Capítulo 39 (Parte 2) + AVISO MUY IMPORTANTE 😉❤

No recordaba habérmela pasado tan bien en alguna fiesta, debí adelantarlo teniendo a los integrantes del club de protagonistas. Tía Rosy barrió con medio mundo. Arturo se pasó la noche entera hablando de las hijas que aún no conocía, de todos sus planes, ante la sonrisa ilusionada de Miriam. Llegué a preguntarme si todo los papás se pondrían tan pesados o era su orgullo quien hablaba, al haber pintado sus nombres en lo alto de su habitación sin descalabrarse. Un poco de ambas.

Pero creo que más allá de la música o la comida, de la que no tenía ninguna queja, lo que más llamó mi atención fue que en verdad estuviéramos felices por ellos. Es decir, no solo sabíamos sus nombres, sino la historia detrás de ellos y se trata del interior lo que le da valor. Álvaro y Alba no formaban parte del grupo de amigos que solo recuerdas en Navidad, ni de esas bodas donde a duras penas recuerdas el nombre de uno de los novios. A ambos los apreciábamos por igual y confiábamos que sabrían hacerse felices.  Además, siendo testigos de su relación desde antes siquiera comenzara sabíamos que esa noche solo era una celebración de algo que vivían día a día, la historia continuaría cuando la última canción sonara. Y quién sabe, quizás con un poco de suerte, podríamos presenciar el resto de capítulos.

Contemplando a todos los integrantes, bromeando como si fuéramos una familia, cuando no había un solo lazo sanguíneo que nos uniera, entrelazados por decisión propia, entendí que la amistad puede volverse realmente poderosa si el cariño sincero entra en juego en el momento exacto para cambiar tu historia.

Me resistí bastante a dar esa noche por terminada, fascinado por las anécdotas que quedarían solo entre nosotros, las sonrisas de Pao entregándose por completo a mis tonterías, la felicidad que se respiraba. Deseé quedarme hasta que el amanecer nos atrapara, pero aunque Pao se esforzó por disimularlo sus ojos delataron comenzaba a extrañar su cama.

Tras el primer bostezo le propuse marcharnos. Una vez leí que el amanecer pierde la gracia cuando no hay día que no lo presencies, pero yo apostaba que solo el que no se detiene a mirarlo puede encontrarlo común. Algo similar me pasaba cada que pensaba en la posibilidad de dormir con ella. Era una tontería, mi antiguo yo se burlaba en que le diera importancia a algo tan simple como despertar con una chica a la que ni siquiera pudiera tocar, pero era imposible callar esa voz que me susurraba que no había pasado una noche en su compañía que me dejara indiferente. Siempre lograba romper cadenas, sanar una herida, darle luz a algún rincón.

Uno de mis peores defectos era que nunca lograba esconder mis emociones, algo así le sucedía a Pao que aunque intentó disimularlo con una sonrisa fue claro que a ella la idea de compartir la cama seguía poniéndola un poco nerviosa. No esa clase de ansiedad destructiva, de ser así podría haber aceptado el ofrecimiento de Alba de buscarle otra habitación, sino de la que te inunda cuando se rompe tu monotonía.

—¿Habrá algo que no sea hermoso en este lugar? —preguntó ilusionada cuando dio con el interior.

Nos asignaron una pulcra habitación al final del pasillo, con muebles de madera, sábanas y cortinas blancas, incluso un pequeño balcón. Por las ventanas abiertas se colaba la música y la luz de la luna. Al ser de las últimas personas en marcharnos nos habíamos perdido de la mejor vista, pero el paisaje que se asomaba fue suficiente para encantarla.

—Bueno, no soy rico, pero pensando como uno —planteé la lejana posibilidad—, si tuviera mal gusto, contrataría a alguien con bueno para que nadie lo descubriera. Los millonarios tienen sus métodos para disfrazar lo que les falte —argumenté de buen humor estudiando la calidad de la cómoda. Mejor ni rayarla.

—Si fuera rica no sé qué haría con tanto dinero —confesó divertida.

