Pavel Fenwick of Wallington

¿Cuál es tu definición de hogar?

Para todos es algo muy diferente.

Un castillo medieval, localizado en la Belcastel, Aveyron había sido hogar de Pavel Fenwick of Walligton durante muchos años, es más, desde que tiene memoria siempre estuvo en su antigua habitación, observaba que no lo dejaban salir de ahí, hasta que tuvo 13 años. Pero aquel internado se volvió su único hogar y mundo que conocía.

Su padre: Joseph Fenwick of Wallington, había adquirido ese castillo medieval a un precio demasiado alto, ambos se fueron a vivir juntos, pero el pobre e indefenso Pavel pasaba largas horas en su cuarto, porque fue un encierro al que su propio padre lo confinó, todavía puede recordar cuando él tenía 3 años, su padre lo jalaba con fuerza de la mano, caminaban rumbo a los pasillos fríos y escurridizos de ese enorme castillo.

Y desde ahí, Pavel solo salía para comer cuando su padre se lo ordenaba, pero 10 años, 10 largos años se la paso encerrado en su cuarto, con maestros particulares, tímido, callado, serio y frio, pronto se convirtió en eso.

A pesar de que todo el mundo ya estuviera sumergido en tecnología, los pueblerinos seguían con sus cosas tradicionales, no había luz, ni teléfono e internet, pero así vivieron felices.

¿Y su madre? No lo sabía, desde que lo alejaron de ella, no se había puesto a pensar que ocurría con ella, nunca estuvo presente, al parecer había muerto pero Joseph siempre intentaba esquivar el tema y Pavel nunca tenía ganas de preguntar.

Días de completa soledad pasó Pavel durante tantos años, su padre si podía salir, pero él no. Cuando Joseph se iba a otro lado o a hacer sus negocios, guardias de seguridad cuidaban y protegían al joven Pavel como si se tratara de un príncipe que era perturbado por un dragón. Odio aquellos momentos, vivía tan mal, tan deprimido, tenía ganas de linchar a su padre como un vil animal, pero no se atrevía a hacerlo. En su pequeño mundo loco y solitario, Pavel creía que era lo correcto no salir y obedecer a su padre, pero veía por la ventana de uno de los arremolinados pasillos y simplemente, no podía pensar en eso.

Miraba con tanta envidia a las aves volar y a los animales ser libres, ¿Por qué él no podía hacer eso? Eso lo hacía cuando era más joven. Hoy, a sus 17 años, ya no tenía esperanzas ni deseos por salir al exterior.

—Tengo que ir a una junta muy importante, con una mujer muy importante—dijo Joseph en la cena—, confío en que no tienes planes de salir, ¿Verdad?

—. ¿Por qué habría de hacerlo? Total, me voy a morir aquí—dijo el joven depresivo.

—Deja de decir tonterías, Pavel—su padre se levantó de la mesa—, no te vas a morir aquí.

—Entonces—él imitó su acción—, ¿Por qué no puedo ir contigo?

—El mundo es un lugar cruel y horrible que no merece ser la pena ser explorado—dijo su padre, fingiendo desesperación y locura—, de hecho... te hago un favor. No tienes que trabajar, tienes la educación en la palma de tu mano, ropa, comida, techo, cama...

—. ¿Y eso qué importa? ¿Para qué quiero educación si solo hablo con mi maestro? ¡Ni siquiera me dejas hablar con los guardias!

—Ya cállate, Pavel—volvió a decir su padre y le alzó la mano—. Mira, ya déjate de tonterías. No vas a salir hoy... tal vez hasta que me muera, pero de no ser así, ni se te ocurra asomar la cara. Solo te dejo hacer eso para ver a los animales... comprender su salvajismo y fiereza, creo que los humanos son iguales.

—A decir verdad... rara vez recuerdas que tienes un hijo.

—Claro que no Pavel, yo me preocupo mucho por ti.

—Jajajaja— río el joven sin preocupación. — ¿En serio?

—Sí... todo lo hago porque eres muy importante para mí.

—Vaya, entonces no quiero saber cómo me tratarías si no te importase—dijo todavía en broma, esta vez intento comer su sopa, pero igual no tenía hambre, como siempre.

Joseph frunció el ceño, debía admitir que aquel humor tan raro y negro era herencia familiar.

—Me alegro que no estés rompiendo el legado.

— ¿A qué te refieres? — pregunto su hijo sorprendido.

