Capítulo 53 + Aviso importante ❤️
AVISO IMPORTANTE 1: Este capítulo tiene algunas notas. La idea original era subirlas en gráficos, pero después pensé que para los que leen sin conexión o su internet es un poco lento (identificada) podría ser complicado leerlas, así que decidí mantenerlas en negritas. Con el poder de la imaginación visualicémoslas como notas en papel. Los quiero mucho. Espero les guste este capítulo. No olviden comentar si les gusta ❤️.
Hay una sorpresa al final ❤️.
El fin de semana de mi madre comenzó el sábado por la mañana, con la promesa de estar de nuevo en Monterrey el lunes temprano. Estaba tan emocionada cuando se despidió de mí que casi le pedí me dejara acompañarla. Mi madrina lo entendería o también estaba la opción de bloquearla. Sin embargo, si alguien conocía mejor que nadie mis ideas, y me ganaba en astucia, era esa mujer. Así que adelantando mis trucos apareció a las siete de la mañana para asegurarse nadie intentara robar su lugar.
Con un mensaje tan claro no me quedó de otro que ser optimista y recordarme que al menos podría pasar con Pao toda la tarde. Lamentablemente tras unas horas juntos el plan ya no me estaba resultando tan divertido.
Bostecé revisando por millonésima vez mi inicio en Facebook sin hallar ninguna novedad, ¿dónde están los creadores de memes cuando uno los necesita? Un poco cansado de releer por millonésima vez la promoción de pizza que aparecía al inicio apagué la pantalla y coloqué el aparato en el buro, al costado de mi cama, antes de deslizarme por la sábana hasta recostarme del todo.
Suspiré, clavando mi mirada en el techo. Le di un vistazo a Pao que estaba concentrada en la pantalla. Sus ojos se movían deprisa, pero no tanto como sus dedos presionando el teclado. Me di tiempo de estudiarla a detalle. Esa tarde llevaba el cabello en ondas rozando sus hombros, un top blanco fruncido con tirantes que le llegaba al borde de la cintura y su falda rosa donde reposaba su laptop. No mentía cuando decía que podía mirarla toda la vida, pero no entendía por qué Pao se había puesto tan guapa si su plan se reducía a pasar el fin de semana frente al computador.
—Estoy aburrido —solté al aire, sin contenerme.
Pao soltó una risita al escuchar mi protesta. Dejó sus correos de lado un momento para estudiarme con una sonrisa. No sabía cómo podía lucir tan animada si no había parado de trabajar. De solo verla hasta me cansé.
—Ya voy a terminar, dame media hora —aseguró.
No le creí nada.
—Eso dijiste hace dos horas —protesté.
Ella soltó una risa culpable.
Cuando invité a Pao a salir esa noche me dijo que debía pulir los detalles de su relato. Así que me pareció un buen plan proponerme trabajara en casa y después cenáramos juntos. Aceptó encantada. Llegó temprano con su laptop y sus apuntes, luchando con sus nervios pues era la primera vez que enviaría algo a una editorial. Y resultaba normal demorara revisando cada línea, el lío estaba en que tras dos horas no parecía haber un gran avance.
Pao torció los labios, pensando en una solución. Chasqueó los dedos. Tomó la libreta que estaba a su lado, abanicó las hojas hasta dar con la última donde esparció sin orden unos números. No entendí qué pretendía.
—Une los puntos —me puso una tarea de niño de cinco años cuando me la entregó.
Fruncí las cejas. Definitivamente no era lo que esperaba.
—No estoy en preescolar, Pao —alegué.
Ella lo pensó, me dio la razón antes de regresar su vista al papel para agregar pares hasta el veinte. Ahora sí lució satisfecha. Ja. Ja. Ja. A eso no me refería. De todos modos, tomé el bolígrafo para demostrarle era un juego de niños. Sin embargo, fruncí las cejas cuando me fue imposible pasar del tercero.
—Esto es muy difícil —mencioné tras un rato analizando todas las posibilidades—. Seguro es una indirecta porque vas a tardar dos horas más.
Pao se encogió de hombros, disimulando una sonrisita traviesa.
—Posiblemente —admitió.
—Eres malvada, Pao —la acusé.
—Ajá —murmuró sin prestarme atención, volviendo a concentrarse en su relato.
La había perdido, siempre que tomaba un libro o escribía se desconectaba del mundo.
—Tengo que buscar en que entretenerme —dicté decidido. No podía esperar toda la noche sin hacer nada. Eso me pasa por adelantar al trabajo.
—Ajá.
—Podría ver algo en Youtube —me dije.
—Sipi.
—Pero eso me daría sueño —admití. No quería quedarme dormido sin cenar—. También está la opción de leer algo —opté un plan mucho más provechoso.
—Buena idea —me felicitó.
—Lo malo es que me daría el doble de sueño —reconocí, riéndome. Pao negó con una sonrisa. Volví la vista a los puntos, golpeando con la pluma el papel haciendo una extraña melodía. Nada. No había mucho a mi alcance, a excepción de una cosa. Mi curiosidad se avivó—. Oye, ¿me dejas ver tus apuntes? —le pregunté de repente, a sabiendas se negaría, pero sin perder la esperanza. Después de todo era una libreta de notas, no su diario, ni sus libros.
—Bien.
Casi me dio un infarto en ese momento.
—¿Lo dices en serio? —pregunté incrédulo.
Pao en verdad deseaba deshacerse de mí.
—Sí —repitió.
—¿No estás bromeando? —me aseguré.
