Capítulo 27 (Parte 2)

—Te haces mal, Emiliano.

La voz de Laura sentada en mi lado me sacó de mis pensamientos. Sus ojos verdes me recorrieron despacio, esperando mi reacción.

—¿Disculpa? Lo siento, no te escuché, estoy un poco distraído —me justifiqué, agitando mi cabeza para centrarme en la realidad. Ella afiló su mirada antes de suspirar.

—Te hace mal estar luchando por alguien que no siente lo mismo que tú —repitió. Fingí entretenerme con mi bebida solo para no responder—. Te lo digo por experiencia. Estás haciéndote daño. Además... —Mordió su labio, regresando la mirada a la gente.

Alcé una ceja sin comprender su silencio.

—Lo que diré suena muy cruel —adelantó cuidadosa—, pero Pao no parece nada afectada sin ti —comentó dirigiendo sus ojos a las pruebas. La saliva me supo amarga—. Ella está contenta con su acompañante. No ha parado de reír y sonreír desde que llegamos.

Tomé un respiro, sin deseos de nublar mi mente.

—Luce feliz a su lado, como si se entendieran de toda la vida —mencionó. Pasé mis dedos por mi cabello ante esa incómoda charla—. Tal vez... Tal vez ella solo era amable...

—Había algo más —defendí, me salió más brusco de lo que me hubiera gustado. No negaba que Pao fuera dulce con todo el mundo, ni que se llevaba bien con su amigo, pero la conexión con las personas es especial, no se puede disfrazar. Además, estaba claro que se trataba de un malentendido, solo me faltaba dar con las demás piezas.

—¿Había algo más o querías que lo hubiera? —soltó dando directo en la llaga. Evadí su mirada sin saber qué responder—. Emiliano, ¿tal vez te confundiste? Míralo por ti mismo —repitió con una seguridad que envidié. Laura tenía una forma de decir las cosas que sin darte cuenta te convencía tenía la razón—. Ni siquiera te ha buscado en toda la fiesta.

Apreté los labios, me había resistido a sobre analizar esa posibilidad porque me dolía. Imaginar que todo fue cosa de mi cabeza, parte de mis deseos, me abrumaba. No, teníamos algo especial, me miraba de otro modo, pero su fría sonrisa que se mantuvo durante esa noche me llevó preguntarme qué tantas cosas estaban solo en mi cabeza.

—Sé lo mucho que duele querer a alguien que no nos ama de la misma forma —comentó. Volví a tomar solo para no aceptarlo. Por suerte no se trataba de alcohol o ya estaría desinfectando heridas. Pasé mi mano por mi rostro, reconociendo que estaba siendo un imbécil, pero me resultaba imposible arrancarme esa espantosa sensación del interior.

—Lo siento, Emiliano —soltó apenada al verme mal. Sin aviso se acercó para abrazarme. Una parte de mí quería consuelo, en un mal intento de sentirme mejor, pero la más sensata supo que así no se resolvían los problemas, solo enredaría más el asunto. Me hice a un lado, dejando claro el mensaje—. Le guardas fidelidad a Pao —susurró apartándose despacio al notar no podría corresponderle. Laura me miró a los ojos antes de buscar a Pao, que seguía en su mundo—, aunque sean solo amigos...

—No le guardo fidelidad a Pao —escupí ante su expresión de pena. Me sentí ridículo porque en el fondo había parte de razón—. Es solo que no quiero que confundamos las cosas entre los dos —aclaré, aunque esta vez Laura no pareció ofenderse. Volvió a su lugar, ladeando la cabeza junto a una amarga risa.

—¿Además de dejarme aquí toda la noche porque prefieres verla a ella? No lo sé, Emiliano... —comentó al aire.

—Perdón —repetí abrumado—, no quería que te aburrieras, es solo que... —inicié. Sin embargo, disculpa quedó a medio terminar cuando alguien apareció entre los dos. Laura pegó un salto hacia atrás ante la mirada de Tía Rosy que venía con botella en mano y bailando hasta el piso.