—Si algún día sucede, llámame, estoy lleno de ideas —bromeé despojándome del saco. Ella entrecerró sus ojos antes de que se le escapara una risa—. Pero para qué pensar en eso, sería más útil imaginar qué haríamos siendo pobres, que es una opción más viable —añadí de buen humor, abandonándolo sobre la cama.

Tal como cada noche, resultando imposible saltarme esa parte de la rutina, la dejé un momento para prepararme para dormir. Liberé mi equipo perfectamente guardado en una bolsa de la silla. Por una parte fue un poco más complejo que otras noches porque me costaba adaptarme a lugares nuevos, pero con la práctica acumulada terminé consiguiéndolo rápido y sin problemas. Hubo un tiempo donde me llenaba de frustración no poder irme a la cama sin seguir un camino, pero había aprendido que era lo mejor para mí.

Cuando regresé encontré a Pao doblando mi saco para colocarlo cuidadosa sobre un sofá que estaba al lado del balcón. Supuse debió pensar que era un desordenado, lo cual era un error porque entre mis pocas virtudes estaba guardar todo en su sitio, pero estaba tan desesperado por sacármelo de encima que se me olvidó. De todos modos ella me regaló una sonrisa comprensiva pasándolo por alto. Ya se me ocurriría algo para recompensarla, pensé cuando ella se retiró al baño para prepararse para dormir.

Al ser un poco más alta que la mía me costó un poco dejar las silla y trepar a la cama. Por suerte, con un mayor impulso y paciencia todo es posible. No fue hasta que mi espalda se hundió en el colchón que noté el cansancio que la adrenalina había mantenido a raya. Agotado me propuse cerrar los ojos apenas un instante, pero honestamente me hubiera quedado dormido de no ser por un molesto detalle. 

Resoplé cuando entendí no me quedaría de otra que volver a sentarme para liberarme de la presión que ejercía esa soga alrededor de mi cuello. Mis manos buscaron librarse de ella, pero fui víctima de la regla natural que dicta mientras más quieras algo lejos más se resistirá a marcharse. Escuché la risa de Pao al ser testigo de mi torpeza. La encontré recargada en el marco de la puerta con el rostro al natural y el cabello suelto rozándole los hombros.

—Con razón Alba dijo que es un castigo —comenté apoyando su teoría de que la ropa de etiqueta era la farsa más cansada de soportar.

—No digas eso —mencionó cariñosa compadeciéndose de mí. Pao se sentó en el borde de la cama antes de que sus manos me ayudaran a desatarla con paciencia. Contemplé sin disimulo cada uno de sus movimientos, como si fuera la cosa más interesante del mundo. De hecho, con ella como protagonista me pareció lo era. Me pregunté si admiraba más su destreza o lo hermosa que se veía ayudándome a desvestirme—. Además, a mí me encantó como te veías, tan apuesto como uno de esos actores de cine que tanto gustan —reveló risueña, encogiéndose de hombros antes de mostrarme orgullosa su victoria. Fácil, estaba fuera.

—¿En serio? —pregunté con una media sonrisa, más entretenido en el brillo de su mirada a juego con la oscuridad—. En ese caso puedo ponérmela otra vez —bromeé volviendo a enredarla alrededor del cuello. Ella me detuvo a la par de una sonrisa, tomándola de ambos extremos. Caí rendido a su juego cuando sin darse cuenta me atrajo un poco a ella.

—Estás loco, Emiliano.

Pero junto a su sonrisa casi sonó como un cumplido. Sin proponérmelo, de manera natural, la imité, deleitándome solo con admirar su bonito rostro. Sus largas pestañas que se batieron al seguir el paso de mi mirada, su adorable nariz de muñeca y sus labios que parecían gritar en silencio habían nacido para estar junto a los míos. Cada que estaba a su lado sentía que el mundo se detenía.

—Tú me pones loco, mi Pao —admití. Un leve sonrojo pintó su piel, pero no quise callarme—. ¿Eso está bien para ti, no? —dudé buscando su mirada. Pao nerviosa la evadió un segundo, lo pensó antes de encontrarse con la mía dibujando poco a poco una sonrisa.

—Debo confesar que me gusta más de lo que debería.