—Solo en silencio, por favor —me pidió sin despegar la vista de la pantalla—. Estoy cerca del final —celebró. Una enorme e incrédula sonrisa se dibujó en mi rostro. Tenía la sensación que así fuera puras notas rutinarias sería lo más emocionante que leería en mi vida.
—Claro. Muchas gracias. Te prometo estar callado —aseguré.
Pao pareció quedarse satisfecha con mi compromiso.
Contento hojeé la libreta que estaba llena de dibujos y garabatos hasta llegar a la primera hoja. Reconocí la letra de Pao, aunque un poco menos delicada. Su narración estaba llena de dibujos y tenía fecha de hace más de cuatro años atrás.
Hoy mamá me regaló una libreta para mis apuntes. Creo que se cansó de verme garabatear en todas partes cada que se me ocurre una idea. ¡Y ahora estoy aquí! ♥️ Es perfecta, entra en todas partes y tiene un conejo en la pasta. ¡Un conejo! A partir de ahora la usaré todo el tiempo. Planes para ser escritora allá vamos.
En la hoja que le seguía estaba un aviso que me desconcertó un poco:
Joel le declara su amor a Cinthia, pero lamentablemente camino a casa un automóvil lo embiste y muere. El final es trágico.
Pasé la mirada de las letras a ella, que ignorando mi asombro, pintó un mohín adorable mientras releía algo en voz baja. Dios, quién diría que detrás de ese rostro angelical se hallaría una persona tan cruel. Las apariencias engañan. Debajo había un comentario, asumí por el cambio de tinta que fue escrito en un momento distinto.
Aurora leyó mi relato. Dice que la ha gustado tanto que lloró con la muerte de Joel. No sé si fue verdad o intentaba hacerme sentir bien, pero la que casi acabó llorando fui yo. Me emociona pensar que puedo hacer sentir algo así de fuerte a alguien 😃.
En las siguientes había un par de listas marcadas.
Aurora ha insistido tanto que voy a intentarlo.
☑️Investigar qué es Wattpad.
☑️Crearme una cuenta.
☑️Subir mi relato.
☑️Conseguir un lector.
Nota: ¡No puedo creerlo! Estoy tan emocionada. ¡Hoy alguien leyó mi relato! No sé cómo se llama, tampoco si le gustó, pero cuando revisé las visualizaciones ya tenía más de dos ♥️😄. No me lo creo, una persona en el mundo me leyó. Estaba tan feliz que para celebrar compré helado.
❎Conseguir un lector.
Falsa alarma. Acabo de descubrir que también se marcan mis lecturas, así que ese par no he sido otra más que yo 😢. No sé si esto tiene sentido.
Había muchos más rayones en las siguientes hojas. No sabía que a Pao le gustara dibujar, pero todas estaban repletas de corazones, conejos, letras en cursiva y estrellas. Creo que pasaba gran parte del día aburrida. También había registro de títulos de libros marcados con calificaciones, número de hojas y autores. Revisando el reencuentro llegué a la conclusión que era demasiado gentil con sus críticas.
NOTA IMPORTANTE: Una persona leyó mi relato. Aurora le hizo publicidad en internet y consiguió llamara un poco la atención. La amo ♥️. Esta vez hasta comentó qué le gustaba y aseguró se identificó con los sentimientos de la protagonista. Me pidió siguiera escribiendo y mostrando que siempre hay que seguir adelante. Estaba tan emocionada que respondí esas dos líneas con un testamento, me sentí un poco infantil, pero no pude evitarlo. Esto significa tanto para mí. No sé, quizás mamá tiene razón y algún día pueda tocar el corazón de alguien, así sea con algo tan simple. Mejor día del mundo.
Sonreí, sonaba a algo que Pao diría. Encontré listas de capítulos de distintas historias románticas, tal parecía que decidió dejar el lado sanguinario y centrarse en los finales felices y tradicionales porque la mayoría terminaban en boda e hijos. Después de un rato entretenido en sus escaletas hallé una aclaración peculiar.
HECHO PARA USAR EN EL FUTURO: Él la defiende de un cliente que le gritó solo porque derramó un poco de café sobre su periódico. Está a punto de llorar. Él sigue murmurando cosas horribles mientras ella limpia la mesa con torpeza por los nervios. Entonces, su compañero, interviene. Eso me pasó. ¡Sí, estoy trabajando desde hace dos semanas! Papá me dio permiso después de pedírselo durante un mes. Es cerca de casa y conoce al dueño, así que no fue difícil. Voy después de la escuela. La primera semana me acompañó mamá, pero ahora tomo sola el autobús. Me gusta, venden comida rica y el horario no es demasiado exigen. Lo único malo son los clientes. Hay algunas detestables, por ejemplo, el de hoy. El chico que lo detuvo se llama Pedro. Discutieron, me asusté un poco, por suerte fueron apenas un par de alegatos antes de que tomara sus cosas y se marchara de mala gana. Pienso que en el libro quedaría bien un abrazo de apoyo (claro que a mí no me pasó algo tan romántico). Él se limitó a decirme que no me angustiara, que eran gajes del oficio. Tampoco esperaba más, es un poco callado y reservado, pero creo que tiene un buen corazón. Me agrada...
Pinté una mueca incómoda antes de pasar hoja rápido porque no quería leer algo muy personal. Además, tampoco es que me muriera por conocer el flechazo de Pao con el chico de la cafetería. Y pensar que durante un tiempo la animé a estar con él, no sé qué demonios estaba pensando. No lo hacía. Para no encontrarme con su historia pasé rápido las páginas hasta toparme con algo que despertó mi atención. Fruncí las cejas extrañado.
El Club de los cobardes.
