• 12. Cita Improvisada •

Ya paso la primera semana desde que empecé la escuela.

«¿No les parece irónico que en esa semana ya hice enemigos? »

Todo estaba tranquilo en casa, era fin de semana—para ser exactos sábado— y solo yo estaba en casa caminando hacia la sala, me senté en el sofá y puse mis pies sobre la mesita de roble que estaba al frente, abrí mi libro y comencé a leer. No pasaron ni diez minutos cuando mi teléfono comenzó a sonar, cerré el libro de golpe y tome el teléfono.

—Ni leer dejan—, me queje, mire la pantalla del celular y vi el nombre de Grace, contesté—, hola.

—Hola, Layla—, su voz llena de entusiasmo se escuchó al otro lado de la línea—, ¿Estás ocupada?

—Algo así—. Mire el libro a mi lado.

—Bien, deja de hacer lo que sea que hagas y ven al centro comercial.

—¿Es necesaria mi presencia?—Pregunte si muchos ánimos de salir de mi casa.

—Muy necesaria—contesto con obviedad—, te esperamos.

—Pero yo…—Colgó la llamada.

Despegue el celular de mi oído mientras me levantaba perezosamente del sillón, me dirigí a mi cuarto para comenzar a cambiarme, mi aspecto actual no era muy agradable; llevaba mi pijama de Bob esponja junto con mis pantuflas de ositos y mi cabello estaba amarrado en una descuidada cola de caballo. Mi teléfono volvió a sonar en mi mano, conteste y coloque el teléfono en mi oído.

—Grace, dame veinte minutos y estaré allí—, pedí mientras caminaba hacia mi closet.

—Hola, loca—, saludo desde el otro lado de la línea—, debemos…

Colgué la llamada y aventé el teléfono a la cama.

Otra vez el recuerdo de nuestro beso se hizo presente en mente, había conseguido ignorar el simple hecho de que sus labios estuvieron contra los míos pero era casi imposible ignorar al desgraciado que sin importar que haga el siempre estará presente de cualquier manera y eso es frustrante porque es mas complicado olvidar lo que pasó. El sonido de mi teléfono me saco de mis pensamientos, me acerque un poco a la cama para ver la el nombre de la persona que estaba llamando.

«Desgraciado»

Tome el teléfono entre mis manos tratando de contestar la llamada pero cada vez que lo intentaba me arrepentía y no lograba hacer nada, ya había dejado de sonar pero seguí mirando la pantalla observando su contacto. Apegue el teléfono negando mentalmente para alejar ciertos pensamientos y lo dejo nuevamente sobre la cama mientras alejaba cualquier pensamiento que tuviera que ver con él, me volví hacia mi closet y me concentre en elegir una ropa para poder ir al centro comercial.

[…]

Estaba a unas cuantas cuadras del centro comercial donde se encontraban Grace y las demás, mi teléfono sonaba por culpa de los mensajes que dejaban a cada segundo. Mire el semáforo que marcaba en verde, me detuve en la cera esperando que los autos se detuvieran, hasta que por fin lo hicieron pero no logré poner un pie en la calle cuando un auto me cortó el paso haciéndome retroceder.

«Si quieres atropéllame de una vez»

Trate de rodear el auto pero me lo impidió, la ventanilla del conductor comenzó a bajar lentamente; la figura de un chico con unos lentes de sol junto con su cabello rubio peinado hacia atrás con unos mechones sueltos apareció en el puesto de piloto.

—Pero que linda sorpresa encontrarte por aquí—, bajo sus lentes hasta el dorso de su nariz para mírame de arriba a bajo—, ¿Te llevo?

—¿Te conozco?—Me atreví a preguntar.

—No, pero sinos hemos visto—, esbozo una sonrisa—. Soy Oliver.

«Que maravilla, acabo de encontrarme con la razón por la cual di mi primer beso que está frente a mi cómo si nada»

—Oliver que inesperado encuentro—, replique cruzándome de brazos— pero si me disculpas debo irme, me están esperando.

Mira ambos lados de la calle y cruce hacia la otra cera ignorando la bocina del auto de Oliver a mis espaldas que trataba de llamar mi atención pero seguí caminando. El auto se posicionó a mi lado teniendo el mismo ritmo de mi caminar, lo mire de reojo; la ventanilla del copiloto estaba abajo dándole visibilidad a Oliver que alternaba su mirada hacia la carretera frente a él y luego la regresaba hacia mí.

—Puedo llevarte—, sugirió.

—No hace falta—zanje.

—¿De verdad prefieres caminar antes que subir a mi auto?

—Podrías secuestrarme.

—¿Y por qué crees eso?— El auto se detuvo en un semáforo.

—No lo sé, solo es intuición.