—No puedes romper el legado de los Fenwick of Wallington, y no lo estás haciendo, me alegro mucho Pavel.

—No te estoy entendiendo nada.

—Que te cases.

Cuando Pavel escuchó esa terrible frase, su corazón latió a mil por hora, sus ojos que estaban decaídos no tardaron ni un momento en abrirse con intensidad de la impresión, estaba en shock, tomo aire para decir.

— ¿C-ca-sar-me? ¿Qué? ¿Cómo?

—Así es. — especificó Joseph. — Casarte con la sobrina de Marlenne, una socia de negocios.

—P-pero ¿Estás loco? ¡Ni he tenido novia! ¡Ni sé cómo es amar!

—Ay... pero por Dios, en estos tiempos ¿A quién le importa si un matrimonio es por amor?

—P-pero papá... yo... no podría.

—Ya deja de hablar de esa manera, el matrimonio no es la gran cosa. — dijo Joseph y se levantó de la mesa. — Y ya supéralo.

Diciendo lo último, Joseph se fue a su junta importante y dejo a tres guardias para cuidar a su hijo.

Pavel hizo gestos de furia y enojo, aventó un par de cosas, sin duda se sentía tan molesto por dentro, se sentía como la peor basura en este mundo, encerrado tras 4 paredes, y si no era así estaba encerrado en el internado, solo contemplaba la ventana, era lo que más le gustaba, imaginarse historias de fantasía, imaginar una libertad que no tenía.

Pero un día, antes de que Joseph se fuera, Pavel tan solo puso un pie a fuera del castillo... y fue motivo suficiente como para que su padre le golpeara.

Joseph sujetó del brazo fuertemente a su hijo para llevarlo casi arrastrando a su habitación, abrió la puerta de una manera muy brusca, aventó a su hijo de otra manera peor, este solo se arrastraba buscando algún refugio en la pata de su cama, se abrazó fuertemente a ella.

—Siempre me desobedeces... ¿¡Que no entiendes que todo lo hago por ti!?

— ¡No! — gritó su hijo cerrando los ojos. — Es que... no, no puedo entenderlo.

— ¿Sabes que se hace en estos casos? — Joseph se levantó en frente de él y comenzó a quitarse su cinturón. — Te debo de demostrar mi autoridad.

— ¡No, papá! —exclamó Pavel aterrado.

Y uno tras otro, Joseph soltó toda la furia sin cesar a su pobre hijo, cada golpe dolía más que el anterior, venían acompañados de palabras groseras, que lastimaban el pobre y frágil sentimentalismo de Pavel, en ese momento no sabía que le dolía más, su cara por todos los moretones, su espalda por todas las heridas, o sus sentimientos por tantas malas palabras que su padre no tenía ni siquiera le decencia de medir. Y lo peor es que duraron unas largas dos horas.

—Ya... ya...— gimió su hijo de dolor. — P-por favor... ya.

— ¿Ya entendiste? Detesto hacer que entiendas por esta manera.

—Y-ya lo hice... ya... detente. — pidió Pavel con lágrimas en sus ojos.

—Y entérate. Estarás encerrado hasta que te vaya a casar con la sobrina de Marlenne.

—P-pero papá...

—Mejor agradéceme que te voy a encontrar a una chica que esta... muy bella. — Joseph se colocó su cinturón de nuevo. — Y levántate del suelo, pareces imbécil.

El cruel padre salió victorioso de la habitación, comenzó a caminar por el pasillo no sin antes haber cerrado perfectamente la puerta con llave, dejando a su hijo en el suelo sobre la alfombra, la sangre salía por su nariz y los rasguños que estaban en su espalda, su ojo tenía un enorme moretón, sus labios estaban partidos y gruesos. Su cara tenía golpes por todos lados, además las lágrimas salían con diluvio, como si no hubiera mañana, Pavel se refugió en su suave manto, abrazo a una almohada, era su única compañera. Mordía sus labios en sinónimo para que dejara de llorar, pero era prácticamente imposible.

Pavel e iría tres días, los guardias no tenían nada que preocupar, Pavel se mostraba visiblemente "conformado" ante esa libertad tan salvaje que lo estaba esperando, leía libros, comía y se veía normal, pero en realidad... eso de escaparse, ocupaba su mente a pesar de todas las distracciones que tenía.

"Tengo que huir" —pensaba histriónico— "Sólo un día..."