He estado pensando que conocer distintas formas de pensar me ayudará a darle matices a mis personajes. Así que decidí descargar una aplicación donde personas se reúnen a hablar. Estoy nerviosa, pero intento animarme con que si las cosas se ponen raras es fácil desconectarme en cualquier momento. Sé que puede ser peligroso involucrarse con extraños en internet, pero solo quiero probar. No sé, quizás entre tantos corazones rotos encuentre alguna vivencia en la cual inspirarme.
Anotaciones para futuros personajes: Es casi mágica la manera en que cambia una persona ante tus ojos cuando te encuentras con ella cara a cara.
❎Venado. Para mi mala suerte, no asistió.
☑️Alba es guapísima. GUAPÍSIMA. Incluso esta noche que acababa de salir de su trabajo lucía increíble con ese par de ojos azules y su cabellera rojiza. Podría ser modelo si se lo propusiera, pero me temo que no es algo que le llame la atención.
☑️Mimi, que es Miriam, es la chica más elegante del mundo. Además, tiene buen gusto para vestir, que la hacen resaltar como una auténtica mujer de negocios.
☑️Tía Rosy es tal como la imaginé. Explosiva, ocurrente y usa unas camisas de lo más graciosas. La gente no podía apartar la mirada de ella.
☑️El extranjero, su verdadero nombre es Álvaro, es un hombre formal, correcto, respetuoso y, sin duda alguna, cuando toma confianza es mucho más agradable en persona.
☑️Arturo. Él no es parte del club, más bien se trata del compañero de Miriam, pero apareció en el boliche. Es un chico de lo más adorable, torpe, pero con buenas intenciones. Es raro, pero me dio ternura.
☑️ RayoMqueen, su nombre real Emiliano, es tan lindo. Dios, sé que eso es superficial, pero es que tiene una sonrisa de conquistador que logró ponerme nerviosa. En verdad fue una pésima suerte nos tocara juntos en el juego, está mas claro que me ganó en todos los sentidos. Me la pasé diciendo tonterías infantiles, rehuyendo de su mirada y ni siquiera fui capaz de lanzar la bola. Él se rio de mis tropiezos, fingió no pasó nada, pero apuesto que debió pensar soy la chica más tonta del mundo. Da igual, lo importante es que parece simpático.
Fruncí las cejas extrañado. No recordaba eso, a decir verdad no me acordaba de casi nada de la noche de boliche. Intenté hacer memoria sobre Pao. Sí, tenía un leve recuerdo de ella esa noche, le gané por una amplia diferencia. Esforzándome un poco más la visualicé sonrojándose por cada cosa que decía, pero imaginé que se trataba de una reacción acorde a su personalidad. ¿Qué pensé cuando la vi llegar? Que era demasiado joven y tierna para tener el corazón roto.
Supongo que Pao dejó en el olvido la idea de escribir del club, lo cual fue muy acertado, porque tras unas páginas había información de una nueva novela. No había muchos datos, solo párrafos tachados e ideas expuestas en corazones, hasta que di con un título peculiar.
Diario de Paulina (Borradores-pasar en limpio)
Emilio defendió a Mayra:
Emilio se puso de lado de Mayra en el grupo, creo que la quiere. Es un buen amigo ♥️.
¡Todo está arreglado! ♥️
Mayra y Armando hicieron las paces y ahora están saliendo. Son lo más adorable del mundo juntos. Se reconciliaron en una fiesta que organizó Alma en la casa de Armando, fueron todos excepto ella. Fue muy divertida. También estuvo Emilio. Creo que jamás había hablado tanto con alguien en mi vida. Es que él no solo es guapo, sino increíblemente divertido, siempre está haciéndome reír. Aunque también debo reconocer que un poco atrevido, me toma de la mano, me acaricia el brazo o apoya su cabeza en mi hombro, lo hace sin darse cuenta, pero cada que sucede siento un cosquilleo en el estómago extraño. No sé por qué. Creo que es porque nunca un chico se acercó tanto a mí, bueno, al menos ninguno como él.
¡Dijo que le gusta mi nariz! Lo sé, es súper raro. Bien, no dijo que le gusta mi nariz exactamente, más bien dijo que mi nariz le daba un aspecto tierno a mi cara, pero creo que fue una clase de cumplido. Nadie antes me había dado un halago tan lindo. Ahora no puedo dejar de mirarla cada que me veo en el espejo. Creo que empezaré a animarme, tal vez encuentre a alguien que pase por alto que mi cuerpo no tenga tantas curvas y le guste mi nariz. Aunque dudo que eso sea sencillo. De todos modos, estoy feliz ♥️.
Mayra organizó una cena en su departamento. Yo escogí uno de mis vestidos favoritos, y me arreglé el cabello con un lazo blanco que compré el domingo cuando visitamos a mi abuela ♥️😄. En realidad, no había una razón para esmerarme tanto, o al menos no lo sabía, hasta que sentada en el sofá note que él llegó. Entonces descubrí que en verdad quería que me viera y descubrí el por qué. Él no dijo nada, me saludó como al resto y se reincorporó a la charla. Me sentí tan tonta por imaginar él lanzaría un comentario hacia mí. Empecé a cuestionarme por qué lo haría. Así que, usando la lógica, me resigné a no conseguir nada más, pero cuando nos sentamos a cenar sucedió algo inesperado, me preguntó por qué me había puesto tan guapa. Guapa fue la palabra que usó. Me emocioné tanto que tuve que hacer un esfuerzo para no atragantarme con la comida durante la cena. Estaba un poco decaído, creo que las cosas con la chica que le gusta no van bien, le ofrecí escucharlo si lo hacía sentir mejor. Se negó, pero me dio una sonrisa que me es imposible borrar de mi cabeza.