Sonreí antes de atrapar su boca para robarle un beso. Definitivamente había nacido para besarla porque era incapaz de imaginar otros labios se sintieran tan bien como los suyos. Su respiración se mezcló con la mía acelerando mi pulso. Pao era una ternura, pero sus besos, que te gritaban te quería con toda sus fuerzas, enmudecían el mundo. Era el amor escondido en ellos lo que te pedía en silencio la cuidaras porque te entregaría su corazón sin restricciones. Y yo me prometí hacer valer esa confianza. Cerré los ojos, perdiéndome. Dejé de pensar para disfrutar del sabor de sus labios en los que se colaban sus dulces sonrisa. Mis manos terminaron en su pequeña cintura, la sujeté con fuerza antes de dejarme caer en el colchón, arrastrándola conmigo.

Su tierna risa resonó en la habitación cuando su delicado cuerpo cayó sobre el mío. Sonreí ante lo bien que se sentía tenerla junto a mí. En un inicio mis dedos se resistieron a tocarla, porque me pareció tan delicada que me dio miedo lastimarla, pero la sonrisa que me regaló cuando su risita cesó, murió en mis labios cuando volvió a besarme. Sus manos acunaron mi rostro mientras las mías se atrevieron a ascender despacio y sin prisa a por su espalda, enredándose en mi camino con algunos mechones. Una sensación intensa me inundó a medida que su perfume se fue apoderando de mí.

No entendía cómo una chica tan tierna podía nublar mi juicio tan rápido, pero estaba enloquecido por la combinación del sabor de sus labios, el paso por su suave piel que al contacto con mis dedos me recordó a la seda. La abracé con fuerza volviéndome adicto a sentir su cálido cuerpo entre mis brazos, tan pequeña y grácil, percibiendo los latidos desbocados en su pecho. Idiotizado por todas esas pequeñas sensaciones, que en conjunto se transformaron en un terremoto, no pudo ser nadie más que ella quien en contra de sus deseos se apartara, usando la cabeza.

Con las mejillas sonrojados, los labios temblorosos y sus brillantes ojos miel reluciendo en la noche, Pao me pareció el cuadro perfecto. La cortina de su cabello nos envolvió en otra realidad, en ella me dedicó una dulce sonrisa antes de romper el encanto echándose a un lado. El colchón se hundió a mi costado dejándome con el corazón a punto de estallar.

—Vas a tener que calmarte un poco —soltó con un deje de diversión—. Lo más emocionante que planeé para esta noche era bailar hasta cansarme —me recordó levantándose para dirigirse al balcón buscando un poco de aire.

Me recargué en la cabecera echando mi cabello atrás, conformándome con mirarla. Los latidos siguieron golpeándome el pecho, pero era natural, Pao estaba tan preciosa con ese vestido meciéndose suavemente por la brisa, que casi parecía un sueño. La contemplé durante un largo rato, grabándome su figura, hasta que ella me atrapó estudiándola. Sonreímos.

—¿No piensas que es hermoso casarse? —suspiró enamorada escuchando la música romántica que se colaba hasta la habitación—. Creo que es una de las cosas más bonitas del mundo —defendió—. Imagínalo, Emiliano, una persona en el mundo llega a amarte tanto que decide unir su vida para siempre porque cree que no encontrará a nadie que lo hará más feliz —describió.

—Pensé que una vez habías dicho que no te preocupaba casarte —recordé.

Ella mordió su labio traviesa, cayendo en su propia trampa.

—Dije que no me moriría si no me casara de blanco, que una boda debía ser una promesa a diario más que un acto de protocolo —me corrigió contenta volviendo a la cama. Bueno, más o menos eran esas palabras—. Pero no sé, si algún día llegara a casarme... —replanteó risueña escondiendo mal su ilusión—. Me gustaría que fuera algo íntimo, quizás una promesa entre los novios. Nada de cámaras o decoraciones extravagantes, tal vez a la luz de la luna y con muchas flores. Como si fuera un cuento de hadas... —compartió emocionada todos los detalles.

