• 33. Festival Escolar •
Una semana después.
Muy bien, esto será un rápido resumen de todo lo que ha pasado.
La semana anterior recibimos la maravillosa noticia de que iríamos a un viaje escolar por parte de Félix, pero para nuestra suerte antes de realizar ese viaje debes hacer una recaudación de fondos en colaboración con la escuela con el fin de cubrir los gastos del transporte y las actividades programadas. Todos los estudiantes estaban entusiasmados con la idea, pero también sabían que tenían que trabajar juntos para recaudar el dinero necesario.
Durante los días siguientes, nos reunimos en la biblioteca para planear nuestras estrategias. Algunos sugirieron vender comidas típicas, otros plantearon la idea de organizar una tarde de juegos y competencias, y un grupo propuso hacer un lavado de autos. Había muchas ideas y cada uno estaba más que dispuesto a aportar lo mejor de sí.
Después de deliberar, decidimos combinar varias de las propuestas. El viernes, tendríamos un "Festival Escolar", donde habría comida, juegos, música y el dichoso lavado de autos. Después de aquella semana ajetreada por fin llegamos al día del festival.
Entre al salón del club en busca de las cámaras que había traído Erika para documentar todo para el próximo ejemplar del periódico, tomé las cámaras y salí con rapidez del salón del club mientras me comenzaba a mover con rapidez por los pasillos en dirección al estacionamiento. El bullicio del festival resonaba a medida que me acercaba; el aroma de las comidas caseras y la música alegre llenaban el aire, creando una atmósfera vibrante. Al llegar al estacionamiento, me encontré con un grupo de compañeros ensuciándose las manos mientras lavaban los autos de los padres. Algunos con suéteres de la escuela, otros sin camisas y entre todos ellos estaba Grace con las porristas en sus shorts y la parte superior de los trajes de baño y con sonrisas de oreja a oreja, estaban completamente inmersos en su tarea.
—Aquí están las cámaras—, informe justo cuando me pare frente a Erika.
—Genial—respondió mientras tomaba una de las cámaras con rapidez para encenderla—. ¿Jack y Mara van a venir?
Fruncí los labios.
—La verdad no lo se, no me han respondido los mensajes que les dejé.
«La verdad es que no he sabido nada de ellos desde que fui a su casa hace unos días»
—Justo cuando más los necesitamos desaparecen—. Erika tomo otras dos cámaras—, iré a ver si Félix me puede ayudar con las fotos y deja de ver a Grace en traje de baño por un rato.
—Esta bien, yo voy a ...
Y se fue antes de que pudiera terminar de hablar. Salí del estacionamiento, sintiendo cómo la energía del festival me envolvía. Ya había varias familias disfrutando de las delicias que habíamos preparado, desde tortas fritas hasta galletas decoradas, y los risas de los niños resonando mientras corrían de un lado a otro. Decidí dar una vuelta por las diferentes estaciones para ver cómo se estaban desarrollando las cosas.
Pero antes de hacerlo tome mi teléfono y me dispuse a ver si Mara o el desgraciado habían respondido mis mensajes. Sin respuestas, volví a mensajearles preguntando si iban a presentarse para guardar mi teléfono en mi bolsillo. Cuando levanté la mirada empecé a desear nunca haberlo hecho, ya que cuando lo hice a unos cuantos metros de distancia estaban Mackenzie y Dominik mirándome fijamente mientras intercambian frases entre ellos.
«¿Por qué tengo el presentimiento de que este va a ser un día ajetreado?¿En dónde está mi desgraciado?»
Jack
—No quiero más réplicas sobre el asunto—, sentenció con firmeza mamá.
—Pero nosotros no tenemos que ir—. Mamá miro a Mara con una mirada fulminante al verla replicar otra vez—, ni siquiera le encuentro lógica a la razón de quitarnos nuestros teléfonos.
—Basta las dos, compórtense.
Ambas se callaron al escuchar la demandante voz de papá, pude oír como Mara soltaba maldiciones en voz baja a mi lado mientras seguimos caminando detrás de nuestros padres.