Me he cortado el cabello hasta el hombro, creo que me da un aire más adulto. ¡Estoy muy contenta con el resultado! Además esta noche me decidí por un vestido negro con un lazo que se ajusta a la cintura, me encantan estos diseños. Todos halagaron mi cambio, son tan dulces, y él se limitó a apoyarlos con una sonrisa. No hubo más, ni lo esperé, hasta que ambos nos quedamos solo. Chifló diciendo que me favorecía y luego mencionó que parecía una muñequita de porcelana. Le he preguntado si eso era un halago y respondió que era imposible que algo que naciera para mí no lo fuera. Juro que me he sonrojado de pies a cabeza cuando me sonrió. Sí, sé que soy patética, pero... Me gusta, me gusta mucho.
He llorado toda la noche. Cuando ayer nos invitaron a una reunión no podía dejar de pensar qué me pondría y qué le diría. Tenía tantas ideas en mi cabeza, estaba tan feliz, pero la realidad me golpeó de vuelta con tanta fuerza que me sentí estúpida. Él se la pasó hablando de la chica que le gusta. En verdad le gusta, lo vi en su mirada, habla de ella como si fuera la mujer más bella del mundo y sus ojos brillan cuando pronuncia su nombre. Está más que claro que ni siquiera notó estaba ahí. ¿Por qué lo haría? ¿Cómo pude ser tan tonta ilusionándome?
Plan para desenamorarme.
Ese es el nombre que le había puesto a mi estrategia. Admito que no deseaba acudir a la cena, pero no quería perder tiempo con mis amigos por ese error. Además, me ayudaría. Me propuse no hablar con él en toda la noche. Pero todo salió mal, literalmente. Camino al departamento de Mayra me atrapó un aguacero que me empapó de pies a cabeza. Viendo mi reflejo en el elevador, hecha un desastre, pensé que lo mejor era volver a casa. Lo confirmé por la cara horrorizada de Mayra apenas abrió la puerta, y como si las cosas no pudiera empeorar quise morirme cuando noté él ya estaba adentro. Mayra fue muy dulce, me prestó una toalla para secarme y yo estaba a punto de ponerme a llorar con ella, porque tiene una energía de lo más maternal que te hace sentir confiada, cuando la llamaron al teléfono. No pude creerlo.
Entré en pánico. Me senté en el sofá secándome deprisa el cabello ante él que me miraba con una sonrisa. Lo estaba haciendo tan mal por los nervios y el enfado con mi suerte que casi vomité del susto cuando se acercó de la nada para ayudarme. Sí, ayudarme. Me congelé al sentir sus manos pasar la tela por mi cabello con cuidado. Helada no pude devolverle la sonrisa cuando acomodó un mechón húmedo tras me oreja. Dios, eran tantas emociones que me sentí superada y sin controlarlo se me escapó un ridículo sollozo. No quería que me viera así. Quería gustarle, quería que creyera que era la chica más guapa del mundo, no solo una niña tonta, pero lo estaba arruinando todo. Entonces en medio del caos me hizo reír bromeando con que parecía un fideo, antes de añadir era la mejor sopa de todo el mundo con esa sonrisa que marca sus preciosos hoyuelos. Sé que lo hizo solo para hacerme sentir mejor. Y me miró de una manera especial, como ninguno de los otros chicos que conozco, con ternura.
¿Cómo se supone dejaré de quererlo si hace esas cosas?
☑️Emilio ayuda a Paulina durante la tormenta. ☑️Emilio ayuda a Paulina con el refugio.☑️Emilio le rompe el corazón a Paulina hablándole de su amor por alguien más.☑️Paulina decide poner distancia entre los dos.☑️Emilio comienza a extrañarla, se da cuenta que ella es más importante de lo que creía.☑️Emilio descubre que ama a Paulina.
❎Emiliano descubre que ama a Pao.
Está claro: Emiliano jamás se fijará en mí. Así que puedo pasar toda la vida llorando por las cosas que nunca sucederán o usarlas para inspirarme. Elegí la segunda. Creo que me ayudará a cerrar ese capítulo. Escribir lo que siento ayuda y quién sabe, antes de darle fin será como vivirlo de alguna manera...
Tardé un poco, pero no fue hasta ese momento, confieso que forzando mi memoria, que caí en cuenta que todas esas cosas sí habían sucedido. Pao había disfrazado sus nombres con otros en su novela. Cerré la libreta negándome a avanzar. Parpadeé aletargado. Hace casi tres años. ¿Pao estuvo enamorada de mí durante tanto tiempo? ¿Soportó todos estos años que hablara de Laura en el club? ¿Era el protagonista de una de sus novelas? Las preguntas se acumularon en mi cabeza sin hallar respuesta.
—¡Listo! —celebró Pao. Pegué un respingo, la contemplé agitar su cabeza contenta—. Envié la propuesta a la editorial. Cruzaré los dedos porque les... ¡¿Qué estás haciendo, Emiliano?! —soltó mirándome horrorizada, como si me hubiera hallado matando a alguien.
—Leo... ¿Leo tus notas? —respondí aletargado.
Pao abrió los ojos alarmada, pensé escaparían de sus cuentas.
—¿Y quién te dio permiso? —me reclamó molesta, arrebatándolas.
—¿Tú? —contesté confundido. Pao se quedó en blanco, balbuceó extrañada—. Te lo pregunté tres veces —le recordé. Parpadeó deprisa, haciendo memoria.