Sí, pegaba con su estilo. Asentí escuchándola atento, dividiendo mi atención entre su conversación y mis dedos que desabrochaban los primeros botones de mi camisa blanca antes de irme a dormir. Escondí una media sonrisa cuando percibí el sonrojo de Pao que me analizó sin tener idea de qué planeaba. Evadió mi mirada, nerviosa echó un mechón atrás de su oreja. Su infantil reacción me produjo ternura, así que decidí dejarlo para no incomodarla.

—Lo bueno que no lo tenías planeado —me burlé cambiando de tema para disminuir la tensión.

—Sí... Bueno... —balbuceó. Agitó su cabeza, recuperándose—. Se me acaba de ocurrir —se justificó de buen humor, encogiéndose de hombros. Nada raro teniendo en cuenta su gran imaginación.

—¿Te inspiré? —tiré fanfarrón, acomodándome el cuello de la camisa.

—La verdad es que no —admitió echándose a reír.

—Auch, me dueles, Pao —dramaticé fingiendo un dolor en el pecho, recostándome.

Cerré los ojos aceptando las almohadas eran cómodas. Su tierna risa se convirtió en música cuando entrelazó sus manos sobre mi pecho donde apoyó su mentón. Fue bueno encontrar sus ojos miel y su enorme sonrisa, mis dedos acariciaron su cabello admirando la transparencia de su mirada. Siempre que me miraba de esa manera el cerebro se desconectaba, le daba el mando a mi corazón que gozaba cometiendo estupideces. La de esa noche fue monumental.

—Pues yo sí me veo casándome contigo —pensé en voz alta. Ella abrió sus ojos alarmada. Yo quise golpearme contra el muro al meditar mis palabras—. Claro, en mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho tiempo —aclaré—. Es decir, creo que por ti lo haría... Me refiero a que sí veo un mañana a tu lado... Y eso que el futuro del tío soltero millonario era tentador...

Pao colocó su índice frenando con una sonrisita mi enredo. Volví a respirar al notar no le había dado importancia.

—Sí, sonaba a un gran futuro —admitió.

—Pero por otro lado estás tú. Ponte en mis zapatos. Despertar con una chica preciosa por las mañanas, ver su ropa por la casa —mencioné. Pao arrugó su nariz a la par dejó escapar una risa risueña por las cosquillas que nacieron cuando la rodeé con mis brazos—, escuchar su risa a todas horas. No es precisamente dormir en Dubái, pero quién piensa en dormir junto a una chica como tú.

Otra de esas sonrisas que tanto me fascinaban se pintó en sus labios, y con ella entre mis brazos me convencí que podía quedarme ahí para siempre. Cerré los ojos y, a la par de su respiración tranquila, pensé también se rendiría, pero pronto su tierna risa inundó la habitación sin explicación.

—¿Sucede algo? —pregunté intrigado.

Pao negó con una sonrisa antes de que su enorme vestido se esparciera sobre la sábana. Había decidido dormir con él puesto, como una auténtica princesa, porque no estaba en sus planes quitárselo ante mí.

—Nada —respondió con la mirada fija en el techo. Se le escapó una sonrisa cuando me miró sobre su hombro. Era una pésima mentirosa—. Es solo que estoy contenta —reveló alborotando el tul de su vestido al agitar sus bonitas piernas. Sonreí, estaba claro que aún tenía mucha energía. Yo, en cambio, hice un esfuerzo por ahogar un bostezo. Pao apoyó su cabeza en mi pecho, pasé mi brazo por sus hombros—. No puedo creer lo afortunada que soy ahora —murmuró para sí misma.

Encontré curioso el comentario. Si su plan era que me perdiera, logró justo lo contrario. Ella soltó una risa cuando sin palabras le pedí más detalles. No podía dejarme con la duda.

—Cuando era más joven pasaba muchísimo tiempo soñando en mi habitación —me contó—. Nunca me cansaba de imaginar toda las aventuras que enfrentaría el día que... —Pao calló un instante, pensando en qué palabra usar—. Me dejaran salir de mi burbuja —murmuró—. Ellos son los mejores padres del mundo, se esforzaron tanto porque fuera feliz que me envolvieron en un mundo perfecto, lejos de la maldad, pero... Tú no puedes hacerte una idea todas las veces que envidié a otros, ellos que eran libres de hacer lo que quisieran, sin importar equivocarse —mencionó con un suspiro—. Es cierto que en todos esos libros encontré cierto consuelo, pero nunca fue suficiente para suplir la felicidad de vivir —confesó.