Pavel Fenwick of Wallington siempre solía ser muy discreto, sus movimientos no pasaban de ir de su habitación a las clases, al comedor, de vez en cuando a fumar un poco, pero esta vez tenía muchas cosas que hacer. Siempre tenía mapas en sus brazos, estaba solo en la biblioteca por largas horas, leyendo libros de diferentes temas, estaba sumamente apresurado, recorría los lugares del castillo para tomar apuntes en una libreta que no soltaba por nada del mundo, observaba todo con detenimiento con la esperanza de que nada se le fuese escapar de las manos, antes solía dormir mucho pero ahora media cosas con precisión, es como si estuviera planeando algo demasiado perfecto, iba a hacer algo único e imprescindible, se escaparía de su encierro, se escaparía del castillo por fin y para siempre.

Pavel aprovechó la madrugada para ir a aquella gran pared de ladrillos viejos del inminente castillo que lo separaba de la vida real, si fuera por él hubiera escapado volando por la ventana de su diminuta habitación, pero era claro que no podía volar en ningún aspecto, sus alas creativas estaban más que destruidas y ahora intentaría vivir de una vez por todas.

Se puso sus guantes especiales, se ató una cuerda, sujeto perfectamente su mochila tras sus hombros, escalo con perspicacia y terror, miró su reloj de mano procurando que todavía no salieran los guardias, siguió su camino a la libertad, estaba tan pesimista que pensó que en cualquier momento caería, o que su padre le gritaría exclamando que bajará de ahí, o que el castillo tuviera una clase de alarma que se escucharía en cualquier instante, pero no, solamente escalaba por ese interés.

Tal fue su sorpresa que llego al final del muro, se asomaba por todas partes, por abajo, por detrás, por todos los lados, pero no, nada ni nadie se hallaba por ahí, estaba tan cerca de vivir de verdad. Miró de nuevo todo el castillo, su hogar durante 14 años, su única vivienda, en su mochila contaba con algunas provisiones, algo de ropa y agua. Nada de dinero porque a decir verdad nunca había tocado aquel objeto por el cual los humanos se desgastaban día con día para llevar. Sin detener más tiempo escalo el otro lado con agilidad, caería pero se sostuvo firmemente al ladrillo, solo dio un pequeño salto, miró en frente y...

Ahí estaba la libertad.

La naturaleza frente él. Los enormes y verdes arboles a su alrededor, aquel pasto tan gratificante que por alguna razón lleno la vacía alma de Pavel Fenwick of Wallington. Corrió como nunca por dos razones, la primera era para que ningún guardia pudiese atraparlo, y la segunda era para sentir la suave brisa del bosque, quería sentir el viento rodar por su cabello rizado, el amanecer era tan notorio que cuando llegó, él ya estaba muy lejos del castillo.

Pavel estaba solo, pero no triste, al contrario, la libertad que estaba experimentando era algo que no se puede describir, corrió extendiendo sus brazos simulando que era un pájaro libre, ya estaba muy lejos de aquel infierno, se acostaba en el pasto, olía las flores, abrazaba los árboles, era algo incomparable, probablemente el momento más feliz de su vida.

Total que el atardecer llegó, por largas horas olvido su pasado o todo lo que probablemente estaba pasando en el castillo de Aveyron, su sonrisa por primera vez era sincera, disfrutaba aquella vida que le habían quitado por 14 años. Pero no todo sería satisfacción, a pesar de que era hilarante con su nueva libertad, no sabía manejar algunas situaciones y no sabía a donde iría para vivir.

—Lo importante es que estoy bien. — se dijo a sí mismo con aires de superación personal.

Tenía una pequeña herida en su estómago, pero no era nada grave, contemplaba el atardecer que se aproximaba desde la punta de una colina muy inclinada, hizo un mal movimiento y cayó.

Rodaba como nunca tras esa colina enorme, el pasto, las piedras y demás objetos no se hacían esperar, su mochila quedo atrapada en una roca, su ropa estaba desgarrada, el perro corrió hacia él, fue un gran golpe, tanto así que Pavel quedó inconsciente, casi iba a morir, estaba bastante lejos de todo tipo de civilización.

"Si voy a morir, por lo menos tendré la decencia de decir que morí libre, a comparación de cuando nací y viví, encerrado en un infierno del cuál no pude salir, hasta el mismo día de mi muerte.