Pásame la botellaaaaa, voy a beberme el nombre de ellaaaaa —canturreó ella asustándola. Sonreí admirando su espectáculo. Necesitaba un poco de alegría—. ¿Quién anda aburrido aquí?

—No, lo que yo... —balbuceó, pero Tía Rosy no tenía tiempo para escuchar excusas, la haló del brazo dispuesta a cambiarlo. Laura se resistió a su plan en un inicio, hasta que descubrió que era mejor rendirse con esa mujer. La felicité con una sonrisa, esperando se divirtiera. No tenía que amargarse por mi culpa.

Regresé la atención al centro, pero no encontré a Pao en un primer vistazo. Un minuto me había servido para perderla. Recorrí con mi mirada el local hasta que logré hallarla justo en el mismo sitio, solo que aplaudiendo contenta a otra pareja. Le envié un beso a Tía Rosy cuando descubrí que tenía entretenido a Alan. Juro que si no fuera porque necesitaba hacer algo importante no me hubiera perdido sus clases de quebradita, sin embargo, cuando noté ella se marchó obedecí el impulso de seguirla.

Abandoné mi letargo para sortear a todos los bailarines experimentales. Le chiflé felicitando a la mujer que robaba miradas, Tía Rosy le echó más ganas, demostrando la razón por la que llegó con tan buena actitud a esa edad. Con que yo alcanzara los treinta vivo lo agradecería.

Afuera, en contraste con la fiesta, el silencio caló. Lo único que lo rompía era el paso de algunos coches, la música que escapaba del interior y las piedrillas que lanzaban las ruedas. Y en medio de toda esa calma visualicé a una pensativa Pao, recargada en la pared, con la mirada en la nada.

—Te estás perdiendo de lo mejor —dije en voz baja para no asustarla. Aún así sus ojos se abrieron al ver no estaba sola. Suspiró aliviada al notar que se trataba de mí—. Si te ausentas mucho Tía Rosy terminará ganándotelo —comenté. Pao escondió una sonrisa mirando sus botines. Parecía más tranquila.

—Tía Rosy lo logra con todo mundo —respondió lanzando lejos una piedra con la punta. No pude contradecirla, se hizo un pesado silencio—. Alan me lo agradecerá, necesita estirar un poco más los músculos y yo apenas sé bailar el vals de Chayanne de la secundaria —añadió de buen humor. Pareció no darse cuenta, pero sonrió. Le correspondí disfrutando de esa imagen.

—Si no fuera porque dices que no te gusta —mencioné cuidadoso, encaminándome de nuevo. Su buena actitud desapareció—, hasta pensaría que son una buena pareja.

—Podría decir lo mismo de ti y Laura.

—Escucha, Laura y yo no tenemos nada —aclaré sin titubear, lanzando lo importante, pero por la manera en que ella negó mirando a otro lado supuse no me creyó.

—Pues deberías, ¿no se trataba de tu mayor sueño, Emiliano? —preguntó. Sí, antes—. Durante estos tres años la has descrito como la chica que amabas, la que robó tu corazón. La mujer más hermosa del mundo. Tú siempre decías que no te veías con nadie que no fuera ella —repitió mis palabras, teniendo presente aquellas tonterías.

—Pao, eso cambió —aseguré—. Quizás no vas a creerme porque fui muy intenso con ese tema, pero cuando te conocí...

—No lo digas —escupió agobiada, llevó su mano a su cabeza—. Por favor, solo no me digas que yo lo cambié —pidió, quebrándose. El dolor inundó su mirada clara—. Emiliano, eso no.

Ella quiso irse, pero esta vez no permití que lo hiciera, la tomé del brazo impidiéndole se escapara. Era momento de la verdad, aunque doliera.

—¿Vas a decirme que te pasa? —pregunté directo. Ella evadió mi mirada—. Pao, tú y yo éramos grandes amigos, nos entendíamos, y de un día a otro siento que me odias —solté sin entenderla—. ¿Te hice algo?

Ella lo pensó un instante antes de soltarse de golpe, retrocedió sin querer tenerme cerca.