Pasé mis dedos por su cabello, meditándolo. Entendía un poco esa sensación, ver como otros continúan su vida mientras tú te estancas, repleto de sueños que quizás nunca cumplirás.

—Una duda, Pao... ¿Cómo es que una chica como tú terminó en el club? —me atreví a preguntarle. En el fondo siempre tuve esa duda. Ella me miró sin comprenderme—. No te ofendas, pero tú y tu familia dan la apariencia de ser una de esas familias perfectas, ¿o tienen un secreto oscuro como en las películas?

—Nada de secretos oscuros —declaró riéndose de mi teoría—. Y no, no somos perfectos, al menos yo no lo soy. Estoy llena de defectos y manías, me alegro que no los notes —respondió contenta—. Eso significa que aún te gusto bastante... Pero ser cobarde es uno de ellos. Quizás por eso busqué al club —mencionó—. Hasta ese día mi vida se reducía a la universidad, la casa de Aurora a dos calles de mi casa y el refugio, al que siempre me acompañaba mamá. Después se sumó la cafetería donde conseguí mi primer empleo, y pese a no ser un gran reto, porque estaba cerca y resultaba imposible perderme, se convirtió en mi pequeña aventura —me contó—. Cada tarde subía al camión, me sentaba en el segundo asiento junto a la ventana y me esforzaba por volver... Me sentía tan valiente —se burló de sí misma. Sonreí—. Entonces di con ustedes...

—Y ahí empezó la historia de terror.

—Para mis padres un poco —admitió jovial, encogiéndose de hombros, sin remordimientos de conciencia. Que chica tan mala—. Porque comencé a hacer cosas que nunca haría, ir a sitio que no visitaría por mi cuenta. Se enfadaron al inicio, pero creo mamá entendió lo importante que eran para mí porque comenzó a apoyarme, a ayudarme con papá —añadió con una pequeña sonrisa cuando se reacomodó para mirarme mejor, con toda esa ternura que solo ella tenía—. Y ahora estoy aquí, lejos de casa, siendo testigo de la felicidad de otros, formando parte de una historia, viviendo la mía —declaró—. Esta, junto la del viaje, son las dos noches más emocionantes de toda mi vida —se sinceró—. Emiliano, tú no tienes una idea de lo que haces por mí, de lo que significa estés aquí. Siempre logras que olvide el miedo que antes me paralizaba, me convences de que todo irá bien, me ayudas a sentirme libre y valiente —aseguró con tanta honestidad que terminó enterneciéndome.

—Pao, ¿en verdad tú quieres que te vea un defecto haciendo esta clase de cosas? —murmuré con una sonrisa antes acomodar un mechón tras su oreja pensando en lo tierna que me resultaba.

Para ser honesto no lo haría, ni lo hice, con nadie más, no se trataba de un método de conquista. Pao despertaba mi instinto de protección, como si algo dentro de mí me pidiera la cuidara. No es que pensara que no pudiera hacerlo por su cuenta, siendo honesto ella había hecho mucho más por mí que lo que yo pudiera hacer por ella, pero me gustaba creer que de alguna manera era capaz de protegerla para que nada malo le sucediera.

Pao me agradeció con un beso dulce, sin prisas. Era adicto a esos momentos donde éramos todo besos y caricias, en los que casi olvidaba el miedo que me producía lo que vendría después. Me gustaba pensar que llegaría el día en que lo que sentiría por ella sería tan intenso que lograría enterrar mis miedos. Su tierna e inocente risa volvió a situarme en la realidad al separarnos. Contemplé su bello rostro apenas iluminado. Debía ser ilegal ser tan hermosa, lo fácil que le era lograr lo que se proponía con una sonrisa.

Tuve la impresión que diría algo, pero lo descartó, prefirió recostarse de vuelta a mi lado, sorprendiéndome cuando sentí su índice repasando desde mi frente, mi nariz, el centro de mis labios hasta el mentón. Frenó un segundo, dudó antes de atreverse a delinear de mi cuello hasta el último botón que había dejado abierto. Disfruté del roce, de la intensidad de su mirada. Estaba claro que Pao jamás había tocado a un hombre, no parecía tener idea de lo despertaban sus caricias.

