Capítulo III
En ese instante. Carlos se dirigió a los presentes y dijo:
—¡Buenas Noches! daremos inicio a la ronda de historias en conmemoración al día de los fieles difuntos. Ya todos me conocen. Soy el presidente y el anfitrión de este evento fantasmal. Al igual que en otras oportunidades, ustedes conocen la dinámica de este encuentro. Es indispensable que cumplan las normas a pie de la letra para un mejor desarrollo y la participación de todos ustedes. Esta vez seré el último en contar la historia y en apagar la vela del misterio.
Todos escucharon con atención las palabras del chico cuya voz sombría le congeló el alma del pobre Miguel. Según sus palabras todos estarían bajo el influjo del círculo protector así evitarían que cualquier espectro presente en la casa de alguna manera tomase posesión de los chicos lo que seria un verdadero problema. Sin embargo el círculo también era una manera de transmitir un poder especial a cada relato según Carlos para hacerlo mas vivido al cerrar los ojos y visualizar la historia.
Miguel estaba seguro que ese rito ocultaba algo muy malo para todos ellos solo que no sabía como probarlo y por más que pudo no logró la fuerza para abandonar el lugar. Era como si estuviera anclado en un enorme bloque de concreto. Su mente esta lucida, pero su cuerpo no le obedecía. Mientras en el ambiente una serie de figuras siniestras se habían posado en las afueras de la casa. Fuerzas oscuras que solo traerían desgracias a aquellos chicos sin saberlos. Lejos estaban de saber que aquel ritual de protección era en realidad un conjuro de invocación lleno de maldad en busca de almas incautas y desprevenidas y de esa manera robar la esencia de sus vidas.
Por espacio de algunos minutos Carlos continuo hablando respondiendo a algunas inquietudes de los jóvenes en su mayoría estaban ansiosos por comenzar. En un abrir y cerrar de ojos el ambiente se tornó frio. Las cortinas se levantaban como abanicos al viento con una fuerza descomunal. Federico quiso ser el primero en abrir la ronda, pero una chica de nombre Mónica fue al fin la primera en entrar al círculo y la primera en recibir la herida para dejar su sangre en la vasija de barro.
—Hola a todos y feliz noche de los muertos —dijo la chica, cuyos ojos negros se veían intenso a la luz de las velas—. Soy Mónica. Como miembro principal del club tengo el honor de ser la primera y de narrarle una historia de muerte que estoy segura que los hará temblar. Mi historia se titula así: La Mirada vacía en la mansión de la muerte.
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