—No, tú no me hiciste nada —confesó—. Yo sola me provoqué el daño. Siempre he sido una tonta —se reclamó molesta consigo misma—. Una tonta que debió renunciar desde el primer no, una tonta que prefirió soñar con su final feliz en lugar de enfrentarse a la realidad. Tenía razón, de nada sirvió, la verdad siempre te alcanza. Y me hice pedazos al impactarme en seco —susurró abrazándose antes de levantar la mirada para mirarme directo a los ojos—. Tú fuiste muy claro, fui yo la que me resistí a escucharte.

—¿A dónde vas?

—Me voy a casa, estoy molesta y no quiero soltar cosas de las que después me arrepienta —resolvió cambiando de dirección.

—Pao —la llamé antes de que se alejara más—, es tarde, será mejor que yo te acompañe.

—¿Para qué? —me encaró. Ese inocente comentario la hizo estallar. Su cabello cortó se agitó con violencia al darse la vuelta—. ¿Quieres hablar o por qué crees que no puedo cuidarme sola?

—Yo sé que puedes hacerlo...

—Mientes, siempre has creído que soy una niña. Nunca me viste como una mujer, sino como una cría a la que tienes que cuidar todo el tiempo. No te preocupes, tu hermanita ahora puede hacerlo sola —añadió frustrada.

—Lo hago porque me importas —defendí.

—Claro que te importo, Emiliano, cuando no estás con Laura —lanzó—, cuando ella no te necesita. No antes, ni después —soltó luchando por no llorar—. ¿Y sabes qué? No quiero importarte si solo lo haces cuando soy lo único que te queda.

—Pao...

—Por que eso fue lo que dijiste a todo el mundo cada que te decían que te quería. ¿No siempre respondías que jamás estarías conmigo porque te resultaba imposible verme como algo más que una niña? —me reclamó—. ¿No fuiste tú el que le juraste a los otros que por más que te esforzaras no podrías sentir nada por mí? ¿Estoy inventando que te reíste cuando Alba te preguntó si podría gustarte?

Ojalá en ese entonces hubiera medido mis palabras.

—Eso fue antes, Pao... —admití sin mucho orgullo.

—¿Antes? —repitió incrédula, sin digerir mi descaro—. Ayer te vi besándote con Laura —me echó en cara. 

—Te lo puedo explicar...

—No, no te esfuerces —cortó mi titubeo—. Tú puedes besarte con todo el mundo si quieres, Emiliano, a mí eso no me importa. Lo que me lastimó es que no te preocupara herirme. ¿Por qué tenías que decirle al resto que jamás estarías conmigo? ¿No te bastó el club? Nunca te preocupó lo que sentí al verte horrorizado por esa posibilidad. Jamás cuidaste tus palabras, ni a quién se las decías. Y aguanté mucho, mucho, pero lo de Laura fue mi límite —comentó enfurecida. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas—. ¿No fue suficiente que te oyera a diario hablar de tu adoración por ella? No, claro que no, necesitaba más. He soportado durante meses, escuchando en silencio todo lo que significaba para ti porque me preocupaban tus sentimientos, porque deseaba tanto fueras feliz —sollozó. Yo me había quedado sin palabras—. Ahora me pregunto, ¿cuánto te he importado yo a ti, Emiliano? ¿Cuántas veces te detuviste antes de hacer una broma o decir nunca pensando en lo que podía significar para mí? —susurró caminando en círculos.

Por Dios, ¿Pao estuvo enamorada de mí? La probabilidad me golpeó directo en la sien. No supe si estar feliz porque no le era indiferente, en pánico por su resentimiento o odiarme por haberle confesado todo lo que pasaba por mi cabeza. Quise golpearme la cabeza contra la pared. ¿Justo a ella tenía que hablarle de Laura? Esperaba que sus sentimientos cambiaran apenas hace unas semanas, igual que a mí, porque si me equivocaba, significaba que había metido la pata hasta el fondo. 