—¿Y lo más emocionante que tienes planeado para esta noche es dormir? —bromeé despertándola. Quiso apartarse escondiendo su sonrojo, pero atrapé su mano dejando un beso en el dorso, rio inocente cuando la halé suavemente para ascender a lo largo de su brazo y hombro, dejando una hilera de juguetones besos que terminaron en su mejilla.

—Eres tan lindo, Emiliano —me acusó risueña cuando la dejé respirar.

—¿Lindo? —repetí saboreando la palabra—. Bien, eso no era precisamente el cumplido que esperaba —admití divertido—, pero lo tomaré.

—¿Alguna vez pensaste que estaríamos así? —lanzó de pronto emocionada.

—Te refieres a estar con una chica comportándome como un loco —describí haciéndola reír—. No, definitivamente no —admití—, pero se siente bien. Todo contigo se siente de ese modo. Y si hablas de juntos, nosotros dos, tampoco. Qué te digo, Pao, resultaste la mejor sorpresa de mi vida. No me culpes, la primera vez que te vi parecías tan inocente y dulce que me hubiera sentido mal viéndote de otro modo, incluso ahora siento que te estoy llevando por el mal camino —mencioné sin perder el buen humor.

—¿Mal camino? —repitió encontrando graciosas mis palabras. Pao arrugó su nariz analizándolo, adoraba ese gesto suyo—. Emiliano, ¿cómo lo harías siendo tan bueno? Sí, admito que eres un poco coqueto —me acusó con una sonrisita, afilando su mirada—, pero siempre me respetas, nunca has intentado convencerme de nada, te detienes sin protestar y sabes escuchar lo que quiero o no. Yo siento que estoy segura contigo, eso me da confianza. Detrás de esa sonrisa pícara que todos ven, está el chico más dulce que he conocido en toda mi vida —me describió inocente—. Me alegro tanto haberte esperado —confesó en un murmullo acurrucándose a mi lado—, estoy segura que solo contigo podía sentirme así.

—Pao, tú te mereces más de lo que te doy —reconocí honesto porque pecaba de benévola ante mi juicio—. Pero qué te digo, te sacaste un galanazo —bromeé fingiendo fanfarronería—. Tuviste suerte.

—Lo sé —respondió con una sincera sonrisa—. Tengo muchísima suerte.

No dije nada sin querer sacarla de su error. Escuché la suave melodía a lo lejos, con la mirada fija en el techo fui haciéndome más consciente de mi presente. Aún recordaba lo perdido que me sentí en su cumpleaños mientras veía a todo el mundo con el futuro claro, formando sus familias, encontrando lo que habían buscado. También pronostiqué pronto Pao se uniría, encontraría a ese príncipe azul que tanto ansiaba, el que merecía. Y ahora estaba ahí durmiendo en mi pecho, regalándome uno de los momentos más significativos de mi vida. Mientras las yemas de mis dedos delineaban sin prisas el centro de su espalda me pregunté cómo demonios creí podría resistirme a su encanto.

—Hey, Pao —murmuré cuando estaba a punto de quedarse dormida. Ella se limitó a asentir despacio para avisarme me escuchaba, incapaz de abrir sus ojos—. Yo no soy un especialista de la vida, pero... En verdad me gusta ésta donde tú estás... Es decir, después del accidente creí que lo máximo que podría aspirar sería a rozar lo más cercano a la felicidad, que nunca lo sería del todo, que acercarme se convertiría en mi único triunfo, pero... —Guardé silencio despidiéndome de ese capítulo, mirándolo arder en su calidez—. Me equivoqué, no recuerdo no haber sido más feliz antes de conocerte —le confesé, o al menos me lo confesé a mí mismo—. ¿Sabes una cosa? —No esperé respuesta a sabiendas quizás no la conseguiría—. Si me dieran la oportunidad de tener cualquier otra vida, con todo lo que pude desear, con todos esos sueños que tanto ansié, no la tomaría si en ella no pudiera encontrarte. No renunciaría a esta noche por nada del mundo.