Ahora comprendo porque dicen que la única vez que eres libre, es cuando mueres"

Estos pensamientos redundaban por la mente de Pavel, cuyo solo tenía los ojos cerrados sin quererlos abrir, se sujetaba fuertemente de algo (no sabía que era una cobija), tenía miedo de despertar y ver ¿El infierno? ¿El paraíso? O ¿El limbo? No sabía en realidad a qué lugar se iría si estuviera muerto, era de los que pensaba que en la vida todos resucitaban, eso quería él, otra vida una mejor. Desgraciadamente, su padre y sus guardias ya lo habían encontrado.

—. ¿Gozas tu libertad? Qué bueno, porque jamás volverás a salir—dijo Joseph con una sonrisa malvada.

Los guardias y la policía se llevaron a Pavel en total resguardo, mientras su papá iba cabalgando de regreso al castillo, nadie hacia preguntas. Joseph era una persona con total poder que podía contratar y designar a cualquier persona que se le ocurriese.

Los únicos que entraron al castillo, fueron ellos dos. Joseph jalaba del cabello a su hijo y lo aventó a su cuarto, mientras no dejaba de reclamar:

—Eres un imbécil, ni siquiera para eso puedes hacer algo bien.

No dejaba de exclamar y regañarlo, pero no cerraba la puerta. Pavel sintió un aire impulsivo, así que se levantó del piso, fue rumbo a su padre y lo observó directamente, como si tuviera nuevos ojos o fuera otra persona.

—Cállate, imbécil.

Diciendo esto, Pavel aventó a su padre dentro de su propia habitación. Cerró la puerta con fuerza y Joseph intentaba abrirla, pero no podía. Las llaves habían quedado a fuera y Pavel cerró bruscamente todo, puso muebles y todo tipo de cosas, con tal de que su padre no pudiera salir.

—Déjame salir... ¡¡Ahora!!

—Nunca entendí porque creías que está aberración loca estaba bien—dijo Pavel al otro lado de la puerta—, pero ahora, lo harás. Vas a sentir lo mismo que yo, te voy a dejar encerrado ahí... por una semana.

La diferencia entre el encierro de Pavel y el de Joseph, era que por lo menos, en el primero, Joseph le daba de comer y todas las necesidades básicas elementales. Pero Pavel no, lo dejó encerrado sin agua, comida, un baño o algo. Joseph estaba desesperado y no dejaba de pedir libertad y auxilio.

—Nadie va a venir por ti, no importa cuánto grites—dijo Pavel con superioridad.

—Por favor... todo estará bien, no... ¡¡NO HAGAS ESTO!!

—Tú lo hiciste primero, y durante trece años—restregó.

—P-pero... ¡¡Te di comida, agua y todo!! Me estoy muriendo de hambre... ya no lo aguanto.

—La ventana es demasiado pequeña, ¿Verdad?

Tan solo era el día tres, y Joseph ya se sentía morir. Gritaba, gemía, le pegaba a la puerta con su zapato y nada de nada. Pavel no hacía más que decirle cosas bizarras y horribles.

—El teléfono ha sonado miles de veces, pero no te preocupes. Tu socia, la señora Kratz, ya sabe que no me voy a casar con su sobrina—sonrió malvadamente.

—Pa...Pavel...—ni siquiera podía hablar— Ya no tengo nada... tengo sed... me estoy muriendo.

—Pues bien, hazlo. Muérete, nadie te va a extrañar. Pero antes—habló por el picaporte—, quiero que sepas que ya te entiendo. La satisfacción de saber que tienes el control suficiente y necesario en la vida de alguien más y tener el poder de sus acciones... es la satisfacción más grande que he conocido... voy a tirar la llave al inodoro.

—No... no... ¡¡Pavel, no!!

Él se levantó y caminó lentamente hasta el baño de su padre, escuchaba los gritos lo desesperación y horror que su progenitor lanzaba a cada minuto. Tan solo tardaron otros días para descubrir el cuerpo de Joseph, que más que nada, había muerto de desintoxicación. Fue el mismo tiempo en el que Pavel llegó a Estados Unidos, el país americano dónde intentaba probar su suerte.

Intentó buscar trabajo y localidad por un tiempo, pero hubo algo en su interior que le dijo que su padre ya había fallecido... así que sus pies lo condujeron rumbo a Minnesota. Estaba acostumbrado a los castillos enormes y cerrados, pero amó la sencillez y humildad con la que estaba construida una casa de madera y paja en las montañas rocosas del bosque más grande del país. Pero ¿Por qué le gustaba eso? ¿Por qué llego ahí específicamente, si tenía planes e ideas para armar su propia vida?

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