»Ahora dices que las cosas cambiaron, ¿cuándo? El día que Laura te dijo que no ahora sí existe Pao —escupió con la voz quebrada—. Antes solo era chica que siempre estaba aquí. Hasta te reíste con todo el club diciendo que para no estar soltero terminarías casándote conmigo —recordó adolorida. Ese día me pasé—. Y aguanté un montón de cosas porque te quería... —escupió, sonaba tan raro en sus labios. Guardó silencio, respirando hondo—. ¿Sabes que fue lo que cambió? Siempre creí que no te medías al desconocer el alcance de tus palabras, que actuabas sin maldad —mencionó. Eso justo hacía, ¿cómo la lastimaría a propósito?—, pero ahora sé que te lo advirtieron y seguiste repitiéndolo sin importarte el valor que para mí tenía.

—¿Qué se supone que me advirtieron? —dudé confundido. Pensé en todas las charlas que había protagonizado en los últimos días.

Ella apretó sus labios, luchando por no llorar, antes de alzar la mirada topándose con un par de personas que estaban escuchándonos.

—Quiero irme a casa —mencionó limpiándose la cara ante la mirada de Alba y Miriam. La última quiso hablar, pero Pao pasó de las preguntas para buscar sus cosas en el interior.

—¿Están bien? —se preocupó Miriam acercándose sorprendida a mí que mantenía la expresión desencajada.

—¿En serio, Miriam? —tiró irónicamente Alba—. ¿Qué hiciste? — cuestionó sin tacto.

—Es lo que quiero saber —confesé confundido por sus palabras—. Pao me odia, pero no sé por qué —dije para mí porque tenía tantas teorías que cada que las repasaba me sentía peor.

—Tal vez porque llegaste con Laura —comentó siguiendo la lógica, sacándome de mis sueños—. Perdóname por lo que voy a decirte, pero hasta a mí me sacarías de quicio. Eso que no soy celosa —añadió. Miriam intento no reírse.

—No es la razón —comenté, meditándolo. Despeiné mi cabello al recordar que nos había visto besando. Aunque no estábamos juntos era normal que le molestara, pero esa actitud venía de un par días antes—. Estábamos tan bien antes. Estuve a punto de decirle que la quería cuando...

—¿Qué? —Miriam casi se desmayó de la impresión. Alba la miró asustada—. Querer de...

—Estoy enamorado de Pao —defendí ante su victoriosa sonrisa—. Tú siempre tuviste razón.

—Como cambia la vida en unas semanas —murmuró Alba.

—Dios, no debería emocionarme...

—Pero claro que lo harás —terminó Alba, conociéndola.

Ella tuvo que contener su alegría porque el ambiente no estaba para celebrar. De qué servía. ¿Me advirtieron, pero yo seguí repitiéndolo sin importar lo que significaba?, medité. ¿Qué era eso que provocó a los ojos de Pao pasara de inocente a culpable? ¿Desde cuándo Pao me quería? ¿Cómo nunca me di cuenta?

—Tranquilo, seguro que puede resolverse —me animó Miriam con una optimista sonrisa que no pude imitar. Mi mirada regresó al lugar donde Pao estuvo, enredándome con mis preguntas—. Quizás si lo hablan para aclarar los malentendidos.

—Eso vamos a hacer —determiné. Ya no podía seguir con todas esas dudas sin respuesta. Al menos ese el plan inicial, pero a la mañana siguiente Pao no apareció en el local. 

Siempre quise usar este gif. Esperé varios meses 😂. Primero que todo, varias preguntas, ya saben que adoro leer sus respuestas y suelo dedicar los capítulos a las amables personas que participa ❤.

¿Le gustó el capítulo? Fue súper largo, más de 6k palabras, así que gracias por leerlo .

¿Qué pasó con Pao? 💔😢 ¿Por qué Pao no asistió? En esta última creo que pocos acertarán 🤫❤.

La próxima semana se viene con un capítulo peculiar ❤.

Les quiero muchísimo. Gracias por todo el apoyo a esta novela. Aún no pueda creer que lleguemos a los 50k de lecturas. Estoy muy agradecida por su cariño ❤.

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