—Pues no te escuché —admitió avergonzada—. No puedes leerla —me repitió señalándome con su dedo, similar a como le hablaba a su perro para que entendiera.
—¿Estuviste enamorada de mí desde hace tanto tiempo? —solté de pronto sin contenerme, sin soportar más la duda. Su rostro perdió color apenas me escuchó, sobre todo por la seguridad que había en mi voz. Pareció tener deseos de desaparecer. Estaba claro que había avanzado bastante y que siendo ella misma la que lo expuso las posibilidades de mentir eran nulas.
Ante ese laberinto se limitó a regresar la mirada a su libreta y guardar silencio.
—¿Soy el protagonista de tu novela? ¿Por eso no quieres que te lea? —insistí sin querer rendirme. Lo único que recibí fue el golpe de la laptop cerrándose. Entendí su significado, pero eso no me decía nada. Pao abandonó el colchón, en un mal intento por evadirme.
—Eso no importa —zanjó, colocando el aparato sobre el buró, dando por terminado el tema.
—Claro que importa —sostuve sin dar mi brazo a torcer. Pao resopló frustrada, rodeó la cama para calmar el hormigueo de sus pies—. ¿Por qué no me lo dijiste? —la cuestioné extrañado—. Pensé que había empezado hace meses, pero aquí hay notas de hace más de tres años.
—¿Para qué, Emiliano? —escupió sofocada por la presión—. De todos modos ibas a rechazarme, quise evitarme la vergüenza que me lo dijeras a la cara.
—Eso no...
Callé meditándolo. No fui capaz de engañarla. En aquel entonces si Pao me hubiera confesado sus sentimientos hubiera sido incapaz de darle una respuesta. Y aceptarlo fue incomodo, sobre todo con la mirada impaciente de Pao por una contestación. Contestación que no llegó. Cerré los ojos frustrado por no darle lo que ella quería escuchar. Como me hubiera gustado decirle que había perdido la cabeza apenas la vi, que hubo algo, pero... Entendió mi silencio.
—Fui un imbécil —lancé al aire, enfadado conmigo mismo, cayendo cuenta de mis errores. Años sincerándome en el club sin saber que la lastimaba, sin tener la menor idea de que sentía algo por mí desde el principio y creyéndola mi confidente. ¿Cuántas veces había buscado consuelo provocando dolor? ¡Alguien debió darme el premio al ciego del siglo!
—No, no, no —intervino Pao acercándose a mí. Se sentó al borde del colchón y buscó mi mirada—. Es normal que no me correspondieras, estaba Laura... —mencionó un punto, ladeando la cabeza. Y escuchándola siendo tan razonable solo me hizo más consciente de mi estupidez—. Bueno, creo que va siendo hora que deje de culpar a Laura —añadí pensativa para sí—. La verdad es que no te gusté, lo cual es natural, no todos los amores se dan a primera vista —concluyó.
—Definitivamente soy el tipo más ciego del mundo —declaré, odiándome.
Pao estudió mi pesar y en contra de su voluntad soltó una risa divertida.
—Sí, un poco —admitió jugando con sus piernas al aire—. No tenías ojos para nadie más.
—Soy un idiota —admití, echando la cabeza atrás, recargándome en la cabecera—. Este es el resultado de la mezcla de mi mala capacidad de entender indirectas y mi mala manía de que cuando siento algo por alguien el resto de personas desaparece —confesé sintiéndome patético. Podía haber un panorámico frente a mí y mantenía siempre mi vista fija en el mismo punto. Con ese peligroso método terminaría arrollado por el tren llamado realidad.
—Bueno, eso es una buena noticia para mí ahora —destacó.
Sonreí ante su broma, admirando su rostro apacible donde parecía no se ahogaba ninguna duda. Envidié esa paz porque en en mi mente no dejaban de aparecer incógnitas y respuestas que en lugar de darme paz me llenaban de más dudas. De solo imaginarla sufriendo por mí un vacío se formaba en mi estómago. Cada vez que creía hacer una cosa bien, descubría que me había equivocado un centenar de veces más en algún punto y con ese inequitativo resultado una pregunta resonaba en una cabeza, una y otra vez, sin hallar la lógica.
—Pao... —comencé en un susurro, aún con la mirada en el techo—, ¿por qué te fijaste en mí? —pregunté de pronto, sorprendiéndola. Ojalá no hubiera notado la inseguridad en mi voz—. Es decir, más allá de mi increíble atractivo que por sí solo ya es una razón de peso —bromeé para disimular un poco la tensión, desviando la atención—, no tiene mucha lógica...
Al menos para mí no la tenía. Jamás hice nada para ganarme su cariño, todo lo contrario.
Descarté el físico, después de todo, Miriam dijo que cuando visitaba la cafetería notó que Pao despertaba la atención de un tipo que, según sus propias palabras, "no estaba mal". Por otro lado también estaba Alan, que con todo y su pesadez, parecía interesado de forma genuina en ella. Es decir, nunca fui su única opción. Sin embargo, Pao a mí me describía como alguien completamente distinto, lo cual era muy extraño porque era el más terrenal de todas sus opciones. Cuando me vio en el boliche debió hacerse una idea de todos los problemas que le daría, no entendía por qué se aferró a mí si no tenía nada que ofrecerle.
—No lo sé... —admitió al final. No supe cómo sentirme ante su duda. Tal vez lo más cercano a la emoción que me asaltó fue un poco de incertidumbre—. Ni siquiera me di cuenta —confesó a la par dibujó una sonrisa nostálgica.
—¿Qué? —murmuré confundido.