—Emiliano... —murmuró adormilada.

—Sí, tienes razón, no es hora para esta clase de debates internos —acepté un poco avergonzado, riéndome de mí mismo porque la pobre quería dormir no escuchar mis tonterías—. Creo que me inspiré, pero ya te dejo...

—Te amo, Emiliano —soltó de pronto en voz baja.

Mi corazón se detuvo de golpe, fue como si sus palabras se impactaran con fuerte directo en la sien. Dejé de respirar un instante, procesándolo. Era la primera vez en mi vida que escuchaba esa frase. Quizás las hubiera pasado por alto de no haberlas percibido tan auténticas, eso fue lo que me hizo perder el escudo. Estábamos hablando de sentimientos mayores. Pao me amaba. A mí, al Emiliano que existía, no al de un pasado que no regresaría o el de un futuro que no llegaría. Ese, que no se creí digno de amor porque todo aquel que antes lo quiso se marchó, ahora recibía el cariño sincero de la persona más pura que había conocido. Pao me amaba. Con todo lo que odiaba de mí, inseguridades y heridas. Pao me amaba.

Un miedo creciente se entremezcló como un tornado con una intensidad felicidad que resquebrajó las barreras que había levantado para proteger mi corazón y el de otros. Tardé un rato en buscar su mirada al caer en cuenta de su significado, pero descubrí por su profunda respiración que hace un rato se había quedado dormida. En un impulso quise besarla, pero lo descarté para no despertarla, conformándome con mirarla. Su voz no dejó de repetirse en mi cabeza, una y otra. Pao me amaba. Grabándome ese sonido quise tatuármelo en la piel.

—Yo también te amo, mi Pao —susurré, contemplándola, sin importar no pudiera escucharme, dándole voz a mi corazón. De pronto todo el dolor del pasado cobró sentido. Ahí estaba el cielo soleado prometido después de la tormenta. Su amor era el paraíso que anunciaba el fin de mi infierno. Y mirando a atrás, definitivamente había valido la pena.

Lo prometido es deuda. Tal como avisé en mis redes sociales la semana pasada no pude publicar por algunos problemas, pero para agradecer su paciencia este sábado subí dos capítulos. ¿Les gustaron? ♥️ Estoy súper emocionada de saber su opinión porque disfruté mucho escribiéndolos. Ya saben que los leo a todos ♥️. ¿Escucharon la canción en multimedia? Yo la amo y creo que es la canción perfecta para los dos ♥️.

https://youtu.be/2yxigNHFZVs

Aviso importante:

Sobre el sorteo quiero agradecer a todas las personas que se animaron a participar, no pensé que tendría tan buena respuesta. Estoy de corazón muy agradecida por su apoyo, no solo ahora sino desde que comencé con la novela. Como anuncié, habrá tres ganadores (uno por redes, dos por Wattpad), pero tengo una sorpresa para todos los que participaron. Todos. Para saber más de ella sigue leyendo ♥️.

Los ganadores fueron elegidos al azar y me comunicaré con ellos a partir del domingo, estaré esperando respuestas hasta el próximo domingo ♥️. Si alguno no contesta lo volveré a sortear ♥️. Ahora sí, muchísimas gracias por su cariño y felicidades. Aquí les dejo la captura de los ganadores, disculpen la calidad HD así los guarda en automático la página. También grabé los vídeos del sorteo, posiblemente los subo a Instagram :)

Ganador redes sociales:

Ganadores Wattpad:

Para todas las personas que participaron en el sorteo, sin importar ganaron o no, les tengo una pequeña sorpresa que estaba guardando para hoy ♥️. Todos harán una pequeña aparición en la historia ♥️, pero no les diré cómo porque sería un spoiler ♥️. Lo único que necesitaré es que dejen en este comentario su nombre o la forma en que gustan les llamen, no pueden aparecer usuarios, y estar al pendiente de los capítulos para detectar su aparición ♥️♥️. Estaré súper feliz de que su apoyo deje huella de alguna manera en esta historia ♥️. Les quiero mucho.

No se pierdan el próxima capítulo. Habrá un par de sorpresas ♥️. 

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