Debo decir que ambos—sobretodo yo— tenemos mala suerte, estamos al otro lado de Jackson Bill. ¿Por qué? Petición de los Murphy para planificar la "mejor boda del siglo", y aquí estamos, arrastrándonos por un camino de tierra semiolvidado, sin acceso a redes sociales, sumidos en el tedio más absoluto. El aire huele a pasto recién cortado y la brisa nos acaricia el rostro, pero eso no quita la amargura que tenemos. Quiero decir, ¿por qué nuestra vida tiene que convertirse en un reality show para complacer a los adultos?
Mara, a mi lado, hace un nuevo intento de protestar.
—¡No puedo creer que nos quiten los teléfonos! ¿Qué somos, sus prisioneros?
Mamá vuelve a mirar hacia atrás y nos lanza otra de esas miradas que hacen que hasta el más rebelde de nosotros se calle. La verdad es que tengo ganas de gritar también, pero el efecto de la autoridad de papá es palpable, y lo admiro un poco por eso. Él puede hacerse escuchar.
Tomo una respiración profunda. Quizás podría cambiar un poco las cosas.
—¿Crees que Layla nos escribiera?—Mara me miró.
—Es más que seguro, hoy es la festival.
Fruncí los labios, habíamos quedado en salir a su librería favorita e ir por unas hamburguesas luego de terminar con el festival y parecía que eso ahora era imposible. La idea de perderme el festival, la librería y las hamburguesas con Layla me llenaba de frustración. Pero ahora se trataba de sobrevivir a este castigo familiar y encontrar una manera de salir de allí.
—Podríamos hacer algo para distraernos —sugerí, tratando de cambiar el enfoque de la conversación.
—Como qué, Jack. ¿Contar las vacas que pasen? —respondió Mara sarcástica. Pero algo en su tono me hizo pensar que la idea no era tan mala. Después de unos segundos, frunció el ceño y continuó—: Bueno, al menos no hay vacas.
Miré al frente, tratando de ignorar su humor negro. Tenía que encontrar una manera de que se sintiera mejor, de que nos sintiéramos mejor.
—¿Qué crees que hacemos aquí?
—No lo se, Jack— su malhumor empeoraba.
Justo cuando pensé que seguiríamos avanzando ví la gran iglesia frente a nosotros y los Murphy en la entrada con una gran sonrisa. Se me revolvió el estómago al ver sus expresiones de felicidad. Todo esto era por ellos, por su idea de practicar la "mejor boda del siglo". Mientras cruzábamos el jardín de amapolas que rodeaba la iglesia, la sensación de que esto no tenía nada que ver con nosotros se hacía más fuerte. Este evento no era una celebración para felices adolescentes, sino un escenario en el que éramos meros accesorios en el gran espectáculo de amor que estaban preparando.
Lizzie se mantenía con una sonrisa mientras me miraba, no pude evitar fruncir el rostro ante su extraña sonrisa.
—Y ahí está nuestra peor pesadilla con cabello rubio—, susurro en voz baja para que solo yo la escuchará—; le ha quitado el trono a Mackenzie, aunque te apuesto que si ambas se conocieran se odiarían, ya que ambas son brujas.
Una sonrisa se asomo por mis labios.
—Tienes razón.
—¡Bienvenidos!— Nos saludo la señora Murphy—, espero que él recorrido hasta aquí no se les haya hecho largo.
—Para nada, ha sido encantador poder tomar aire fresco todos juntos en familia— respondió con rapidez mi madre.
—Me alegro—, hablo el señor Murphy—hemos pensado enseñarles la iglesia de nuestra familia ya que le pensamos que sería un buen lugar para llevar la ceremonia de unión entre nuestros hijos, y no se preocupen, también hemos pensado en habilitar un camino de asfalto para la boda que será dentro de tres semanas.
La mera mención de un "camino de asfalto" hizo que me estrellara con una ola de resoplo apenas contenida. ¿En serio? Ahora, además de quedarnos sin teléfonos y sufrir esta tortura familiar, también tendríamos que lidiar con más preparativos y turismo en esta iglesia. Era como si cada momento estuviera diseñado para recordarnos cuán poco control teníamos sobre nuestras propias vidas.
—¿Tres semanas? —pensé en voz alta, tratando de sonar despreocupado mientras no podía evitar poner los ojos en blanco.