—Me gustaban tus charlas en el club, porque eras muy divertido y hacías reír a todos —destacó—, pero estoy segura no me gustabas en ese momento. Solo eras agradable —describió simple.
—Entonces no tiene...
—Creo que comencé a sentir mariposas cuando te vi por primera vez —se sinceró enredándome aún más. Eso era justo lo contrario que esperaría porque ese día Pao descubrió que les oculté un secreto, esa noche supo al fin que estaba en silla de ruedas, se suponía que debía rechazarme. El guión que había seguido toda mi vida dictaba debió tener deseos de marcharse—. Había algo en ti especial.
Eso lo sabía mejor que nadie. Pao sonrió, ignorando la forma en que bajé la cabeza.
—Tenías la sonrisa más bonita que había visto en mi vida, Emiliano —soltó, desconcertándome—. Cuando sonreías... Me siento súper niña diciéndote esto —habló para sí misma, sonrojándose—, pero me sentía como si todo lo que soñé sí existía. Tal vez era demasiada ingenua, lo cual no sería descabellado, sin embargo, no vi malicia en tu mirada, tenías ojos vivaces, llenos de luz. La sonrisa habla mucho de las personas —aseguró con sabiduría—. La regalabas a todo mundo, sin poner condiciones, eso significaba que eras generoso. Y no me equivoqué, lo comprobé casi al instante.
—No hice nada por ti esa noche, Pao —me sinceré sin estar orgulloso de ese hecho.
—Eso fue lo mejor —remarcó—. Eras bueno, tanto que ni siquiera intentabas serlo. Fuiste muy paciente esa noche. No creas que pasé por alto tu lado competitivo —me acusó—, adorabas jugar y apuesto hubieras preferido otro compañero que te diera más batalla, pero por cosas del destino acabaste conmigo, que con mi torpeza y nulas capacidades terminé haciendo el ridículo. Y aún así, cuando la noche llegó a su fin había una sonrisa sincera en tu rostro.
Reflexioné sobre qué valor podía tener algo tan sencillo.
—Pero me enamoré de ti cuando descubrí lo dulce que eras —mencionó con una tierna sonrisa. Fruncí las cejas porque no recordaba haber sido dulce con ella antes de que entrara a la tienda,—. ¿Sabes una cosa? —preguntó tímida, mordiéndose el labio. No esperó respuesta, a sabiendas no daría jamás con la respuesta correcta—. A mí me cuesta mucho abrirme con las personas —se sinceró—, confiar o mostrar lo que soy delante de ellas y lo único que logro es que la gente no se encariñe tanto contigo. Tú mismo lo has visto, yo adoro al club, pero siendo honesta tengo claro que mi presencia no es tan importante como el resto.
—Pao, no digas...
—Es la verdad, Emiliano, y no busco dar lástima con esto —aclaró, frenándome—, o provocar que los demás se sientan obligados a incluirme, solo piénsalo. Miriam y Alba son mejores amigas, y con Álvaro y Arturo hacen una excelente mancuerna —destacó—. Tía Rosy es el alma de la fiesta y tú el que le da luz, pero yo... —Calló, torciendo sus labios—. Emiliano, mi nombre apareció con más frecuencia en las charlas cuando tú te interesaste en mí —sostuvo un ejemplo. Quise decirle que no era cierto, pero se adelantó—. Sé que fue mi culpa —dijo señalándose—, porque siempre he sido muy tímida, pero es que me cuesta mucho dejarlo —reconoció frustrada.
—Creo que tu timidez te vuelve adorable —mencioné para que no se sintiera mal, ni que se lo reprochara. Era parte de su personalidad, y si lo miraba desde otro ángulo esas cosas que quizás no le gustaban formaban su todo. Ojalá ella pudiera verse como yo lo hacía que al mirarla no hallaba algo que pudiera restar a su brillo. Pao afiló la mirada antes de dejar ir una sonrisa, rindiéndose.
—Pero no es nada funcional —admitió, resignada—. La gente no perderá su tiempo hasta que decidas dar el paso, al menos no toda... Tú sí lo hiciste —reconoció, sonriéndome con ternura—. Fuiste paciente, me hacías sentir segura y llenabas mis silencios con naturalidad, te interesaba saber lo que yo pensaba y cuando lograba hablar le dabas valor a lo que decía. Me impulsabas a charlar, pero sin presionarme, te importaba incluirme y... Eso fue todo para mí —se sinceró conmovida—. Quizás para el resto no sería importante, pero Emiliano, ni siquiera intentaba impresionarme —argumentó—, solo eras tierno conmigo porque es parte de ti, porque abrazas al mundo con tu carisma, ¿cómo no me enamoraría de ti?
—Tengo una enorme lista de eso último —acepté, pero sonriéndole. Adoraba la forma única en que lograba inundar cada rincón con la pureza de su corazón.
—No creo que la más larga que mis razones para quererte —contraatacó—. Mencionaré sola una: me impulsaste a ser yo misma. Nunca has intentando cambiarme —expuso contenta—, todo lo contrario, me aceptaste tal cual, y me ayudaste a ganar confianza remarcando cada cosa buena en mí.
—Pao, tú eres una lista infinita de cosas buenas —reconocí, porque incluso un ciego como yo podía notarlas. Ella me regaló un dulce sonrisa—. Sé que ya es tarde, pero lamento haber leído tus notas, yo no quería... Bien, sí quería hojear tu novela —acepté—, y pensé que con ellas podía saber de qué iban, no pensé que... No sé, supongo que debí parar en El club de los cobardes —reconocí para mí, enredándome con mis propios pensamientos—, pero... Soy curioso e imaginé que serían comentarios como los que uno publica en Facebook, no importantes. Es decir, si tú me habías dejado leerlos no debían ser demasiados personal y no lo eran —aclaré—, al menos hasta El Diario de Paulina. Debí caer en cuenta que eras tú usando otro nombre...
