso, pero sus brillantes ojos y el aura aplastante que cargaba la hacían sumamente imponente.

―Los humanos son seres interesantes e ingenuos, ocultando sus debilidades con máscaras de fortaleza. No me sorprende que hayan estado cerca de extinguirse tantas veces en todas las dimensiones en las que existen.

―Por favor, ignora a Edward, es la peor representación de un ser humano que puede haber ―indicó Ericka.

El aludido se tocó el pecho a la altura del corazón.

―Eso dolió, yo creí que ahora te caía mejor. Te dije que no te conviene lilianizarte mucho, presidenta.

Lilian espetó un comentario contundente, acompañada en su ira por los bufidos de Cheshire. Ericka la apoyó, y Edward tuvo que discutir con ambas al mismo tiempo, mientras Hans intentaba calmarlos.

―Intrigante ―ronroneó Vestath―. Incluso en inminente peligro pueden actuar de manera despreocupada.

―¿Realmente vas a ayudarnos? ―preguntó Joseph, retomando el hilo de la conversación.

―Eso depende. Aún queda tratar con la mente detrás de esto.

La pantera desvió su atención de los chicos y la dirigió a la entrada de la sala. Allí, con una enorme sonrisa en el rostro, se encontraba el Embaucador en su rojiza forma infantil.

―El Embaucador... ―musitó Sia y fue invadida por un creciente temor―. Nos dijo que nadie debía descubrir el Juego ni su existencia...

―Realmente no hay ningún problema ―afirmó Envy, acercándose al grupo―. Acepté a Vestath como octavo participante cerca del inicio del Juego.

―¿Estabas al tanto de mi presencia? ―preguntó la pantera, sinceramente sorprendida.

―Sabía que "algo" rondaba cerca y se inmiscuía en el desarrollo de los retos. Primero sospeché del ente demoniaco, pero luego pude conectar algunos cabos. ―Miró a Lilian y los demás, que seguían discutiendo―. Presten atención, es hora del reto final.

―¿Tan rápido? ―Edward se estiró―. Aunque más vale temprano que tarde.

―Vamos afuera ―ordenó Envy y se dirigió a la salida de la mansión.

Los demás la siguieron y al poner pie en el exterior pudieron ver a Eshu, esperándolos. El gigantesco hombre negro se acercó a grandes zancadas al grupo hasta detenerse a pocos centímetros de Vestath, inclinando su colosal cuerpo sobre ella.

―Tú, deidad falsa, ¿cuál es tu propósito?

―Simplemente determiné tu bando como el ganador.

Eshu se mantuvo estático, observando directamente los ojos amarillos de la pantera, con abierta hostilidad. Ella se mostró impasible, sin denotar el más mínimo signo de temor.

―Es como un duelo de sombras ―susurró Edward.

―Cállate ―contestó Ericka―. Se van a enojar con nosotros.

―Prosigamos con la explicación del reto ―dijo Envy―. Es realmente simple. Sólo tendremos que obligar a la entidad demoniaca a abandonar esta dimensión.

Joseph chasqueó la lengua.

―No creo que sea simple tratar con esa serpiente... Espera, ¿dijiste "tendremos"?

―Así es. ―La niña asintió varias veces con la cabeza―. Por primera vez yo intervendré directamente en el Juego como participante.

En el preciso instante en que terminó la frase, la mitad superior del cuerpo de Fenrir emergió del suelo en medio de un chapoteo. Los miembros del Club se sobresaltaron e instintivamente se colocaron detrás de Eshu y Vestath, quienes interrumpieron su silencioso enfrentamiento de miradas.

―Ahora que lo pienso ―mencionó Edward, señalando al lobo gigante―. Con tremendo perrote de nuestro lado, ¿qué va a poder hacer la pobre Lolita Gótica?

―Sobrestimas esta manifestación corpórea, humano ―contestó Fenrir con un gruñido, mientras mostraba sus colmillos en una aberrante imitación de sonrisa―. Un ente demoniaco no es algo que puedas derrotar únicamente con fuerza bruta. Realmente el papel principal lo tiene ―agitó la cabeza con dirección a Envy― esa cosa.

Todos la miraron con una ceja enarcada.

―Así es, esta forma también posee naturaleza demoniaca. ―Envy suspiró y cruzó los brazos sobre su pecho―. Pero como la devoré antes de alcanzar la madurez no es tan útil como parece.

Joseph meneó la cabeza.

―¿Entonces qué?

―El organizador principal del Juego también participará ―indicó Eshu, con un ligero e inesperado temblor de voz―. Pero sus acciones estarán delimitadas por las reglas.

―¿El organizador? ―preguntaron los miembros del Club al unísono.

Como respuesta sintieron que una vorágine de viento invadía toda la colina, meciendo peligrosamente la mansión cercana. Un potente ruido similar al de olas rompiendo contra la costa se dejó escuchar claramente, al mismo tiempo que gotas de agua aceitosa comenzaban a caer del cielo con creciente potencia. Sin embargo, no estaba lloviendo, sino que el líquido emergía de una gigantesca grieta que se había abierto en pleno firmamento.

De la irregular abertura surgieron unos largos filamentos grisáceos que, poco a poco, cubrieron el cielo hasta perderse en el horizonte. A pesar de ello, no se impuso la oscuridad absoluta debido a una peculiar luminosidad púrpura que la grieta dejaba entrever entre los cilios. Cada pocos segundos, mientras la lluvia artificial iba amenguando, la fisura y los tentáculos latían con fuerza, lo que hacía variar sus tonalidades entre el morado, el púrpura y el violeta.

―¿Qué demonios es esa cosa? ―musitó Edward.

―La gente de la ciudad... ―dijo Sia repentinamente, pensando en su familia―. Ellos...

―Duermen, absolutamente todos ―informó Envy―. Y seguirán así hasta que el Juego concluya. Es lo mejor, el organizador es un Abismal y su presencia podría llevar a todos a la locura.

―Pero Liline debe estar alerta gracias a esto ―opinó Ericka, dubitativa.

―Fue necesario para determinar su ubicación ―afirmó Eshu y endureció su rostro―. Ha escogido un escenario intrigante para la confrontación...

Los miembros del Club lo miraron, expectantes. Envy carraspeó, atrayendo la atención de los presentes.

―Voy a detallarles el plan predeterminado. Luego todo dependerá de ustedes... ―La niña sonrió con burlona malicia―. Y, por supuesto, también de la suerte.

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