—Si, Jackie, tres semanas— la respuesta de Lizzie no tardo en llegar.
Me contuve para no hacer una mueca.
«¿No hay un acantilado por aquí cerca?»
—Vamos entremos, tienen que darle un vistazo a la hermosa arquitectura del lugar—, dijo él señor Murphy mientras nos invita a entrar.
Al atravesar la puerta de la iglesia, un profundo silencio me envolvió. Al principio, me sentí abrumado por la grandiosidad del lugar. La arquitectura que se alzaba ante mí era impresionante, con altos techos abovedados que parecían tocar el cielo. La luz del sol se filtraba a través de los grandes ventanales, dibujando patrones dorados sobre el suelo de mármol, como si el mismo lugar estuviera vivo.
Nuestros pasos resonaban suavemente en el suelo, un eco que parecía romper la calma reverente que dominaba el ambiente. A medida que me adentraba más, mi mirada se veía atrapada por la intrincada ornamentación: frescos que narraban historias antiguas y detalles en oro que brillaban como estrellas sobre un lienzo celeste.
En el centro, un altar majestuoso se elevaba, rodeado de esculturas que parecían cobrar vida con cada rayo de luz. Los rostros de los santos esculpidos estaban tan llenos de expresión que me resultaba difícil creer que fueran solo piedra. Era como si observaran a los que entraban, juzgando nuestras intenciones.
—¡Es hermosa!—El asombro en la voz de Mara era notorio.
—Ha sido remodelada hace unos meses, así que sí, es hermosa —dijo Lizzie, con una sonrisa que quedaba más bien en la superficie, sin apartar la vista del altar, como si fuera la única persona que importaba.
Me detuve un momento, tratando de procesar lo que estaba sucediendo.
—¿Qué piensas, Jack? —preguntó Lizzie, girándose hacia mí con un brillo que no era de alegría, sino de expectativa.
—Es... impresionante —respondí, mi voz sonando vacía. En el fondo, sabía que mi respuesta no le bastaría.
—¡Por supuesto que lo es! —replicó Lizzie, con una satisfacción casi ensordecedora—. Después de todo, es la iglesia perfecta para nuestra boda.
Mara frunció el ceño, cruzándose de brazos.
—¿Para "nuestra" boda? Más bien parece tu espectáculo personal, Lizzie. ¿No te cansas de ser el centro de atención?
Lizzie lanzó una mirada fulminante a Mara.
—¿Y tú qué sabes? Al menos estoy haciendo algo constructivo con mi vida.
—¡Oh, claro! Porque casarte con Jack es, sin duda, la solución definitiva a todos tus problemas. —Mara sonrió irónicamente—. No creo que sea así como funciona el amor.
—¿Amor? —Lizzie se rió con desdén—. Esto es lo que se espera de nosotros, y no creo que Jack se queje.
—En realidad, sí me quejo —intervine, sintiendo cómo el nudo en mi estómago se apretaba—. ¿No hay algo más que deberíamos considerar?
Lizzie puso los ojos en blanco.
—Jack, no seas dramático. Esto es una oportunidad.
Mara se acercó, un brillo divertido en sus ojos.
—Sí, una "oportunidad" para que todos nos ahoguemos en tus fantasías de boda. Te imagino en un vestido de novia, con una lista de invitados más larga que el de tus propias preocupaciones.
Lizzie frunció el ceño, claramente molesta por la interrupción.
—¿Y qué hay de eso? —dijo, mirando a Mara con desdén—. Por lo menos tengo planes. Tú solo te quedas ahí con tus chistes.
—Espérame, Lizzie, pero los planes no hacen el amor, y definitivamente no dicen nada sobre lo que pasa entre tú y Jack. —Mara se cruzó de brazos, disfrutando de la tensión—. Si realmente te importara, quizás no estarías aquí actuando como una diva en esta iglesia.
El señor Murphy, ajeno al conflicto, debido a que nos habíamos alejado de ellos añadió con entusiasmo:
—Imaginen cómo quedará todo con las flores y la música. Será un evento inolvidable, ¡la mejor boda del siglo!