—¿Sabes por qué me resistía a que me leyeras? —me cuestionó, interrumpiendo mi parloteo. Negué suavemente—. Porque cuando uno escribe se despoja de disfraces, muestra una parte de su corazón, y tenía miedo descubrieras la forma en que te veo, que pensaras no era más que una chiquilla soñadora que se hace llamar "escritora" cuando lo único que hace es publicar cursilerías.
—Yo nunca pensaría eso de ti —le aseguré. Ella me estudió a detalle, negó con una débil sonrisa.
—Lo sé —admitió—. Tal vez en el fondo eso es lo que pienso de mí misma —resopló.
—Siendo honesto, creo que tienes una gran imaginación si yo soy el protagonista. No te la dejé fácil, eh, apuesto que la mitad es invento —la acusé divertido. Afiló la mirada antes de darme un empujón juguetón—. Pero tampoco me sorprende, está en ti el don de volver especial hasta lo más ordinario —le reconocí.
—En realidad, no fue tan difícil —admitió, encogiéndose de hombros—. Te lo dije el primer día que vine, porque aunque no lo creas, Emiliano, cualquier mujer podría enamorarse de ti y eso lo plasmé en el papel —resumió dándole fin al misterio de sus novelas.
—Bueno, eso de "cualquier mujer" suena ambicioso —me burlé—, pero al menos, con un poco de ayuda del destino, conocí a la chica más dulce del mundo —agradecí. Tomé sus manos para besarlas—. Tú eres muchísimo más de lo que alguna vez soñé. Perdóname por haber sido tan cobarde —le pedí, atormentado por haberla lastimado sin darme cuenta. No quería que llorara nunca por mí —. Siento mi ceguera, haberme rendido creyendo ni siquiera podía aspirar a ti...
—Hey, tranquilo, no quiero que te disculpes por eso —me pidió cariñosa, sonriéndome. Envidié la transparencia de su mirada, en la que no asomaba ninguna culpa. Ella siempre había seguido su corazón.
—Yo sí quiero disculparme porque te lastimé con mi indiferencia, con mis bromas, con mis errores. Hey, sé que no puedo borrar el pasado, ni arreglar lo que eché a perder —reconocí—. Por más que ahora deseo haber sido lo que tú necesitabas hace años me es imposible, pero... Mejor pensemos en el presente. En lo que tenemos ahora, en lo mucho que te amo —aseguré con sinceridad—. En todo lo que podremos hacer en el futuro.
Confieso que tardé en entender la razón por la que Pao abrió los ojos sorprendida. Me pregunté en silencio dónde estaría mi nuevo error hasta que ella se dispuso a hablar.
—¿Me amas? —murmuró.
No fue hasta ese momento que noté era la primera vez que se lo decía, pese a tener la certeza desde hace mucho tiempo. Supongo que mi corazón ya no quería mantenerlo para sí mismo. Sonreí ante mi arrebato de sinceridad.
—Con cada latido de mi corazón —reconocí sin pensarlo, dándole voz. Sus ojos me siguieron cuando tomé su mano temblorosa colocándola sobre mi pecho para que percibiera el ritmo de mi corazón—. Escucha, nunca he amado a nadie en mi vida. Eres la primera, y quiero que seas la última —declaré porque no imaginaba una historia donde ella no estuviera—. Y acepto que son palabras mayores y no sé muy bien de qué va —añadí—, pero solo estoy seguro de una cosa: te amo con toda la fuerza que un hombre puede amar a una mujer. No tienes una idea de lo feliz que soy cuando te veo, es como si... Como si al fin pudiera ser libre. Y no es que tú me liberes, sino que me siento motivado a luchar por mi felicidad —revelé agradeciéndole. Pao seguía con la misma expresión indescifrable en el rostro. Tal vez estaba estropeándolo siendo tan honesto—. Ojalá pudiera ser un mejor orador, escoger mejores palabras o tener el poder de hacértelo sentir —confesé con torpeza—, sin embargo, no nos desanimemos, puedo intentarlo —aseguré deprisa para no decepcionarla. Pao fue mostrando poco a poco la sombra de una sonrisa—. Solo necesito un poco de paciencia, después de todo, si algo me sobra son deseos de ser una mejor persona para ti, para merecerte, para hacerte feliz...
—Me amas —interrumpió mi parloteo, habiéndose quedado en aquel punto, antes de soltar una risita adorable. Noté como sus ojos se cristalizaron sin pedir permiso—. Oh, me amas —repitió esta vez tan feliz que pensé se pondría a saltar. Cubrió su boca para ahogar otra carcajada—. Yo también te amo, Emiliano —repitió eufórica mirándome a los ojos, tomándome de los hombros—. Muchísimo.
—Yo lo sé —admití con una media sonrisa—. Es decir, ¿quién no me amaría? —bromeé ganándome un empujón que casi me sacó el hombro.
—Claro, te lo dije el día de la boda de Alba —me acusó divertida.
Negué con una sonrisa al contemplarla superada por la felicidad, contagiándome.
—Es porque lo demuestras todo el tiempo —mencioné—. Eres incondicional. Pao, cada cosa que haces es la prueba. No necesitas palabras, ni grandes discursos. A mí me ha costado tanto creer que la gente puede quererme, pero tú derribaste cualquier duda. Me gustaría algún día también darte esa seguridad —deseé. Que ella tuviera la misma certeza, que no hubiera sorpresa, que lo sintiera tan hondo que el silencio hablara por sí solo.