La puerta del copiloto se abrió.

—Súbete—, ordenó Oliver—. No te voy a secuestrar.

Mire el asiento vacío del copiloto con desconfianza.

—¿Me dejaras en paz si me subo?

—Lo prometo—, acepto—,ni siquiera hablaré en todo el recorrido.

Me acerque al Volvo y me subí en el asiento de copiloto cerrando la puerta, el auto tomo una velocidad regular—pero más rápida—a la que tenía hace un rato. Me removí en mi asiento mientras retorcía mis manos, no era muy cómodo estar en un sitio pequeño con un chico que desconocías pero era esto, o, que me siguiera hasta el centro comercial como un acosador.

—¿Cual es tu destino?

—El centro comercial.

—¿Qué tal las cosas con Jack?— Preguntó.

—Dijiste que no hablarías—, lo corte—. No me apetece hablar contigo sobre mis asuntos personales con él.

—Solo quiero saber que tal está su relación.

—Eso no es de tu incumbencia—, lo mire con el ceño fruncido.—No debo responder ninguna de tus preguntas, no es mi obligación.

—Pero si fuera el idiota de tu novio estarías encantada de hacerlo.

—Si te ofreciste a llevarme para tener algún tipo de relación amistosa conmigo déjame decirte que no estoy interesada—, sus manos tomaron con más fuerza el volante—. Y si tratas de acercarte a mi para llegar de alguna forma a Jack lamento mucho decirte que no va a funcionar.

El auto se detuvo frente a la gran edificación llena de gente con sus compras caminando de una lado a otro por la entrada y el estacionamiento del lugar, abrí la puerta dispuesta a dejar la pequeña conversación.

—¿Cómo estás tan segura de que quiero llegar a Jack?— Su voz gélida me hizo detenerme—, tal vez solo quiero ser tu amigo.

—Ambos sabemos que tengo razón, ya lo intentaste una vez con Mara pero no resultó como querías—, baje del auto—. Pero la verdadera pregunta es, ¿Qué ganas tu con poder llegar a Jack?

Cerré la puerta del auto, no esperaba recibir una respuesta de su parte, solo me di la vuelta y comencé a caminar hacia las inmensas puertas del centro comercial donde en algún lado se encontraban las chicas del club. Tome mi teléfono y marque el número de Grace; los tonos comenzaron a sonar uno tras otro cuando al tercero por fin atendió.

—Bueno.

—Ya llegué—, le informe, cruce las puertas de la entrada y el frío aire que expulsaban los aires acondicionados golpeó mi rostro—, ¿Dónde estás?

—Estoy en una tienda de ropa—, un ruido extraño se escuchó al otro lado de la línea—, ¿sabes dónde está el feria de comida?

—No tengo ni la menor idea.

—Hay un montón de carteles por todo el centro que te señalan dónde está cada lugar, síguelos, te veremos allí.

—Bien.

Colgué la llamada.

Mire a mi alrededor en busca de los carteles que Grace había dicho; en la parte superior del centro comercial guindaban unos cuantos letreros con nombres de cada extensión del lugar. Pero lo malo es que soy pésima para tomar indicaciones así que yo voy con el simple hecho de que el Todopoderoso me va a guiar y no me voy a perder en este centro comercial.

Comencé a caminar en busca de la feria de comida.

Jack

¿Hice algo malo?

Esa pregunta rodaba por mi mente cada segundo, desde que empezaba el día hasta que iba a dormir, ella me evita; no responde mis llamadas, ni los mensajes, solo me ignora. No hablo conmigo los dos días que pasaron luego de que nos besamos a causa de mi impulso por culpa de mi molestia.

Despegue mi frente del volante de mi auto para mirar el gran establecimiento que se encontraba a unos metros de mi, Mara me llamo para que viniera ayudarla con unas compras que estaba haciendo y por más excusas y protestas que le puse no pude salvarme de pasar una tarde de compras con mi gemela; porque Mara Anders siempre consigue lo que quiere y si deseaba que su hermano la acompañará eso iba a pasar.

No podía hacer mucho, sería muy inmoral de mi parte; ella siempre me acompaña a casi todas partes desde que éramos pequeños, así que yo debía ser igual en ese aspecto. Tome mi teléfono de la guantera y lo guarde en el bolsillo de mi suéter al igual que mi billetera, abrí la puerta y baje del auto para caminar hacia las puertas de entrada.

Traspase el gran umbral del centro comercial, Mara había dicho que la encontrará en la feria de comida en dónde estaría con Grace y Erika para comenzar—o al menos así me dijo por la llamada—su tarde de compras y en la cual necesitaban la opinión de un hombre, ¿Para que? Ni idea.
Caminé por el inmenso pasillo lleno de personas que se movían de un lado a otro con sus bolsas, mire las vitrinas de las tiendas por las cuales pasaba sin mucho interés, llevaba años de mi vida viendo las mismas cosas una y otra vez cada que venía así que nada de lo que hay llama mi atención.