—¿Inolvidable para ti, creo? —murmuré.
Lizzie se detuvo y me miró, sorprendida.
—¿Qué está mal contigo, Jack? —preguntó, su tono lleno de desdén—. Deberías estar emocionado por esto.
—¿Oportunidad? ¿Para qué? ¿Para pasar el resto de nuestras vidas como si esto fuera un cuento de hadas? —respondí. La determinación crecía en mí.
Mara intervino, levantando una ceja.
—Por favor, Lizzie, también sabemos que esto no es un cuento de hadas. ¿Qué tal si lo tratamos como lo que realmente es: un trato de negocios en lugar de un romanticismo adolescente?
Lizzie apretó los labios, claramente furiosa.
—No entiendo por qué tienes que complicar tanto las cosas, Jack. —Su exasperación era evidente—. Aquí tienes la oportunidad para destacar y lo único que haces es quejarte.
—Tienes razón, no necesito complicar nada —respondí, ahora más firme—. Más bien, debería tener la libertad de decidir mi futuro.
El silencio que siguió fue estruendoso, un vacío que resonaba con la lucha interna que estaba experimentando. Me di cuenta de que, aunque estaba rodeado por la magnificencia de la iglesia, era el momento de dejar de ocultarme detrás de las expectativas de los demás.
No podía seguir soportando la tensión que zumbaba en el aire. Mientras nuestros padres discutían sobre los arreglos de la boda, me alejé de Lizzie y Mara, buscando un momento de calma. Mis ojos se posaron en el bolso de mi madre, que había quedado en uno de los bancos de la iglesia. Tenía que encontrar una manera de escapar de esta locura, y de alguna manera el teléfono se convirtió en mi única esperanza.
Me acerqué al banco sigilosamente y, con un rápido movimiento, tomé el bolso. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras hurgaba en su interior. En medio del caos, finalmente encontré mi teléfono y el de Mara, apilados junto a algunas de las cosas de mi madre. Las notificaciones brillaban en la pantalla, recordándome que el mundo seguía adelante fuera de esta prisión adornada y junto a ellos las llaves de mi auto.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó una voz detrás de mí.
Me gire rápidamente para encontrarme cara a cara con Mara, hice una seña para que se callara mientras echaba un vistazo para asegurarme de que nadie se había dado cuenta de lo que estaba haciendo.
—Ya no soporto estar aquí— dije, le extendí su teléfono.
Lo tomo con rapidez mientras veía la hora y la gran cantidad de notificaciones.
—Dios mío, mi mensajería va a explotar— comenzó a revisar los mensajes—, el festival aún no termina, aún quedan tres horas para que se acabe.
—¿Crees que sea una mala idea escaparnos?
—No tenemos las llaves de tu auto, mamá te las quito luego de que llegamos aquí.
Moví las llaves enfrente de su casa con una sonrisa.
—Pues ya las recupere.
Mara me miró, una mezcla de sorpresa y desafío en su rostro. La idea de escapar de la iglesia, del drama y de las expectativas que nos rodeaban la tentaba. Sabía que huir no resolvería nada a largo plazo, pero en ese instante, el deseo de libertad era abrumador.
—¿Realmente estás dispuesto a hacer esto? —preguntó, con un brillo de diversión en sus ojos—. Sabes que van a matarnos si nos vamos de aquí.
—No me importa —respondí con firmeza—. Necesito un respiro, y tú también. Sería solo un par de horas. Luego volvemos a casa y escuchamos su sermón, ya sabes cómo es, no es la primera vez que nos escapamos de algo como esto.
Mara no oculto su sonrisa. Ambos miramos a todos quienes estaban inmersos en su conversación y junto a ellos Lizzie quien decía cosas extremadamente llamativas con respecto a la decoración. No hubo mucho en que pensar, era nuestro momento, caminamos lentamente a la salida mientras estaban distraídos y salimos por las puertas de la iglesia; al salir de ella lo primero que hicimos fue correr por dónde habíamos pasado con nuestros padres.
El aire fresco nos recibió de inmediato, atreviéndose a alejar la opresiva atmósfera de la iglesia. Reímos entre susurros mientras guiábamos nuestros pasos rápidamente hacia el estacionamiento, sabiendo que cada segundo contaba.