Sus ojos miel se clavaron en los míos con una emoción intensa inundándolos. Ladeó su rostro analizándome sin prisa hasta dibujar una tierna sonrisa que pareció gritar lo que se escondía en lo hondo de su corazón.
—Ya lo haces, Emiliano —respondió sepultando algunas dudas antes de callarme desapareciendo la distancia entre los dos.
Percibí el temblor de sus labios en el dulce beso que me entregó. Cerré los ojos disfrutando de la calidez de su amor que mezclado con nuestra incontenible felicidad se convirtió en un emoción adictiva. Había algo distinto en el ambiente esa tarde. Tal vez fue la ligereza que me regaló darle voz a mi corazón que ya no podía callar o lo importante que fue para Pao escucharlo.
Afuera el mundo seguía su curso, pero el mío había hecho una pausa para grabarme el roce de su boca, que parecía gritar en cada uno de sus besos que me amaba con cada parte de su alma, en las caricias de sus manos, en mi necesidad de sentirla junto a mí. Y juro que no la invité a casa con la idea de que sucediera algo entre los dos, sin embargo, resultaba tan sencillo perderse en el momento que tuve que obligarme a hallar un argumento poderoso para usar la cabeza, pero ninguno lograba hacer eco sobre el grito de mi corazón que parecía arder en mi pecho deseoso de encontrarse con el suyo.
Y en ese momento, donde lo único que resonaba en esa silenciosa habitación eran nuestros besos y latidos, fui consciente de que mi fortaleza no resistiría. Así que antes de que no hubiera vuelta atrás hice uso de todas mis fuerzas y me aparté de golpe dejando a Pao confundida. Clavé mi mirada en sus labios tentando a volver a capturarlo, extrañándolos, pero eché la cabeza atrás para no caer. Alzó una ceja, sin entender mi cambio. Pude leer en su mirada me preguntó en silencio qué pasaba. Mi mente en blanco no dio con una respuesta.
—Será mejor que paremos aquí —solté al final tras un hondo respiro, fingiendo bromear. Ella parpadeó extrañada. Apreté los labios, pensando qué decir, cómo hacerlo, pero en un arranque no quise darle más vueltas y decidí ser sincero con ella—. Si no me detengo ahora no podré hacerlo después —le hice ver.
Sabía que pronto dejaría de usar la cabeza, me era tan difícil pensar cuando ella estaba cerca de mí. No podía explicarlo, olvidaba todo lo que creí conocer, me volvía tan transparente, perdía el control. Era tan intenso que lograba derrumbar los escudos que los miedos habían levantado para protegerme, dejándome vulnerable. No me refería a eso último como algo malo, más bien se trataba de desechar las máscaras, a abandonar las pretensiones, a mostrar frente a ella mi corazón en su estado más puro.
Y supuse que mi abrupta confusión la incomodó un poco porque entre los dos se formó un molesto silencio y ella se mostró más tímida bajando la mirada. Quise retractarme, explicarle que no había escogido las palabras correctas. Entendía que ella no estaba lista y no quería que el día que decidiera dar ese paso estuviera tan segura como yo, sin presiones, pero no me dio tiempo de explicarle. Ella se adelantó, armándose de valor, con esa voz tan tierna y adorable que tembló a causa de las emociones que se arremolinaban en su interior y a las que, por primera vez, deseaba dominar. Cuando sus ojos volvieron a encontrarse con los míos, hablaron por sí solos a la par sus palabras detuvieron el tiempo en aquella habitación y el ritmo de mi corazón.
—Entonces no te detengas, Emiliano.
¡Ya superamos las 200k lecturas! No puedo creerlo, estoy tan emocionada. Nunca pensé que llegaría tan lejos con esta novela, así que solo puedo agradecer desde el fondo de mi corazón por todo el apoyo. Gracias, gracias, gracias. Así que podemos tomar este capítulo, con algunos hechos del pasado, como un vistazo de todo lo que ha recorrido esta pareja hasta llegar hasta aquí ❤️. Estoy muy, muy emocionada por todo lo que sucederá ❤️. No se pierdan las siguientes actualizaciones. ¿Les gustó el capítulo? Pregunta semanal: ¿Les gusta la Navidad? ¿Cómo piensan celebrar este año?
Y hablando de Navidad, como ustedes saben, este año tanto el 25 y el 31 coinciden con las fechas de actualización del club (sábados) ❤️. En años anteriores he notado que las lecturas bajan mucho en esas fechas, lo cual es comprensible porque todo el mundo está festejando o descansando tras la fiesta de la noche anterior. Así que, estando ante capítulos cruciales pensé que lo mejor sería retomar el ritmo de publicación después de las fiestas, el 8 de enero. ¿Qué les parezca a ustedes? Pero por otro lado, siento que son muchos días (21 días) y temo que al regresar ya ni nos acordemos de los personajes ❤️😂, por lo que pensé en publicar algún capítulo entre semana, tal vez 29 o 30 de diciembre, así solo tendríamos que esperar unos 10 días entre uno y otro ❤️. Sin embargo, quiero saber qué piensan ustedes. Pienso subir una encuesta a Instagram, pero también me gustaría leer sus comentarios ❤️.
Para finalizar, quiero desearles una hermosa Navidad, al lado de las personas que aman. Cuídense mucho, disfruten cada minuto ❤️. Les mando un abrazo con todo mi cariño, deseándoles lo mejor y muchas bendiciones.
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