Mire la tienda de Adidas que estaba a mi lado, el gran cristal que estaba frente a mi separaba la tienda del exterior, solo dejaba ver los zapatos y algunas camisas de la marca pero yo no miraba nada de eso. Aquel cristal frente a mi reflejaba la pequeña librería que estaba a mis espaldas dejando ver a la chica que me a estado evitando tomar un libro del estante, su cabello negro que caía en ambos lados de su cara le cubría un poco el rostro pero no hay duda, era nada más ni nada menos que la loca pervertida que me había dado una bofetada cuando nos conocimos.

Debatiéndome mentalmente si acercarme o quedarme en mi lugar ya estaba caminando hacia la entrada de la librería, sin ningún tipo de plan para una conversación solo estoy confiando plenamente en que encontraré la manera para no ser un desgraciado como ella me llamaba.

El olor a libros nuevos mezclados con una esencia de a vainilla inundó mi nariz, caminé por los estantes de manera silenciosa, no me veía, estaba en su mundo lleno de personajes literarios. Me coloque a sus espaldas a una distancia prudente pero a pesar de todo su perfume de naranja llegó a mi.

—¿Encontraste tu nuevo escondite?—Pregunte cerniéndome sobre ella—, ¿Te vas a ocultar aquí cada vez que quieras?

Se dio la vuelta dejando su rostro a unos centímetros del mío, sus ojos azules me veían como si fuera un fantasma que estaba acechándola y su cara se puso más pálida de lo que ya era.

—¿Por qué debería ocultarme?—Repuso.

—Para evitarme, ya que eso es lo que te estás proponiendo desde hace unos días.

—No te estoy evitando—, se dio la vuelta para mirar otra vez la estantería—, solo…quiero darte espacio.

—No quiero que me des espacio.

—Esta bien—acepto—, yo si lo quiero.

—¿Es por lo que pasó?—Su mano se detuvo antes de tomar el siguiente libro.

—No se a que te refieres.

—No te hagas la desentendida—, saco el libro de la estantería.

—¿Podemos hacer de cuentas que eso nunca pasó?—Se dio la vuelta para mirarme; sus mejillas estaban de un color carmesí que resaltaba notoriamente su rostro a kilómetros de distancia—. No quiero tocar ese tema.

Fuiste mi primer beso…

Recordé esas simples palabras que hicieron que mi mundo se detuviera por unos segundos, nunca espere que ser el primer beso de una persona, mucho menos si era con la persona que se suponía que tengo una relación. Había pensado miles de veces que ella ya estuvo en relaciones amorosas con alguien más pero por alguna razón sentí una satisfacción demasiado grande al saber que yo era el primero.

—¿Por qué sonríes así?—Interrogo aquella loca de cabello negro que hacía mis días más interesantes.

—Por nada, sino quieres hablar de lo que pasó está bien pero no significa que lo voy a olvidar, ¿Por qué me evitas?

—Es raro.

—¿Por qué?— La mire confuso.

—Me besaste de la nada, y creo que fue precipitado, por lo menos invítame a salir a una cita o un café antes de hacerlo—, se cruzó de brazos.

Era un punto válido que se podría arreglar.

—Salgamos de aquí.

—¿Qué?— Pregunta confundida.

—Te voy a mostrar un lugar—, la tomo del brazo guiándola a la salida—. Estoy muy seguro que no has ido a la zona de juegos de este centro comercial.

—En realidad se supone que debería estar en otro lugar pero me perdí en el proceso y terminé dentro de la librería.

Caminamos por el pasillo en dirección a el salón de juegos.

—¿Se puede saber a dónde te dirigías antes de perderte?

—A la feria de comida, pero luego me llegó un mensaje de Grace diciendo que se habían ido.

Fruncí el ceño, así que ella también iba a la feria, ahora todo tiene más sentido; mi hermana se había dado cuenta de la distancia que se estableció entre nosotros y decidió—como siempre—tomar el asunto en sus manos, y lo mejor que se le ocurrió para no levantar tanta sospechas fue traernos a ambos aquí, mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo, lo tome y vi la bandeja de mensajes.

“Disfruta tu tarde, en casa me agradeces”

—¿Todo bien?

—Si—dije, guarde nuevamente mi teléfono y la mire—, espero que sepas bailar.

—¿Bailar?—Arrugo la nariz—, soy dos pies izquierdos.

—Eso se puede solucionar.