Una vez que llegamos al auto, el nerviosismo comenzaba a mezclarse con la emoción. Abrí la puerta del conductor y me deslicé al asiento, mientras Mara se sentaba en el asiento de copiloto. Encendí el auto y con el pedal a fondo, el auto salió del estacionamiento y tomamos la dirección hacia la secundaria.
Layla
«Todopoderoso, dame paciencia y no me des fuerzas porque sino lo mato»
El festival había transcurrido de buena manera hasta que para mi maravillosa fortuna termine emparejada con Oliver en una la de las actividades. Siento que el universo se ha confabulado en mi contra. Una simple actividad del festival y ya estoy lidiando con la presencia de Oliver, con su sonrisa arrogante y esa manera de hablar que hace que me suba la presión arterial. Estoy intentando concentrarme, pero es imposible. Cada vez que lo miro, recuerdo todas las veces que ha hecho que Jack se salga de sus casillas.
«Respira hondo», me digo. Quiero disfrutar este festival, no dejar que él lo arruine. Pero, ¿quién me manda a compartir un momento con el chico más detestable de la escuela? Chequeo el cronograma de la actividad. "Juegos de pareja". Genial. Estoy segura de que esto debe ser una broma del destino.
—¡Vamos, Layla! Sera divertido, y más porque no está Jack aquí—dice, mientras intenta desesperadamente animarme.
Lo miro con incredulidad. ¿Acaso no se da cuenta de que su mera presencia me descompone? Sin embargo, consigo reprimir un suspiro y le dejo escapar un rayo de sarcasmo. —Perfecto. En vez de estar tomando fotos, tengo que lidiar contigo. Espero que hayas estudiado las reglas del juego, porque si no, estaré en serios problemas.
A él le parece gracioso. Se ríe. Esa risa, ugh. Siento cómo la frustración empieza a burbujear en mí como una olla a presión. Decido que es el momento de canalizar esa energía y participar. Después de todo, es solo un juego.
La primera prueba se trata de una carrera de sacos. Cuando escucho la señal de salida, me lanzo hacia adelante, metida en mi saco, mientras Oliver salta torpemente a mi lado. Ya tengo una ligera ventaja. Me giré un poco para burlarme de él, y en ese momento pierdo el equilibrio. ¡Ay, no! Caigo al suelo, rodando en el saco y sintiendo que el rubor aparece en mis mejillas. Por un segundo, me despista su carcajada, pero inmediatamente vuelvo a recordarme que él es mi rival, no mi aliado.
—¡Vamos, Layla, levántate! —grita mientras se acerca. —No, ¿sabes que? Mejor quédate ahí.
Y ahí, sintiendo una mezcla de rabia y diversión, me pongo de pie, ajusto el saco y lo desafío. —¿Tienes idea de contra quién te estás midiendo, Oliver? Este juego no ha hecho más que comenzar.
Al final, aunque está claro que no me gusta hacer ejercicio y actividades físicas como está, me sorprende mi espíritu competitivo. Tal vez Oliver no es solo un chico arrogante; quizás, solo quizás, he estado mirando en la dirección equivocada. Pero no puedo dejar que estas reflexiones me distraigan. Está claro que tengo que seguir luchando para no perderme en esta locura de la que no he pedido formar parte.
La siguiente ronda es más intensa. Me enfrento a dos obstáculos: un par de globos que deben reventarse a medida que avanzamos. Siento cómo la adrenalina corre por mis venas.
«No te dejes vencer, Layla». Cada vez que reviento un globo bajo mis pies, me siento más y más invencible. Oliver avanza al lado mío, pero esta vez logra captar mi mirada. Su sonrisa es menos arrogante y más... franca. Hay algo en sus ojos que me hace dudar, pero no, no puedo permitirlo. —¡No creas que estás ganando! —le grito.
A medida que corremos, me percato de que podría darle la vuelta a esto. En mi mente empiezo a trazar un plan. Si le juego una broma, quizás lo distraiga y pueda ganar esta ronda.
Con cada paso y cada globo reventado, me doy cuenta de que lo que creía que era solo competencia, tal vez tenga matices de amistad. Mi corazón late rápido, pero no solo por la carrera. Esta mezcla de emociones es casi abrumadora. Pero no tengo tiempo para pensar en eso. Solo sé que estoy en una competencia y que estoy decidida a ganar, aunque eso signifique tener que soportar la presencia de Oliver un rato más.
—¡Vamos Layla!— El grito de apoyo por parte de Erika me dio más energía.
«Vamos, Layla, tú puedes hacerlo. No flaquees ahora», me repito mientras corro, casi por inercia. Las risas de los compañeros del festival se convierten en un eco distante, y la música, aunque brillante y festiva, se desliza por fondo. Estoy completamente enfocada en esta competencia.
Al llegar al último obstáculo, miro de reojo a Oliver, quien parece notoriamente concentrado. La verdad es que su determinación me sorprende. Nunca lo había visto así, en una situación que no era de risas a mi costa. El desafío se siente diferente, más como una batalla a muerte que como un simple juego de festival.
Mis piernas están empezando a quejarse, pero no me detendré ahora.
Con un último esfuerzo, atravieso el último globo y lo reviento con un pisotón firme. Me vuelvo a Oliver y le lanzo una sonrisa desafiante, aunque un poco fatigada. —¿Listo para perder?
Él se ríe, pero hay algo en su risa que es diferente. —No tan rápido, Layla. Aún queda la última ronda y soy más persistente que eso.
La última prueba es una especie de carrera de relevos. Necesitaremos confiar el uno en el otro para pasar una pelota de un lado a otro sin dejarla caer. La idea de tener que trabajar en equipo con Oliver me causa un escalofrío en la columna. Sin embargo, lo que no esperaba era que él también pareciera un poco nervioso.
Tomo la pelota y la miro, luego lo miro a él. En sus ojos veo la lucha interna: quiere ganar, pero también parece estar disfrutando el momento. "No lo entenderé nunca", pienso, mientras me concentro en nuestras instrucciones.
—Está bien, tú inicias —digo, con la voz más firme que puedo reunir. Sabía que no debería parpadear, pero lo hice.
Levanto la pelota y la lanzo hacia Oliver con fuerza, midiendo mis movimientos. Logra atraparla, aunque con un ligero tambaleo. Viendo su lucha, giro los ojos, pero es imposible no reír. «No lo puedo creer, el gran Oliver se tambalea con una simple pelota», me digo, disfrutando del momento.
Me lanza la pelota de regreso, y la atrapo con destreza. Moraleja: a veces, las cosas no son lo que parecen. A medida que avanzamos, aunque estamos compitiendo, hay una energía palpable entre nosotros que es nueva y un poco emocionante. Cada vez que se acerca para pasarme la pelota, nuestra conexión parece aumentar, dejando de ser solo rivalidad y parece ser más como una relación amistosa.
Con cada pase me siento más segura, como si estuviera aprendiendo a confiar en él, aun contra mi voluntad. Cuando por fin cruzamos la línea de llegada, los aplausos y gritos de nuestros compañeros se mezclan en mi cabeza. No puedo evitar sonreír.
—¡Hemos ganado! —grita Oliver, y levanta las manos al aire, casi como un niño pequeño celebrando su primer logro deportivo.
A pesar de mis intentos por mantenerme seria, una risa espontánea escapa de mis labios. —No está mal para un par de rivales, ¿verdad?
Él se vuelve hacia mí y su mirada brilla con una mezcla de sorpresa y espíritu competitivo. —Quizás podríamos formar un equipo de vez en cuando. No ha sido tan malo.
—Tienes razón—admití—. No te emociones demasiado, Oliver. Ha sido solo un día. Además, yo ya tengo a mi equipo.
La sonrisa se le transforma en una mueca burlona. —Está bien, Layla. Pero no seas tan rígida. Puede que te sorprendas, después de todo.
Antes de que pueda responderle, el director nos llama. Nos están dando premios. Al recibir la medalla de primer lugar, me siento un poco orgullosa.
—Sonrían a la cámara— pidió Félix.