Entramos en el Arcade, tanto adolecentes como niños se movían de un lado a otro probando los diferentes juegos que habían, las luces de colores del local lo hacían parecer un mundo completamente diferente al exterior. Caminamos hasta la caja, pague para que nos dieran varias monedas para usarlas en los juegos.

—Vamos a jugar mi juego favorito.

—¿Implica bailar?

—Sabes que si—declare.

Coloque una moneda para jugar Dance Dance Revolution me subí en la pequeña tarima del juego, le hice una seña con la cabeza para que subiera.

—¿Por qué estás haciendo esto?—Pregunto mientras se colocaba en su lugar.

—Dijiste que por lo menos te invitará a una cita—, elijo la canción— y eso es justo lo que vamos a tener.

—¿Una cita Improvisada?

—La mejor cita improvisada que tendrás en tu vida—, corregí dándole una de mis mejores sonrisas.

—Eso lo decidiré yo—, sentenció, miro la pantalla frente a nosotros.

—Me parece bien.

La música comenzó a sonar y comenzamos a bailar según lo que mostraban las flechas, la velocidad del juego aumentaba conforme nuestros movimientos, al final por más que lo intente ella termino ganado.

—¿No habías dicho que eras dos pies izquierdos?— Me apoye de la barra recuperando el aliento.

—Lo soy, solo que quería ganarte—, dijo bajando de la tarima—, yo elijo el siguiente juego.

Nuestra tarde se baso en juegos y risas escandalosas, las monedas ya se nos habían acabado, decidimos comprar unos helados para continuar con nuestra tarde.

—¿En serio te gusta?— Pregunté mientras comía de mi helado de fresa.

—Si, desde que era niña—, me quito de las manos el peluche de Bob Esponja que había ganado en una de las máquinas.

—¿Ahora será nuestro hijo de peluche?

—¿Nuestro?—Enarco una ceja—, seré su madre soltera.

—Pero yo lo gané—, replique.

—Y me lo regalaste, así que soy su madre soltera.

—Eso es injusto.

—Nada en la vida es justo—, abrazo el peluche mientras comía de su helado—, me divertí mucho.

—Yo igual—admití.

—Tratare de no evitarte tanto.

—Eso espero—, salimos del centro comercial—, te llevaré a casa.

—Gracias por la mejor cita improvisada, desgraciado.

—Cuando quieras, loca.

[…]

Traspase la puerta de mi casa con cansancio pero ni siquiera pude subir a mi cuarto cuando Mara me arrastró—literalmente—a la cocina haciendo que me sentará en uno de los taburetes de la isla.

—¿Cómo te fue?—Interroga con entusiasmo.

—Bien aunque estoy agotado—, trate de levantarme pero me volvió a sentar.

—Entonces nuestro plan si funcionó.

—¿Nuestro?

—Yo tuve la idea aunque no estaba segura de ejecutarla pero Grace y Erika decidieron ayudarme—, explico con rapidez—, sentimos la pequeña distancia que estaba tomando Layla y bueno ya sabes un poco de ayuda no le viene mal a nadie.

—Yo tengo una pregunta para ti, patito—, Mara me miró con una sonrisa, no siempre la llamaba por su apodo—, ¿Por qué quisiste ayudarme?

—Cosas de hermanos.

—¿Solo eso?—Cuestiono no muy convencido.

—Tal vez—, me miró—, la miras diferente, no le das esa típica mirada llena de indiferencia como a las demás.

—¿De verdad?

En una parte tenía razón, con Layla actuaba diferente pero solo porque quería que fuera mi amiga y poder lograr lo que me había propuesto desde que la conocí: Enamorarla.

—Pero Jack—, Mara puso su mano sobre la mía—, tu la miras como en algún momento mirabas a Verónica.

Un sabor amargo se instalo en mi boca con tan solo la mención de su nombre. Baje la mirada.

—Ten cuidado, Jack— aconsejo Mara—, se nota que Layla es una buena chica, no la cagues en la primera oportunidad que den.

—No lo haré.

Planto un beso en mi sien para salir de la cocina y dejarme solo con mis pensamientos.

[...]

Buenas gente bonita, ¿Cómo están?

Por aquí les dejo el capítulo 12 de esta linda historia pero les quiero comunicar que apartir de hoy las actualizaciones se realizarán cada sábado.

Y se me había olvidado colocar en el capítulo que de verdad muchas gracias por las 2k.

Ahora sí, preguntas:

¿Que les pareció la interacción que tuvieron Layla y Jack?

¿Oliver causará problemas?

¿Verónica le hizo algo a Jack?

Eso lo vamos a saber en los próximos capitulos del Club Del Periódico.

Gracias por leer.

Deja tu voto si te gusto.

Besos Gea <3

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