El flash ilumina el momento y, a pesar de mí misma, siento que una parte de mi resistencia se va desvaneciendo. En lugar de la sonrisa desafiante que esperaba poner, me sorprendo sonriendo con calidez y sinceridad. Tal vez no sea tan mala idea andar con Oliver, al menos un poco más.
—¡Perfecto! —grita Félix, mientras baja la cámara. —Creo que tenemos la foto del día.
—Si, creo que está será la foto que en la portada— comento Erika.
Me acerque a ellos, pero mi mirada quedó fija en la persona que estaba detrás. Con su cabello castaño revuelto como siempre, lleva una chaqueta de color marrón oscuro, con un diseño de botones y dos bolsillos en el pecho, con una camiseta blanca, lo que aporta un contraste ligero y sus pantalones color beige—por que si, algo de lo que le dí cuenta en este tiempo es que su color favorito es el beige—y junto a él estaba Mara. Ambos tenían una extraña mueca en sus cara, hasta que por fin Jack se acercó a nosotros.
La imagen de Jack me golpea como un balde de agua fría. Su mirada es un cruce de sorpresa y algo más que no puedo identificar. Sé que mi risa y la cercanía a Oliver deben haberlo herido de alguna manera, y, justo en ese instante, siento un nudo en el estómago.
—¿Qué es esto? —pregunta, levantando una ceja con ese aire de desafío que a veces me resulta tan molesto.
Intento mantenerme firme, pero la euforia de haber ganado la competencia se apaga rápidamente.
«Oh, genial», pienso. Mientras avanza, la expresión entre sus labios me dice que no está contento. Tuve un pequeño deja vú a cuando ví a Oliver por primera vez y Jack se salió de sus casillas.
A mi lado, Oliver parece casi divertido por la situación, y eso me exaspera aún más.
—Jack, Mara, vinieron —digo, intentando que mi voz suene más despreocupada de lo que realmente me siento—. Pensé que no vendrían, cómo no respondieron a ninguno de mis mensajes.
«¿Por qué estoy nerviosa? No he hecho nada mal»
—Tuvimos un pequeño retraso en casa—, comento Mara.
—¿Pequeño? Se perdieron la mayor parte del festival—. Se metió Erika, mientras guardaba su cámara.
—Y también su trabajo como miembros del club, los tuve que suplantar—, añadió Félix.
—Veamos el lado positivo, al menos vinieron—, todos giramos nuestras cabezas hacia la dirección de donde venía la voz de Grace. Ya no tenía su traje de baño sino que lleva unos shorts y sus camisas unicolor de mangas cortas—. Y aún nos quedan una hora para disfrutar el festival juntos.
La interrupción de Grace aligeró un poco la tensión palpable en el aire. Sin embargo, mi mente continúa girando como un torbellino. Miré a Jack, su expresión estaba clara: confusión, desconfianza y un atisbo de celos. No quería que se sintiera de esta manera, pero la cercanía y el compañerismo que había compartido con Oliver durante la competencia eran innegables por mucho que intentaba negarlo.
—Súper, ¿no? —dije, intentando inyectar un poco de entusiasmo en mi voz—. ¡Todavía podemos disfrutar del resto del festival!
Jack me observó con una mezcla de incredulidad y un ligero rastro de molestia. “¿Qué está pasando aquí?”, parecía preguntar con su mirada. La idea de haber compartido tanto con Oliver en un corto período de tiempo probablemente lo había incomodado. Pero, ¿qué podía hacer? La victoria con Oliver había sido inesperadamente divertida y, por primera vez, me sentía un poco más cómoda a su lado y ya no lo veía—al menos por hoy—como el rubio idiota.
—Entremos a la zona de comida, el olor de las palomitas ya me tiene lista para un festín—continué, con la esperanza de que cambiar de tema aliviaría la incomodidad. Pero Jack permaneció callado, observando a Oliver con desconfianza.
Oliver, como si notara la tensión, se acercó un poco más a mí. —¿Qué tal si hacemos un recorrido por los puestos de comida? Te prometo que no pienso dejar caer nada en el camino —dijo, tratando de desactivar la atmósfera tensa con su humor.
«Olvídenlo, volvió a ser el rubio idiota que solo quiere joderle la existencia a Jack»
Jack lo lanzó una mirada fulminante. No sabía si se trataba de celos o si simplemente estaba listo para entrar en modo protector.
—¿Y a ti quien te está invitando? Hasta donde yo se, tu no formas parte de este grupo—. Lo corto Jack.
La frase cortante de Jack resonó en el aire, y sentí cómo la incomodidad se apoderaba de la situación. Aquella mezcla de celos y desafío en su tono era palpable, y la tensión se podía cortar con un cuchillo. Me giré hacia Oliver, quien aún mantenía su expresión desenfadada, pero noté que su cara se crispó un poco ante el ataque de Jack.
Antes de que Oliver pudiera responder y se desatará una guerra en pleno festival, intervine:
—¿Por qué no se adelantan?— Dije rápidamente mirando a los demás—, Jack y yo los alcanzaremos en unos minutos.
—Esta bien, estaremos en el puesto de palomitas— acepto Grace.
—Genial.
Le eche un vistazo a Oliver pero ya se había ido. Solo quedamos Jack y yo.
—¿Estás celoso, desgraciado?
—¿Yo? ¿Celoso? ¿De Oliver?— Dijo con un tono agrio—. Si, no me gusta verlos así de cerca.
Una sonrisa se dibujo en mis labios ante su declaración, puse mis brazos alrededor de su cuello y pegue mi cuerpo al suyo, sus brazos rodearon mi cintura y inclino su cabeza hacia abajo para verme mejor.
—No debes estar celoso de él—, le aclaré—. Jamás me pasaría por la cabeza estar con él.
—A ti no, pero quién sabe si a él si.
—Lo dudo, desgraciado—, me sujeto más fuerte contra él—. ¿Qué tal si vamos con los demás y buscamos algo para distraernos?
Le aconseje mientras dejaba un beso en sus labios, cuando intenté separarme una de sus manos se poso en mi nuca profundizado el beso dejándome sin aliento. Sus labios dejaron los míos y tomé una pequeña bocada de aire para recobrar el aliento.
—Vamos, loca—dijo para luego soltar mi cintura y tomarme de la mano.
—Si, vamos.
—¿Lo de ir a tu librería favorita y comer hamburguesas después del festival sigue en pie?— Preguntó mientras caminábamos.
—Pensé que lo habías olvidado, desgraciado.
—No, eso no se me podría olvidar, loca.
—En ese caso, si, sigue en pie.
Mientras continuamos nuestro camino hacia la zona de comida, las luces del festival parpadeaban a nuestro alrededor, creando un ambiente festivo lleno de risas y música. A medida que avanzábamos, la tensión que había estado presente momentos atrás debido a Oliver comenzaba a desvanecerse, al menos entre Jack y yo.
Cuando llegamos al puesto de palomitas, los demás ya estaban allí, esperando con sus bolsas recién llenas en las manos. Grace sonreía ampliamente, mientras que Mara, que era menos afortunada en la distribución temporal del aceite en su cara, intentaba limpiarse un poco. Félix parecía disfrutar de la situación, riendo y lanzando pequeñas palomitas al aire.
—¡Por fin! —exclamó Mara al vernos llegar—. Pensé que habían decidido ir, no se, a coger en un salón.
Jack soltó una risa a mi lado, y yo por mi parte sentí como me subían los colores al rostro.
La conversación fluyó alegremente, entre sientas de palomitas y risas. La energía del festival era contagiosa, y pronto todos nos encontramos caminando entre los puestos, disfrutando de la comida y de las pequeñas atracciones. Jack y yo compartíamos miradas cómplices sin que nadie se diera cuenta, un día tan movido como hoy merecía un buen descanso.
[…]
¿Nos extrañaste? Yo se que sí.
¡Feliz año 2025 para todos ustedes!
Espero que lo hayan pasado bien el 31 de diciembre, se que he estado desaparecida pero mi vida dió un giro 360 durante mi desaparición desde la última actualización.
Espero que este cap y los próximos que vienen recompensen todo el tiempo que les he hecho esperar ya que desde ahora los capítulos serán más largos.
Sin más que decir.
Gracias por leer.
Deja tu voto y tu comentario.
Hasta el próximo capítulo.
Besos Gea <3.
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